jueves, 28 de mayo de 2009

Señorita Cometa

Alguna vez fui soltero y no pocas noches de aquella época me disfracé de oveja con la abierta intención de ser cazado por lobas de muy variada ferocidad.

En una ocasión en la que mi amigo Marito andaba espléndido nos lanzamos al Escena (famoso antro noventero), a ver si algunas chicuelas propositivas se atravesaban por nuestro camino. Nada más llegamos, Marito pidió que nos acomodaran en la mesa más farolera con una botella al centro.

Con estos vistosos ingredientes sumados a nuestra galanura de LaSallistas fieles LaSallistas no pasó mucho tiempo para que la temporada de caza diera inicio.

Poco después de la medianoche nos estaba yendo muy bien, pues teníamos sentadas con nosotros a dos guapísimas dianas cazadoras comiendo de nuestra mano con el interesante riesgo de quedarnos mancos. Copitas, música de fondo, coqueteo entallado, chispa sobrada en los chistes; en fin, la cosa pintaba de maravilla en nuestra mesa para cuatro hasta que...

...Sí, hasta que vi a lo lejos a la Señorita Cometa.

No quiero indagar qué fue lo que me pasó por la mente, o qué clase de vudú me hizo, pero quedé fascinado con ella, que no era guapa ni en sistema braille. Recuerdo entre las lagunas de mi borrachera que la susodicha llevaba un vestido azul fuerte, creo que era tejido, y estaba amarrado en el ombligo por un cinturón grueso que ni Mimí la de Flans hubiera usado en los ochentas.

Su maquillaje no era más alentador que su figura; era tosco, de brocha gorda, su rostro presentaba algo de charol en la frente y la nariz (zona conocida por los dermatólogos como la "T" problemática). Tampoco era simpática, más bien era altiva porque colocaba sus cejas en posición escopeta cuando me miraba; daba la pinta enseguida de ser una mujer que pegaba con el puño cerrado, nada de cachetadas ni pellizcos.

Pues bien, ahí estaba yo clavado con la Señorita Cometa; engatuzado con la chica del vestido azul. El pobre de Marito hacía esfuerzos estériles para que yo retomara el curso del timón haciéndome señas de que no fuera a echar a perder la noche pues ya teníamos a dos hermosas damas casi soltando brasier junto a nosotros. Sus intentos fueron en vano, pues me fue imposible evitar el naufragio: mi Titanic estaba enfilado rumbo al enorme iceberg, la colisión era inevitable.

Desprecié los pesos por cuidar los centavos. Dejé allí a Marito con su fiesta perfecta, y caminé lo que hubo que caminar para abordar a la Señorita Cometa. Cuando la vi cerquita proferí dos o tres sablazos verbales, "Vamos a bailar", "Mira qué bien se te ve ese cinturón", "¿Quieres algo de tomar?", "Qué guapa eres", "¿Segura que no tienes novio?, no te creo", etcétera.

Luego del amotinamiento de piropos etílicos fuimos a bailar largo rato. Nuestros cuerpos se cocorearon levemente, el fuego encendía nuestro metro cuadrado de pista, su sudor frontal se hizo más evidente. Me calenté. Cuando sentí que era momento de coronar el performance solté la maravillosa frase, ésa que aprendí viendo telenovelas:

-¿No quieres ir a un lugar más cómodo?-, solté.

-Pues... sí, pero antes tengo que ir a casa de una amiga por mi pijama, pues le dije a mis papás que iba a dormir en casa de una amiga-, me dijo con acento encamable.

-¡¡¡Pues vámonos, caon!!!-, dije o pensé.

Juro que antes de irme del antro me topé a Marito muy desconcertado y que allí mismo otras dos damitas se nos acercaron para cruzar cortejos, pero yo andaba enfocado en mi Señorita Cometa.

-Me voy Marito, ya chingué-, me despedí.

Salimos del lugar y caminamos de la mano muchos metros hasta donde estaba estacionada "La Cucaracha" (Tsuru uno, color café caca, cuarto puertas, clima, único dueño), automóvil que perteneció a mi mamá, pero que yo usé no pocas veces. Enseguida abrí la puerta a la Señorita Cometa ya con la mitad de la erección consumada y nos pusimos en marcha hacia donde ella debería de recoger su vaporoso camisón de encaje. Mordimos semáforos en rojo, aceleré en curva, sudé frío planeando a dónde llevar a mi conquista, hice castillos en el aire, ¡que vivan las feas!.

Pronto llegamos al destino pactado. La idea era que ella se bajara, entrara a la casa "que siempre dejaban abierta", empacara sus artículos de primera necesidad y saliera con sigilo para irnos a algún paraje techado con televisión de cable y HBO gratis.

-Espérame, no me tardo,- famosas últimas palabras pronunció.

Y ahí me quedé yo atizando el asta bandera de mi vientre para que no flaqueara a la hora buena, respirando la adrenalina que se fugaba por mis poros, procurando bajar mi borrachera haciéndome yo solo promesas copulares, agradeciendo al dios Baco y a Eros y un dos tres por todos sus amigos.

Cinco minutos, quince minutos, media hora y nada que salía la muchachita. Creo que alcancé a escuchar un conjunto de risas femeniles perfectamente bien afinadas y luego se apagó la luz de la cochera y de la entrada de la casa. Sentí que alguien, o alguienes, me observaba(n). Luego hubo silencio, confusión; coito interrumpido mucho antes de desvestirme.

Previo a que se cumpliera una hora de custodia, me rendí porque estaba claro: me habían tomado el pelo. La Señorita Cometa me había usado solamente para ahorrarse el taxi, para que yo le diera un aventón hasta su destino. Fui un vil chofer particular para ella, pero sin propina ni final feliz.

Órale, trágate ese revés, ego.

Unos minutos más "disfruté" el cachetadón con tanga blanca que me habían aplicado sin darme cuenta y me largué de allí rechinando llanta (I'm a Loser baby, so why dont you kill me?). No recuerdo si regresé al antro por una revancha, pero la suerte esa noche estaba echadota.

Al día siguiente, domingo, mis amigos organizaron un "tochito" de futbol americano al que asistí con la testosterona acumulada. Todavía tengo fresca la carrilla sincronizada que me echaron todos por haberme perdido horas antes en los nulos encantos de la Señorita Cometa y más cuando supieron que ésta no me aflojó ni las buenas noches.

Aquella mañana mi equipo perdió el partido.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Pedacería

AMOR CHIQUITO.- No soy el único que de niño tuvo un perro cachorro en sus manos y deseó que nunca creciera porque así, chiquito, estaba con madre. Desde que soy papá pedaleo en esa misma bicicleta porque veo a mi hijo, su estatura, lo que dice, cómo se maravilla con el mundo (pobre), sus rutinas en miniatura, sus cariños, y pienso: Ojalá que no creciera.

Pero cuando me pongo necio en detener el tiempo inmediatamente me asombro con las cosas que Mateo saca día a día, es decir, me doblo con lo que voy descubriendo en él, lo que aprende, cómo se adapta y cómo va armando el boceto de su personalidad.

Entonces regresa el pensamiento pendular al que acostumbro someter todas mis decisiones: ¿Quiero que mi hijo crezca o quiero que así se quede?

Ok, que crezca pero que no sea tan rápido. Que crezca, pero que no se me escape nada.

MANÍA.- No sé si han notado (ja-ja-ja) la chifladura que tengo de resaltar algunas palabras con letra bold. Es algo inevitable, es como mirar la buena nalga de tu mujer y no pellizcársela. Quiero aclarar que no hay un misterio oculto detrás de ese hábito, simplemente es una copia de estilo pues me gusta mucho Calderón, -el de los cartones no el Presidente-, y él siempre en sus tiras dibuja palabras en negritas. Desconozco si a ustedes les resulta molesto leer tropezando con letras resaltadas, pero imagino que sí. Por eso, como "proyecto piloto", éste será el primer post en el que no (ab)usaré (de) la herramienta bold.

ZONA DE CONFORT.- Me fastidia cuando alguien intenta motivarme con la historia del señor que empezó boleando zapatos y murió teniendo 20 zapaterías. O del entusiasta analfabeta que a los 15 años lavaba carros y que ahora es dueño de la Volvo. Me caen un poco mal esos ejemplos del sí se puede desde mero abajo; qué bueno que se pudo en ellos, pero yo no sé bolear zapatos ni lavar carros.

-Es que fíjate que el ex dueño de Gamesa comenzó vendiendo galletitas en las esquinas-.

Sí y qué.

Cometo diariamente el "pecado" industrial de no planear más allá de hoy. Soy el bicho raro que no tiene ambición. O tiene una no muy grande. Soy el némesis de Jerry Maguire. Hacer planes profesionales es un ocio que apenas me sirve para distraer el fastidio del tránstito vehicular en la hora pico. Tengo algunas metas, pero ni una de ellas es de carácter urgente ni azotado. Sí me inspiran mis planes, pero le saco la vuelta a aquellas personas que intentan marcarme el paso profesional porque "ya tienes mucho en el mismo puesto, ¿qué vas a hacer ahora?, vete moviendo, ¡ándale!".

No estoy resignado, pero tampoco ardo en ansias de "escalar alto". Me gusta mucho en donde estoy. No quiero juntas a deshoras para resolver situaciones de vida o muerte. No quiero llevarme trabajo a casa. No quiero correr ni corretear subordinados. Ahorita estoy muy cómodo, no le muevan. [Aunque el único que le mueve es uno de mis otros yo, es decir, la presión no es externa sino que se origina desde una parte de mí que hostiga al resto, una parte que me apura a ganar más, "ser" más, poseer más (...) No sé todavía si estrangular a ese otro yo, o darle avión].

ATORADO.- Bajo consejo del traumatólogo compré unas pastillotas en GNC para fortalecer las enredaderas de mi espalda. En la mañana me tomo una de estas cápsulas (del tamaño de un supositorio para búfalo) y batallo mucho para tragarla; no importa la cantidad de agua que tome porque yo la siento ahí en la garganta todo el día. Hagan de cuenta que siento lo mismo que ustedes cuando después de aventarse una buena oratoria sexual sienten un vellito púbico atorado en la laringe. Cof, cof. TMI.

DUDA DEL FUERO COMÚN.-

¿Alguien sabe porqué a las mujeres se les hacen dos hoyitos sexys arriba de las nalgas? ¿Alguien sabe cómo se llaman esos hoyitos, su teléfono y en qué colonia viven?

martes, 26 de mayo de 2009

Lady Gaga dice...

...¡Por aquí te veo!

lunes, 25 de mayo de 2009

Sueño compartido

En esta ciudad estamos íntimamente unidos por un sueño compartido. No es la religión ni el color de una camiseta de futbol ni el sobrevalorado amor al trabajo que se dice tenemos; no, lo que a todos nos une es la fantasía de ganarnos la Casa del Tec.

-Algún día, mijito, algún día-.

En eso sueña el rico, el pobre, el medianón, el que nació aquí y el foráneo que ya es como de aquí, la señora con peinado de bodegón y también la señora que le hace el aseo; el empleado, el empleador, el joven, el viejo. Todos soñamos con ganarnos esa casa, que muchas veces es la representación más fiel de la exageración y del gusto charro.

El deseo es escondido o es expuesto como fractura de clavícula, pero es el mismo. El que vive aquí quiere llevarse el premio de premios aún sin comprar boleto. De hecho, visitar la Casa del Tec es una de las nacadas más arraigadas de esta tierra. El regio común debe tomarse buena parte del fin de semana para ir a conocerla antes de que se celebre el Sorteo e increíblemente disfruta/sufre
al empalagarse de elegancias inalcanzables. (El sueño dura hasta que un cabrón de Guerrero o de Colima se la gana).

Yo, tan regio y tan naco, también sueño con sacármela (sin albur), por eso escribí al respecto hoy en Recolectivo. Los invito a pasarse para ACÁ. Que el lunes les sea leve.

viernes, 22 de mayo de 2009

Relax

jueves, 21 de mayo de 2009

Saludos

He llegado a una edad en la que me conmueven con la misma intensidad mi hijo y mis padres.

Sepan que Yuyo e Irene andan en Madrid visitando a mi hermana y a su familia, pues mi sobrina Fabiana hizo su Primera Comunión hace unos días. De vez en cuando mi mamá me escribe un correo electrónico que inmediatamente se convierte en la lectura más estimulante del día.

Abajo les transcribo el mail más reciente que hoy recibí. Casi siempre escribo en este blog cosas personales sin medir consecuencias, pues confío en que los visitantes no hacen mal uso de esa información. En esta ocasión asumo el riesgo de publicar un texto personal que no es de mi autoría, pero que retrata perfectamente la esencia de mi madre que me tiene encantado.

El mail dice así:

"Hola hijo: Anoche hubiera querido platicar más contigo, pero con eso de que no le sé a todo este anejo, solamente envié saludos. Por ese ismo motivo no te envío ahora unas fotos de la Primera Comunión, en cuanto pueda le pediré a José que me haga el favor. (Arriba donde dice anejo me comí la "m" de manejo), (en ismo pasó lo mismo, valga la redundancia). HEMOS ESTADO MUY BIEN, GRACIAS A Dios, sólo pocas veces le ha querido dar a tu papá el mareíto y malestar, pero casi nada.

"Esta ocasión hemos estado mucho más caseros, y es que en realidad a eso veníamos. Yuyi se va al trabajo a las 7.30 y regresa a las 6.30, mañana viernes sale a las 3 y lo bueno es que no trabaja ni sábado ni domingo. Nosotros nos vamos a misa de 7.30, y a la salida llegamos a un barecito que está a media cuadra de la capilla, y todo eso en la calle de atrás de la casa. Yo una caña y tu papá una Fanta de limón (por prescripción médica), y ambos una tapa sabrosa, siempre diferente. Estos pequeños gustos los saboreamos bastante. Fabiana más grandecilla y muy responsable, aunque a veces se chifla con nosotros, o más bien, por nosotros. Dile a Maga que les encantaron los regalos.

"BUENO HIJO, te dejo, dice tu papá que siempre me excedo y hago cartas como las de los hebreos, o fenicios, y a lo mejor hasta te da la flojera leerlas... Saludos muy cariñosos a Maga, besos a Mateo, a quien extraño, y que estuvo súper el otro día en la caarita. UN BESO a Alminda y un abrazo a Polo, los recordamos siempre, y pedimos a Dios los bendiga y les dé fortaleza, lo mismo a Maga. Para ti todo mi cariño (arriba quise escribir camarita)... IRENE".

Hasta aquí el mail.

Conclusión: En esta vida hay que buscar gente excepcional que nos quiera, pero si esta gente excepcional nos pertenece por default, de fábrica, sin buscarla ni pedirla, entonces debemos sentirnos muy afortunados.

martes, 19 de mayo de 2009

Nalgota mata plumita

Buenas, buenas.

Hoy no hay post aquí, pero sí ACÁ.

Deja que pasemos; sin miedo.

jueves, 14 de mayo de 2009

Melancolía del pañal

Inocente yo y todos los papás que esperamos el día en que los hijos dejen el pañal para ahorrarnos ese gasto, sin advertir el drama que significa entrenar al ex bebé a defecar y orinar en el escusado.

Un pañal es como una tarjeta de crédito simplona, es decir, el niño caga ahora y tú limpias después. Pero cuando le quitas el pañal al crío es como si te amarraras a una American Express Gold, esas tarjetas mamonas con las que tienes que pagar el total del crédito en una sentada, es decir, limpias en el momento en que él caga.

El pañal es el candado con el que retardas el contacto obligado e inminente que tendrás con el nauseabundo desecho. Su ausencia, entonces, es una puerta abierta que urge tu presencia para lo que venga, a como venga.

Lo torcido del asunto es que tú le pides al niño que te avise cuando sienta ganas de aliviar el cuerpo, pero en realidad sus señales muchas veces son de falsa alarma. Llega un punto en que no sabes si el niño aprieta el culín porque en efecto ahí viene la caca o si es otra de sus mañas para controlar tu tiempo, tu espacio, tu paz, tu equilibrio, tu paciencia, tu tú.

Debo aclarar que yo escribo esto muy a toda madre, de lejos, pero el paralizante entrenamiento del esfínter anal/uretral de Mateo lo ha adoptado la Maga con una sospechosa valentía.

La dinámica es la siguiente: El más amado se pasea en trusillas de dinosaurios por toda la casa hasta el momento en que entra en trance, luego gira como trompo y enseguida se lleva las manos a su inmaculado pizarrín alegando que tiene ganas de ir al baño. En ese momento de pánico-no-pánico la Maga deja los frijoles en las brazas para montar al de las ganas en un escusadito que va encima de nuestro escusado. A esas alturas si Mateo mea o surra no importa mucho, lo que importa es que salga "algo", o sea, que la alarma sea auténtica y no inventada.

Percibo que a la Maga no le da problema ponerse al tú por tú con el excremento, pero sí la tiránica costumbre que tiene Mateo de decirle que ahí viene el lobo cuando en realidad no viene ni madre.

Me gustaría insistir en la envidia generacional que me produce mi hijo. Por ejemplo, a él su madre le promete y le cumple premios si avisa a tiempo y defeca con precisión. En cambio a mí me manda a evacuar al baño de servicio, o de lo contrario a prender velas e inciensos en el baño matrimonial como si fuera yo a rezarle a la santa mierda.

Pero no todo es drama. Haber dejado atrás el pañal ha permitido a Mateo encontrar placeres genitales que antes se perdía en los pliegues amortiguantes del lienzo desechable. El otro día su mamá lo cachó con las piernas abiertas rascándose los huilburs. ¡Oh!, gran pasatiempo que lo acompañará hasta la muerte.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Todo sale

Te vas a casar, algo sencillo, leve, sin pretensiones barrocas, nada de andar saliendo en la página de sociales, por favor. Asistirá sólo la familia y amigos muy cercanos que comerán canapés semirancios y brindarán con uva de segunda. No has checado aún la acústica del salón en donde meterás a 50 invitados, ni uno más, pero ya le hiciste audición a Luis Santiago, famoso pianista de tieso peluquín que se sabe entero el popurrí de Celine Dion sin siquiera mirar el sintetizador cuando lo dedea.

Día y noche, noche y día andas bien calculador, repasas la suma y la resta, pero sobre todo la división, te la pasas palomeando pendientes antes de que los pendientes te palo-méen. Estabas seguro que toda la algarabía te iba a costar dos aguinaldos, pero ahora tienes dudas pues desde que diste el anillo de compromiso se fue extendiendo la lista de invitados porque las señoras del club de jardinería no se pueden quedar afuera del evento y menos desde que le dieron a tu mamá una virgencita repujada de la medalla milagrosa muy bien trabajada; si la vieras qué mona.

Un mes antes de hacer los votos te faltan miles de pesos; todos los proveedores están amarrados con un anticipo pero ni un gasto está liquidado. Temes llegar de la luna de miel y encontrar bajo de la puerta una orden de aprehensión por fraude y falta-de-pago. Vas y vienes ido, ensimismado en tus cálculos, mordiendo uñas y pellejos dactilares, hasta que un amigo sabio o un pendejo desconocido, -da igual-, se te acerca en medio del coma ansioso y te dice con unos huevos de rinoceronte: "No te apures; todo sale".
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Quién sabe cuántos años después miras con detenimiento la foto del día de tu boda que está recargada en la mesa donde descansan los controles de la televisión. Te ves bien raro en esa foto porque con todo y la sonrisa los ojos se te hunden como un sol de atardecer en las medias lunas color gris oxford que forman tus ojeras de zombie. "Qué peloteado salgo", piensas.

Todo sale.

martes, 12 de mayo de 2009

viernes, 8 de mayo de 2009

Tesis

A Dios;
A mis padres, el sr. Eugenio Guzmán Campuzano
y la sra. Irene Lombard de Guzmán,
por su apoyo y cariño manifestado en todo momento;
A mi hermana Irene;
A mis amigos, los de antes y los de ahora;
A los pasillos de la UdeM y a la gente que desfiló por ellos entre 1991 y 1995...


Éstos que ustedes leen arriba son los renglones de agradecimiento que aparecen en la primera página de mi tesis universitaria, con la cual me gradué de Licenciado en Ciencias de la Información y Comunicación el 13 de diciembre de 1995.

La dedicatoria me sigue pareciendo oportuna más de 13 años después porque:

-Dios es un estado mental al que me gusta regresar, sobre todo desde que soy papá.

-Admiro a mis papás por íntegros y porque han mantenido distancia con sus hijos en las buenas y cercanía en las malas.

-Irene, mi hermana, es una persona que estoy conociendo mucho después de que compartimos la infancia y el techo. Su vida es como para inspirar a Woody Allen o minimizar a Phoebe, la de Friends.

-Mis amigos, los de antes y los de ahora, son presencias indispensables como lo son las canciones melancólicas en las películas de Jim Jarmusch. Para ellos he reservado el lado más luminoso del alma, pero también poseen mis ridículos voluntarios e involuntarios más infames con los que pueden reírse hasta que quieran.

Pero hoy me quiero enfocar más en el agradecimiento que di en mi tesis a los pasillos de la UdeM y a toda esa gente que desfiló por ellos entre 1991 y 1995, período de mi vida al que llamo Viejo Orden.

Me refiero a toda la bola de estudiantes y maestros desconocidos-conocidos que de manera inconsciente crearon una atmósfera que todavía hasta hoy me define. Yo no sería el mismo sin ellos. Yo no hubiera podido estudiar como lo hacen los aristócratas o como lo hicieron los miembros de Timbiriche (según ellos), es decir, un maestro y un alumno encerrados en un cuarto con eco repasando las tablas. No, qué hüeva, eso sería como ahora con la influenza vimos el fútbol sin público en el estadio, llanero de plano, hueco, sin pasión, gris.

Yo fui transformado por la gente que vi y con la que conviví en la universidad, los foráneos a los que me adapté, los greñudos con los que me junté, las de lentes-las pasadas de moda-las nerds que me recibieron en su casa para explicarme materias incómodas, los maestros, los apareamientos de pupitre, los ligues del receso, los cigarros fumados a última hora, los jeans que ensucié tirándome por horas en el suelo para ver pasar a mis contemporáneas embarradas en sus pantiblusas.

Ellos y ellas fueron extras, secundarios y principales en el set donde se desarrollaron los años en los que me sentí más pegado a mi centro aunque también más confundido por la periferia. Ser estudiante es dirigirse al MÁS mientras que madurar es enfilarse al MENOS. Crecer es menos sal, menos cerveza, menos ruido por favor, menos sexo, menos novedad, menos tiempo para ensuciar los jeans. Menos jeans.

Recuerdo siempre las palabras que una mañana nos soltó el maestro de Política, Horacio Guajardo, quien tiene la voz ideal para narrar cuentos como el de Los Tres Cochinitos. El viejo dijo: "A uno se le llenan los ojos de lágrimas cuando recuerda sus años en la universidad".

Y sí.

Los pragmáticos, -tan aguafiestas ellos-, acostumbran tirar mala vibra a la gente que hace su vida en torno a una universidad, principalmente a los maestros, porque argumentan que quienes se niegan a abandonar el campus temen entrar "al mundo real".

Bajo esa óptica, hay ciudadanos "valientes" que agarran al mundo real por los cuernos y por otro lado hay ciudadanos "zacatones" que perpetuan el hakuna matata protegidos por un pizarrón. Los primeros miran a la universidad como una burbuja de idealismo (que sí lo es, en parte) sobre todo en este país (¿mundo?) que devalúa la persecución del conocimiento porque la prioridad es hacerse rico vendiendo lo que haya que vender. La universidad, entonces, queda reducida al qué padre, pero qué inútil. Los años maravillosos no sirven pa' nada, pues.

Sinceramente no recuerdo qué tantas cosas intentaron enseñarme en la UdeM, ni siquiera puedo detallar de memoria los principios básicos de M. McLuhan. Pero les aseguro que he llegado a conocerme mejor cuando analizo lo que en esa época absorbí de la gente en los salones, los pasillos, los auditorios y hasta en su espantosa cafetería.

Estoy seguro que disfruté más de la gente que de los libros, por eso me parece justo haber agradecido en mi tesis a todas las personas, conocidas o no, que transitaron conmigo los pasillos del Viejo Orden. Algún día voy a regresar a la universidad, ya sea como maestro o como alumno.

VIERNES MUSICAL.- Ya que hablamos del Viejo Orden, hay que escuchar un poco de caos bien hecho a cargo de New Order. La canción es "Ceremony", original de Joy Division. Buen fin.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Haz patria...

...quema un cubrebocas.

lunes, 4 de mayo de 2009

Rompecabezas

Sudé todo el día y gran parte de la noche. No recuerdo haber tenido un sábado igual de bravo. Si no fuera porque Lalín me invitó a masticar de la misma vaca y beber de la misma hielera aquél hubiera sido el día más acalambrante del año. En otra ocasión se los cuento, pues por el momento he puesto mi cerebro a secar como si fuera un pedazo de suadero que cuelga en una esquina de la lavandería. Anduve salado como la cecina; tengo la energía exprimida y el ánimo chato. Apenas ahora me acuerdo que una mañana, hace mucho, desperté en la casa de una madame con una resaca dantesca que no encontró alivio hasta que un ángel huasteco -o potosino- llevó a la habitación un plato de huevito revuelto con papa y chorizo.
Y en la tele, Calamaro. Una canción que no quiere irse.