miércoles, 31 de octubre de 2007

Members only

Si ya se les perdió el manual de la vida. Si hoy traen un hueco a la altura del páncreas. Si se sienten abatidos por lo difícil de las relaciones humanas. Si dejaron de creer.
Si no les da miedo ponerse sentimentales. Si les da pavor lo que van a hacer mañana. Si sienten que se los tragó el sistema, la ciudad o el "deber ser".
Si les aterra tomar una decisión. Si se les complica obedecer lo que les dicta su edad. Si creen que no se han reído en semanas, pero también creen que no lo necesitan.
Si hace mucho que no los abrazan. Si hace mucho no patean un balón. Si hace mucho que no van al mar. Si tienen un amor tan grande que no pueden sostenerlo en el puño.
Si extrañan una fotografía. Si se han tomado demasiado en serio la vida. Si creen que han desperdiciado días valiosos. Si alguien se les murió y no lo superan. Si les aburre la política y la grilla y el chisme y el café de starbucks. Si quieren que su mamá les haga una sopita. Si no saben si salir corriendo o detenerse. Si les da un poco de flojera que ya vaya a ser Navidad...
A todos ustedes, miembros de este club, les dedico esta canción.

martes, 30 de octubre de 2007

Tanga and cash

En este martes indefinido lanzo al mundo una pregunta ociosa: ¿Por qué las mujeres se disfrazan de prostis en Halloween?

No me lo tomen a mal, no es que yo esté en contra, es más, por mí que siga esta tendencia, pero me llama la atención esa creciente inclinación de las chavas (algunas muy chavitas) en aprovechar el Día de Brujas para sacar a la whore que aparentemente llevan dentro.
Ya sea de bomberitas, de chachas, de enfermeras, de policías, de brujas, de campesinas, de angelitos o de diablitas, casi todos los disfraces femeninos actuales requieren liguero para ser usados, además de medias de rombos arriba de la rodilla y escotes muy generosos en busto y espalda. Veo fotos en los suplementos sociales del periódico y ahí están las alegres mini exhibicionistas felices con sus disfraces.
No quiero sonar como viejito, pero sonaré: Los disfraces de mujer de mis tiempos eran súper aburridos. Mis amigas se disfrazaban de espantapájaros, o de brujas pero con capas bien holgadas, o de hombres con traje y bigotes, o de monjas; lo más anti sexy posible.

En cambio, ahora no sé cómo le hacen los chavitos para mantener la testosterona a nivel bajo cuando ven a sus amigas con esos atuendos. Además, supongo que muchas van en su segunda operación apenas a los 20 años de edad, detalle que hace que se vean más exuberantes.

Pero que las chavitas enseñen feria de más no sólo pasa en Halloween. Yo no sé si gracias a la moda de los jeans a la cadera o gracias a Britney Spears y a Paris Hilton (foto), pero la tanga dejó de ser una prenda misteriosa. Ahorita ya a todas se les ve sin bronca parte del calzón cuando se agachan y los tirantes del bra se asoman todos los días.

Y repito, no tengo nada en contra, pero son cosas que me llaman la atención, sobre todo los martes que no hay otras cosas en que pensar.

lunes, 29 de octubre de 2007

Las curvas de esa chica

La primera chava que saqué a bailar en un quinceaños se llamaba Elisa, quien tiene también el reconocimiento de haber sido la primera mujer en mandarme a la fregada. Llena de pecas, flacucha, desnalgada, con la boca torcida, con el pelo afro bien feo, pero así me gustaba y así me mandó a la Jorge Vergara.

Yo la había estado siguiendo, muy de lejos, en varios quinceaños de la colonia, esos que invariablemente se llevaban a cabo en las cocheras de las festejadas y en donde se bebía pura Joya o alguna Carta Blanca que alguno de los malandros sacaba de la cajuela de su Caribe.

Cada vez que veía a Elisa según yo ponía cara de interesante, aplicando el "te veo pero no te veo". Pobre puñetín.

El más impresentable de mis amigos, a quien apodábamos El Feo porque toda su anatomía empataba perfectamente con este adjetivo, siempre me andaba chingando de que la sacara a bailar, que no fuera yo coolio. El Feo aseguraba que Elisa me volteaba a ver con evidente deseo adolescente. Error.

Llegó la noche en que me armé de valor. Fue en el quinceaños de una chava que se llamaba Carla. Sus papás casi cierran la calle Antonio Caso para charolear "el fiestón" de la más grande de sus hijas
Y ahí estaba yo con mi aire de karate kid norestense ubicando con detenimiento a mi Elisa.
Temía que si la sacaba a bailar me iba a soltar la típica jalada de: "No puedo porque mi amiga se queda sola", o, "es que ya van a venir por mí". Ni una ni otra excusa me diría.

Crucé la pista (o sea parte de la cochera), llegué hasta mi objetivo y solté la pregunta:
- ¿Q-Quieres bailar conmigo?, tartamudee.
- Sí, claro, me dijo.

¡Me dijo sí claro!, o sea no sólo sí, sino un "claro" como asomando una confirmación de la afirmación. La primera rola que bailamos fue "Ay, Qué Pesado" de Mecano. Si a ustedes les tocó esa época sabrán que era imposible bailar esa canción, porque no es lenta ni movida y para bailarla bien hay que mariconearle moviendo la cadera al estilo de Ana Torroja.

Elisa fue paciente conmigo y mis cantinfleadas, si platicamos de algo ya no me acuerdo, pero fue puntual en darme las gracias a la tercera canción, justamente cuando empezaba la guitarra ácida de "Las Curvas de esa Chica", también de Mecano. Chingado, pensé, esa rola sí la sabía bailar con madre. Más puñetín.

Con todo y mi nula capacidad seductora, conseguí que Elisa me diera su número y creo que hicimos una buena amistad telefónica porque le hablaba todos los domingos desde un teléfono público. Yo sabía que ella andaba por un dientón que se llamaba Eddy, pero me trataba tan bien que me dejé engañar. Total que un domingo le llegué por teléfono, pero me salió con eso de que ella me veía más como amigo que como novio, y que además Eddy le había llegado el viernes anterior y que ya andaba con él.

Su historia termina como docenas de historias terminaron para mis amigos en los 80's, o sea, las mujeres no te pelaban si eras de su edad o menor que ellas y te colocaban inmediatamente en el renglón del "mejor amigo". Pero ser el mejor amigo de la vieja que te gustaba no servía para nada, más que para perpetuar la esperanza de que algún día se enamorarían de nosotros. Y eso nunca pasaba.

Ay qué pesado, qué pesado...

viernes, 26 de octubre de 2007

Mejores amigos

Yo era de los que decía que cuando tuviera un hijo iba a educarlo con rigidez. Traía muy clavado eso de que para que las cosas funcionen entre padres e hijos, los papás NO debemos pretender ser los mejores amigos de nuestros hijos, sino que debemos ser la autoridad en casa.

Puro pedo eso ya. Ahora tomo en los brazos a Mateo y le digo en secreto que quiero ser su mejor amigo, que no quiero que me desafane a los 12 años porque le vaya a dar pena su papá y que espero que me incluya en sus viajes de la prepa.
Sé que eso no se va a poder y también sé que quiero tener un hijo independiente y que eso significa que tarde o temprano dejará de estar tan arraigado a mí y a su mamá.

La Maga me cuenta que Mateo, que ayer cumplió 11 meses, tiene ya un par de amiguitos en la colonia, un tal Joaquín de cuatro años y otro niño que se llama Nicolás. Pendejamente siento celos de ellos, porque ven a mi hijo durante el día en el parque jugando en los columpios mientras yo estoy metido en esta oficina grisácea.

Luego llego a la casa cuando ya está a punto de dormirse, pero aprovecho que en la cuna le gusta sacar su manita para que yo se la muerda despacito. Ahí le insisto en que seamos los mejores amigos, le digo que no le cuesta nada, que no sea mala onda, pero él se caga de la risa y me enseña su único diente. Yo me veo desde arriba y sólo veo a un tipo treintón emocionado con su bebé pensando en que le urge tener un mejor amigo.

P.D. Aquí les dejo este clip con la música de una de mis películas favoritas. No tiene nada que ver con Mateo, pero está dedicado a todos esos fantasmas que habitan en nuestra memoria. Buen fin de semana. Denle click y ya.

Petición especial

Querido Dios:

A los 5 años quería un hermanito; no se pudo.

A los 10 años deseaba a Mayela; no me peló.

A los 15 años quería una moto; no me la dieron.

A los 23 quise conocer la India; no llegué.

A los 30 quería un convertible; no me alcanzó.

Y a los 34 lo único que pido es tener esta greña y este mofle.

¿Es mucho pedir?

jueves, 25 de octubre de 2007

Decálogo del marido

Amiguitos, si ya se les olvidó lo que les dijeron en las pláticas prematrimoniales acerca de lo que significa estar casado, aquí les presento los 10 mandamientos del hombre casado que se me ocurrieron hace un rato parado en el tráfico de Constitución.
Bueno, en realidad son 9, porque el décimo se los dejo de tarea.

1. Amarás el control remoto por sobre todas las cosas.

2. Honrarás a tus suegros y cuñados, más que a tus papás.

3. Santificarás los jueves, o cualquier otro día que te toque salir con tus amigos

4. Sabrás que el 95 por ciento de las llamadas que entren a tu casa serán para tu vieja. El 5 por ciento restante será un cabrón que quiere ofrecerte una nueva tarjeta de crédito.

5. Cojerás a huevo. Raro, pero sucede.

6. Acostumbrarás irte de las pedas más temprano de lo que tú quieres.

7. Evitarás tocar instrumentos invisibles cuando oyes una rola de Metallica. Las mujeres no entienden ese placer de tocar batería o echarse un requinto a mano alzada.

8. Perderás tu capacidad de asombro ante las flatulencias femeninas.

9. No desearás a las amigas de tu vieja ni a sus primas ni a todas sus conocidas ni a las desconocidas ni a las que ya se murieron ni a la vieja que acaba de pasar enfrente de ti ni a...

10. (Espacio libre)

Viento y vientecillos

El mexicano que me ha sacado más sustos en toda mi vida se llama Carlos Enrique Taboada, director de Hasta el Viento Tiene Miedo (1968) y El Libro de Piedra (1969). Ver esas dos películas en televisión son para mí placeres masoquistas, porque realmente me dan mucho cuqui, pero nunca me las pierdo si las pasan.
Ayer fui a ver la nueva versión de Hasta el Viento Tiene Miedo, pero todavía no sé si me gustó o no. De cualquier manera aquí les dejo mis profundas reflexiones acerca de ella.
Me gustó: Que el guión no se basa estrictamente en la historia original. Se me hizo padre ese twist lésbico que tiene, aunque no sé si las mujeres se sientan incómodas con el tema de la menstruación. También creo que fue un acierto colocar la historia en un internado con niñas problemáticas y no en un colegio de niñas fresas como en la versión original. La música también es buena y los sustos de portazo son efectivos (en uno mariconié bien feo). Martha Higareda nos cae muy bien a mí y a mi pupila, entonces no tengo queja de ella.
No me gustó: Algunas actrices hablan con acento chilango que me da mucha flojera escuchar. Es lo malo de la mayoría de las películas que hacen en México, que algunos actores no están preparados para actuar con acento neutro y entonces chilanguean gacho. Algunos efectos especiales se me hicieron chafones y los gritos de "¡Clauuuudia!" definitivamente me dan más miedo en la versión original. Además extrañé la presencia de Maricruz Olivier, quien en la versión de 1968 te da un chingo de cuqui sólo con verle los ojos. También creo que la original tiene más suspenso y que las atmósferas están mejor logradas, porque todo el rato andas tenso, y en cambio, en la nueva versión el director optó por asustarnos más con portazos y ruido. No le creí mucho a las actuaciones de Verónica Langer y Mónica Dionne, quienes interpretan a la directora del internado y a la ginecóloga, respectivamente.
Me cagó: Todavía existe gente que habla en el cine, qué triste.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Inocencia interrumpida

Raúl era un niño tres o cuatros años mayor que yo, que vivía una cuadra abajo de casa de mis papás. Yo le tenía un extraño respeto porque él era el pitcher más veloz de toda la chafísima Liga Pequeña de Beisbol de Colinas de San Jerónimo. Ese talento deportivo lo tenía colocado en un estatus de galán de barrio entre las pubertas de la colonia.

Yo, que era muy nalga para el beis y sobre todo para batear, literalmente temblaba cuando me tocaba el turno al bat, y en cambio veía a Raúl parado allá en la lomita muy seguro de sí mismo. "¡Pónchalo, Raúuuul!", me acuerdo que gritaba la enfurecida porra detrás de mí. Generalmente me ponchaba fácilmente, pero yo me iba contento de que el trago amargo pasaba con tres rápidos strikes.

Sin embargo, pese a la diferencia de edades y de talentos, Raúl me buscaba mucho. Yo no entendía porqué yo le caía tan bien, pero me gustaba esa fidelidad. Era de esos amigos que uno se sentía orgulloso de tener, pero que a tu mamá no le agradaban tanto.
Raúl me enseñó a fumar y a dominar la técnica hostil del "garnuchazo", pero además fue el encargado de arrebatarme la inocencia diciéndome tres verdades: santa clos no existe, los niños no vienen de París y los niños pueden masturbarse, (esta última revelación fue a la que saqué más provecho, tengo que admitirlo).

¡Chíngale!, así de un jalón y sentados arriba del pasa-manos del parque, Raúl me quitó la venda de los ojos. Lo peor de todo fue llegar esa noche a mi casa y verle la cara a mis papás. Como que sentía que me habían mentido, pero al mismo tiempo sentí una ternura rara de que ellos no sabían lo que yo ya sabía de ellos. Obviamente me hice pendejo la siguiente Navidad... (y mi mamá seguía preguntándome porqué me tardaba tanto en el baño ¿?).

En lo que sí exageró Raúl fue cuando me aseguró que para "hacer un hijo" los papás tenían que tener sexo durante dos horas seguidas. Todos los casados sabemos que ni la cuarta parte de ese tiempo se requiere para que nuestras mujeres cambien los tampax por las pastillas de ácido fólico. En fin, cuando cumplí 11 o 12 años, Raúl ya iba a quinceaños y poco a poco la diferencia de edades se hizo inaguantable y terminó por distanciarnos definitivamente.

Hace unos tres domingos lo vi de lejos en misa y ambos hicimos ese saludo débil que consiste en levantar un poco las cejas, o sea, el gesto incómodo que usamos cuando no queremos acercarnos a saludar de mano porque en realidad nadie tiene algo que decir.
Raúl iba con su familia y por un momento se me antojó acercarme y decirle en voz alta: "Cabrón, ¿ya le dijiste a tus hijos que santa clos no existe?, hijo de tu pinche madre...".

martes, 23 de octubre de 2007

Desde el viejo orden

Los martes son días indefinidos.
La semana ya empezó y el martes se queda con cara de no saber para dónde moverse y nosotros tampoco. Estar en martes es saber que todavía no vamos ni a la mitad y que el fin de semana está muy lejano.
Yo ando callado, no tengo nada que decir. Porque también ya huele a otoño y ando melancólico y con la nariz llena de viento seco; o sea que traigo como un espagueti emocional en la cabeza.
Mejor denle click a esta rolita que lleva dedicatoria a un par de amigos con los que me despedí del Viejo Orden, allá a mediados de los 90.

lunes, 22 de octubre de 2007

Tecnología de punta

Si tienen niños chiquitos no se anden arriesgando comprando juguetes hechos en China llenos de plomo. Mejor háganlos ustedes mismos.
Por ejemplo, aquí les muestro la sonaja favorita de Mateo, hecha con productos de primera calidad. Sólo requieren una botella de agua vacía de marca genérica para que haga más eco y se oiga más tercermundita el sonido. Y luego nomás le agregan media docena de centavos apestosos, (los gringos son más sonoros y más inútiles que los mexicanos).

Este instrumento de percusión no requiere pilas ni mantenimiento y les garantizo que hace el ruidazo que a todo bebé le gusta hacer.

Además, si tienen hijos sabrán que ellos siempre desafanan los juguetes sofisticados y se divierten con lo más simple. Si les interesa el producto, hagan sus pedidos por esta vía antes de las prisas de Navidad.

viernes, 19 de octubre de 2007

La mirada del Pedy

Anoche tocó el Eddie en los premios MTV con Hilary Duff.
Nomás porque es viernes les tengo una pregunta sencillita: si pudiéramos ver a través de sus lentes oscuros, ¿en dónde creen que tiene la mirada puesta?

a) En el público

b) En la espalda de la Duff

c) En las pompidou

d) En los muslos

e) En los zapatos de tacón

f) Otro_______

jueves, 18 de octubre de 2007

Belleza irregular

Ayer se me cayó el celular al suelo y quedó bastante madreado, con la pantalla partida en dos.
Mi primera reacción fue enojarme porque apenas tengo tres meses con él, pero luego lo vi bien y empezó a gustarme su apariencia imperfecta.

Luego me di cuenta que en general me atraen las cosas defectuosas.
Por ejemplo, a veces me sorprendo atraído por caras con nariz grande o por sonrisas con un diente ligeramente chueco. Creo que prefiero unas ojeras bien marcadas a unos ojos súper maquillados. Me gustan las canas y las patas de gallo; me llaman la atención los lunares que arbitrariamente se colocan en una espalda lisa y las cicatrices que rompen con la armonía de un rostro bonito.

Me gusta cuando Maga sale del vestidor con cara de angustia alegando que su ropa ya no le queda. Yo le digo sinceramente que me encanta que los jeans le queden tan apretados porque se le sale una leve pancita.

Me gusta que en el flamenco a los cantantes se les reseque la voz en la nota más alta, antes de soltar un grito y que a las bailarinas se les corra el maquillaje por el sudor. No me gusta la radicalidad del verano y del invierno, en cambio me gustan las estaciones que son confusas e indecisas, como la primavera y el otoño.

Me gustó la arquitectura húmeda y deteriorada de París la primerva vez que estuve allí en 1996, pero luego cuando regresé en 1999 no me gustó que retocaran edificios como Notre Dame para sorprender a los tusitas que habían visitado la capital francesa durante el Mundial del año anterior.

No me hechiza la perfección de la cirugía plástica. Mis amigos y yo tenemos un código en el que hablamos de las mujeres de nuestro salón, para hacer referencia a aquellas que nos atraen precisamente porque no son perfectas y que por el contrario tienen un defecto que nos gusta.
Mucha gente preferimos los jeans que tenemos desde hace años, medio rotos, polillentos pero comodísimos.

El actor Dustin Hoffman dijo en una entrevista que todos nos merecemos la dicha de equivocarnos, de fracasar una y otra vez, porque con ello comprobamos nuestra condición de seres humanos imperfectos.

Para mí, el pelo en la sopa le da más sabor a la sopa; por eso no voy a cambiar mi celular madreado.

Secsi II

Mi amigo que se llama como yo y que nació el mismo día que yo me dice que las güeras son siempre más guapas que las castañas, las morenas y las pelirrojas.

Él defiende la idea de que los caballeros las preferimos rubias, así como el título de una famosa película de Marilyn Monroe.

Yo le digo que quién sabe, pero como quiera le propongo que le eche un vistazo a Megan Fox, quien está muy lejos de ser güera, pero que por pura coincidencia tiene tatuada a la Monroe en su brazo derecho.

Mi amigo la ve detenidamente y ya no me dice nada, pero suelta un profundo suspiro.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Un dilema me atormenta

Hace dos semanas me contaron una historieta de la vida real regiomontana que aún me está dando vueltas en la cabeza.
Resulta que después de cumplir treinta y tantos años una chava soltera fue a visitar al cirujano plástico para que le quitara lo sobrante y le reafirmara lo caído. Me dicen que quedó súper buena, mejor que cuando tenía 25.
La razón más importante de este arreglo estético es que ella muy pronto quiere tener un hijo, pues no quiere llegar sola a los 40. El problema es que no tiene novio ni amante en turno para consumar este sueño.

Por eso se le ocurrió llamarle a un exnovio con el que había durado varios años para pedirle el "favorcillo". La chava lo citó en un restaurante, cenaron a gusto y luego de dos copas ella le soltó su propuesta. Le advirtió que sólo buscaba un donador y le garantizó que no le pediría nada a cambio, ni apellido ni dinero ni manuntención ni nada. La proposición, obviamente, incluía que podían hacer el amor tantas veces como fuera necesario.

El tipo, que al principio parecía entusiasmado, le dijo que claro que sí, que él la iba ayudar, que para eso están los ex y que no se preocupara. Pero pidió la cuenta y fue a dejar a la chava a su casa, (creo que la mayoría de los hombres que conozco se hubieran desviado a un motel esa misma noche). Pasaron los días y el ex no se comunicó jamás y no regresó las llamadas que la chava le hizo.
Hasta ahí el caso.

Ahora quiero que me ayuden a elegir una razón por la cual este güey no aceptó la oferta. Ahí les van las opciones que imagino:

a) Se asustó con la iniciativa de la chava y decidió desaparecer
b) Es gay de clóset
c) Le dio miedo que luego le anduvieran pidiendo responsabilizarse del bebé
d) Sufre impotencia y le dio pena aceptarlo
e) Tiene planes de meterse al Seminario
f) No entendió la propuesta
g) Todas las anteriores

martes, 16 de octubre de 2007

Hormiga power

Según yo hago muchas lagartijas seguidas cuando voy a entrenar y presumo de tener los antebrazos bien venudos como los de Don Ramón. Flaco pero garrudo, me digo a mí mismo para engañar la falta de músculo en mi anatomía.

Sin embargo por más que crezco y que adquiero fuerza, (según yo), hay tres pruebas que sigo sin poder vencer.

1.- Abrir un bote nuevo de mayonesa. Lo peor es cuando la Maga me pasa el frasco pensando que ahí tiene a su Hércules privado para solucionarle la bronca. Yo, sabiendo que a los mayoneseros les encanta apretarlos un chingo, me armo de concentración, agarro un trapo, lo giro con todas mis fuerzas, le pujo, me cambia la cara de forma y de color y la pinche tapa sigue sin moverse. Luego le aplico la liga en el cuello, le paso un cuchillo, lo golpeo al suelo y entonces como que la tapita empieza a ceder. Todo este procedimiento lo tengo que hacer en la lavandería o en el baño, acá sordo, para que mi vieja no se dé cuenta que está casada con un peso pluma.

2. Cargar una caja de cocas llenas. Por favor, que no me toque eso en alguna reunión. "Oye, tráete la caja de cocas", me dicen sin imaginar que para hacer esa hazaña tendría que calentar al menos 20 minutos. Ahí estoy inclinado, con las pantorrillas tiesas en el suelo, las muñecas trabadas y haciendo el empujón para arriba con todo el tronco.
Si bien me va lo levanto hasta las rodillas, que me sirven de apoyo. Ok, ya está cargado, pero ahora ponte a caminar hasta donde el anfitrión te dice en dónde dejarlo. Aijuesupinche madre, ya llegando lo dejo caer con algo de violencia, todo bofeado y con un relámpago en la espalda. "Mañana no me voy a poder mover", pienso y acierto.

3. Cambiar una llanta. Sé muy bien el procedimiento, no estoy tan güey, pero qué frieja desatornillar los birlos. Utilizo la técnica de subirme en la cruceta, contar hasta diez, pujarle de abajo hacia arriba, luego hacia abajo, pegarle al birlo, y repetir el proceso. Nunca podría jalar en una vulka.

lunes, 15 de octubre de 2007

Desahogo vial

Nomás para que luego no me dé cáncer de estómago por quedarme con mentadas de madre acumuladas tengo que gritar algunas cosas que me cagan de manejar.

En primer lugar están esos imbéciles que pitan detrás de ti apenas se pone la luz en verde, como si uno estuviera a toda madre en la calle haciendo tiempo. Ahí están los güeyes éstos esperando nomás a que cambie el semáforo y en automático pitan... A que la chingada...

Luego están los cabrones que te avientan las luces porque vas a velocidad promedio en el carril de baja velocidad. ¡Si tienen tanta prisa cámbiense al carril de alta velocidad y de paso que chinguen a su madre!
No faltan tampoco los huevones que se bajan a pagar una multa aquí por Tesorería dejando el carro en doble fila, eso sí, con las intermitentes encendidas para que todos nos demos cuenta de que "sólo van a estorbar un ratito".

He comprobado que los peores conductores son los que traen estaquitas o chevys prestados de la empresa, que todavía se atreven a poner detrás del carro: "Si manejo mal, repórtame al teléfono...". ¿Quién chingados se va a tomar el tiempo de apuntar un teléfono en pleno Constitución para reportar al chofer pendejín?
También los peatones brutos son dignos de una buena mentada. Hablo de los que cruzan la calle por en medio y no por las esquinas, o los que no usan el puente. Una vez una señora me vio con cara de velociraptor porque le "eché el carro", mientras el puentote arriba de ella estaba vacío.

En la lista también figuran las señoras que traen camionetas del tamaño de un zeppelin lleno de niños y que aparte van hablando por celular; o los güeyes que jamás habían manejado en su vida pero que ahora andan en la calle a bordo de una pickup chocolate doble cabina, sin luces ni nada.

Ya mejor le pongo freno a esto, porque les voy a dar mucha flojera, pero bueno, estuvo sano el desahogo.

Escape con palomitas

Hay veces que quiero vivir en la sala de un cine. Con el aire acondicionado controlado, evadido de la luz, del tráfico, oliendo siempre a palomitas y a refresco de manzana diluido en agua.
Vivir en un lugar en donde me conmueva con las historias de los otros, en donde quiera ser ése y aquél personaje, pero en el que ni las balas ni la partida de los amigos duelan.

Un lugar en donde se pueda ir al pasado a arreglar asignaturas pendientes, y en donde los errores cometidos y los ratos aburridos me los arregle un editor.
Pero siempre el escape termina a las dos horas de película porque te prenden las luces en los créditos finales y te das cuenta que es momento de agilizar tu memoria para recordar en qué piso dejaste estacionado el carro...y en qué otro lado dejaste estacionados tu vida y tus pendientes.

Por eso me gustan las películas que no se acaban en nada, como Lost in Translation, porque me permiten fantasear con que la historia no se termina, o que por lo menos no merezco saber el desenlace hasta que regrese al cine o al dvd a verla de nuevo. Las películas sin final me permiten regresar a mi escape cinematográfico para ver si esta vez sí le entiendo a la historia.

Desde hace 15 años que no puedo despegarme de la frase que aparece hacia el final de la película Mediterráneo, mi favorita de favoritas. Dice: "Dedicada a todos los que se encuentran escapando en estos momentos". Creo que a partir de que la leí supe que si bien no tengo los huevos para largarme a Calcuta o a África para descifrar el hilo negro de la (mi) existencia, lo que sí puedo hacer es pagar el boleto para un viaje de dos horas de escape neto.

Mi último pseudoviaje lo hice ayer. Fui a ver la danesa Después de la Boda (Efter Bryllupet), que recomiendo muchísimo y que trata precisamente de un tipo que luego de escapar 20 ó 30 años, descubre que su vida lo sigue esperando en algún lugar del mundo. Además de las actuaciones y del guión, la película tiene como plus que un par de escenas están musicalizadas por el grupo Sigur Rós.

Véanla y huyan.

viernes, 12 de octubre de 2007

Mariconería breve

Traigo pegada la rola de Pipo que dice: "Sonríe ahora porque ya no estás solito..."
Es bien duro aceptarlo, pero esa canción me pone bien triste no sé porqué.
Ese payaso nunca me dio risa y ahora ya que estoy bien peludito me pongo depre con sus canciones. Qué mal pedo.

Vida de rockstar

Un numeroso grupo de fans se dio cita ayer a las afueras de un hotel en Santa Catarina para manifestarle su cariño a Mateus Doherty Wallace, líder de la banda Los Babas.
El actual astro del punk pop salió al balcón de su suite, junto a su perrita, ante la petición de cientos de gargantas que imploraban ver al cantante aunque fuera unos minutos.
"¡Cuero!", "¡qué bonito pelo!" y "¡te hago un hijo!" fueron algunos gritos de varias jovencitas ahí presentes.

El autor de éxitos como "Tengo 10 meses y un solo diente" y "Tu caca es mi caca" ha tenido una discreta estancia en nuestra ciudad, según informó una de las señoras encargadas de limpiar su habitación.

"Es una finísima persona, si lo viera tan lindo que es, además su guitarra de él está super elegante", señaló la empleada quien dijo llamarse Ernestina.

Sin embargo una fuente del mismo hotel que pidió el anonimato reveló que el músico ha tenido algunos desplantes de divo, como pedir a las 12 de la noche varios paquetes de galletas Marías, dos latas de leche en polvo y una bolsa de Huggies etapa cuatro.

"Todo su cuarto está regado de cosas, su cama está llena de biberones Avent; el tipo es un desastre, además cuando habla no se le entiende nada", afirmó.

Mateus y su banda se presentan hoy en la Arena Monterrey como parte de su gira No te Vayas Porque Chillo.


jueves, 11 de octubre de 2007

Chi-che pudo

Uno de los misterios más importantes de mi infancia era la intrigante apariencia de las chichis.

En ese tiempo veía las blusas abultadas de las mujeres y me preguntaba qué secreto guardaban ahí adentro, qué forma tendrían, qué color, qué textura...

Recuerdo muy bien una tarde en la que yo tendría cinco o seis años y emocionado señalaba a mi mamá un anuncio de Cross Your Heart de Playtex en la revista Vanidades. Mi mamá, con paciencia pero no sin susto de aceptar que tenía un hijo precoz, sonreía y hacia un gesto como de: "Sí, las mujeres tenemos chichis".

Años después vi en el cine por pimera vez un par de teclas, chiches, bubis, senos, mamas, tetas, lolas, nenas, o como les quieran llamar. Ese acercamiento se dio gracias a la película Y Dónde Está el Piloto; en donde en una escena muy breve aparecía brincando una mujer desnuda en medio de una turbulencia. ¡Chin!, duraba tan poco, pero, si ver eso había sido una revelación, tocarlo tendría que ser mi tesis.

Tengo que presumir que mi primera experiencia tactil se dio de manera masiva, aunque indirecta. Resulta que yo tenía 14 años cuando me invitaron al quinceaños de Raquel, quien tenía una noticia buena y una mala. La buena era que tenía tres hermanas mayores que eran la fantasía de la colonia, y la mala es que también tenía un hermano mayor buenísimo para los madrazos. Bajo ese panorama nos lanzamos yo y mis amigos garros de ese tiempo al convivio adolescente.

Estando allí y previendo que ninguna de las presentes se animaría a bailar conmigo, tomé el álbum en el que se supone todos los presentes deben firmar y me di a la tarea de invitar a cada una de las amigas de la quinceañera a que pusieran su autógrafo. Aunque era una iniciativa limpia y sana, descubrí que por la forma en que yo sostenía el álbum mis nudillos necesariamente tenían que rozar los senos de quien firmara.

No vale la pena escribir lo feliz que fui "haciendo tocamientos" a todo el público femenino de la fiesta, por supuesto que hice firmar dos veces a las hermanas, -una de ellas mientras bailaba rebotaba su humanidad en mis manos-. Salí del quinceaños contentísimo, pero con un pequeño sentimiento de culpa, de alguna manera había manoseado sin permiso... pero tampoco fue para tanto.

Mujeres: las chichis siguen siendo tema de todos los hombres que conozco, nadie supera ese misterio. A los caballeros se nos pueden olvidar los nombres, pero no los pares.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Ser papá

A veces soy un necio que se resiste a cerrar círculos.

La vida, escuché, es aprender a desprenderse del pasado para darle espacio a nuevas experiencias. El problema es que no encuentro en dónde poner los recuerdos y éstos se me desbordan al presente. Hay días que vivo de la nostalgia.

Hace casi 11 meses que me preguntan qué se siente ser papá. No había encontrado una respuesta hasta anoche cuando me di cuenta que los hijos son, entre otras cosas, anclas para amarrarte al hoy, al ahora.

Nunca antes de tener a Mateo le di tanta importancia a las novedades, al presente, a las gracias nuevas; nunca había estado tan consciente del presente.

¿Qué le importa a mi hijo quién fui yo?, ¡ni madre!, él me necesita ahora, en lo que soy ahora.

Mateo tiene la habilidad de sacudirme de las divagaciones melancólicas y mandarme una alerta de que no hay otra cosa más importante que respirar en el aquí y no en el allá.

Aunque a veces siga siendo un necio y crea que el pasado fue mejor.

martes, 9 de octubre de 2007

Che recuerdo

Hace 40 años mataron a Ernesto "Che" Guevara. No tengo nada bueno ni nada malo que decir de él, pues nunca he leído nada de su vida. Mi único acercamiento a su figura fue gracias a la película Diarios de Motocicleta, que se me hizo buenísima.
Lo que sí creo es que su imagen ha sido utilizada hasta el cansancio para fines muy variados, que a lo mejor no tienen nada que ver con su obra o mensaje. ¿O qué tiene que hacer su póster en la barra de los seguidores de un equipo de futbol?

Una vez vi en la tele a un grupo de personas que se manifestaban en las calles del DF por las altas tarifas de luz; por supuesto que en una de las mantas estaba la foto del Che. Lo mismo hicieron los huelguistas de la UNAM en el 99, que tapizaron con su imagen parte de Ciudad Universitaria.

Entiendo que el Che pueda ser símbolo de rebeldía al sistema, a la globalización, al antiyankismo, pero me da hueva que cada rojillo revoltoso se escude en su imagen por pose. (Son los mismos "comunistas" que luego andan usando el ipod).

Lo que sí tengo claro es que el Che se parece, cuando tenía el pelo corto, a Cantinflas; por lo menos tienen el mismo bigotillo.




¿Otra tecate?

No es que uno quiera emborracharse en cuanta reunión social lo inviten, lo que pasa es que hay pláticas que te orillan a meterte en tu tecate toda la noche.

Por ejemplo, ya cuando uno de los presentes agarra el tema del Golf es buen momento para ir a la hielera por una de esas latas de 16 onzas y sorberla solo en la esquina.

Una vez mi amigo Lalín trató de explicarme las reglas del Golf, que si el bajo par y la madre, pero realmente no entendí. Me llama la atención el auge que ha tenido este deporte en los últimos 5 años; yo de lejos y en total ignorancia digo que ha de ser muy aburrido irte a unas colinitas con un grupo de gueyes a pegarle a una bola mientras los otros te tiran madreada por no atirnarle.
"Es que agarras el pedo con madre", me dijo uno de los entusiastas a esta actividad.

Sospecho que yo nunca lograré jugarlo porque soy demasiado torpe. Además muchas veces mis amigos y conocidos se van a jugar entre semana cuando lo mío, lo mío, lo mío es estar encerrado en esta oficina a esas horas.
Me han platicado de gueyes que buscan desesperadamente que alguien les dé una acción en un campo o que se meten medio de incógnitos en algún fraccionamiento exclusivo para jugar de gorra. Por eso me huele a que el Golf es el deporte perfecto para una ciudad a la que le encanta fantochear: es caro, necesitas horas de oficina para practicarlo (o sea no asalariados) y se juega en las pocas y exclusivas áreas verdes de la ciudad.

Otra plática que me orilla a la hielera es cuando alguien propone que las Las Vegas es la ciudad de ciudades. Nomás no me salgan con que van a visitarla por los "shows de primera calidad" que allí se exhiben. No es cierto, lo que van a ver en esos shows son viejas encueradas que se ponen unos penachos muy coloridos para que no parezca table de Colón. Eso es como decir que ves Playboy para leer los articulos interesantes que allí se publican. No mamen.

También en total ignorancia sostengo que Las Vegas es pura ilusión, pura imagen, pura distracción, si necesitas tantas luces y tanto ruido en tus vacaciones es porque tienes un huecote existencial muy grande.
Me hablan del excelente servicio que todo mundo te da, pues claro, son gente que venadea muy bien al cliente, y que sabe de las propinas que puede dejar un tipo enfiestado que acaba de ganar alguna lana en las maquinitas.

Quizá todo lo que escribo es puro argumento de ardido, pues a mí no me alcanza ni para ir por el acumulado del Caliente, ni menos para comprar unos palos de Golf y una Lacoste.

lunes, 8 de octubre de 2007

Secsi


Un amigo que se llama como yo y que nació el mismo día que yo me dice que las mujeres que manejan camionetas pickup son sexys.

Yo le digo que quién sabe y le propongo que para mujeres sexys está Kat Von D.

Él me dice que no friegue, que ella parece la hija de Sasha Montenegro y del Maromero Páez.

Yo le digo que ella me parece sexy y que ya.

Domingüeva

Durante años mi proyecto de alquimia personal fue encontrar la manera de alargar el domingo. Ese día, como todos saben, termina más o menos a las cinco de la tarde, a partir de ese momento, empieza el pre-lunes y toda tranquilidad emocional desaparece.

Cuando era niño el pre-lunes estaba acompañado de la imagen de mi mamá recogiendo la cocina y la cochera luego de una carne asada con tíos y primos. No faltaba el sentimiento de culpa por no haber hecho la tarea mientras en alguna tele sonaba el deprimente repertorio musical de Raúl Velasco.

Luego descubrí que una de las maneras para alargar el domingo es meterse a un cine, en la última función, para salir con la equivocada convicción de que le has sacado provecho al fin de semana.
Otra es irte a cenar tarde, con el inconveniente de tolerar la jeta de los meseros que te ven entrar media hora antes del cierre.
A los que les gusta el futbol americano saben que una vez a la año la NFL les regala una alargada de domingo con el Super Tazón; mismo consuelo tienen los que les gusta el cine con la entrega de los Óscares.
Hay otras formas pero ninguna funciona (un vecino lava su camioneta todos los domingos a las 10 de la noche, pero presiento que tampoco le jala).

Ayer quise utilizar el Fórum para alargar el domingo. Estábamos ahí, en Fundidora, ya casi a la hora del atardecer y yo sentía el batazo en la nuca que me dan los pre-lunes. "Tengo que hacer algo para no irme a la casa", pensaba.
Gracias a una conocida nos enteramos que a las 9 de la noche se iba a montar un circo africano a unos metros de donde estábamos echando carreola. No me importó esperar más de dos horas sentado en el jardin a lado de un gordo y sus tres hijos que olían a salsa catsup.

Para ayudar al folclor macroplazero ahí mismo cambiamos el pañal a Mateo. Me dio gusto ver a otros papás con niños chiquitos, a todos ellos (a los papás) se les veía de lejos el pavor al lunes.
Finalmente empezó el circo que consistía en ver acrobacias de un grupo de negros bien mamados que simulaban ser changos trepando a un arbol falso mientras otro tipo de rastas tocaba percusiones.

Fue un buen número, Mateo gritó y aplaudió mucho. Creo que su madre fantaseó con uno de los simio-hombre y yo estaba contento de no estar en casa.

Antes de las 11 de la noche íbamos caminando rumbo al carro, cuando en uno de los rincones del Parque que tiene juegos infantiles vimos a muchísmos niños jugando en los columpios frente a sus relajados padres.

-"Todo mundo alargando el domingo", me dijo la Chula.
-"Sí, todos quieren, pero no se puede...", contesté.

viernes, 5 de octubre de 2007

Corbatear or not corbatear

Hace poco más de 10 años tenía tantos miedos como los tengo ahora, pero uno de ellos en especial me panicaba: corbatear.
Corbatear era (¿sigue siendo?) sinónimo de alienarse, de entregarse al sistema, de dar el viejazo, de abandonar la aventura, de perder identidad... bla, bla, bla.
Todavía en el último semestre de carrera aseguraba yo que nunca sería un especimen de oficina y que igual que mi papá usaría corbata nada más cuando fuera obligatorio para ir a una boda.
Algo que yo apostaba es que algunos amigos de ese tiempo corbatearían rapidísimo; se les notaba, según yo, porque ya tenían novia de varios años o ya estaban por casarse y seguirían los pasos de sus corbatísimos padres.
Pero mi planecillo de conservar el cuello libre terminó en octubre de 1997 cuando entré a trabajar. Ahora uso corbata de lunes a viernes.
Lo raro es que esos amigos que yo pensaba que se convertirían en ñores rápidamente resultaron ser unas riatas para hacer dinero, todos armaron su propio negocio y jamás deben usar corbata, ¡trabajan en jeans!.
Hace poco me topé con uno de ellos, (que hasta se dejó la greña), y el cabrón dijo esas palabras tan odiadas por mí, pero tan recurrentes por ellos:
"Pinche Eugenio, quién te viera tan formal, míralo, míralo...".

Los perros de la Sonia


Como no tengo nada que decir por el momento, les dejo la foto que me mandó una amiga de la prepa que veo mucho menos de lo que yo quisiera.
Sonia es una de las personas a las que sí les creo su amor hacia los animales, pues los protege mucho antes de que estuvieran de moda sus derechos, que ahora, gracias a Prodan o a Fundación Luca están de moda en Monterrey.

Sí, soy mi único lector

Siempre me han caído mal los editorialistas que hablan de sus "cuatro lectores" sabiendo que sus columnas son publicadas en periódicos con un tiraje de miles de ejemplares y que en realidad son leídos por millones de personas.
Sin embargo hoy me toca aferrarme a esa falsa modestia para asegurar que por el momento tengo un solo lector: yo.
Seguramente en unos minutos cuando lea lo que puse en este escrito inaugural de mi blog odiaré mis párrafos y probablemente me arrepentiré de alguna frase que se quedó medio mamila.
Ni modo, el chiste era empezar.
Probablemente un día me queden claras las razones que me motivaron a crear un blog. Por el momento contesto con la frase de una película cuyo nombre no recuerdo.
Ahí salía un tipo con la cara medio jodida, tirado en un sofá, con los ojos apuntando a una televisión prendida; después de suspirar decía: -"Creo que nunca me han escuchado".
Yo creo que ésa es una de las principales razones: no estoy seguro de que me hayan escuchado jamás, o peor, no creo que me haya explicado nunca. Y "más peor": no tengo la certeza de querer haber comunicado algo concreto en la vida.
Suena radical, pero es una dolencia que le he escuchado a varias personas.
Que este blog sirva, entonces, para intentar ser escuchado.
Me doy la bienvenida, y espero que pronto pueda darte la bienvenida a ti.