miércoles, 5 de marzo de 2008

La panza nostálgica

Segunda noche en Buenos Aires; sigo vivo, pero ahora me siento más panzón. Es increíble lo que uno puede cambiar físicamente en 48 horas, y es que parece que en vez de venir a trabajar he venido a disfrutar una muestra gastronómica. A todo le entro sin freno. Ayer por ejemplo, me reventé media pizza grande en un sitio que se llama Filo. Es un restaurante mediano, bien ambientado y cuyo eslogan podría ser: "Más buenas que nuestras pizzas, sólo nuestras meseras". Y es que las que allí te atienden tienen muy buena forma, aunque les falla un poco el fondo, pues cuando les preguntas algo no profundizan nada, puro monosílabo se avientan.

Aquí me detengo un rato para diferir con todos aquellos que suponen que las mujeres argentinas son las más bellas. No lo son, es decir, tienen padre look, se visten bien, traen buena greña, huelen rico y manejan buen tono de piel... ¿pero y las nalgas, apá?
Así es, la pompa se ausenta en esta ciudad tanguera y peor se nota su falta porque todas usan jeans apretadísimos y a la cadera, muy abajo. Si las ves de espalda has de cuenta que estás viendo a cualquiera de los integrantes de The Ramones caminar: pelo en capas, nalga apachurrada y pantalones entubados. No he visto gran cosa por el momento, pero uno siempre está abierto a que lo sorprendan, entonces mañana igual y me retracto.

Además de la panza llena de bife me ha brotado una muy oportuna ampolla en el pie izquierdo, el más desobediente de los dos. Lo que pasa es que he caminado como burro de carga; me ofrecen tomar el metro (que aquí le llaman Subte) pero a mí eso de conocer las entrañas de las calles con tuberías salidas y aire caliente no me atrae. Prefiero caminar por la superficie y sentirme un poco ciudadano. Hoy visité el barrio de Boca y me paré frente al estadio de la Bombonera, vi la estrella en el piso que tiene Maradona, Batistuta y otros grandes.

Ya habrá tiempo de enseñarles fotos, pero quiero subrayar que también traigo un poco ampollado el corazón (chin, me salió frase como de Arjona, pero así me siento). Ando extrañando mucho a la Maga y a Mateo. Ayer, antes de dormirme me topé con el Discovery Kids y quise brincar medio continente para caer en la cama y abrazar al pibe boludo mientras toma su biberón y acariciar la espalda de la chula al tiempo que ella me propone hacerle un cambio a la casa, tirar un muro o lo que sea. Lo irónico de esto, es que el deseo de verlos surgió a raíz de ver Lazy Town, un programa que empecé odiando y que ahora es para mí una referencia y un recordatorio de que tengo una familia increíble.

En resumen, me está pasando la peor situación que a un viajero le puede suceder: Tengo tantas ganas de quedarme para seguir conociendo como tantas ganas tengo de irme para estar con los míos. El chingado péndulo de siempre. ¡Pelotudeces!, dirían aquí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

OSEA QUE LOS GUZMAN NO SON DE LA LAGUNA SINO DE ARGENTINA??????......POR AQUELLO DEL PLANI DGO YOOO!!!!!!I