Traigo las ideas como
gallinas recién liberadas del gallinero, cada una anda por su lado, cacaraqueando, caminando a lo
pendejo.
No he podido ordenar lo que pienso porque durante los últimos tres días me han llegado por los cuatro lados tantas manifestaciones de
cariño que los retorcidos pensamientos se han tenido que ir a
chingar a su madre. (
También ando muy maldiciento o como dicen en Durango: ando escupiendo puras "malas razones").Quisiera decirles que yo quise ser
trotamundos. En aquél tiempo tenía yo veintitantos años y mi único mérito había sido obtener en cuatro años un
diploma que me acreditaba como Licenciado en Ciencias de la Comunicación, pero yo no quería trabajar en una
oficina sino irme a la India a conocer a la
Madre Teresa de Calcuta, quería irme a dar un año de mi vida, pensar en jazz todo el tiempo, jugar con la Divina Providencia, depender del azar.
Primero volé al
DF (¿un trotamundos en avión?) en donde me ofrecieron trabajo como
modelo, hice un catálogo espantoso para
Woolworth y otro para
AVON. Salí en la revista SOMOS y en la ERES, hice un comercial para los jugos
Sonrisa (
disfrazado de Adán) en el que me doblaron la voz y sonaba bien chistoso. Fui dirigido por
Alejandro González Iñárritu en un comercial de
McDonald's. El güey era un trompo, nunca se estuvo quieto, todo su staff lo idolatraba porque él era en ese tiempo el director de comerciales más
chingón, aunque el que hizo conmigo sólo estuvo dos semanas al aire porque la verdad le salió
maletón.
Del
DF me pasé a
París, brinqué a
Barcelona, me sumergí en
Andalucía y me quedé sin un quinto. Viví de
prestado un tiempo hasta que mis papás me mandaron una lana. Nunca busqué
trabajo. Llegó diciembre y mi representante me decía que debía irme a
Milán ("capital" de la moda) para estar en la nueva temporada de
desfiles, pero yo insistía en irme a la
India. Mi lógica fue ésta: voy a Milán, hago dinero y de ahí me voy a la India. Volé a la ciudad italiana, renté un departamento compartido con un
gringo y un
inglés. Sólo me quedó dinero para comprar un cartón con 24 huevos. Comí huevo dos semanas, me alcanzaban 1.6 huevos por día. Mis pedos eran
letales. Nadie me contrató para un solo desfile y me quedé sin dinero y sin
huevos.
Regresé a
París en donde
Margarita volvió a recibirme en su casa y me prestó dinero para comprar el boleto de regreso a México. Estaba harto de no hacer nada, la fantasía se me había terminado. En mi cielo particular sólo había cinco nubes que formaban la palabra
LOSER. Llegando a Monterrey fui recibido mejor que el
hijo pródigo. La
Madre Teresa se me murió tiempo después.
¿Qué hace uno con los sueños
inconclusos?, ¿los cambia por otros?, ¿los sueños son
renovables?
Luego me convertí en oficinista, en esposo y en papá. No me
quejo. A veces lloro de felicidad pensando en lo feliz que he sido. Nunca me ha sobrado dinero, pero siempre he tenido todo lo que
necesito. Odio ir de
shopping porque los centros comerciales me quieren vender cosas que no necesito. Soy un clasemediero al que siempre le falta para pagar sus facturas, pero al que le sobran
mails de felicitación por su cumpleaños. Vivo en el "
apenitas" y en el "
ya mero", siempre traigo cara de "
no me alcanza", pero tengo más amigos de los que puedo recibir en mi casa. Mis papás son sanos, ilustres y
simples. Mi hijo no es un ángel, es
más que eso. La
Maga es un insuperable
acertijo que sigo descifrando todos los días; un acertijo que me
ama.
Hoy mi aventura se limita en conseguir una mesa en área de
no fumar y más tarde recibir un flan de
cortesía mientras cinco meseros me cantan las mañanitas y
Mateo le sopla a la vela.
Mundito el mío.
Edén interno. Vivo en una ciudad que todos los días atenta contra la
belleza de alguna u otra forma. En Monterrey te quedan tres salidas: construirte una realidad
paralela adentro de tu casa, estrellarte en un muro a toda velocidad o
escapar.
Ya tengo
35 años y apenas he concluido dos cosas: Nunca le voy a ganar a la
tecnología ni al sistema de
consumo. Me rindo. Ya no quiero jugar a las comiditas, ya estuvo bueno. Opto por la primera salida, me invento una
realidad paralela que empieza y termina en la sonrisa de mi hijo, en las ocurrencias de mi papá, en la paz de mi suegra, en la lógica de la Maga y en la inocencia animal de
Ramona.
Renuncio a Monterrey. No me mudo porque desde hace mucho tiempo se me terminaron los huevos, pero no pienso desgastarme más en su falsa maroma, en su primer mundo de
rancho.
Ayer fui al cine a ver la película
Camino Salvaje (
Into The Wild) que cuenta la historia de un
trotamundos real, con su gloria y con su
infierno, un trotamundos negado a ver el
amor que en los demás inspiraba pues estaba distraído en
encontrarse a sí mismo. Hace años quise ser así, creo que hasta hoy sigo queriendo ser así, pero el problema es que
no soy así. El bosque me
asusta como me asustan las fronteras y los idiomas. Nunca fui tan valiente ni tan
desarraigado.
A lo mucho soy un
trotamunicipios, de Santa Catarina voy a San Pedro y luego a Monterrey, y de regreso igual. No es queja, soy
feliz como también soy
desdichado. Mi aventura es predecible, tengo un mapa escrito con
crayola. Hoy opto por el
amor de los que me aman y no por la
admiración de los que en secreto me
envidian. El viaje es para
adentro.