Pero contrario a muchos niños de mi generación nunca coleccioné monitos de Star Wars, por los que ahora pueden pagar muy buenos billullos los maniáticos que atesoran artículos de esas películas.
Me acuerdo que la aparente inútil tarea de coleccionar cosas me hacía sentirme importante entre mis amigos y primos a los que enseñaba mi mini museo personal. Muy orgulloso guardaba mis colecciones para volverlas a sacar en cualquier momento; lo fascinante era verlas dispersas en la alfombra, contarlas y volverlas a guardar para repetir el proceso de sacarlas una vez más y así hasta el infinito. Creo que todas mis colecciones se estarán llenando de polvo en algún lugar de mi cuarto de soltero, si no es que ya pasó por ellas el camión de la basura.
Ahora nos toca a los papás de Mateo hacerle una colección del personaje de Mr. Potato Head e irónicamente los primeros ejemplares son éstos vestidos como personajes de Star Wars (foto).
Así que ya saben, si ven algún juguete del Señor Cabeza de Papa me avisan para ir incrementándole su colección. Parece inútil, pero coleccionar cosas es un deleite para los que nos gusta atesorar algo que no sirve para nada, mas que para tenerlo y contemplarlo.
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