Ramona anda muy seria porque no sabe cómo decirles a las personas que amablemente leen este
blog que su huevonazo
autor, o sea yo, se va a tomar unos días de
vacaciones y a lo mejor no escribe tan regularmente en los próximos
días.
Así es, a partir de mañana y hasta el miércoles 5 de diciembre no vendré a la oficina ni por error. Cuelgo la corbata y guardo los zapatos de charol. Como en la casa no tengo compu no podré escribir, pero a ver si de vez en cuando escribo algo desde la computadora de mis papás.
Antes de irme, aprovecho para dejarles algunos avisos útiles:
UNO.- Ya tengo dos meses con este blog. Mucho me ha servido escribir para quitarme las telarañas mentales que se me hacen todos los días. Yo soy un güey que piensa muchas cosas pero que no concreta casi ni una. Me agradezco la oportunidad de tener un espacio en el que puedan fluir algunas de estas ideas y más agradezco que ustedes se den una vuelta para leerme. Gracias también a los que me dejan comentarios, aunque sé que la mayoría de mis pocos o muchos lectores son del tipo "termita", es decir, que están conmigo aunque no se manifiesten, aunque no los vea.
DOS.- Precisamente ha pasado un año de aquella inolvidable noche en la que Maga y yo dormimos plácidamente por última vez. Era jueves, 23 de noviembre de 2006, y me acuerdo que pedimos una pixa y vimos en la tele Project Runway antes de irnos a la cama. Maga estaba a punto de dar a luz, por eso tenía que dormir de ladito. Yo también me puse de ladito, o sea que si nos hubieran visto desde arriba habríamos formado un paréntesis. Estábamos frente a frente con los ojos cerrados pero despiertos. No estaba prendido el clima y la ventana estaba abierta; corría aire fresco y había silencio. Recuerdo que los dos dijimos que quizá era la última noche en que dormiríamos así, sin contratiempos, porque al día siguiente teníamos cita con el ginecólogo que probablemente induciría el parto, pues creíamos falsamente que Mateo se estaba horneando de más en el vientre de su mamá. Aquella noche nos dormimos sin darnos cuenta, de pronto ya nadie habló, pero al día siguiente nos despertamos muy descansados y frescos, como nunca más nos despertaremos en la vida. Es cierto que la paternidad te quita el sueño.
TRES.- En el Mundial del 86 Maradona metió un gol con la mano y se atrevió a declarar después que había sido la mano de Dios la que lanzó el balón a las redes. Nadie le dijo nada al astro del fútbol en ese entonces. Así que no me vayan a criticar ustedes si les aseguro que el día que nació Mateo vi a Dios. O, si no lo vi, sí me sentí en Su presencia. Fue estar como en una nube, sin falsos romanticismos, sí, en una nube que borra todo tu pasado y en la que haces conciencia de cada segundo que estás viviendo. Hasta ese entonces eras un pendejo más en el planeta, pero de ahí en adelante eres el papá de alguien. O sea, eres papá y pendejo a la vez.
El chiste es que sale el bebé y ves a Dios, lo juro.
CUATRO.- Mi hijo se tardó 24 horas en nacer. Llegamos la Maga y yo al hospital un viernes 24 de noviembre a las 10 de la noche, y el cabroncito no asomó su cabeza hasta el sábado 25, a las 11 y cacho de la noche. Yo sí me pongo de pie ante la valentía de su madre quien se lo aventó natural, sin inducirlo, soportando contracciones fuertísimas y con sólo una dosis de anestesia hacia el final del parto. Pido un aplauso también para mi mamá quien estuvo afuera del cuarto, las 24 horas que duró el nacimiento, siempre guardando una distancia prudente, pero siempre presente.
Ese día, a un lado del cuarto en donde estaba la Maga pujando, murieron dos niños que hubieran compartido cumpleaños con Mateo. Siempre pienso que nuestros momentos de alegría fueron momentos de tristeza para alguien más, y agradezco a Dios estar en el lado bonito de esta historia.
CINCO.- Aviso a mis amigos que no haremos piñata a Mateo, sólo habrá un pedorrísimo festejo el domingo con abuelos, tíos, padrinos y ya. Pero para su segundo año, si Dios quiere, sí voy a despertar al Wicho Domínguez que en mí habita para hacerle a mi hijo un piñatón....¡de poca madre!!!
No importa que tenga que empeñar el pinche Astra, que tan chafo me ha salido.