viernes, 28 de octubre de 2011

Reagruparse

"Hoy en día, ninguna excursión es más extrema que la de conseguir un sitio en la vida cotidiana".

Juan Villoro


Ésa otra fantasía. Aislarse del mundo para entenderlo. Querer comprender las circunstancias distanciándose de ellas. Entrar a la cueva famosa, separarse del ruido, de las relaciones, de las distracciones. Estar consigo mismo. Reagruparse. Conocerse. Fortalecerse en el encierro, en el retiro. Desterrarse del spot. Abandonarse. Moverse con el riesgo de no salir en la foto. Acordonar los pocos metros cuadrados desde donde uno vive (seguro). Agarrar vuelito para después, sí, ir aprendiendo a pertenecer, a deshebrarse nuevamente en sociedad, a perder el temor de quitarse la envoltura. Identificar lo que se es y lo que no se es.

Corre videotape.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Real Steel

Cada vez que me agarro a golpes con Steven Spielberg, pierdo.

No importan mis pretensiones de llenarme de cine "diferente", "alternativo" o "no comercial", pues cuando retorno al entretenimiento pop que dirige y/o produce este señor, vuelvo a doblar las manitas y, a veces, la piel se me engallina.

Real Steel, producida por el invicto Spielberg, es una película que consagra la fórmula taquillera que hizo millonario a Sylvester Stallone con Rocky: el boxeador como role model evolutivo, el calvario por excelencia del héroe; el sujeto capaz de agarrarse a madrazos con la vida, pero que siempre cae de pie; que resiste los peores ganchos al hígado del destino, y sin que se le caigan los ray-ban; que se acaba a sí mismo, pero no tanto; que inicia evaporado, pero que termina sólido; alguien a quien podrán deformarle la nariz, pero nunca el corazón ni la voluntad.

Spielberg tiene más de 30 años comercializando una fantasía que nos encanta: la fantasía de la familia disfuncional cuyos miembros encuentran iluminación cuando se exponen a eventos extraordinarios como la llegada de un extraterrestre, la guerra, el ataque de un tiburón o la plaga de dinosaurios. El mundo se va a acabar, pero los hijos y los padres peleados se abrazan.

Con Spielberg los resentidos se reconcilian. El divorciado, el huérfano, la dejada, el desprestigiado, el niño sin amor y el quebrado, hallan alivio, fortaleza, sentido, luz, camino, tiempo y espacio. Pagamos el boleto para ver efectos especiales, pero salimos del cine y los que se nos quedan son los efectos humanos. Sean éstos igual o peor de inverosímiles que aquéllos.

Mateo quedó alucinado con Real Steel. Yo también. Spielberg me hace suponer que adentro del cine soy un niño que no crece.

martes, 25 de octubre de 2011

Hace cinco años y un mes

Hace cinco años estaba yo a un mes de convertirme en papá. Sería aquél el último mes que viví al estilo de los individuos sin hijos. Los deshijados. Me recuerdo entonces como un tipo hambreado esperando que su pastel mucoso saliera del horno; un horno en forma de matriz, un pastel en forma de niño.

Acercarme a ese vientre inflamado y escuchar los golpes de "Mateo te Pateo" (alias que tuvo cuando feto) era como sentarme a una mesa servida de platos vacíos con un apetito excedido y escuchar a lo lejos el ruido de cacerolas llenas de pozole. La paternidad próxima me hacía agua la boca, pero al banquete le faltaban aún 30 días de cocción.

Tiene razón Romeo cuando dice que el embarazo dura ocho meses y un año, porque el último mes se te hace larguísimo. La lentitud del noveno mes empeora con la curiosidad inquisitiva de la gente que te pregunta a cada rato que cuándo nace tu hijo. El bebé les urge a los amigos, a los abuelos, a los colegas, a los vecinos, a todos; mientras al papá primerizo le urge entender qué está pasando -obvio, mucho menos capta lo que va a pasar-.

No hubo antes en el mundo una situación, fuga, consejo, vacación, anécdota, trauma, milagro, botella, coincidencia o alegría que me orillara a valorar el presente tanto como la llegada de Mateo. Pero conforme mi hijo ha ido creciendo y se ha hecho niño, he abandonado el sano, pero mal aprendido hábito de vivir en el hoy, y en ocasiones me despego planeando el futuro o me regreso a machetear el no siempre pasado mejor.

viernes, 21 de octubre de 2011

Y luego, la ternura

-Que Dios te bendiga, papi-, me dijo anoche.

viernes, 14 de octubre de 2011

Pendejo

Tirarte del octavo piso sólo para arrepentirte cuando pasas en caída libre por el quinto, fracciones de segundo antes de sentir que el asfaltazo te acerca una sien con la otra.

Ya eres un pedazo de polvo cuando la última parte de tu conciencia se retuerce como cola de lagartija y se pregunta si acaso no había otra solución.

Desde otra parte de ti lamentas no haber abrazado más y mejor a tu hijo esa última vez.
¿Te acuerdas que te pidió que lo tomaras de la mano y te dijo que no te fueras?.

Tú tan guapo y tan sensible; tan promesa. Tan güey.

Tú tan ensangrentado y cobarde.

Y todavía esperas escribir el post que te redima.

No fue una ni dos ni tres las veces que fantaseaste con el funeral y el entierro que iban a darte. Ejercicio último para afinar tu egocentrismo, ¿quién te iba a llorar?.

Lo peor es que te gustaba imaginar que de ahí en adelante tu ausencia descalificaría cualquier motivo de alegría entre tus queridos.

-Que nadie se divierta porque ya no estoy-.

Querías doler, que te extrañaran, que sus vidas no fueran las mismas; posdatearles la existencia, lo mismo a tus colegas que a tus amigos que a tus papás que a tus primos, tus hermanos, tus vecinos, la recepcionista, el tráfico y las piedras.

Egoísta de mierda.

La verdad es que a nadie le dura tanto la muerte de alguien como al muerto la suya.


VIERNES MUSICAL.- Aquí.

viernes, 7 de octubre de 2011

Otra vez octubre

Me doy cuenta que se fue el año cuando entro a octubre.

Es una despedida sin tristezas, vertiginosa, sí, por la cantidad de madrinolas que ofrecen las tiendas entre halloween y navidad.
En medio de estas dos fechas, se acomoda el cumpleaños del más amado, excelente pretexto para terminar de darle respiración de boca a boca al coma financiero que me da antes del aguinaldo.

A lo mejor sucede durante otros meses, pero es con el cielo limpio de octubre que puedo ver la huasteca, la sierra madre y el cerro de la silla en versión plano secuencia. De un vistazo comparo el acné milenario de la huasteca, la frondosidad de la sierra madre y el simbolismo escarpado del cerro de la silla.

Es en octubre cuando las alergias se van de cacería por mi nariz disparando estornudos, cuando abro las ventanas, cuando sustituyo el minisplit por el ventilador de techo y cuando se instala en mi alma una rebanada de melancolía por el hombre que fui hasta antes de la prepa.

Me gustan los colores empeyotados de octubre que se filtran como por un cristal ámbar. Es la temporada ideal para arrimarse a las delicias del elote en vaso, ese antojo de media tarde que se anuncia por medio del claxon de un carrito que se pedalea como bicicleta.

Las lunas de octubre se me amontonan en la garganta, su belleza me angustia; flota en mi conciencia la certeza de que tendría que disfrutarlas más. Acompañado.

VIERNES MUSICAL.- Le doy dos semanas a esta canción para que deje de gustarme, pero mientras eso sucede, aquí va.