jueves, 17 de abril de 2008

Sin título

Diez tristes pesos fueron la diferencia para ser infiel a la Tecate y para preferir Carta Blanca. Eso es lo que provocan las malditas, pero atractivas promociones; uno termina por abandonar a su cerveza favorita y por encaminarse a una borrachera desconocida con el pretexto de ahorrarse unas monedas para el taxi de regreso.

Más de ocho mil personas no pudimos estar equivocadas si le aplaudimos a un güey de 41 años que a veces le da por usar falda larga y brillante, y que llena el espacio cantando "1979" en versión acústica. Qué chulada, como diría mi primo Julio. Gracias, Billy, por el chiste de los sombreros de charro y los zarapes.

De cualquier manera la Maga estaba avisada de que íbamos a ir al concierto en calidad de novios, no de esposos. Lo logramos, hicimos posible olvidarnos unas tres horas de los Huggies que siempre se están terminando y nos reconciliamos con la espontaneidad que sólo tienen (y no se dan cuenta que la tienen) las parejas solteras.

Teníamos que darnos oportunidad de abrazar la estridencia sin poner cara de regañados y era justo darnos permiso de echar desmadre, si no, ¿para qué ir?

Aspirar a la perfección es una tarea que ya no me importa, por eso entiendo que a esa noche casi perfecta le faltaron estas tres canciones. Como quiera fue un concierto redondo.

Cerramos la tocada con unas Carls Junior todavía más groseras que las Carta Blanca. No sé si mi falta de memoria de hoy se debe a la indigestión o a ese forzado paréntesis mental que hago a la mañana siguiente después de una divertida noche para no pensar en nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

pues seran groseras las hamburguesas de Carls Jr pero ya se me antojaron!!
saludos,
L