Toda la carretera vi por el retrovisor a un niño sonriente que para mi fortuna no era Hugo el niño de piedra porque me surro allí mismo. El niño que me observó y que me abrió su sonrisa de Bugs Bunny durante la mayoría del viaje es Mateo, mejor conocido en algunas partes de Texas como el "El Bebé Indocumentado", pues cruzó la frontera con su pasaporte vencido. Parte de la culpa la tienen sus papás quienes no se dieron cuenta que el documento venció el 12 de febrero pasado, pero otra parte de culpa la tiene nuestro gobierno que te exige que un menor de tres años no puede sacar un pasaporte con una vigencia mayor al año.
Ahí nos tienen a la Maga y a mí empacando todo el mugrero el martes a medianoche. En eso se me ocurrió echarle un vistazo al pasaporte de Mateo porque en la foto sale bien chistoso ¡y madres!, noté que ya había caducado. Primero se me cayeron los huilburs al piso, luego la quijada y enseguida me empezó una picazón en el cráneo que es indicativo de que ahí viene la chingada preocupación. Y lo peor es que yo soy bien obsesivo con esas cosas pero nunca se me ocurrió que ya había pasado un año desde que se lo tramitamos.
En la mañana del miércoles todos empanicados fuimos a la Secretaría de Relaciones Exteriores para ver si le sacábamos un pasaporte exprés, pero la burocracia jaladora se tomó dos semanas de descanso. Más tarde nos cubrió el velo del más puro valemadrismo y agarramos carretera, total si no nos dejaban pasar nos lanzábamos a zacatecas o a tampico, pero sin vacaciones no nos quedábamos, chinguesumá. Lo "Sergio Valiente" se me fue quitando en el puente porque a los aduanales, y en general a todo individuo que usa uniforme, lente oscuro y trae de la mano un pastor alemán, yo les tengo un respeto profundo muy parecido al terror. Afortunadamente nos tocó un oficial alivianado que sólo nos pidió las visas gringas (esas sí con 10 añotes de vigencia) y hasta se tomó el tiempo de decirme que él también se deja la barba en vacaciones, je-je-je-ji-ji-ji-ju-ju-ju, pura risilla nerviosa de mi parte y ¡vámonos!.
Llegamos a Austin muy agradecidos con la buena suerte. La Maga, el "espaldita mojada" y yo venimos con otras cuatro parejas que tienen niños chiquitos, así que no les puedo decir que hemos descansado. Otro detalle macabro: Bernardo, nuestro amigo anfitrión, nos aseguró que en la casa donde estamos durmiendo se aparace el fantasma de Mr. Hunt, el antiguo dueño. Añadió que el ruquillo te sorprende en la cocina y te eriza el pelo de la nuca. Así que a lo mejor habrá más sustos, pero aún nada se compara con el pánico que sentí al ver el pasaporte vencido de mi hijo la víspera del viaje. Seguiré informando.
Hello world!
Hace 1 mes
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