miércoles, 14 de noviembre de 2007

Cojo en chanclas

Por fin se me hizo venir en chanclas al jale.
Ayer me hice una rajada en la planta del pie izquierdo en el entrenamiento de karate. Ya ven que uno de los síntomas de la crisis de los 34 años es creer que todavía tienes 24 y como me tocó combate con un mocosillo de 21 años, (que está bien fuerte el pinche cabrón), pues me lucí haciendo cosas que a lo mejor ya no debería estar haciendo, pegándole al invencible.

Hice, la neta, más de cien desplazamientos y la lona del dojo terminó por quemarme la planta de mi plano pie. Entonces llegué a la casa con una ampollota reventada que mide unos 6 centímetros de diámetro, su aspecto era termino fabiruchis: rojo, hinchado y abollado. Una chulada de herida.

La Maga, que como todas las mujeres parece que se aventó seis semestres de Medicina porque opina de todas las enfermedades y sus remedios, me recomendó orear la herida todo el día y por eso me vine en chanclas al trabajo. Bueno, traigo un combinado, porque en el pie derecho sí traigo mi Hush Puppies bien boleado.
Lo malo es que he sentido el rechazo corporativo del mundo corbata, porque cada vez que voy al baño veo a los compañeros voltear sordamente hacia el pie afectado y notar mi ausencia de pedicure.

Lo único que me consuela es que para estos trámites incómodos de las enfermedades, madrazos, malestares y heridas siempre tendremos a Los Caracoles para que nos regresen la alegría de vivir. ¡Bailenle!

1 comentario:

Anónimo dijo...

ALBURITO Y NAYELIIIIIII