viernes, 25 de enero de 2013

Entre Johnnie Walker y una mujer desnuda

Me gusta cuando Karla usa zapatos altos porque camina como si estuviera escalando el piso, como si subiera una pendiente en formato horizontal. Me gusta cuando Mateo me incluye en su cosmos de plastilina y cuando me sienta en su corazón para platicarme lo que produce el hongo azul en los brincos de Mario Bros. Me gusta ser el papá de cariño de dos niños muy ocurrentes que me dan un sitio especial en sus días y me confían a su mamá. Me gusta la presencia incondicional de mis amigos a través de las décadas.

Me gusta el chocolate, la lasaña, los pasteles, la carne asada, y, dependiendo del humor, también me gustan las pasas. Me gusta la queja ronca de mi moto. Me gusta que hoy quiero más y mejor a mis papás. Me gusta que Irene tiene una vida lejos de este país que es un basurero y un tesoro al mismo tiempo. Me gusta el acento de mis sobrinas. Me gusta el futbol cuando hay Mundial. Me gusta el dolor del ejercicio con pesas y el olor del ejercicio entre sábanas.

Tantas cosas me gustan ahora que vivo en tiempo real.

Durante veinte años dependí de las pausas y las prolongaciones que brinda el alcohol. Muchas veces intenté, sin éxito, orquestar los mundos paralelos que me abría la borrachera, fuera ésta social, de barra o de buró. Nunca pude noquear una cruda, una culpa o una laguna mental. Tantas veces fui un súper yo a medianoche y un simio a las tres de la mañana. Me extravié hasta lo absurdo en los requintos de mis canciones favoritas. Regresé y volví a poner play a todo tipo de necedades. Me compré la idea de que el escape etílico es la única manera de pasarla bien en esta monótona ciudad atrapada por cerros.

Incontables noches gané un montón de conocidos, regalé un montón de abrazos a gente que no me importa y desperdicié un montón de horas de sueño. También me divertí a tope. Me enredé en deliciosos debates tipo espiral sin fondo. Reí y fui reído. Toqué el alma milagrosa de algunos amaneceres y, en cierta forma, sentí a Dios en embriagadas meditaciones.

Hoy, hace dos años, paré el tren; dejé de tomar. Me cansé de vivir con el piloto automático, pero más me cansé de dar y de darme explicaciones acerca de mis actos. Me cansé de arruinar mis relaciones, me cansé de sacar el trabajo con la reserva de mis neuronas, me cansé de las fugas sin mapa, pero más del desconcertante y espeso retorno a la realidad desde la cruda. Me cansé de la dependencia en el alcohol para "funcionar" en todos y en ningún nivel.

Así como el amor es una decisión, buscar el bienestar, la salud, la integridad, también lo es. Hoy decido sentirme mejor, hoy decido vivir a todo color pero sin caer en la tentación del high definition que prometen todas las drogas, el alcohol, el redbull, lo que sea.
Hoy, mis pocos escapes son conscientes y duran lo que tengan que durar. Sí, he dejado al personaje atrás, podrán verme ahora como un aburrido, pero no cambio la más increíble de mis pedas por el día de hoy que me siento entero. Bendecido y entero.
Cuando te sientes así, no necesitas más aplausos que el tuyo.

Hoy me entrego a la mujer desnuda y dejo que Johnnie Walker siga caminando hasta que se dé en la madre.

PUNTO Y APARTE.- Si liberaron a Florence Cassez porque la AFI montó un espectáculo a la hora de arrestarla, (y no porque fuera inocente), al rato nuestras "autoridades" van a soltar a "La Barbie" por aquélla espantosa camisa Polo que traía cuando lo pescaron.

La justicia en mi país es otra buena razón para irse al pedo, pero yo ya no me subo a ese carrusel.

viernes, 18 de enero de 2013

Before Midnight

 
En el fondo de los grandes amores imposibles está escrita la palabra "continuará".
A ladito del amor imposible sobrevive entre los enamorados la esperanza de que algún día, quizá mañana o en 10 años, las cosas puedan darse, para ahora sí, vivir felices juntos hasta donde la salud les aguante. No en pocas ocasiones este anhelo es una puñeta mental de los involucrados; otras veces es un deseo genuino de que la relación pueda concretarse de una chingada vez.
 
El próximo domingo se estrena en Sundance Before Midnight, tercera parte de la historia de Jesse (Ethan Hawke) y Celine (Julie Delpy). Ya pasaron 18 años desde que se conocieron en un tren rumbo a Viena en Before Sunrise, y 9 desde que se reencontraron en París en Before Sunset. Los guionistas de la nueva película siguen siendo los propios actores y el director sigue siendo Richard Linklater. Creo que se estrena en México hasta septiembre y obviamente es, para mí, una de las asistencias obligadas al cine este año.
 
¿Jesse y Celine lograrán, por fin, quedarse juntos?
 
Claro que no, su amor continuará...

viernes, 11 de enero de 2013

Los hijos

De entrada aclaro que todos los niños me parecen insoportables. Los adultos y ancianos, también. Si de algo sirvieron los big brothers y realitys similares es para demostrar que las personas, todas, somos insoportables después de un tiempo de convivencia. Nada erosiona más el amor, el encanto, la amistad y el misterio que la cercanía obsesiva de la lupa.

Los afectos crecen apenas cuando hay una distancia prudente. Pedro Infante no sería Pedro Infante si fuera el vecino que nos pone la defensa de su carro muy apenas para poder salir de nuestra cochera. Por eso tenemos que irnos un día de casa de nuestros padres y nuestros hijos tienen que irse de las nuestras; sólo así llegamos a muchas navidades con ganas de vernos otra vez, en otro diciembre.

Mateo me ha parecido insoportable muchas veces, pero éstas son pocas contra las veces que me ha conmovido. Desde que le dije que todo lo mío es de él, se clava las monedas que encuentra en mi cuarto y se roba mis chocolates. Perdido de sueño me pasa su brazito por el cuello, me besa y me dice que le gusta mucho estar conmigo. Cuando pierdo en el nintendo me grita ¡toma chango tu banana!.    El otro día hizo algo increíble: con las piezas del jenga construyó un gimnasio de miniatura y con un monito de lego me explicó lo que hace en su clase de neuromotor. Se sabe de memoria a dónde fuimos y con quién. Me recita lo que le dije hace años; se acuerda de todo. Un día me recibe a patadas disfrazado de ninja y otro día me enseña dibujos estallados de color.

Los hijos; esa carga, esa joroba, esa angustia, ese placer, esa esperanza, ese borrón y cuenta nueva, ese compromiso, ese exclusivo obsequio de Dios, esa culpa, esa frustración, ese deleite, ese agradecimiento, ese celo, ese crecimiento, esa paranoia, esa sentencia perpetua, esa tolerancia imperecedera, ese descubrimiento, ese dolor, esa gracia, ese amor, ese temor, esa cadena de incógnitas.

Esos cabrones, los hijos.