lunes, 5 de noviembre de 2007

El bulto

Llegué de Los Ángeles envejecido. Entre vuelos y salas de espera ayer desperdicié 12 horas de mi vida. Ahorita traigo desconectados todos los sistemas de mi organismo: al mismo tiempo quiero dormir, cagar, comer y llorar. Cómo cansan los aeropuertos.

Además, yo que soy de dos o tres espinillas buenas al año, ayer estrené una de ellas en la mejilla izquierda. Por eso a las azafatas les era imposible mirarme a los ojos cuando me ofrecían "algo de beber" porque inmediatamente su mirada se les desviaba al glorioso grano que en estos momentos se encuentra en su fase terminal, es decir, ya comienza a verse en su centro un luminoso punto amarillo rodeado de una aureola morada. Lo mejor de la adolescencia me persigue.

Pero a pesar de todo el desgaste físico llegué contento. Angelina sigue siendo una calavera espectacular. Nomás está de que empiece a hablar y todos los receptores tenemos que agachar nuestros egos. Nadie se atrevió a preguntarle de su supuesto embarazo, pero tampoco hizo falta la pregunta, porque fue una conferencia de prensa dinámica. Para mayor información lean el artículo que publicaré en la revista Top Magazzine de El Norte y Reforma el próximo 18 de noviembre. De Beowulf, sólo puedo adelantarles que es la película más sangrienta y entretenida que he visto últimamente. No se la pierdan en versión IMAX 3D.

Mientras la neurona me brinca para otro lado del cerebro les comento que hoy cumple años mi sobrina Fabiana. Muchas letras o muchas cervezas me hacen falta para explicar la relación que tengo con ella, pero ahorita no encuentro esas letras y no se me antoja ni una cerveza, entonces me limito a mandarle un remix virtual de abrazo y beso.

Ya me voy a comer. La Maga amenazó con darme gusto preparando "Pollito Saltado", que es de los mejores platillos que la comida peruana pudo inventar. Me ruge la tripa, me saliva la boca, pero más me urge una almohada. Soy un bulto que no encuentra acomodo.

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