martes, 6 de mayo de 2008

Cuatro temas

Pido perdón a los lectores que les da flojera leer porque este post es medio largo, pero es que amanecí rollero.

PRIMERO.- Muchas veces después de aventarme la orinada de las tres de la mañana regreso a la cama con una terrible imagen, cuando volteo a la cama y me doy cuenta que me casé con una cabeza redondita (como pelota de tenis) que apunta hacia el techo con un rictus de momia.

La Maga se tapa hasta la barbilla, y entonces toda la cama se convierte en una serie de arrugas de edredón que forman un arcoiris café cuyo centro es la cara de mi esposa. No le veo su cuerpo ni las curvas de su feminidad, solo veo montículos de sábanas, medusas de tela y encima de la torre de almohadas su cráneo de manufactura peruana. Me siento como esa escena de El Padrino I cuando un tipo se despierta a lado de la cabeza mutilada de un pura sangre. Yo odio taparme desde que era niño porque en casa de mis papás había unas colchas tan pesadas que parecían rellenas de pluma de avestruz y con las que mis pulmones asmáticos se sentían prisioneros. Por eso me acostumbré a dormir a pelo, destapado sin importar que haga frío.

En cambio la Maga es fanática del empalme. Me llama la atención que sin importar cómo esté la temperatura exterior, ya sea durante un verano asfixiante o una primavera bochornosa, mi esposa disfruta la claustrofobia horizontalizada. Cosas de casados, ay ay ay.

SEGUNDO.- Josef Fritzl, el austriaco loco que encerró a su hija durante 24 años y que tuvo hijos-nietos con ella, se aventó una mexicanada muy buena al decir que si él hubiera querido habría matado a todos y que así nadie se hubiera dado cuenta y no se hubiera hecho tanto pedo al respecto. Es decir, según este señor un hecho macabro no es tal hasta que alguien más se da cuenta, por eso digo que su caso y su ideología ejemplifican el mexicanísimo dicho de "Pena es robar y que te cachen". Los mexicanos así nos manejamos, en lo oscurito podemos ser bien mañosos y durar así toda la vida. O sea, lo vergonzante no es andar de pedófilo, ladrón, asesino, narcotraficante, golpeador de mujeres o drogo, lo vergonzante es que los demás se den cuenta. Me imagino que éste es el génesis de nuestra costumbre a dar mordida, a cualquier escala, porque dando mordida nos arreglamos en lo oscurito mientras aparentamos ser ciudadanos respetables a los ojos de nuestros vecinos.

TERCERO.- Ya que hablo de mexicanadas se me ocurre pensar que los grandes males de los mexicanos se reflejan en las pequeñas costumbres de los mexicanos. Un ejemplo. Un día fui al Pollo Loco de Santa Catarina y me encontré con el pópulo característico de la región: familias grandes llegando en camionetas tipo carcacha-legalizada con vidrios polarizados. Me vale madre convivir con cualquier tipo de escenario social, ése no es el punto, lo importante fue lo que vi después. En estos restaurantes hay una barra en donde ponen salsas, servilletas y totopos a granel para que los consumidores del pollo asado se sirvan. Me llamó la atención que muchos padres de familia agarran todos los totopos que sus manos y abrazos puedan sostener. ¡Total, son gratis! y chinguesumadre, aunque no nos los comamos vamos a partirles en su madre a los totopos y de paso al restorán por putos, me imagino que es su lógica. Luego ves las mesas y hay montones (no exagero) de totopos llenos de salsa (que también es "gratis" y por lo tanto hay que aprovechar) que se quedan ahí, humedeciéndose, intactos, nadie se los come, pero el chiste del mexicano es agandallar cuando se pueda.

Otro ejemplo. Una señora medio fresa que trabaja aquí se estaba quejando el otro día en el elevador del cochinero en que está convertido el Parque de la Huasteca a donde cada fin de semana llegan los caguameros a echar desmadre con sus grabadoras y a tirar basura entre los mezquites. No puede ser, decía la señora, que el único espacio bonito de Santa Catarina esté en esas condiciones. Alguien del elevador le preguntó que si ella había visitado el Parque alguna vez. "No, nunca", contestó. ¡Ajá!, así somos los mexicanos quejosos, nos metemos (según nosotros) a defender aspectos de la patria sin conocer el tema. Nos quejamos de lejitos, porque así es más cómodo que al momento en que nos pidan nuestra ayuda para resolver los problemas nos hagamos güeyes. Me imagino a una señora fresa de Suecia, por ejemplo, yendo a algún parque público de su ciudad primermundista y notar que hay basura. Me imagino a esa señora fresa recogiendo algo de basura y mandando una carta a su Alcalde para solucionar el problema. Me la imagino también organizando a sus vecinas para hacer brigadas de limpieza y exigiéndole al administrador del parque multas severas a los que tiren basura, así como una cuota alta para que sólo entren los que puedan cuidar el entorno. Luego me la imagino como mexicana y la fórmula no me resulta porque aquí se vale la crítica, pero no la acción, porque aquí siempre tenemos otras cosas más "importantes" que hacer como acumular riqueza (poca o mucha) para después gastarla viajando a otros países en donde (allá sí) respetaremos las leyes y el medio ambiente.

Un ejemplo más. En los baños de la empresa en donde trabajo hay dos recaditos que dicen: "Por respeto a tus compañeros, bájale" y "No tires papeles o chicles en el mingitorio, por favor usa el basurero para eso". Estos mensajes son puestos por el personal de intendencia que ya está harto de que los que allí meamos no le bajemos al mingitorio y que éste se quede lleno de mierda amarilla, pelos y chicles que terminan por taparlo. Yo me pongo a pensar que todos los usuarios del baño, se supone, tenemos una carrera universitaria y recibimos una más o menos cuidada educación. Entonces, ¿por qué es imposible para nosotros los "empleados educados" bajarle al baño? En primer lugar creo que por el asco de tocar la palanca que desata el sistema de agua y que seguramente ha de tener una que otra bacteria urinaria ajena. Lo que tenemos que hacer los que sí le bajamos es accionar la palanca con el codo que está protegido por la camisa y así evitar el contacto directo con la zona "infectada". Hay otras maneras de hacerlo cogiendo un pedazo de papel para bajarle o ya de plano hacerlo sin protección y luego correr a lavarte las manos con jabón extra. Lo que me preocupa es que hay algunos que no le bajan luego de hacer sus cochinadas porque saben que los intendentes están ahí para hacer ese trabajo sucio y que "para eso les pagan". En este caso nos estamos enfrentando a la mexicanada más nociva de todas: No hacer lo que tenemos que hacer porque finalmente algún otro pendejo lo tendrá que resolver.

CUARTO.- Dios quiso que Mateo siguiera siendo el Rey. El bebé que mi hermana está esperando será niña por lo que mi hijo (el más amado) seguirá siendo el único niño-monarca de la casa, hasta ahora. ¿Un pensamiento muy machista?, sí, perdón, pero viva el Rey.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estuve casi un mes sin leer tu blog,mis papas viven en la edad de piedra ni modo

Te confieso que extrañe mil tu blog!! ya me estoy poniendo al corriente :-)
si asi fuera de aplicada para otras cosas jajaja
saludos,
Lourdes
:-P