Con su crema, su limón, su mayonesa, su mantequilla, su chile y su queso fresco rallado se tapiza el elote. Te lo echas asado o hervido, pero entero, para que al final puedas chupar el agua a la mazorca. Notarás que ese líquido sabe más a maíz que los propios granos. Chúpale pichón, piérdele miedo al albur, y succiona esa agua, como niño, aunque sea nomás para divertirte con el ruido que hace tu boca hecha una aspiradora. Huélelo mientras lo absorbes. Es muy difícil despedirse del cadáver de un elote. Un buen elote no se olvida.
Desesperado para terminar la bendición de los alimentos, Yuyo empezaba a comerse los elotes como si tuviera dos días amarrado. A tarascasos. Sin misericordia, sin el Manual de Carreño en la memoria. A la tercera mordida se olvidaba de los demás en la casa y no quitaba la mirada del objetivo; una vez que su presa quedaba pelona, agarraba otro elote, de preferencia de grano duro, para continuar con el exterminio.
Si aquél mediodía había invitados en la mesa a Yuyo le valía madre, lo mismo se ensuciaba de mayonesa y hablaba y bromeaba con los granos molidos todavía en la boca. Tenía tanta razón, a un elote no se le devora despacio, no hay que dejar que se enfríe; antes de que se dé cuenta hay que dejarlo calvo y sin dientes. Eres tú y el elote, nomás. Su primera venganza es dejarte como un marrano que no puede usar las patas para llevarse la comida al hocico. Pero no importa, para limpiar la zona de combate hay muchas servilletas, o mucha mano, o mucha manga. Su otra venganza es dejarte entre los dientes hebras amarillas y pelos castaños, por eso debes acercarte a un espejo y sonreír, para verte como un chacal o como un vikingo, o como un preso político. El hermano del choclo se come con la boca y con las manos, pero los prudentes se lo sirven en vaso y con cuchara. Aburridos.
Hoy iba a contarles que el domingo fuimos a ver a Manu Chao con todo y Mateo. Iba a decirles que bailé como idiota ("Yo vengo del Ho-yo-yo"), que redescubrí la Huasteca, que amé su explanada, que sudé con la izquierda fresa (o bonita) de México y de Europa. Les iba a subrayar que la vida es más colorida los fines de semana, que se convierte en música, en hijos que corren en medio de un montón de vagos. La vida es también encerrarte en un baño portátil mientras 5 en la fila patean la puerta. La vida no tiene nada que ver con conducir tu carro, la vida es caminar. Hoy me iba a poner romántico y menso, iba a postear todas esas cosas que el domingo vi y viví, pero recordé que antes de entrar al concierto me eché un elote que estaba tan bueno, que tuve que darle el papel principal de esta entrada. Todo lo demás quedó en segundo plano.
Un buen elote te expropia. Lo hizo antes con Yuyo y lo hizo el domingo conmigo.
Hello world!
Hace 3 meses
5 comentarios:
Y la Lupita sólo fue a recoger piedritas a la Huasteca, y no se comió un elote....
patetica.
me quise parar en varios puestecitos de elote, pero traia una ristra de carros detras, y como siempre se dice, "........ de regreso llegamos" y no llegamos.
y dijimos, luego volvemos )=
Que envidia, por el elote, por mi Manu, por México, ¿tu no querrás cambiar? Venezuela no está tan mal, nada más que aquí al elote le decimos jojoto y no lo comemos entero, como los golosos de tus tierras.
ya no me estes antojandooo!!! aun tengo el antojo del duvalin de cuando contaste que le sablean los dulces a Mateo, imaginate!
saludos,
L
Tu post del 25 de septiembre estuvo bien chingón y bien coherente. De los que más me han gustado.
Sorry que no comente tan seguido pero es fecha que no tengo interné, snif. Y dirás: "Ah, pero bien que subes posts a diario en tu blog, cabrón"; pero es que los dejo programados el fin de semana (o cuando me doy una escapada en la oficina, jeje) pa que se publiquen en toda la semana, jojojo... Bendita tecnología.
Saludos Eu...
Has hecho muy bien. El elote era lo primero.
Saludos
Antonio.
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