martes, 11 de marzo de 2008

Está perro

El cariño o la indiferencia que la gente le tiene a los animales es como una cirugía plástica mal hecha: se nota.

Al menos yo puedo diferenciar a los seres humanos que tienen mascota de los que no la tienen. Ni unos son mejores que otros, pero los que se comprometen a cuidar, respetar y mantener a un animal y además tratarlo como un miembro más de la familia son personas más completas, en mi muy humilde y debatible opinión.

He visto familias emocionadas con la llegada de un cachorrito a la casa, pero luego con el estrés diario, la acumulación de cacas y el consumo de tiempo de los hijos, el perro poco a poco termina aislado, haciéndose amigo del bólier en el patio, o peor, de la antena del sky en el techo. Otros perros acaban regalados a ranchos (porque allá sí tiene espacio para jugar, es la barra) o alguien "los pierde" de repente.

Ramona fue nuestra hija única durante casi dos años antes de que Mateo llegara a escena. Admito que ha sido muy difícil para nosotros (más para mí) tener un tiempo del día para dedicárselo a nuestra perra, y que muchas veces reniego de ella. Pero también admito que nada se compara a ver la relación que han desarrollado Ramona y Mateo. Los dos juegan, se revuelcan, se buscan, se llenan de babas. Se tratan con cariño; él es más tosco y ella es más cuidadosa.

Recuerdo cuando llegamos del hospital con Mateo recién nacido y la Maga le dio a Ramona unos calcetincitos que Mateo había usado en los cuneros para que ella fuera conociendo su olor. No les puedo describir a detalle la emoción que tenía "Ramis" la primera vez que lo vio envuelto en sábanas y la primera vez que le lamió sus piecitos. Lloraba emocionada cuando lo veía.

Esa semana de adaptación fue la misma en la que Ramona se rompío uno de los ligamentos de su pata derecha trasera. La pobre cojeaba, entonces la llevé al veterinario y éste me salió con la novedad de que era necesario operarla y ponerle una prótesis, pues con el tiempo podría perder la pata. Qué padre, qué bonito, qué chulada. El chistecito me salió en 4,500 pesos, es decir, más de lo que me cobró el pediatra que recibió a Mateo. Además debíamos hacerle curaciones y tenerla muy consentida (a la muy perra).

Ahí supe que las mascotas son un paréntesis de alivio en nuestra vida, pero también son una joda. Sin embargo, y aquí los que tienen perro me van a entender, las mascotas son una joda que vale la pena. Son como el trabajo, el matrimonio, los hijos o el ejercicio: todas son jodas que valen la pena.

La desventaja que tienen los perros es que en esa relación hombre-perro la decisión de fidelidad siempre la tiene el hombre pues los perros, me consta, son fieles hasta el final. En otras palabras, es el hombre quien primero se cansa y se aburre del perro, no al revés.

Ay, cabrón, ya me extendí demasiado. Yo lo que quería era recomendarles que renten la película El Perro (foto). Es una cinta argentina buenísima, pero advierto que es una de esas historias en que no pasa nada explosivo ni espectacular. Tuve la suerte de conocer a Margarita Jusid, quien se encargó de la dirección de arte de este filme y me platicó que todos los que ahí salen no son actores profesionales sino personas comunes y corrientes que el director fue escogiendo en un largo casting. Yo no lo podía creer, pues a mí lo que me gustó más fueron precisamente las actuaciones.

Bueno, si pueden véanla y otro día seguimos platicando de perros, porque el tema da para mucho.

3 comentarios:

la burbuja de yol dijo...

Amigo, tu sabes que adoro a los perros pero que puedo decir de esta película...solo que que bueno que advertiste que no pasa nada explosivo ni espectacular y que tampoco tiene final!!!, lo que si estoy de acuerdo es que los actores si se ven muy reales. en lo personal me quede con ganas de mas.

Ñets dijo...

Yolita, ¡sí tiene final!, pero no lo puedo contar aquí para no estropearles la sorpresa a los que no la han visto.

la burbuja de yol dijo...

NO TIENE FINAL!!!!