lunes, 31 de diciembre de 2012

Adiós, año viejo

El añito se me fue en un pedo. Apenas ayer me estaba poniendo la camisa de cuadros azules y el chaleco tipo Marty McFly para despedir el 2011, y ahora, en unas horas, voy a decirle adiós al 2012 entre la indigestión y el bostezo.

Doce meses después básicamente sigo siendo un hombre al que le gusta comer, dormir y estar con su Mujer. La paternidad me sale muy bien, a ratos; el trabajo, también. Este año en el que todavía circulo me enamoré como un pendejo, literal; me diversifiqué en la chamba, atestigüé el cambio de rostro de Mateo, viajé en una bici sin pedales y rechacé innumerables invitaciones a la barra.
En general me recuerdo callado. Me apegué a esa enmienda de la constitución humana universal que dicta que las no news son good news. Si no tuve mucho qué decir, será porque no había mucho qué decir y más me vale traducir eso en que estuve tranquilo.

¿Por qué, de niño, me daban miedo esos cuadros en donde los payasos lloran? ¿Los payasos tienen que contar chistes para no llorar? Ah, cabrón, ¿los payasos son miserables? Sigo debatiéndome entre esa dualidad nefasta: por un lado soy insatisfecho crónico y por otro me conformo con un plato de croquetas. Soy perro de sillón que aspira ser ovejero. ¿Quieres ser o quieres querer ser?.

Soy feliz a mi modo e infeliz al mismo. Me reconozco este año haber logrado un mérito mayúsculo: ya no vivo en el pasado, no extraño el pasado y no quiero nada del pasado que no sea -de vez en cuando- escuchar música de los noventas, ver fotos de mi hijo cuando era bebé y tener contacto con familia y amigos de siempre. Por lo demás, el pasado (el mío) se puede ir al remolino.

Sé muy bien que yo no soy estos renglones, mi vida no es este blog, así, con las mismas fuerzas en que ustedes pueden asegurar que su muro en facebook no los define (del todo). Nos chifla que nos pongan enfrente cualquier micrófono, cualquier cámara, cualquier lápiz, cualquier red social, cualquier tribuna, cualquier auditorio. Como los bebés que se reconocen frente a un espejo y es hasta ese momento en el que se dan cuenta que existen y son; así vamos por la vida con nuestros espejitos digitales tratando de encandilar al vecino para gritarle en voz baja: oye, existo, mira mi vida, qué tal.

Se me acaba la mecha pero todavía tengo mucha. Todas las gracias a Dios por este año viejo.
Sin ceremonias y sin kleenex deseo a quienes esto leen que se la pasen muy bien hoy a medianoche.

martes, 18 de diciembre de 2012

Cada mañana, todas las mañanas

...En serio que lo he intentado casi todo, pero todavía no logro deshacerme por completo del miedo prematuro que me amenaza recién abro los párpados cada mañana. Es como si amaneciera orinado de un temor irracional hacia una bestia que se llama Cualquier Día. Todo está normal, tengo la conciencia tranquila, me he portado bien, pero no dejo de sentir alarma antes de poner ambos pies en el piso; de la cama al suelo hay un barranco.

Después del baño me empiezo a hacer a la idea de que en realidad me la hago mucho de pedo, que no es para tanto, que no hay un león esperándome en el carro y que ya no sea usted joto. Comienzo a sentir tranquilidad al tiempo en que me estoy rasurando y para cuando llego al trabajo me convenzo de que estoy mejor que en cualquier otro tiempo de mi vida.

A mediodía soy la versión más fuerte de mí, ni la muerte ni la vida me intimidan, abrazo al presente como nunca y me muevo en ese único renglón existencial que se llama Ahorita Mismo.

En la comida me consiento como un césar y para la tarde soy mi presidente electo. Reconozco el amor que sale de mí y el que viene de mi mujer. Sólo me quiebra mi hijo, ya sea por su ternura o su capricho. El atardecer es una batalla ganada, (únete a los optimistas), me seduce la belleza compartida entre las montañas y el cielo. Estoy listo para el juicio final, o para ver una película de Carlos Sorín, o para platicar por horas en el sillón, o para abrocharme a ella.

Si Dios me llama a cuentas a eso de las 11 de la noche estaría Él ante un hombre entero. Nada temo a esas horas.

Pero luego me duermo sin darme cuenta, completamente agotado. Y cuando estoy en ese trance delicioso de parodiar a un feto, entregado sin resistencia al sueño, suena la alarma del celular y noto que ya es de madrugada y que en el cuarto, del piso al techo y de pared a pared, está otra vez ese miedo prematuro haciéndome una mueca que se traduce en: "si te levantas te carga la chingada"...

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Nintendo

Para su sexto aniversario de vida le regalé a Mateo un Nintendo 3DS XL muy churin-churinchun-flais. Han pasado cinco días desde que lo pagué y aún me queda algo de esa culpa que siempre me da cuando compro algo caro. Soy entregado a mi hijo, pero eso no me quita lo codo. Además, siento un poco de delito por haberle regalado algo enajenante, masturbativo y obsesionante. Por un lado no quiero que deje de ser un niño de tierra, de parque, de bichos, de carritos, de bici, de calle; y por otro lado, pues al niño mío, -como a millones más-, le empelotan los videojuegos y sé que va a ser muy feliz con el aparato. Mi aspiración es que Mateo conserve su carisma cavernícola y que ahora desarrolle habilidades digitales; que se mueva entre lo orgánico y el pixel. Sé que a mí me toca poner límites de uso y (todavía) confío en su obediencia a las reglas. A ver cómo nos va en esta nueva etapa, por lo pronto, le di el Nintendo y se puso tan feliz que me regaló todos los tres chicles que le quedaban en un paquetito, algo inusual porque él también es codísimo.

MIÉRCOLES MUSICAL.- Me gusta escuchar con Miss Jeans esta rolita.


martes, 4 de diciembre de 2012

Miguel Calero (1971-2012)

 
Patrimonio universal: Dos finales contra Tigres, tres penales contra Palermo y un gol de último minuto contra Chivas.