No sé si alguna vez he querido ser alguien en la vida. O sea sí, de niño quería ser buzo o fabricante de lápices (es en serio, ¡quería fabricar lápices!). También recuerdo que alguna temporada quise ser trotamundos para viajar sin destino, pero resulté ser muy maricón y luego luego me dio homesick.
Mientras estudiaba en la UDEM yo creía que quería ser fotógrafo del National Geographic o director de cine como Edward Burns o Woody Allen. Pero sea lo que haya yo querido ser, la verdad es que nunca trabajé para lograr nada y dejé que la inercia me llevara a donde estoy ahorita: escribiendo en una revista de espectáculos.
A lo mejor decepciono a mis maestros si confieso que nunca tuve un plan de vida, ni una vocación para seguir, ni un sueño que cumplir.
-"Mira cabrón, tú mientras haya cheve y viejas estás feliz", me decía el Eddie en los noventas asegurando que mi expectativa no era comerme el mundo sino nadar de muertito todos los días hasta encontrar tierra firme.
Por eso admiro, y lo digo sinceramente, a los hombres y mujeres emprendedores que fundan empresas, o que mueven a miles de personas para concretar una idea, o que logran cambiar el mundo. Admiro también a mis amigos que han hecho carrera en otras ciudades y en otros países. Admiro a los que me cuentan sus planes, hacen sus números y apuestan a un futuro mejor. Admiro a los que celebran sus metas realizadas con una carne asada y se festejan el trabajo que les costó llegar ahí.
Nací el mismo año que los futbolistas Cuahtémoc Blanco y Roberto Carlos, los actores Adrien Brody, Tori Spelling y Juliette Lewis; las modelos Tyra Banks y Heidi Klum; la tenista Monica Seles; y la sexoservidora presidencial Monica Lewinsky. Todos ellos y yo cumpliremos 35 años el año que entra. Ellos parecen haber tenido un plan (sobre todo Lewinsky) para convertirse en lo que ahora son. Yo no lo tuve ni lo tengo... Lo peor es que traigo pegada esa canción del Tío Gamboín que decía: "Quisiera ser alguien, quisiera triunfar, ser gente importante y cha la la la..."
Bueno, ya, disculpen esta reflexión, pero pues es martes, día indefinido en el que a uno le da por pensar cosas. ¿Pero saben lo que sí se me antoja? Pues llevarme a mi peruana a bailar a una cantina de la calle Reforma esta bonita canción. ¡Hasta mañana!
Hello world!
Hace 3 meses
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