lunes, 31 de diciembre de 2007

Una de revoltijo

Me desperté con el sonsonete de "One little, two little, three little indians...".

Y luego me pregunto, ¿por qué me puedo acordar de una canción que me enseñaron en el kinder, pero no puedo recordar en dónde dejé el cargardor del celular o el número del NIP de mi tarjeta?

No sé porqué mi cerebro guarda tanta información inútil y deja de lado la información práctica. Mi mente es como ese cajón que tenemos en la cocina, lleno de mugrero, con tres encendedores, un vale de Dominos Pizza, inciensos, varios papelitos con teléfonos anotados, manteles, un cenicero y plumas de muy variados estilos. Ese cajón que preferimos cerrar siempre antes de tener la voluntad de ponerle orden. A veces creo que todas las madrugadas, por ahí de las 4 de la mañana se mete un nomo a mi casa para resetearme la memoria y dejarme sólo datos que ya no me sirven para que pueda levantarme cantando one little, two little, three little indians...

En estas reflexiones andaba cuando me di cuenta que el 2007 ya se nos peló. A mí se me fue más rápido que una Carta Blanca de cuartito, y no sé si les pase a ustedes igual, pero yo apenas sentía que el año estaba agarrando color cuando de pronto ya le tengo que quitar un siete al calendario para ponerle un ocho.

¿Mis logros durante el 2007?, pues no los recuerdo -para variar-, pero rápidamente diría que son los siguientes: conocí en persona a mi platónica Drew Barrymore (foto), llegué a cinta negra, me gané a pulso el honroso puesto de papá porque aunque biológicamente lo soy desde el 2006, fue durante el 2007 en donde realmente sufrí/disfruté los deberes de la paternidad. También en el año que pasó dejé de sintonizar noticias en el radio del carro mientras manejo, convirtiéndome así en un mal mexicano y en un peor periodista por no querer estar enterado de lo que pasa en México y el Mundo. Pero me va mejor así, porque en vez de saber que a tal diputado lo cacharon en una mala jugada, me distraigo con el piano y los violines de Radio Nuevo León. Y es que de alguna manera tenía que encontrar la paz en las caóticas calles de Monterrey.

Con algo de tristeza pero con mucho valemadrismo me doy cuenta que tengo los mismos pendientes que tenía hace un año, aquél enero del 2007 en el que había decido convertirme en un súper hombre... ni modo, doce meses después sigo siendo Eugenio para su agasajo o su consuelo (otra frase inútil que no logro quitarme de la memoria).

Así ando, revuelto por dentro y por fuera, otra vez sin brújula, abrumado por la belleza de Mateo, agradecido con la Maga por un año matrimonial lleno de picos altos y bajos, extrañando a mis papás que se andan dando buena vida en Madrid, harto de la corbata, cansado de nada y, lo mejor de todo, contando indios pequeñitos que brincan alrededor de una fogata imaginaria en el rincón más empolvado de mi memoria.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Adiós al control remoto

En la misma casa en donde antes se sintonizaba puntualmente Seinfeld ahora debe verse Lazy Town, gracias a que el nuevo amo, dueño y señor del control remoto de la única tele que tenemos es un tirano que apenas ha cumplido los 13 meses de edad.
Lazy Town es un programa seguramente creado por un grupo de escritores mariguanos. Sus personajes son mucho más coloridos y vertiginosos que Constanza y Kramer, pero no creo que un adulto aguante ver dos episodios seguidos del programita éste sin sentir ganas de vomitar porque sus colores y situaciones son muy empalagosos. Además algunas marionetas que salen ahí son espantosamente terroríficas, se ven peor que Chucky, pero a Mateo lo tienen hipnotizado.

Supongo que la Maga no tiene inconveniente en dejar al frutito de sus entrañas pegado a la tele, porque además nuestro simpático muchachito, -que tiene el cuerpo de un pavito panzón con las piernas flacas-, se pone a "bailar" con la única y misma rola que aparece en todo el programa una y otra vez. Otro detalle que he descubierto es que la Maga está fascinada con Sportacus, el héroe que está tan mamado que con todo y pants luce nalga. (Ésta puede ser una venganza de las mamás de los niños que están acostumbradas a tolerar que Lore Lore enseñe chichi ante la alegría discreta de los papás).

Yo sufro porque mi tele, (último y único refugio del hombre casado), ahora está bajo el dominio de un individuo que mide apenas 80 centímetros, que apenas tiene cuatro dientes (dos de ellos separados como los de Madonna) y que tiene todas las neuronas frescas de su cerebro para disfrutar de un programa que es más empalagoso que el casi desaparecido Hit de uva.
Mi agudo instinto de supervivencia me señala que es momento de comprar otra televisión. Chin.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Cinco cosas que no pondría en mi currículum

5.- El fin de semana lloré viendo Forrest Gump. Siempre se me había hecho injusto el Óscar que le dieron a Tom Hanks por esa movie, pues mi favorito era John Travolta por su inolvidable papel en Pulp Fiction. Pero pues yo andaba sensiblero y lloré en la escena en que Forrest conoce a su hijo, el pequeño Forrest, que es interpretado por Haley Joel Osment que estaba con madre de chiquillo, pero que luego cuando creció se puso refeo el cabrón.

4.- De niño y adolescente me gustaba ver telenovelas. Cuna de Lobos y Gabriel y Gabriela son las mejores de la historia.

3.- Tengo un amigo al que le daba gripa cuando tenía relaciones sexuales. Entonces cada vez que le llamaba a su casa y me contestaba con un estornudo le preguntaba: "¿Pues ahora a quién te cojiste, güey?".

2.-Una vez le llegué a una chava medio feona que vivía en Contry porque un amigo era novio de su vecina y como a mi amigo le daba flojera tomar dos camiones para ir a checar me propuso llegarle a esta chava para hacerle compañía en el trayecto. Tres meses después la corté, no por fea, sino porque a ella no le gustaba que yo viera telenovelas.

1.- Mi placer culposo más sagrado es esta rola.

martes, 25 de diciembre de 2007

Volvió

Ya tenía varias navidades preguntándome en dónde se había metido el espíritu navideño. Y no es que me la pasara mal en Navidad, pero sencillamente no le encontraba más el chiste a esta fecha que en alguna temporada de mi vida había sido la más importante y la más esperada. Tampoco estaba yo convertido en un Grinch (creo que mucha gente dice odiar la Navidad por pose), ni era yo un amargado que llora encerrado en el baño por los años que se le fueron y por los abuelos que ya no están. De algunos años para acá sentía que la Noche Buena se me iba muy rápido y que nadie tenía nada bueno que decir por estar tragando y bebiendo.

Sé de sobra que no son los regalos de lo que está hecho el espíritu navideño, al contrario, yo no soy un estusiasta regalador. Si no fuera porque la Maga se encarga de escogerlos, envolverlos y dedicarlos, yo podría pasar como el integrante más codo de la familia, pero aclaro, no porque sea un tacaño, sino porque comprar un regalo es un proceso muy difícil para mí, porque me hago bolas tratando de meterme en la mente de los demás para adivinar cuál sería un buen detalle para ellos. Enserio, por mí que no hubiera intercambio de regalos, así me evitaría de mucha, mucha angustia...

Pero ya me desvié, lo que yo quería escribir es que esta Navidad, luego de varias navidades grises, regresó para mí el espíritu navideño. Tengo que darle crédito a los niños como los responsables para que este reencuentro se diera. Gracias a mi hijo Mateo, y a mis sobrinos Victoria, Sofía, Luis y Fiora, a su ruido, a su voracidad para desvestir un regalo, a su manera de desmadrarse el piso, a sus ansias por estrenar la ropa regalada el mero día, a su monótona pero espontánea manera de bailar como Resortes y a su falta de conciencia entre el espacio y el tiempo, gracias a todo lo anterior, sentí que la Navidad regresó a mí.

Los niños estuvieron ahí para señalarme que la Navidad deber ser una pausa en el camino, una pausa real para respirar profundo y felicitarse a sí mismo por haber aguantado el año y por haberle sacado la vuelta a la locura y al estrés y sobre todo a la tentadora desesperanza. La Navidad debe ser, y eso lo saben muy bien los niños, una oportunidad para darse permiso a sentir sin analizar, darse permiso a improvisar, y permiso a no esperar nada espectacular de nosotros mismos. Navidad es darnos permiso para sacarle la lengua (o pintarle un dedo, si quieren) a las grandes expectativas que nos exigimos durante todo el año y que luego representan nuestras más grandes frustraciones.

Esta Navidad estuvimos casi los mismos sentados en la misma mesa, comimos lo mismo y nos reímos de chistes muy parecidos a los de hace un año; pero la diferencia este año la hicieron los niños, que son maestros en el arte de disfrutar el tiempo, y la Navidad debe ser eso: sólo tiempo para disfrutar.

Hacia el final, por ahí de las 3 y media de la madrugada, ya con varias margaritas, cervezas y baileys en la sangre, uno de mis cuñados tuvo la excelente puntería de poner el dueto que hacieron BB King y Tracy Chapman. Ésa fue la última prueba de que ayer tuve la mejor Navidad en mucho tiempo...(con todo y que hoy, el mero 25, me tocó trabajar).

viernes, 21 de diciembre de 2007

Jefe: hay un crudo en la oficina

Lo primero que tienes que hacer es ponerte los audífonos que te clavaste la última vez que viajaste por American Airlines y navegar en You Tube hasta que alguien venga a tu lugar a regalarte una canasta con galletitas o empanadas navideñas.
Ésa es la prueba de fuego porque sabes que tienes que agradecer el gesto con un abrazo pero temes que la esencia tecatera que traes le rebote en la cara a tu abrazado. Le dices que muchas gracias, que le deseas lo mejor y que las galletitas se ven muy ricas. Todo esto lo hablas para adentro, según tú, para que el aliento se te regrese por el esófago.

Otra vez te sientas. No sabes si traes mucha sed o mucha hueva como para levantarte por una coca light. Finalmente te levantas y te diriges a la máquina de refrescos. Vas muy derechito y mentalizando cada uno de tus pasos; pero tu error es que andas más amable de lo habitual y saludas a gente que en tu pinche vida has pelado. Si te descuidas hasta puedes lanzar un silbidito mientras caminas, según tú para que todo se vea muy normal, pero la realidad es que estás sobreactuando.
Abres la coca y con el primer trago le bajas la mitad del contenido. El gas provoca una bomba de tiempo en tu estómago y los ojos te comienzan a lagrimear. Te metes al baño y te saludas en el espejo. Ves que traes los ojos rasgados como de Jacobo Zabludowsky.

Regresas a tu lugar, te pones otra vez los audífonos y te pierdes en internet. Toda tu materia gris es pólvora húmeda, no ligas un pensamiento con otro y además traes una culpa extraña que te hace imaginar que eres Charles Manson con piel de oveja.
No quieres que nadie te hable y no quieres hablar con nadie, no puedes tomar una decisión ni enfocarte en algún asunto. Quisieras que tu cubículo tuviera una cortina de metal para encerrarte con candado y dormirte sentado.
Tus prioridades cambiaron en pocas horas: ayer querías seguirle hasta el amanecer y hoy eres un individuo arrepentido que sólo desea que alguien le preste el disfraz del Hombre Invisible.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Secsi VI

Ese cuate tan necio que tengo pero al mismo tiempo tan querido, -sí ése que nació el mismo día que yo y que se llama como yo-, me invitó a comer hoy para decirme que las mujeres italianas le dan ñáñaras porque no se rasuran las axilas.

-"Hubieras visto el metro de Milán, estaba lleno de peludas", me comenta antes de entrarle a los tacos de pescado frito que pidió en el bar La Chuya.

Yo le contesto que no es bueno generalizar y que quizá un poco de pelos no se ven tan mal. Además le enseño esta foto de la actriz Monica Bellucci, quien a los 44 años luce muy lampiñita de sus extremidades.

Mi amigo traga el pescado frito y le da un sorbo a su agua de toronja.

-"Ésa no ha de subirse al metro de Milán porque no la vi", me contesta volteando para la mesa y tratando de cerrar la plática.

Luego pide la cuenta y se disculpa porque tiene que irse corriendo a su oficina.

Surtido rico

MESA PARA TRES.- A Mateo ya le dieron flojera los gerbers y las papillas que tan afanosamente le prepara su madre. Ahora lo que al pequeño le gusta es la comida sólida. No puedes llevarte algo a la boca porque inmediatamente estira su manita y con un "Ata, ata, ata..." te pide de lo que estás comiendo. Algo que está muy padre es que al pediche de miniatura no le gusta que le pongas la comida en la boca, porque lo que él disfruta más es tomar con su mano un pedazo de brócoli, por ejemplo, y analizarlo como si fuera un joyero que cuenta los cortes de un brillante. Luego se mete a la boca el brócoli e invariablemente pone cara de asco. Segundos después ya se tragó el pedazo y levanta su manita para pedirte otra vez. A veces cuando estoy comiendo algo muy rico y escucho el "Ata, ata, ata" me gustaría decirle lo que el culo primo mayor de Paquillo les decía a sus primos menores: "No les puedo dar porque es medicina".

GANAS DE JODER.- Ayer me estaba acordando del trauma que significaba para mí estrenar tenis cuando era niño. No es que odiara usar algo nuevo, lo que pasa es que en aquellos años era muy popular la modita de que si llevabas zapatos nuevos al colegio todo el grupo de niños te pisoteaba los pies para "estrenártelos". Si te tocaba ser el agresor ahí andabas correteando al pobre niño que traía sus tenis bien blancos para ensuciarlos de una pisada. Qué ganas de joder.

CULTURA DEL MIEDO.- Hoy en la madrugada me preguntó la Maga si no es riesgoso poner fotos de Mateo en este blog habiendo allá afuera tanto pedófilo masturbado mental escaso de cariño. Eso es algo que ya me había sugerido una amiga: no poner fotos de mi hijo porque la red está llena de acosadores y enfermos mentales. Yo al principio pensé que tanto mi amiga como la Maga exageraban, pero luego recordé que todo papá sabe que es mejor pecar de precavido que pecar de confiado. Es una lástima que la cultura del miedo nos haya rebasado, es una lástima que intenciones tan cristalinas como mostrarles la belleza de mi hijo pueda ser tomado por alguien como una oportunidad para cometer un delito. Es una lástima, pero voy a quitar de este blog la fotogalería de Mateo que siempre aparecía en la parte superior izquierda, aunque él seguirá siendo invitado frecuente en estos renglones. Mateo es mi más grande inspiración para escribir, pero no quiero exhibirlo sin darme cuenta.

PIENSA EN JAZZ.- Tengo algunos meses escuchando el programa de jazz que transmite Radio Nuevo León los lunes, miércoles y viernes en la noche. El lunes antepasado iba yo manejando mi Astra descompuesto cuando el locutor ofreció entradas para un concierto. Tomé mi celular y marqué inmediatamente y me regalaron dos boletos. Nunca había hecho esa naquencia de pedir boletos al radio, pero se siente requetebonito que alguien te dé algo gratis nomás por llamar. Total que fuimos a Plaza Fátima este martes al concierto de un grupo que se llama Non-Jazz, que son cuatro güeyes tocando cuatro guitarras sin bajo ni batería ni sax.
-"Hay que llegar temprano porque son pases de cortesía", le dije a la Maga. Y llegamos antes que nadie, pero la puntualidad fue en vano porque el teatrito no se llenó; a lo mucho éramos 15 personas contando ya a los músicos y a la viejita de la entrada. Disfrutamos mucho del concierto, el guitarrista principal y maestro de los otros tres, Omar Tamez, amablemente nos explicó cada una de las piezas que tocaban y hasta nos deseó que nos la pasáramos "bárbaro" esta Navidad. La Maga que es medio criticona me susurraba al oído que al tal Omar no le ayudaba su apariencia, porque es gordito y tiene cara de carnicero, (yo creo que la Maga esperaba ver a Juanes en el escenario). Las ejecuciones de Tamez y de sus tres discípulos nos gustaron mucho, en especial la versión que de la canción "Naima" de John Coltrane hicieron. Si tienen tiempo y ganas denle click aquí para ver y escuchar la versión original.

EL EXPERIMENTO.- Creo que no les había platicado que FEMSA me invitó a un proyecto piloto muy interesante que está aplicando a los consumidores de Tecate, ahora que la empresa lanzó las nuevas latas con 24 onzas de cerveza y quiere probar el impacto entre sus clientes. Hoy en la noche es el experimento que consiste en que me tengo que tomar un six de estas enormes latas que parecen belugas. Las seis latas dan un total de 144 onzas, que se traducen en 4, 089 mililitros. La prueba consiste en cuantificar las veces que un hombre de 34 años se para al baño a orinar bebiendo esta cantidad y también de medir la calidad de pendejadas que dice. La degustación es hoy a las 21:00 horas en el departamento del Regu, mejor conocido como "El 4toB". Como no quiero darle ni un peso a Tránsito de Monterrey con sus antialcohólicas, iré y vendré en taxi. Mañana les platico cómo me fue.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Hijo de pediatra gritón

Un porcentaje no menor de las llamadas que entraban a casa de mis papás venían por parte de mamás desesperadas que pedían consulta telefónica para sus bebés enfermos. Casi siempre sonaba el teléfono a la hora de la comida, porque seguramente las mamás de los mini pacientes sabían que era la hora en que podían encontrar a mi papá, su pediatra.
El Yuyo, que siempre ha gritado cuando habla, se levantaba con mucha hueva a atender el impaciente auxilio de las mamás primerizas y entonces todos nosotros, mientras comíamos, nos teníamos que chutar diálogos como éste:

-"¿Sigue con flemas el niño?...¿de qué color son las flemas, verdes o amarillas?...¿Y ya se le cortó la diarrea?, ¿de qué color es la popó?... ¿Es aguada o sólida?, ¿Huele ácido el excremento?...¿Le sale sangre cuando hace pipí?...¿Tiene mocos, duros o suaves?...¿Cuando tose, escupe moco verde o tiene tos seca?...¿Y le sale mucha pus de los granitos cuando se los revienta?...¿Ya le metió un supositorio?...¿La niña trae muchos gases?...

Y así mientras el Yuyo trataba de descifrar qué fregados padecía el enfermito, a nosotros en la mesa se nos revolvía el estómago. A mi hermana Irene que es la más sensible en temas escatológicos se le descomponía la cara mientras mi papá deletreaba palabras tan antojables como vómito, popó, flemas, materia fecal, mucosidad, orina, aliento, gárgaras, granos, pus, saliva, etc...
El fenómeno se hizo más grave cuando mis papás compraron teléfono inalámbrico, y entonces el Yuyo podía acercarse a la mesa y declamar sentado una serie de escenarios y cuadros clínicos asquerosos, así en cortito, de viva voz.
Es por eso que a veces el arroz con frijoles y la milanesa empanizada eran algo difícil de comer en casa de mis papás.

martes, 18 de diciembre de 2007

Ser alguien

No sé si alguna vez he querido ser alguien en la vida. O sea sí, de niño quería ser buzo o fabricante de lápices (es en serio, ¡quería fabricar lápices!). También recuerdo que alguna temporada quise ser trotamundos para viajar sin destino, pero resulté ser muy maricón y luego luego me dio homesick.

Mientras estudiaba en la UDEM yo creía que quería ser fotógrafo del National Geographic o director de cine como Edward Burns o Woody Allen. Pero sea lo que haya yo querido ser, la verdad es que nunca trabajé para lograr nada y dejé que la inercia me llevara a donde estoy ahorita: escribiendo en una revista de espectáculos.
A lo mejor decepciono a mis maestros si confieso que nunca tuve un plan de vida, ni una vocación para seguir, ni un sueño que cumplir.
-"Mira cabrón, tú mientras haya cheve y viejas estás feliz", me decía el Eddie en los noventas asegurando que mi expectativa no era comerme el mundo sino nadar de muertito todos los días hasta encontrar tierra firme.

Por eso admiro, y lo digo sinceramente, a los hombres y mujeres emprendedores que fundan empresas, o que mueven a miles de personas para concretar una idea, o que logran cambiar el mundo. Admiro también a mis amigos que han hecho carrera en otras ciudades y en otros países. Admiro a los que me cuentan sus planes, hacen sus números y apuestan a un futuro mejor. Admiro a los que celebran sus metas realizadas con una carne asada y se festejan el trabajo que les costó llegar ahí.

Nací el mismo año que los futbolistas Cuahtémoc Blanco y Roberto Carlos, los actores Adrien Brody, Tori Spelling y Juliette Lewis; las modelos Tyra Banks y Heidi Klum; la tenista Monica Seles; y la sexoservidora presidencial Monica Lewinsky. Todos ellos y yo cumpliremos 35 años el año que entra. Ellos parecen haber tenido un plan (sobre todo Lewinsky) para convertirse en lo que ahora son. Yo no lo tuve ni lo tengo... Lo peor es que traigo pegada esa canción del Tío Gamboín que decía: "Quisiera ser alguien, quisiera triunfar, ser gente importante y cha la la la..."

Bueno, ya, disculpen esta reflexión, pero pues es martes, día indefinido en el que a uno le da por pensar cosas. ¿Pero saben lo que se me antoja? Pues llevarme a mi peruana a bailar a una cantina de la calle Reforma esta bonita canción. ¡Hasta mañana!

viernes, 14 de diciembre de 2007

Secsi V

Ya les he platicado que tengo un amigo que se llama como yo y que nació el mismo día que yo pero con algunos segundos de diferencia.

Bueno, pues me lo topé hace dos días y lo primero que me dijo es que las mujeres reales deben tener curvas y que por eso las flaquitas no valen la pena.

Pérate!", le dije y además le propuse que le echara un ojo a Rachel Bilson, quien es una actriz que no necesita de mucha bubi para llamar la atención.

Mi amigo, que es bien necio, primero ve la foto detenidamente, luego se rasca la nariz, se huele ambas axilas y se acomoda los anteojos. Luego se queda pensando un buen rato y enciende un cigarro.

Más tarde mi amigo se va nervioso, sin hacer ruido y sin despedirse.

Para sostener un matrimonio

A continuación un consejo de alguien que no está para dar consejos:
Muchachos: Cuando el "te amo" no basta en tu matrimonio porque se ha convertido en una muletilla muy cómoda, tienes que rascarle un poquito más a tu creatividad y sacar palabras mucho más simples, pero paradójicamente con mayor poder curativo.
Frases como "Buenos días", "qué rica te quedó la comida", "hasta mañana", "qué bien se te ve ese suéter" y "aunque tengo jueves con mis amigos, quiero quedarme hoy contigo", pueden alargar tu matrimonio por lo menos un día más.

jueves, 13 de diciembre de 2007

La de chonguillo

Muchas cosas buenas y malas trajo a mi vida el Regio, colegio Lasallista en el que cursé desde pre-primaria hasta prepa. Es decir, durante 13 años fui todas las mañanas al mismo lugar y recibí los mismos dogmas, los mismos puntos de vista, y comí los mismos pinches trikitrakes de la tiendita. ¡13 años!
Ojalá me alcance la memoria y me sobren las ganas para escribir en este blog los pros y contras de mi vida estudiantil en territorios de la Chepevera. Por el momento, me enfocaré en un episodio de mi adolescencia que recordé hace poco con algunos Spocs.

En el Regio, los salones (hasta prepa) eran de puros güeyes, o sea, si no tenías contacto con mujeres en tu colonia estabas jodido porque en el colegio convivías con puro tornillín. Por eso a uno se le desarrolló el trato con las mujeres ya hasta muy tarde, ya bien chiludo y todo zonzo. Si en la pubertad tenías una maestra coquetona, gorda y chichuda (como de hecho la tuvimos) era convertida por el grupo inmediatamente en un sex symbol, porque no había referencia alguna y preferías fantasear con la teacher gordita a no tener nada.

La ventaja de la secundaria es que estaba pegadita con la prepa, y de lejos, muy de lejos, podías ver una que otra chava y soñar algún día en preguntarle su nombre o la hora... o ya con verla estabas feliz.
En tercero de secundaria Mario y yo estábamos enamorados de una chaparrita de chongo. Ella fue nuestra principal plática durante un año, seguíamos con interés sus pasos todos los recreos y hasta íbamos a hincarnos a la capilla (porque ella siempre iba en el primer recreo) sólo para estar cerca de ella.
Todas las mañanas, todas, nos parábamos en un balcón del edificio para esperar a que llegara. Al principio éramos sólo Mario, Lolo y yo, pero luego el grupo que esperaba a la de chonguillo empezó a ser más numeroso, se sumó el Sebas, Paquillo, el Wilón y uno que otro mirón.

Total que el grupo de fans quedó como de 10 güeyes, aunque algunos iban a fumar o a ver a otras viejas. Mario y yo íbamos por nuestra chaparrilla, por nuestra dosis de ternura mañanera para agarrar fuerzas y enfrentar más tarde clases tan aburridas con temas como las fanerógamas, la química orgánica y los problemas razonados. Apenas salía el sol y ahí estábamos, pendientes a que llegara, haciendo guardia, no podías perderte ese momento de verla llegar caminando, siempre volteando al piso, escoltada por otras dos viejas con las que hacía viajes y moviendo su chonguillo a cada paso.

Los nacotes de nosotros hasta aplaudíamos cuando hacía su aparición porque al verla el día estaba ya resuelto. ¡Ah pero que no faltara!, porque inmediatamente el día se hacía larguísimo y tedioso. De la niña del chonguillo sabíamos hasta el nombre del novio, cuanto tiempo llevaban juntos y lo que hacían los fines de semana gracias a que Mario tenía informantes externos. Recuerdo que un fin de semana me la encontré en Dillard's de Macalen y me quedé helado, si hubieran existido los celulares habría llamado a Mario para presumirle mi encuentro.
Ella despertaba en nosotros, la neta, un cariño muy limpio, un enamoramiento inocente sin cachonderías de por medio (para eso teníamos a la teacher chichuda). Era una especie de amor que ya no vuelves a tener nunca más. Era además la ilusión de, por fin, tener una relación aunque fuera platónica con una mujer después de tantos años de reclusorio masculino.

Irónicamente pasaron los años y la vida nos acercó más con la niña del chonguillo. Yo anduve de hecho con su hermana menor y Mario a veces se junta con el esposo de ella, el mismo que era su novio cuando "andábamos por ella". A veces, ella sigue siendo tema en la peda y nos reímos de lo inocentemente pendejos que éramos.

Este post ya se hizo muy largo, pero creo que ese capítulo de mi vida vale la pena esta extensión. Ya nomás para rematar les voy a poner una canción, muy maricona por cierto, que me recuerda esa época en la que Mario y yo perdimos la cabeza por un chonguillo. Denle click y súbanle.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Aprovecha y lúcete

Estoy seguro que mi mamá no se va a enojar si digo que de ella heredé una gran facilidad para hacer torpezas: todos los días las cosas se me caen, o me tropiezo, o me pego sin querer en las paredes, o entro por las salidas, o pierdo las llaves, o borro un documento importante de la compu, etc...
No sé porqué se me hace imposible guardar la compostura y soy un excelente candidato a las cámaras escondidas.

A continuación les comparto dos torpezas con las que me lucí durante mi viaje a Londres:

Una.- Cuando entré al cuarto en donde iba a entrevistar a Diane Kruger (foto) iba yo tan atarantado y con un chingo de cosas en las manos que no vi un escalón de la chimenea y me tropecé al estilo de Chespirito. La actriz que estaba muy cool sentada en su sillón tomando café se levantó rápidamente para preguntarme si estaba yo bien. De los nervios, en menos de un segundo me sudaron las manos y la saludé así, todo húmedo. "Sí estoy ok,", le dije aún sintiendo el madrazo en los dedos de mi pie derecho. ¿Creen que con esta entrada triunfal puse en alto el nombre de los mexicanos?

Dos.- Casi todos los taxis de Londres son conducidos por ancianos. Nomás llegando, en el primero que me subí no le cerré bien a la puerta porque me dio temor que el viejillo me dijera que no la azotara y entonces se quedó medio abierta. El viejillo me dijo que por favor la abriera otra vez y la cerrara con mayor fuerza. Pero yo no encontraba la madre para abrirla. El viejillo se desesperó y me dijo: "No se preocupe, yo lo hago". Entonces sacó su brazo y quiso abrir la puerta desde afuera, pero en eso yo encontré la manera de abrirla y al cerrarla otra vez (ahora sí con muchos huevos) le machuqué la mano al anciano conductor. "Jisuscraist!!!", gritó bien fuerte. Y yo todo apenado diciendo "¡So sorry, sr, so sorry, sr!!!"
Todo el trayecto se la pasó echando madres y viéndome por el espejo retrovisor. Iba bien cagado él y yo todo orinado del miedo. Nomás lo veía mover la cabeza hacia abajo y sobarse. Pensé que me iba a raptar para agarrarme a chingazos con su boina. Todavía cuando me dejó en mi destino me enseñaba su mano prensada y yo no dejaba de decirle: "So sorry, sr... so sorry, sr". Realmente lo sentía, pero, ¿cómo le explico que soy discípulo de Chevy Chase?

lunes, 10 de diciembre de 2007

A la hora del lunch

Al mismo tiempo en que trato de descifrar el porqué los ingleses se peinan tan bien, una mesera de aspecto latino me pregunta si quiero beber café. Yo le digo que sí, porque soy esa especie de mexicano que sólo toma café cuando está de viaje en un sitio muy frío.
En Londres amaneció lluvioso y a un grado centígrado, pero eso no afecta a los nativos de esta ciudad porque el Hyde Park está lleno de gente que camina con sus perros, sus sombrillas y sus ipods.

Yo miro la escena desde una ventana del restaurante del Royal Garden Hotel. Olga, mi mesera, es una venezolana que se mudó acá mucho antes de que Hugo Chávez llegara al poder de su país.
- "No crea usted que vengo huyendo de él", me explica sonriente mientras me sirve una canasta en la que hay panes de muy variado pelaje.

Al echar un ojo al menú veo que tiene un enorme apartado de platillos tailandeses. Según Olga, muchos hoteles y restaurantes de Londres han adoptado este tipo de cocina porque lo tai sigue estando de moda. Ella me recomienda el pollo al curry y yo acepto luego luego porque traigo flojera de pensar de qué traigo antojo.

Vine a Londres para entrevistar a Nicolas Cage y a Diane Kruger por la película National Treasure: Book of Secrets, que será estrenada en México el próximo 28 de diciembre. Ayer en la noche vi la película y les puedo adelantar que está entretenida, pero bien jaladota. Hoy en la mañana hice las entrevistas; si quieren mayores detalles compren el periódico (Norte, Reforma, Mural o Palabra) el domingo 23, fecha en el que saldrá publicado mi trabajo en Top Magazzine.

Por la ventana también veo a una mamá que camina empujando una carreola. El bebé debe ser menor que Mateo, pero no está tan abrigado como seguramente la Maga y yo sacaríamos a nuestro hijo bajo esta temperatura. Supongo que los niños de aquí nacen con algún estambre grueso integrado en la epidermis.

Dos noticias encabezan la portada del Daily Telegraph. La primera es el concierto que dará Led Zeppelin hoy en la noche y la segunda es la historia de John Darwin, un tipo que fingió su muerte para cobrar el seguro de vida y así poder pagar sus deudas. Este güey vivió más de tres años escondido en un departamento a ladito del departamento en el que vivían su "viuda" y sus dos hijos. La "viuda" era la única que sabía del plan, pero los hijos ya lo habían llorado, enterrado y visitado en el panteón. Finalmente Mr. and Mrs. Darwin se cansaron de engañar a toda Inglaterra y se entregaron a la policía. Estoy seguro que en Monterrey una noticia como ésta hubiera quitado del trono de lo absurdo al pendejo de Diego Santoy.

Ya llegó mi platillo, que en realidad son dos platillos. Uno es un potaje servido en un tazón enorme en donde descansan tres piezas de pollo con hueso, varios trozos de piña y una papa completa. En el otro plato hay una taza de arroz blanco, pepino y pedazos de lo que yo creo es algún tipo de chile tailandés parecido al morrón.
Voy a comprobar la teoría de que cuando a un mexicano le dan viáticos inmediatamente le crece el estómago y se le refina el gusto, por eso voy a pedir una copa de vino bien cara. Estos son los lujos que me gustan: los que me salen gratis.

Por el momento los tengo que dejar, porque le voy a atorar el diente a mi comida de manera casi prehistórica. Definitivamente los buenos modales de los que toman té, no funcionan en un bruto como yo.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Por 10 mil pesos

Seis años de mi vida traje el pelo largo. En esta foto tomada en Vancouver en 1993 pueden ustedes ver el porqué alguna gente me dice (¿cariñosamente?) chubaca.
Nunca justifiqué un motivo izquierdista ni ideológico detrás de mi greña. Creo que la traía larga porque me gustaba traerla larga y punto. Además era como un medio para identificarme con muchos amigos que también dejaron de cortarse el pelo a principios de los años 90.

Lo chistoso era que había gente que te etiquetaba si te veía greñudo. Lo peor que podían decirte eran jaladas como éstas: "es que tú eres un hongo", "te la bañas, porque eres bien hippie" o "es que tú eres muy alternativo"... ¿Alternativo, yo?, Ja-ja-ja. Si siempre he sido el güey más regular y alienado que existe. Es decir, sí me gustaban la música y el cine "alternativos", pero también me emocionaba con Selena y Los Dinos, y con telenovelas como La Pícara Soñadora y Las Muchachitas.

Si la gente se me acercaba como queriendo que les diera una respuesta al misterio del cosmos gracias a mi apariencia de gurú, nunca sabía qué opinar.

Lo que sí es cierto es que tener el pelo largo para mí era como anunciarle a la sociedad de que yo, mientras fuera estudiante, no iba a pertenecer al renglón de los hombres pelo corto y bien rasurados. Pura rebeldía pendejona y ligera, lo sé, pero era mi manera de NO pertenecer al sistema-social-fresa-wannabe de Monterrey. (Aunque sin el sitema nunca hubiera podido sobrevivir).

El caso es que un mal día el sistema, la sociedad y las leyes de consumo terminaron con mi greña y mi defensa a la "individualidad". Me vendí gacho.

Resulta que después de terminar la Universidad comencé a trabajar de modelo en el DF y en uno de esos castings que hice les gusté a los publicistas de la marca AVON (¡Sí de AVON!). Se trataba de una campaña a nivel nacional en la que yo sería la imagen de una loción pinchísima, pero como parte del contrato el galán de barrio (o sea yo) debía tener el pelo corto. Al principio me negué, pero la verdad es que tenía muchos meses de no ver números negros en mi cuenta bancaria y ya debía varias rentas y recibos.
- ¿Cuanto pagan?, pregunté a mi "representante".
- Diez mil pesos, me contestó.
- Chinge a su madre, pensé.
Finalmente me cortaron el pelo, hice la campaña, creo que no se vendió ni un frasco de loción y me gasté en una semana las 10 mil lucas. Recordando esta anécdota de pelos, se me vino a la mente la canción 74-75 de The Connells. En el video se ve cómo un grupo de adultos recuerda las fotos de cuando eran estudiantes y tenían una mejor greña. De jóvenes se ven cool, pero de adultos, medio puñetones.
Por favor véanlo, está padre, denle click aquí.

jueves, 6 de diciembre de 2007

¿Y dónde está el bebé?

Por andar dejando abierta la puerta de la lavandería un ángel se metió anoche a nuestra casa para llevarse al bebé y dejarnos a cambio un niño.
La Maga y yo estábamos apenas acoplándonos al ritmo del bebito y de sus diminutas costumbres; y ahora debemos acoplarnos a lo que este nuevo pedazo de humanidad nos vaya dictando.

El niño es muy diferente al bebé. Para empezar ya presume una sonrisa de tres dientes, ha dejado de gatear, camina y hasta intenta correr, señala lo que quiere, hace berrinche y se frustra, dice papá y se agarra la pirinola con soltura y sin prejuicio.
Ya no huele a talco ni a cremita, ahora huele a clavo mojado y si es que tiene un día de mucha actividad los pies le huelen...¡a pies!.

La Maga se muestra encantada con su hombrecito de miniatura porque la ropa (Sorianera) se le ve con madre (tiene mejores zapatos que el papá y que el abuelo), y el pelo comienza a acomodársele a la britpop. Yo no aguanto el momento en que pueda jugar luchitas para zarandearlo como Dios manda, además ya quiero ser su portero, su catcher o su quarterback.

Y es que es cierto lo que dicen la mayoría de las mamás: los niños crecen demasiado rápido. Si crees que el tiempo se estanca, sólo tienes que recordar que no hace mucho saliste del hospital con un capullo de sábanas en donde estaba metido un bebito y ahora, en un instante, vive un niño en tu casa que te recibe, casi corriendo, cuando llegas del trabajo y te abraza con un poquito de fuerza y se hace a un lado cuando lo quieres besar. (Suspiro).

Aprovecho este espacio para agradecer a todas las personas que quieren a Mateo. Su amor hacia él es también amor para nosotros, sus papás. Hablo de los cuatro abuelos, por supuesto, quienes ya hace mucho nos perdieron el chiste y ahora preguntan por su nieto antes de saludarnos. Hablo de la tía Pía quien desde Atlanta sigue de cerca el desarrollo de su sobrino, y de la tía Irene quien hace lo mismo desde España. Hablo de sus primas Fabiana, Fernanda y Fiora (las tres eFes) que lo aman a su manera. Hablo del padrino Raúl, quien lo visita cada semana y le habla como un padrino debe hablarle a su ahijado, o sea, como papá postizo. Hablo de la madrina honoraria Yolanda, quien ha llenado su cuarto de cuadros y pinturas inspiradas en él. Hablo de la tía Pamela, quien le ha regalado la ropa más cool y de la tía Leslie, quien siempre pide ser la primera en cargarlo. Hablo de Vianey, quien se deshace las pocas veces que lo ha visto y del Edy que no sabe ni cómo cargarlo pero hace el esfuerzo. Hablo de los Spocs, quienes habiendo sido papás mucho antes que yo, siguen pacientes mis pláticas de él. Hablo del tío Fernando, quien le regaló una piñata de Supercan chafísima, pero muy divertida. Hablo de toda mi familia y de toda la familia de Maga, quienes, algunos sin conocerlo, lo tienen presente en cada conversación. Hablo de ustedes, los que leen esto, quienes espero se conmuevan como yo con el milagro de la vida y de paso, se hayan encariñado con mi hijo, el más amado.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

La llegada

La estampa más deprimente de una oficina es la del empleado que llega a trabajar después de haberse tomado unos días de vacaciones. Es ese momento cuando el pobre recién llegado ve que todo mundo está muy encarrilado en el asunto y él no encuentra su posición en la cancha.
En esas ando. Como saben estuve fuera una semana y media, pero parece que fue mucho más tiempo, porque siento muy ajenos a mi computadora, a mi escritorio y a mis compañeros de trabajo. Es decir, sé que los conozco y que me conocen, pero no les encuentro cuadratura en mi vida.

Decir que estuve descansando es una exageración. Como ya escribí, estar en casa con un bebé de un año es un largo maratón, sin atajos ni zonas de relax. Vi tanto los dvds de Baby Einstein y programas de Discovery Kids y de Disney Channel que difícilmente podría lograr una erección en estos momentos. Huelo a babas y a Gerber etapa tres, y ahora tengo un chingo de pendientes que debo sacar adelante, casi sin materia prima en el cerebro.

Cuando los ratones de oficina salimos a la calle nos damos cuenta que allá afuera está la vida. En estos momentos quisiera sonarme la alergia en la corbata y quemar todos mis pantalones de trabajo, pero... ¿y luego qué?... Mejor es adaptarse a la rutina ante la ausencia de un plan B.

Gracias a Dios siempre encuentro en las películas un ligero, pasajero, pero reconfortante alivio.
Ayer, en la víspera de mi regreso a trabajar, me metí al cine con la Maga a ver The Last Kiss (aquí le pusieron Un Beso Más). La película es una delicia que disfrutarán los miembros de ese club de hombres y mujeres que viven en crisis permanente, del cual soy miembro desde 1973; pero por favor, no vayan a verla si sienten que son la mera chingonada y que su vida es como para llevarse la portada del Hola!.

En cambio, vayan a verla si son de los que se dan permiso de preguntarse de vez en cuando: ¿qué pedo con mi existencia?, ¿qué hubiera pasado si hubiera tomado otras decisiones en mi vida?, ¿esto es a todo lo que puedo aspirar?, ¿me encuentro en un final o en un comienzo?, ¿he crecido, o sigo añorando la zona de confort que me daban los años de Universidad?, ¿alguna vez podré ser responsable de mis actos?, ¿algún día me conformaré con el presente?, ¿hay algo más para mí?...¿Debo renunciar?