La primera chava que saqué a bailar en un quinceaños se llamaba Elisa, quien tiene también el reconocimiento de haber sido la primera mujer en mandarme a la fregada. Llena de pecas, flacucha, desnalgada, con la boca torcida, con el pelo afro bien feo, pero así me gustaba y así me mandó a la Jorge Vergara.
Yo la había estado siguiendo, muy de lejos, en varios quinceaños de la colonia, esos que invariablemente se llevaban a cabo en las cocheras de las festejadas y en donde se bebía pura Joya o alguna Carta Blanca que alguno de los malandros sacaba de la cajuela de su Caribe.
Cada vez que veía a Elisa según yo ponía cara de interesante, aplicando el "te veo pero no te veo". Pobre puñetín.
El más impresentable de mis amigos, a quien apodábamos El Feo porque toda su anatomía empataba perfectamente con este adjetivo, siempre me andaba chingando de que la sacara a bailar, que no fuera yo coolio. El Feo aseguraba que Elisa me volteaba a ver con evidente deseo adolescente. Error.
Llegó la noche en que me armé de valor. Fue en el quinceaños de una chava que se llamaba Carla. Sus papás casi cierran la calle Antonio Caso para charolear "el fiestón" de la más grande de sus hijas
Y ahí estaba yo con mi aire de karate kid norestense ubicando con detenimiento a mi Elisa.
Temía que si la sacaba a bailar me iba a soltar la típica jalada de: "No puedo porque mi amiga se queda sola", o, "es que ya van a venir por mí". Ni una ni otra excusa me diría.
Crucé la pista (o sea parte de la cochera), llegué hasta mi objetivo y solté la pregunta:
- ¿Q-Quieres bailar conmigo?, tartamudee.
- Sí, claro, me dijo.
¡Me dijo sí claro!, o sea no sólo sí, sino un "claro" como asomando una confirmación de la afirmación. La primera rola que bailamos fue "Ay, Qué Pesado" de Mecano. Si a ustedes les tocó esa época sabrán que era imposible bailar esa canción, porque no es lenta ni movida y para bailarla bien hay que mariconearle moviendo la cadera al estilo de Ana Torroja.
Elisa fue paciente conmigo y mis cantinfleadas, si platicamos de algo ya no me acuerdo, pero fue puntual en darme las gracias a la tercera canción, justamente cuando empezaba la guitarra ácida de "Las Curvas de esa Chica", también de Mecano. Chingado, pensé, esa rola sí la sabía bailar con madre. Más puñetín.
Con todo y mi nula capacidad seductora, conseguí que Elisa me diera su número y creo que hicimos una buena amistad telefónica porque le hablaba todos los domingos desde un teléfono público. Yo sabía que ella andaba por un dientón que se llamaba Eddy, pero me trataba tan bien que me dejé engañar. Total que un domingo le llegué por teléfono, pero me salió con eso de que ella me veía más como amigo que como novio, y que además Eddy le había llegado el viernes anterior y que ya andaba con él.
Su historia termina como docenas de historias terminaron para mis amigos en los 80's, o sea, las mujeres no te pelaban si eras de su edad o menor que ellas y te colocaban inmediatamente en el renglón del "mejor amigo". Pero ser el mejor amigo de la vieja que te gustaba no servía para nada, más que para perpetuar la esperanza de que algún día se enamorarían de nosotros. Y eso nunca pasaba.
Ay qué pesado, qué pesado...
Hello world!
Hace 1 mes
2 comentarios:
QUE BUENA ESTUVO ESTA...Y SABES QUE LOOK....QUE TE IMAGINO CON TUS PANTROS QUE TENIAS DE CAMOUFLAGE BIEN JARJ Y TODO TITIRETILIO BAILANDO....JAJAJAJAJ
OYE CABRON Y CUANDO VAS ESCRIBIR DEL PORQUE ERAS PUMA Y DESPUES TIGRE Y DESPUES QUIEN SABE!!!!!!!
Me da risa que te dices puñetin...me recordo a los bailes que se hacian en la parroquia del rosario...ahi en las kermeses...
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