lunes, 31 de marzo de 2008

Examen parcial

Cuando era chiquillo la parte de los exámenes que más me gustaba era la de Falso o Verdadero, porque era el único momento de la prueba en que tu sabiduría y tu ignorancia jugaban a la par, cada una con un 50 por ciento de probabilidad. Así que con el pretexto de mis más recientes (y fugaces) vacaciones aquí les dejo un examencillo leve, cuyas respuestas pueden variar de acuerdo a sus propias experiencias.

  1. Llegas de las vacaciones bien descansado y con muchas ganas de trabajar y de cambiar el mundo. Falso o Verdadero.
  2. En vacaciones comes más saludable y ordenado pues estás más consciente de las calorías. Falso o Verdadero.
  3. El mejor invento que existe es el aparato DVD portátil con el que los niños chiquitos pueden ir hipnotizados viendo a Elmo durante todo el camino. Falso o Verdadero.
  4. Como buen mexicano que soy no gasté dinero de más ni abrumé a la tarjeta de crédito y hasta dejé un dinero extra para llegar a Monterrey menos quebrado. Falso o Verdadero.
  5. Es muy emocionante llegar a tu casa luego del viaje y bajar todo del carro para descubrir cientos de partículas de papitas, galletas y chocolates en el asiento de atrás, además de paletas sin terminar. Falso o Verdadero.
  6. A los niños se les piratea el horario en vacaciones. Por ejemplo, Mateo se dormía más tarde de lo normal y se despertaba mucho más temprano. Falso o Verdadero.
  7. Nada se compara a esa extenuante y al mismo tiempo reconfortante experiencia de estar con tu hijo 24 horas al día. Falso o Verdadero.
  8. El 95 por ciento de las compras que haces no tienen nada que ver con mejorar tu guardarropa, sino con las cosas que le hacen falta a tu casa y a tu hijo. Falso o Verdadero.
  9. IKEA resultó ser una tienda interesantísima para Eugenio. Falso o Verdadero.
  10. Aunque llegues bien fregado y bien quebrado, sientes que lo más importante de regresar a trabajar es poder pagarte después otras vacaciones con tu familia. Falso o Verdadero.

sábado, 29 de marzo de 2008

Ratito

Y entonces Dios para que Adán y Eva se la pelaran un poco más le dio a cada quien un significado distinto de la palabra "ratito". Para él un ratito no es más de 30 minutos, mientras que para ella el ratito abarca desde una hora hasta toda una mañana.
Hace tres horas que la Maga y su Comadre se fueron a Target, con el argumento increíble que regresaban en un ratito. Nos dejaron aquí a las crías que tienen la casa medio volteada. El hambre aprieta. Vamos a ver cuánto más dura este ratito...

jueves, 27 de marzo de 2008

12-02-2008

Toda la carretera vi por el retrovisor a un niño sonriente que para mi fortuna no era Hugo el niño de piedra porque me surro allí mismo. El niño que me observó y que me abrió su sonrisa de Bugs Bunny durante la mayoría del viaje es Mateo, mejor conocido en algunas partes de Texas como el "El Bebé Indocumentado", pues cruzó la frontera con su pasaporte vencido. Parte de la culpa la tienen sus papás quienes no se dieron cuenta que el documento venció el 12 de febrero pasado, pero otra parte de culpa la tiene nuestro gobierno que te exige que un menor de tres años no puede sacar un pasaporte con una vigencia mayor al año.

Ahí nos tienen a la Maga y a mí empacando todo el mugrero el martes a medianoche. En eso se me ocurrió echarle un vistazo al pasaporte de Mateo porque en la foto sale bien chistoso ¡y madres!, noté que ya había caducado. Primero se me cayeron los huilburs al piso, luego la quijada y enseguida me empezó una picazón en el cráneo que es indicativo de que ahí viene la chingada preocupación. Y lo peor es que yo soy bien obsesivo con esas cosas pero nunca se me ocurrió que ya había pasado un año desde que se lo tramitamos.

En la mañana del miércoles todos empanicados fuimos a la Secretaría de Relaciones Exteriores para ver si le sacábamos un pasaporte exprés, pero la burocracia jaladora se tomó dos semanas de descanso. Más tarde nos cubrió el velo del más puro valemadrismo y agarramos carretera, total si no nos dejaban pasar nos lanzábamos a zacatecas o a tampico, pero sin vacaciones no nos quedábamos, chinguesumá. Lo "Sergio Valiente" se me fue quitando en el puente porque a los aduanales, y en general a todo individuo que usa uniforme, lente oscuro y trae de la mano un pastor alemán, yo les tengo un respeto profundo muy parecido al terror. Afortunadamente nos tocó un oficial alivianado que sólo nos pidió las visas gringas (esas sí con 10 añotes de vigencia) y hasta se tomó el tiempo de decirme que él también se deja la barba en vacaciones, je-je-je-ji-ji-ji-ju-ju-ju, pura risilla nerviosa de mi parte y ¡vámonos!.

Llegamos a Austin muy agradecidos con la buena suerte. La Maga, el "espaldita mojada" y yo venimos con otras cuatro parejas que tienen niños chiquitos, así que no les puedo decir que hemos descansado. Otro detalle macabro: Bernardo, nuestro amigo anfitrión, nos aseguró que en la casa donde estamos durmiendo se aparace el fantasma de Mr. Hunt, el antiguo dueño. Añadió que el ruquillo te sorprende en la cocina y te eriza el pelo de la nuca. Así que a lo mejor habrá más sustos, pero aún nada se compara con el pánico que sentí al ver el pasaporte vencido de mi hijo la víspera del viaje. Seguiré informando.

martes, 25 de marzo de 2008

Road trip

Ayer les platiqué del romance que tiene la Maga con IKEA, y hoy les comentaré de una parte de las vacaciones que a mí me gusta mucho: manejar en carretera. Lo raro es que andar detrás del volante en la ciudad me pone de mal humor, pero la carretera tiene efectos terapéuticos en mí. El chiste es elegir buena música y que la naturaleza ponga de su parte para que no te llueva.

Este placer carretero es relativamente nuevo, porque de niño no era nada divertido viajar en un Renault 12 sin clima de Monterrey a Durango, tierra en la que nació mi mamá y que era nuestro principal destino vacacional.

Recuerdo que salíamos muy temprano porque mi papá tenía (tiene) la teoría de que después del mediodía todas las carreteras se llenan, entonces había que ganarle al tráfico. Íbamos con lonches, fritos, sodas, algunas almohadas; pero las que no podían faltar eran un par de toallas que colgábamos de los vidrios como cortinas cuando "la calor" se ponía grosera. La mera elegancia, salíamos de viaje Totalmente (Gómez) Palacio.

Mi mamá no tardaba en dormirse, pues dice mi papá que ella nomás no ve semáforos y se queda jetona. Para Irene y para mí era casi imposible dormir con ese solazo y ese ventarrón. Apenas llegábamos a Saltillo y ya le andábamos fregando a mi papá preguntándole cuánto faltaba para llegar.

La primera parada a mear ocurría invariablemente en Paila. -¿Alguien quiere ir al baño?, aprovechen ahorita porque ya no me voy a parar- nos amenazaba mi papá. Entonces llegábamos a un restaurancito bien amolado que tenía una puerta dura de tela de alambre que rechinaba y se azotaba a cada rato. Nunca había jabón para lavarte las manos, pero como consuelo te ponían detergente en polvo Salvo (¡me salva!) con el que salías del baño oliendo a una mezcla extraña de entre chacha y lima limón.

Otra parada obligada era Torreón para visitar a la tía Muñeca. Aunque nunca le avisábamos que íbamos a caerle siempre nos recibía como si ya nos estuviera esperando. Llegábamos a su casa a la hora de la comida y entonces la hermana de mi papá sacaba del refri todo lo que tuviera para darnos de comer. A veces mi primo "Luisín" (que ya está llegando a los 40 pero le seguimos diciendo Luisín) se lanzaba por unas tortas de pierna al puesto del "Perico".

Luego de una larga sobremesa nos íbamos despidiendo de la tía Muñeca y a ella siempre se le salían las lágrimas, ¡apenas habíamos estado dos horas con ella y ya nos extrañaba! La despedida siempre era la misma rutina: nosotros encima del calientísimo y sofocante Renault mientras toda la Muñeca's Family afuera de la casa nos despedía una y otra y otra vez; ella no dejaba de llorar pero nos chiflaba fuertísmo, (como si fuera el albañil mejor entrenado), hasta que nos desaparecíamos por la avenida. Todos nos cagábamos de risa. Bien comidos dejábamos atrás la zona de la Laguna, pero si mi jefe todavía traía un antojito se detenía en Cuencamé para comprar gorditas rellenas de deshebrada con chile rojo, frijoles y nopalitos. -¿Quién va querer gorditas?- nos preguntaba echando grito aún sabiendo que el único antojado era él.

Y así tomábamos la recta final del viaje, otras tres horas para llegar a Durango en donde nos esperaban mis abuelos maternos, Pane y Mane, de cuyas vidas e historias podría escribir muchos renglones más, pero que por el momento dejaré su memoria en paz.

Pues sí, mañana salgo a carretera, espero que para el viajero novato que es Mateo la experiencia le resulte agradable. La Maga es como mi mamá, se duerme mucho antes de la primera caseta. Que Dios nos bendiga. Si me topo con una compu me meto a saludarlos, si no, por aquí nos vemos el lunes.

Felicidades, hijito

Saludos, besos y abrazos para el comandante Mateo, líder del escuadrón de las Fuerzas Infantiles de Revolución Pacífica (FIRP), quien hoy cumple un año y cuatro meses de combate duro y tupido. Sus papás, ya casi convertidos en ceniza, agradecemos profundamente a Dios por habernos regalado este pedacito de caos que nomás está tranquilo cuando duerme (y sin soltar su paleta). ¡Felicidades!

lunes, 24 de marzo de 2008

La Maga tiene un amante sueco

La Maga anda de humor efervescente porque en unos días vamos a visitar IKEA, el amor de sus amores. Es en serio, sospecho que mi esposa está enamorada profundamente de esta tienda de origen sueco, mientras que a mí la mera neta me da mucha flojera siquiera entrar en ella, como me da mucha flojera entrar en los home depots, mueblerías, ferreterías y viveros.

-Nombre, no sabes lo que dices, vas a estar ahí y todo te va a encantar-, me dice mi vieja toda emocionada, pero a mí eso de ir a ver muebles no es un plan ideal de vacaciones.

La Maga no lee ni la Cosmo ni la Vanidades, ella lo que lee todo el año (¡todo!) es el grueso catálogo de IKEA. Se lo lleva al baño, a la sala, al comedor y en cualquier tiempito libre repasa sus páginas; luego me lo pasa y me dice cosas como ésta: -Mira amor, ¿ya viste ese sillón rojo?, ¡qué bonito y está a 49.99 dólares!-. Uuuuuy que paique, pienso yo...

Lo peor del asunto es que todas las cosas que ahí venden son para que tú las armes "fácilmente" en tu casa, una mala noticia tomando en cuenta lo nalga que soy yo para ensamblar cosas. Ya una vez intenté armar el cambiador de Mateo con mi papá, que es otro ser humano inepto para las tareas carpinteriles. Ahí nos tienen a Nalga Senior y a Nalga Jr. martillando piezas y atornillando patas sólo para darnos cuenta al final de que todo lo hicimos mal y órale a desarmar todo el mugrero. Nos tardamos un ratote, pues habíamos apretado tan fuerte la primera vez que algunos tornillos se habían barrido. Terminamos echando madres, sudados y adoloridos, toda una experiencia de integración familiar.

En cambio la Maga se entretiene mucho descifrando cómo fregados van las piezas de un mueble armable. A mí me caen muy mal esos instructivos porque te ponen muy fácil el proceso según ellos: Que si los clavos "A" van en los hoyos "B", y que el tornillito "C" es muy importante y que no lo debes perder porque con ése se arma todo el pedo y tú buscando el tornillito debajo de la cama porque ahí fue a parar cuando abriste la caja, y entonces vas por la escoba para empujar el tornillito hacia a ti, lo empujas con fuerza y oyes que golpea el tornillito en algún lado del cuarto pero no lo ves y hasta te empinas al ras del suelo para ver si lo ves, pero a lo mejor Ramona ya se lo tragó, y como no lo encuentras el mueble termina medio endeble y ni le puedes poner una maceta encima porque sin el tornillito chingado no quedó bien y se puede caer, y entonces tu esfuerzo queda inservible porque en ninguna ferretería local venden ese tipo de tornillitos, etc...

Pues sí, volviendo al tema, en unos días nos vamos de vacaciones a Austin, y a mi mujer lo que más le entusiasma del viaje es ir a IKEA. Estoy seguro que su fantasía sexual es que yo me disfrace de trailero y rente un doble semi-remolque para llenarlo de chucherías decorativas. Además he descubierto que la Maga no está sola en su amorío ikeaesco, pues ese extraño romance lo experimentan otras mujeres como mi amiga Yola, que nomás supo que íbamos, abrió los ojos de emoción y ya prepara una lista de encargos.

Ya nada más para aplicarme el jarakiri completo les pregunto: ¿a ustedes no se les ofrece algo de IKEA?

jueves, 20 de marzo de 2008

Realidad mañanera

El mejor momento de la mañana es cuando oyes que tu hijo se ha despertado. El peor momento es el mismo.

Eugenismos I

No se trata de que los hijos nos convierten a los pesimistas en optimistas. No, la cosa se pone peor, porque los hijos lo que hacen es transformarnos en pesimistas con esperanza, que es un estado emocional mucho más complicado. El pesimista con esperanza, a diferencia del optimista, sigue viendo el panorama entre negro y renegrido, entre torcido y truculento, se sigue auto boicoteando pensando en que las cosas no van a mejorar, pero por otro lado intuye en su estómago un insólito bienestar que le asegura que pronto todo va a estar mejor.

Para el pesimista con esperanza la vida sigue siendo un asco tolerable, pero ahora le encuentra un sabor dulce a los días, un gusto agradable que se dispara cada vez que su hijo, antes bebé, ríe a carcajadas. El pesimista con esperanza es blanco fácil de autores motivacionales porque la paternidad le ha implantado una urgencia de "ser mejor persona" aunque en el fondo a nadie le cree y nadie lo inspira salvo su familia, los amigos, las canciones y una que otra línea de Julio Cortázar.

El pesimista con esperanza sabe que la utopía sólo se logra en lo particular, no en lo general; en lo personal, no en lo social; el paraíso perdido puede ser encontrado de la puerta de su casa hacia adentro, no hacia afuera. Sin embargo, con la llegada de los hijos, el pesimista con esperanza platica con Dios y le dice que no estaría nada mal modificar la conciencia mundial para que esta tierra sea un mejor lugar para todos. Reza por un mundo ideal para sus hijos, no tanto para él.

La paternidad no cambia al pesimista, sólo le da el placer y al mismo tiempo el sufrimiento de tener esperanza. Y eso tiene dos filos, por un lado es como darle la llave maestra de la cárcel al preso más peligroso, pero también es similar a darle de beber al sediento y de comer al hambriento. El pesimista que es papá o mamá tiene que descubrir qué hacer con el pedazo de esperanza que recibió como regalo después del parto y que venía escondido entre las axilas del bebé. Por lo menos en nuestro caso, Mateo no trajo torta, trajo esperanza. ¿Y ahora qué hago con ella?

miércoles, 19 de marzo de 2008

Secsi XI

Ya se había tardado, de hecho pensé que no seríamos amigos nunca más porque no me hablaba, pero hoy en la mañana mi compa, ese tocayo que nació el mismo día que yo, me invitó a desayunar.

Fuimos al comedor Los Prados de Tecolutla a echarnos unos tacos de cortadillo. Ahí, en pleno tarascazo mi amigo me soltó lo siguiente:

- Ayer me tocó ver a una chava toda empanizada en la calle por la polvareda, se veía bien hojarasca, literalmente-.

-Pues sí- le dije -pero no todas las mujeres se ven feas con algo de tierrita en el cuerpo-.

-¡No inventes!-, me dijo y hasta le salió acento chilango a mi amigo.

- Sí, mira esta imagen de Adriana Lima, chécate su cuerpecillo lleno de arena playera, ¿a poco no se ve bonitilla la huerquilla?-, le pregunté con ganas de joder.

Entonces mi amigo hizo a un lado su plato, vio la foto, rechinó los dientes y me cambió el tema. Terminamos hablando del clima y de esas cosas.

Regreso al origen

Mi ciudad tiene la peculiaridad geográfica de estar atravesada por un río seco llamado Santa Catarina que cruza Monterrey de oriente a poniente como una horrible cicatriz. Ayer llegó un huracán sin lluvia que levantó tierra y polvo del río dejando a la ciudad como el infierno que cualquier alérgico temería soñar.

En nuestra casa se fue la luz, así que nos fuimos como refugiados a casa de mis papás. Es interesante regresar al terruño, generalmente los cuartos los ves más pequeños que cuando ahí vivías, pero toda la casa es un monumento de calidez que antes no valorabas.

Mi mamá nos atiende mejor que cualquier spa, en el refri hay de todo tipo de comida, carnes frías, jugos, fruta, leche y postres, nada comparado a mi actual refri que ya para la cuarta semana -antes de que lleguen los vales de despensa- parece recién llegado de la mueblería Silva, vacío, vacío.

Mientras te vea despierto mi papá te ofrece comida: "Ahí hay pan, ahí hay fruta, traje pastel, ahí hay jugo, ahí hay unos chocolates, ahí hay jamón, ahí hay cereal, ahí hay manzanas que traje muy buenas, hay también aguacate, ¿no quieres comer algo?".

La casa está llena de fotos de Fabiana y de Mateo, también hay algunas de mis abuelos y de Irene y mías. Recuerdo que el último año que ahí viví (ya bien chiludo a los 29) me quejaba de todo, que si no había clima, que puro aire lavado, que no servía tal escusado, que las ventanas estaban bien pinches, que mi sobrina hacía mucho ruido, etc...

Pero ahora la casa es mucho más cómoda que la mía. En cada cuarto hay aire acondicionado, tele, ventanas nuevas, baños nuevos y hasta tienen computadora, algo que yo no tengo en mi casa. Ahora cuando voy a casa de mis papás descanso realmente, me siento bienvenido y muy a gusto. Por eso me gustó que se fuera la luz en mi casa para poder gorrear a los progenitores.

A medianoche y por culpa de que la Maga traía un conjuntito picante y novedoso me dieron ganas de jugar calabaceados en la cama y así lo hicimos con dos grados de dificultad: uno, no despertar a Mateo que dormía en su cuna a unos centímetros de nosotros, y dos, no despertar a mis papás. Lo bueno es que ambos dominamos ese arte de juntar las humanidades en silencio y el encuentro fue exitoso, las dos partes quedaron empatadas y satisfechas... D'You know what I mean?

lunes, 17 de marzo de 2008

Crónicas de Narnia: Yuyo, el cojín y el ladrón

Una vez a la semana como en casa de mis papás y algunas cosas que me topo allí tienen su propia historieta. He aquí una de ellas:

Desde que me acuerdo mi papá lee mucho, se avienta novelas, libros de medicina, cuentos, biografías, todo; es un devorador de libros. Pero aún con todo lo que sabe, él no es una persona que presume sus conocimientos en cualquier plática de sobremesa, a menos que tengas el atrevimiento de preguntarle algo en particular y entonces sí, debes sentarte y armarte de paciencia porque te detalla con cuidado todo lo que ha leído al respecto.

En los últimos meses mi papá ha modificado, pero no sustituido, su hábito de lectura. Sigue paseando sus libros y su Biblia, pero ha sumado a su pasatiempo literario el consumo de páginas web. A mí me da mucho gusto verlo leyendo frente a una computadora porque nunca imaginé que la cibernética llegara al hogar pleistocénico en donde me críe. Hasta no hace mucho tiempo el gadget más avanzado que había en casa de mis papás (alias Los Picapiedra) era una máquina de escribir Olivetti (foto), con la que hice mis tareas de prepa y universidad, acompañado siempre de ese inventazo ahora en desuso llamado liquid paper.

Pues sí, mi papá ha sido tocado por la tecnología y el internet. El cuarto que antes era "de la tele", ahora es gobernado por una Alaska con la que navega en infínitum. Ahí tiene un escritorio cómodo y una silla de oficina en la que apila varios cojines para quedar a la altura del monitor.

Cuando voy, el cojín de mero arriba del asiento me acusa silenciosamente de ser un ladrón, porque algún día lo fui. Ese pedazo de tela y hule espuma me recuerda que una noche de 1993 debí ser arrestado por cometer allanamiento, acoso y robo, entre otros cargos. En mi defensa puedo alegar que los delitos que cometí fueron pasionales, a ver si con eso el juez me quita algo de culpa.
En los tiempos en que fui delincuente estaba yo bien clavado de una chava cuatro años mayor y que siempre me salía con la jalada de: "Sí me gustas, pero tú y yo no podemos andar". Muchas noches de fin de semana me estacioné frente a su casa para interceptarla cuando ella llegaba del antro. Ahí pernoctaba, echándome porras a mí mismo, creyéndome la versión tercermundista de Marco Leonardi en Cinema Paradiso, o sea, el carita pobre que espera a la mujer amada bajo la noche, la lluvia, el viento, bla, bla, bla...

De todas las noches que la esperé sólo tres tuve éxito. La ventaja es que ella venía medio enfiestada y escasa de moral, entonces como premio de consolación por la espera me regalaba algunos besillos que yo saboreaba de regreso como si estuviera saboreando chocolates rellenos de rompope. El encanto se terminó cuando le propuse que fuéramos novios. Dijo que no.

Una noche de copas póstuma al desaire amoroso llegué hasta su casa, tomé la perilla de la puerta principal y noté que estaba abierta. Entré y me puse a husmear en su casa, me metí en la cocina, pero por respeto a su papá no abrí el refrigerador ni me comí sus jamones, actividad que siempre hago cuando abro un refrigerador propio o ajeno. Luego me senté en la sala, vi en la penumbra de la madrugada sus fotos familiares y me recosté en un sofá. En ese silencio oscuro sentía mi pulso rebotándome en la sien, pero me aguantaba el miedo porque quería esperarla y darle la "sorpresa", pero nunca llegó. Con los minutos a mí se me fue bajando la ebriedad incompleta y se me fue despertando la conciencia, y entonces sentí pavor de que alguien se despertara y me sacara una escopeta.

Rápido me salí y noté que el vochito que hacia vigilancia en su colonia iba a pasar por enfrente y entonces para que no me vieran me metí en el Grand Marquis de su papá ¡que también estaba abierto! Me acuerdo que olía a lo que todos los Grand Marquis huelen, a una mezcla de cigarro, cuero viejo y gasolina. Cuando se fue el vochito voltee al asiento trasero y noté que había un cojín de espantoso estampado. Sin saber por qué, lo tomé y me lo llevé como trofeo. Llegando a mi casa oculté el cojín como si se tratara de un cadáver, pero luego de algunos días lo saqué y terminó como terminan todos los cojines, a un lado de otros, amontonados, anónimos, portátiles, olvidados.

Quince años después, aquél objeto robado por fin tiene una vida útil, ya es importante, ya sirve para algo. Ahora le da unos milímetros más de estatura a mi papá que se sienta en él para que poder llegar a la altura del monitor de su computadora y así leer durante horas.

Con el pie izquierdo

En estos momentos no soy un güey con el que ustedes quisieran estar. Amanecí agrio, anti social y gruñón. Parte del problema es una fuga nasal que no he podido detener desde hace 24 horas. Yo y mis alergias, y yo y mi desidia de no ir por los chochos que cortan este tipo de hemorragias. Me gusta la primavera como estación, pero siempre me trae estornudos.

Lo más entretenido de andar moqueando es que el moco en sí es una sustancia muy respetuosa de la ley de gravedad. Por ejemplo, cada vez que tengo que abrochar a Mateo a su asientito del carro (por cierto, estos artefactos están diseñados como para que te tardes de 2 a 10 minutos en abrocharlos) siento que el mucoso hilito se me escurre en picada y que mi pobre hijo lo ve caer amenazante. La ley dice que mientras más te tardas en embonar el cinturón de seguridad más rápido sientes el moco caer. Qué padre.

Otra parte de mi mal humor proviene de la calle. ¿Por qué seremos los regios tan prepotentes al manejar? Somos una especie muy creídita y fantoche, ya cualquier clasemediero se compra un turbo de lujo con 48 (in)cómodas mensualidades para salir a la calle sintiéndose hijo de presidente.

También somos una especie muy hipócrita. Ahí andamos en bodas y antros coreando a José Alfredo: "No hay que llegar primero, pero hay que saber llegar...", pero en la calle queremos llegar primero a costa de cerrar, agandallar y aventar las luces a quienes van a la velocidad permitida; tenemos prisa hasta en domingo. Calculen el tiempo entre que se pone el semáforo en verde y les pita el de atrás. A veces aún no se pone en verde y ya nos andan acelerando.

A pie todos pretendemos ser tribilines buena gente, quizá hasta corteses, pero nomás nos ponen un volante enfrente y nos sale lo prepotente, ¿por qué?

sábado, 15 de marzo de 2008

Viaje seguro

Pinturas Doal les trae a todos ustedes el marcador final: el taller Mercantil Martínez ganó 7 mil 300 pesos al pelele de Eugenio que se quedó con 0 pesos.
¿Por qué el mantenimiento del carro nos sale más caro que lo que tenemos pensado gastar en todas las vacaciones?... Pregunta necia sólo para oídos sordos.

viernes, 14 de marzo de 2008

Hell TV

Apenas eran las 9 de la mañana cuando llegó el diablo, se sentó en la punta del Cerro de la Silla y desde ahí se aventó un eructote. Desde ese momento mi ciudad polvorienta está azotada por un calor insoportable. Sales y a la media cuadra ya traes los ojos llorosos y la boca del estómago ardiendo.

Son estos días en los que pienso en albañiles, pintores, veladores, vendedores de biblias, lavacoches, prostitutas diurnas y demás gente que trabaja con el sol arribita de sus cabezas. Qué chinga la verdad y qué bendición la nuestra de estar bajo techo y con aire acondicionado.

Hablando de infiernos, me están preocupando mis gustos televisivos últimamente. Yo no sé si porque un tiempo me estuve chutando toda la programación del Discovery Kids (con los mariconsísimos Backyardigans) que ahora como protesta me ha dado por sintonzar los programas más enfermos de la tele.

El lunes empiezo leve con Grey's Anatomy que ya se convirtió en una telenovelota. Nomás falta que saquen como invitado especial al Dr. McMamilas que puede ser muy bien interpretado por Pablo Montero o Colunga o uno de esos actorcillos de Televisa.

El martes comienza la perversión. Primero me aviento por el Discovery normal el reality Survivorman en el que un canadiense (Les Stroud) tiene que sobrevivir una semana en los lugares más pinches del planeta como desiertos, selvas y mares abiertos en donde ningún otro humano podría lograrlo. Este cabrón consigue su propio alimento; lo he visto echarse ratas, ardillas, calamares, cucarachas y demás fauna asquerosa. Ya que hice buena digestión viendo esto, me paso a WB para disfrutar Californication con David Duchovny. El programa es más o menos la misma acostadera de gente de Nip/Tuck pero con un guión más ágil y con situaciones más divertidas.

El miércoles freseo con Desperate Housewives por Sony, pero para el jueves regresa la nota roja. Primero me aviento por Unicable una parte de Netas Divinas porque me caen muy bien todas las que salen ahí, menos la vieja que estaba en Pandora. De ahí me brinco a Fox/Life para ver cómo cuatro mujeres hablan de sexo en Alessandra a tu Manera. Está con madre este programa porque las anfitrionas, (en especial la gordita), hablan de los placeres carnales como si estuvieran hablando de tejer un suéter, así normalito. Tip a mis lectoras: A los hombres nos gusta oír lo que a les gusta en la cama y que además lo digan sin candados mentales.

La noche del jueves la cierro con Mujeres Asesinas, por Unicable, que es un programa argentino de bajo presupuesto pero de alta calidad. Sí, está enfermísimo porque son casos muy violentos de crímenes cometidos por mujeres que casi siempre se cargan a algún familiar cercano de maneras muy gráficas. Lo más interesante es que son casos reales.

Para cuando llega el viernes estoy convertido en el "Mata viejitas" o en Diego Santoy con tanta miércoles en la cabeza. Por eso remato la semana con Índice de Maldad, también trasmitido por Discovery, en el que un psiquiatra forense intenta analizar las mentes de los asesinos más sanguinarios de Estados Unidos.

En resumen, últimamente veo pura televisión para soñar con los angelitos.

jueves, 13 de marzo de 2008

Adrenalinas

Pedir cuarto en un motel. Darle las calificaciones a tu papá. Que el jefe marque tu extensión. Llamar al taller en donde están revisando tu carro y esperar la cuentona. Buscar en el bolsillo las llaves y no sentirlas. Que tu mamá abra tus cajones. Traer un gas en la antesala mientras subes en un elevador lleno de gente. Verificar que el condón no se haya tronado. Checar que nadie te vea salir de la joyería en donde has comprado el anillo de compromiso. Saltarte la barda del vecino para recoger tu balón de fútbol. Estar a punto de chocar. Abrir el pañal mañanero para descubrir de qué tamaño, de qué color y a qué huele el contenido. Preguntarle el nombre a un desconocido. Rentar una XXX. Oír el corazón de tu hijo por primera vez. Tirar un penal. Probar el pulpo. Desatar un brasier. Soñar con hormigas. Confesarte. Enamorarse otra vez...

miércoles, 12 de marzo de 2008

Cuando se manda solo

Lanzo una pregunta a las mujeres del mundo: ¿Ustedes creen que tienen el monopolio de la incomodidad genital gracias a la regla? Pues no, señoras y señoritas, nosotros aunque no menstruamos tenemos un malestar peor que cualquier cólico, o mareo, o ardor.

Se trata de la erección involuntaria, sí, esa extraña acumulación de sangre allá abajo que sin pedir permiso y sin ningún tipo de estímulo visual o táctil hace que el siamés con el que todos los hombres nacemos se levante a saludar.

Ustedes dicen que algunos de nosotros pensamos con el pene, o con la cabeza chica como es llamado cariñosamente el pedazo más viril de nuestra anatomía, pero no, desde aquí les informo que ese amigo incondicional a veces piensa y se maneja por sus propios huevos (literalmente).

Puede que un día estés en un lugar tan poco sensual como una tienda de refrigeradores y ¡uuuórale! aquello empieza endurecerse. Y es necia la cosa, mientras más le mandas órdenes de que se aplaque más tiesa se pone. Ni con dos o tres padrenuestros se baja. Este fenómeno se agrava si estamos en una junta de trabajo y de repente todos se levantan de la mesa y uno no puede hacer lo mismo por temor a que se doble el asta o se reviente el zíper.

Por eso es bien peligroso quedarse a dormir en casa de la suegra, porque en la mañana uno debe esperar a que la flecha erguida pierda cuerpo y no salir del cuarto luciendo a pinocho debajo del canelo.

Y todavía puede ser peor. Mi amigo Paquillo, también conocido como "Pachanga", bautizó como Siento-No Siento a la espantosa sensación corporal que ocurre cuando coincide una erección involuntaria con las ganas de cagar. Hasta la piel se te pone chinita porque no hayas a cuál conducto ponerle más atención. Y si andas crudo, peor.

No nos tachen de calientes, uno a veces no controla esos levantamientos armados y, aunque ustedes no lo crean, es de lo más incómodo.

La perdimos, doctor

El bajista cincuentón de Mötley Crüe ya nos rayó las libretas, pedaleó nuestra bici y se tomó nuestras cervezas. Sí, Nikki Sixx se anda agasajando a Kat Von D, una de las chicuelas consentidas de este blog. Los muy románticos ya se hicieron un tatuaje juntos y pichonean a gran escala en LA. Ni modo, como diría Rod Stewart: "Some guys have all the luck".

martes, 11 de marzo de 2008

Está perro

El cariño o la indiferencia que la gente le tiene a los animales es como una cirugía plástica mal hecha: se nota.

Al menos yo puedo diferenciar a los seres humanos que tienen mascota de los que no la tienen. Ni unos son mejores que otros, pero los que se comprometen a cuidar, respetar y mantener a un animal y además tratarlo como un miembro más de la familia son personas más completas, en mi muy humilde y debatible opinión.

He visto familias emocionadas con la llegada de un cachorrito a la casa, pero luego con el estrés diario, la acumulación de cacas y el consumo de tiempo de los hijos, el perro poco a poco termina aislado, haciéndose amigo del bólier en el patio, o peor, de la antena del sky en el techo. Otros perros acaban regalados a ranchos (porque allá sí tiene espacio para jugar, es la barra) o alguien "los pierde" de repente.

Ramona fue nuestra hija única durante casi dos años antes de que Mateo llegara a escena. Admito que ha sido muy difícil para nosotros (más para mí) tener un tiempo del día para dedicárselo a nuestra perra, y que muchas veces reniego de ella. Pero también admito que nada se compara a ver la relación que han desarrollado Ramona y Mateo. Los dos juegan, se revuelcan, se buscan, se llenan de babas. Se tratan con cariño; él es más tosco y ella es más cuidadosa.

Recuerdo cuando llegamos del hospital con Mateo recién nacido y la Maga le dio a Ramona unos calcetincitos que Mateo había usado en los cuneros para que ella fuera conociendo su olor. No les puedo describir a detalle la emoción que tenía "Ramis" la primera vez que lo vio envuelto en sábanas y la primera vez que le lamió sus piecitos. Lloraba emocionada cuando lo veía.

Esa semana de adaptación fue la misma en la que Ramona se rompío uno de los ligamentos de su pata derecha trasera. La pobre cojeaba, entonces la llevé al veterinario y éste me salió con la novedad de que era necesario operarla y ponerle una prótesis, pues con el tiempo podría perder la pata. Qué padre, qué bonito, qué chulada. El chistecito me salió en 4,500 pesos, es decir, más de lo que me cobró el pediatra que recibió a Mateo. Además debíamos hacerle curaciones y tenerla muy consentida (a la muy perra).

Ahí supe que las mascotas son un paréntesis de alivio en nuestra vida, pero también son una joda. Sin embargo, y aquí los que tienen perro me van a entender, las mascotas son una joda que vale la pena. Son como el trabajo, el matrimonio, los hijos o el ejercicio: todas son jodas que valen la pena.

La desventaja que tienen los perros es que en esa relación hombre-perro la decisión de fidelidad siempre la tiene el hombre pues los perros, me consta, son fieles hasta el final. En otras palabras, es el hombre quien primero se cansa y se aburre del perro, no al revés.

Ay, cabrón, ya me extendí demasiado. Yo lo que quería era recomendarles que renten la película El Perro (foto). Es una cinta argentina buenísima, pero advierto que es una de esas historias en que no pasa nada explosivo ni espectacular. Tuve la suerte de conocer a Margarita Jusid, quien se encargó de la dirección de arte de este filme y me platicó que todos los que ahí salen no son actores profesionales sino personas comunes y corrientes que el director fue escogiendo en un largo casting. Yo no lo podía creer, pues a mí lo que me gustó más fueron precisamente las actuaciones.

Bueno, si pueden véanla y otro día seguimos platicando de perros, porque el tema da para mucho.

lunes, 10 de marzo de 2008

¿Traigo un moco?

Este "paisaje" puede ser de la Colonia Ferrocarrilera, o de la Coyotera, o de la Colonia Nuevo Repueblo en el lado de Monterrey más feo de todos. Pero no, esto que aquí ven es Buenos Aires, la ciudad latinoamericana más bonita que he conocido, sólo después de Medellín, Colombia y de Guanajuato, México.

¿Por qué me tomé una foto en el lugar más pinche de la capital argentina? No sé.

Una costumbre muy mexicana luego de llegar de un largo viaje es mandar las mejores fotos a nuestros amigos, a veces con algo de piquete, pa' que se mueran de envidia (según nosotros).

Ahí andamos todo el viaje retratándonos enfrente de un Palacio, o debajo de una puesta de sol, o a lado de un enorme rascacielos, o abrazando a una hermosa edecán, sólo para que los que se quedaron en casita vean lo bien que nos fue y lo chingón que nos trataron. Creo que a veces viajamos más para llenar un álbum, que para enriquecer nuestra experiencia.

Lástima que en esta ocasión no tengo una foto bonita qué presumirles. En mi viaje a Buenos Aires sobró el trabajo y faltó el ocio como para recorrer calles y monumentos; la mayoría de lo que vi, lo vi a bordo del carro que nos prestaron y que era conducido por "El Simpatías", un chofer al que no le gusta sonreír (y menos a las 8 de la mañana).

El único ratillo libre que tuve lo aproveché para pasear por el Barrio de Boca en donde está La Bombonera (sí, es ese edificio jodidón azul y amarillo detrás de mí). En este estadio del Boca Juniors jugadores como Batistuta, Maradona, Palermo, Palacios y hasta Luis Hernández, entre muchos otros, le han dado a la gente un motivo para vivir y un negocio para comer. El club tiene 17 campeonatos internacionales ganados desde que fue fundado en 1905, o sea, ¿quién le da más satisfacciones a la gente: la religión, el gobierno, o el futbol?

El barrio es feo y sucio, pero está lleno de vida, de cafés, de bares y de mujeres que no usan brasier y cuyos pezones bizcos te disparan a la cara. Hagan de cuenta que es el barrio de Neza del Distrito Federal, en donde algún tiempo brillaron Mohamed y los Toros Neza. Ahí la gente anda en Renaults viejos (véase con detenimiento esta foto), o en peores carcachas. Los homeless montan sus tiesos campamentos de mugre en la banqueta y en cualquier terreno baldío se improvisa una cancha. Algunos negocios huelen a mota y a incienso, y hay más perros callejeros que niños. Ahí, a las que bailan tango se les ve la tanga.

Sé que no es la mejor foto de Buenos Aires, pero es de las pocas que pude tomar. Era esto o darle un copy/paste a una postal y decirles que yo la tomé. ¿Qué prefieren?

Pastillas para dormir

Mi amigo "El Peddie" tenía la costumbre de poner en el buró de su cama una libreta en donde todas las mañanas apuntaba los sueños de cada noche. Según él, anotando las aventuritas que hacemos mientras dormimos podemos llegar a conocernos más y encontrar símbolos ocultos de nuestra existencia. (¡Aijuesupinchemadre!, qué "loco").

Yo nunca he anotado lo que sueño por dos razones, por flojera y por olvido. Pero sí me he levantado con inspiración de poeta, es decir, abro los ojos y traigo en la mente párrafos sueltos que no tienen nada que ver entre sí, pero que algún mensaje deben tener.

He aquí lo que escribí en mi vuelo de regreso de Argentina. El calor que hacía en el avión me despertó en la madrugada y no encontré mejor cosa que bajar la laptop y escribir tonterías. El poema se llama Pastillas para Dormir. La neta, ni Neruda.

Caraco Venezuela, no sé ni de qué trata, pero ahí voy, como si supiera.
Esta vez la prisa no me dio tiempo para peinarme y posar.
Fiulincín y salchichita.

Cuando nadie da un pepino por ti, especialízate en algo. De repente sé bueno en algo, casi indispensable y te saldrán amigos. Al feo que sabe golpear, todos lo respetan; a la espantosa equis que tiene una copia del examen, nadie le hace el feo. Al gorila de uniforme nadie se le cuadra. Al puñetín que tiene un puesto en la embajada gringa hasta le hacemos honores de canciller.
Tengo demasiado sueño, muchísimo, poquito o nada.
Aguas con el fiul.

Las palabras que no entiende mi ordenador son las más difíciles de explicar para mí. Y si digo ordenador es para no decir computadora, o laptop, que ya se me hacen palabras indiferentes. No es que uno quiera hacerse el español, sino que ahora deberíamos de decir móvil en vez de celular y "os besasteis en silencio donde no había luz".
Cansarín y cansarón corren todos de a montón.

Patas verdes, le va los panzas verdes de León, nomás por pura solidaridad racial.
También hay que decir que ando Ken. De-quen-chon, esos ojos que miran bonito.
De- quen-chon lara, lara, lari, larara…

Qué será más divertido, ¿fotografiar un estornudo o un bostezo?
No estaría mal hacer una colección de fotos de puros estornudos. Retratar a gente “famosilla”, “pedorrilla”, “galanes de barrio”, “tuertos en tierra de ciegos”, “garzaslasgüeras y zambranos”, todos ellos estornudando, expulsando moco y saliva
.

Rara vez el avión llega antes que uno.

jueves, 6 de marzo de 2008

Bésame mucho

Ésta es la tercera noche, pero no es la vencida. Buenos Aires trae un clima menopáusico: en un minuto llueve, al instante se abre el cielo y se asoma un sol muy picante, y después se nubla como si fuera a caer un diluvio. Las nubes andan que no se hayan.

Pero a mí lo que me inquieta no es el estado del tiempo, pues en Monterrey siempre está más pinche que en cualquier otro lado y ya estoy acostumbrado a tener frío y calor en un mismo día; lo que me saca mucho de onda es que los tipos que me presentan aquí me jalan el brazo para plantarme un beso, en el cachete, hay que aclarar. Y no son gays, son machotes, del tipo vikingo.

Según me dicen, eso de besar barba contra barba es algo muy común aquí, pero a los Lasallistas mochos como yo nos asusta esta costumbrita. Con razón veía a la selección argentina jugar en algún Mundial y a cada gol es un repartidero de besos.

La verdad me daría mucha flojera criticarles su saludo cachichurris y explicarles que con un apretón de manos me basta. Por otro lado, meterse con las costumbres ajenas o de otro país (siempre que no sea el canibalismo) se me hace un recurso muy fácil para caer en la burla. Lo menos que quiero es burlarme de un país y de una gente de los que ya empiezo a aprender mucho, pero mejor nos vamos saludando de lejitos, ¿no?.

Lo que quiero es encontrar la manera de que no me besen sin que parezca yo un menso homofóbico. Por lo pronto se me ocurre que mañana puedo llegar al trabajo con collarín e inventar que me caí. Otra forma de alejarlos es gritar como pendejo: ¡No se me acerquen, ya fue mucha besadera cabrones!, pero no quiero hacer un escándalo...

No sé, dicen que a donde fueres haz lo que vieres, pero en esta ocasión, como en muchas otras, no seguiré la tendencia.

miércoles, 5 de marzo de 2008

La panza nostálgica

Segunda noche en Buenos Aires; sigo vivo, pero ahora me siento más panzón. Es increíble lo que uno puede cambiar físicamente en 48 horas, y es que parece que en vez de venir a trabajar he venido a disfrutar una muestra gastronómica. A todo le entro sin freno. Ayer por ejemplo, me reventé media pizza grande en un sitio que se llama Filo. Es un restaurante mediano, bien ambientado y cuyo eslogan podría ser: "Más buenas que nuestras pizzas, sólo nuestras meseras". Y es que las que allí te atienden tienen muy buena forma, aunque les falla un poco el fondo, pues cuando les preguntas algo no profundizan nada, puro monosílabo se avientan.

Aquí me detengo un rato para diferir con todos aquellos que suponen que las mujeres argentinas son las más bellas. No lo son, es decir, tienen padre look, se visten bien, traen buena greña, huelen rico y manejan buen tono de piel... ¿pero y las nalgas, apá?
Así es, la pompa se ausenta en esta ciudad tanguera y peor se nota su falta porque todas usan jeans apretadísimos y a la cadera, muy abajo. Si las ves de espalda has de cuenta que estás viendo a cualquiera de los integrantes de The Ramones caminar: pelo en capas, nalga apachurrada y pantalones entubados. No he visto gran cosa por el momento, pero uno siempre está abierto a que lo sorprendan, entonces mañana igual y me retracto.

Además de la panza llena de bife me ha brotado una muy oportuna ampolla en el pie izquierdo, el más desobediente de los dos. Lo que pasa es que he caminado como burro de carga; me ofrecen tomar el metro (que aquí le llaman Subte) pero a mí eso de conocer las entrañas de las calles con tuberías salidas y aire caliente no me atrae. Prefiero caminar por la superficie y sentirme un poco ciudadano. Hoy visité el barrio de Boca y me paré frente al estadio de la Bombonera, vi la estrella en el piso que tiene Maradona, Batistuta y otros grandes.

Ya habrá tiempo de enseñarles fotos, pero quiero subrayar que también traigo un poco ampollado el corazón (chin, me salió frase como de Arjona, pero así me siento). Ando extrañando mucho a la Maga y a Mateo. Ayer, antes de dormirme me topé con el Discovery Kids y quise brincar medio continente para caer en la cama y abrazar al pibe boludo mientras toma su biberón y acariciar la espalda de la chula al tiempo que ella me propone hacerle un cambio a la casa, tirar un muro o lo que sea. Lo irónico de esto, es que el deseo de verlos surgió a raíz de ver Lazy Town, un programa que empecé odiando y que ahora es para mí una referencia y un recordatorio de que tengo una familia increíble.

En resumen, me está pasando la peor situación que a un viajero le puede suceder: Tengo tantas ganas de quedarme para seguir conociendo como tantas ganas tengo de irme para estar con los míos. El chingado péndulo de siempre. ¡Pelotudeces!, dirían aquí.

¿Te acordás, pibe?

Cuando me dijeron que se había caído el sistema de Mexicana pensé lo peor. Luego me di cuenta que el resbalón sistemático me había beneficiado, pues gracias a eso me tocó asiento en primera clase. ¡Sí!, a los ciudadanos de segunda también nos pasan estas cosas.
Pues hay tienen que viajé a Buenos Aires como rey, con las piernas bien estiradas, bien comido y perfectamente bien atendido. A ver si luego me extiendo en esta experiencia de viajar como una de las Hilton, pero por lo pronto apenas tengo tiempo de meterme a saludarlos.
Mis primeras impresiones de la capital argentina son las siguientes: ciudad de enormes árboles, de anchas banquetas en donde dueños pasean a sus perros (y viceversa) con una soltura que aún no he visto en mi atropellante Monterrey. La avenida 9 de julio, la más ancha del mundo según nuestro chofer, es una experiencia urbana fuera de serie. Sí, es cierto, hasta ahora Buenos Aires se ve como la ciudad latinoamericana más europizada, pero no nos emocionemos tanto que también tiene unos suburbios en los que te sientes en el peor lado de Aguascalientes, Torreón o Reynosa. Es decir, Buenos Aires se me presenta tan bella y tan rascuache como cualquier parte del mundo.
Un detalle importante, el jueves se enfrentan Atlas y Boca Juniors, espero encontrar boletos y si acaso voy, también espero salir vivo del estadio. Seguiré informando, ya me voy, me traen en chinga...¡auxilio!

lunes, 3 de marzo de 2008

Las D'Alessios

Todas. Las flacas, las gordas, las estudiadas, las líricas, las bonitas, las feas, las creyentes, las ateas, las civilizadas y las salvajes. Todas las mujeres tienen guardadita en su alma una Lupita D'Alessio en potencia. Lo interesante es aprender a reconocer qué cosas de tu personalidad desatan esa faceta D'Alessio en tu mujer.

Por ejemplo, a la Maga su leonsita dormida se le despierta si me sorprende empinándome el litro de leche. -"¡No te la tomes así, usa un vaso!", me grita desde cualquier punto de la casa. Yo no sé si ya instaló cámaras en los techos, pero siempre me cacha tomándome la leche o el jugo directamente del pico. Dentro de mi propia casa me siento en Big Brother, pero sin los tres millones de pesos de premio por aguantar el cautiverio hasta el final.

A mi Lupita particular también le enciende los ánimos mi acostumbrado hábito de sonarme la nariz en la regadera. Le explico y le vuelvo a explicar de mis alergias pero a ella le cae muy mal ese sonido de saxofón tenor que todas las mañanas expulso mientras me baño."Oiii, ¿oootra vezzz?", oigo que reniega cada vez que me sueno.

Pero probablemente lo que más enfurece a la Maga D'Alessio es que le gane en ese juego tan popular que practicamos los casados con bebés: Las Carreritas de Cansados. Es decir, aquí gana el que está más cansado. Por ejemplo, yo no puedo llegar a la casa y decir que ando bien jodido porque inmediatamente me matan el gallo. "Uyyy, yo más, no aguanto la espalda y Mateo ha estado necio todo el día", me contestan y fin de la discusión.

Moraleja: nunca un Gutierritos le ganará a una D'Alessio. (Y no es queja, a algunos nos encanta vivir con una dominator, pero no abusen méndigas).