martes, 5 de febrero de 2008

¿Para qué escribo?

Yo no escribo para que me quieran ni para ser el más simpático.
Tampoco escribo para impresionar a nadie. Ni para tener más amigos.
Y mucho menos escribo para que mis amigos me quieran más.
Yo escribo para expulsar mis pensamientos porque en el cerebro se me juntan y me quitan el sueño y en el peor de los casos me distraen de la vida, esa vida que se nos va (¡se nos va!) si nos quedamos pensando todo el tiempo.

Escribo para eso, para dejar de pensar un poquito. Además escribo porque casi nunca hablo, es decir, sí hablo mucho pero pocas veces hablo de lo que siento. Entonces escribo lo que siento y ya no lo leo porque luego me arrepiento, simplemente lo escribo y ustedes se encargan de leerlo y de encontrar las coincidencias o las diferencias que tiene su vida con la mía.
Prefiero escribirles que decirles. Por ejemplo, nunca voy a llegar con ustedes y les voy a decir que todo el fin de semana tuve las lágrimas a punto de salir porque me alegra demasiado ver caminar a Mateo. A la gente no nos gusta que nos digan este tipo de cosas "profundas" porque no sabemos qué hacer con estas declaraciones.

Por eso prefiero esperarme a estar frente a la computadora para escribirles eso: No aguanto la felicidad que me provoca ver caminar a Mateo, y tan no lo aguanto que me dan ganas de llorar. Pero es un llanto alegre, conmovido, maravillado y agradecido con Dios. Es un llanto que reconcilia, que te dice que has estado haciendo bien las cosas y que tienes que estar sano y alerta para no perderte esta oportunidad de ver crecer a tu hijo. Traje todo el fin de semana ese sentimiento instalado en la garganta, feliz con la vida a la que suelo menospreciar y sintiéndome completo siendo un hombre de familia. Un family man, nada más.

Ya lo escribí, lo comuniqué y lo solté. Entonces ustedes lo leen y hacemos una comunicación en la que sobra decir algo y en la que, con suerte, podemos pensar que no estamos solos y que no es tan ajena esa emoción que sentimos por las cosas pequeñas que rodean nuestra vida. Para eso escribo, para estar cerca de ustedes sin decirles nada. Para compartir las cosas que siento (¿sentimos?) sin tener que decirles nada, sin tener que hacer una cita para irnos a comer, sin interrumpir nuestras agendas. En resumen, escribo para contarles todo lo que no les quiero platicar cuando los veo. Y les agradezco que me lean.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

PARA MI TU ESCRITURA ME SIRVE PARA RECORDAR, EXACTAMENTE COMO DICES TU, LAS PEQUENAS COSAS...ME RECORDASTE LA ALEGRIA ,RISA Y SATSIFACCION DE VER A UNA DE MIS HIJAS CANTAR POR PRIMERA VEZ UNA CANCION COMPLETITA Y A LA OTRA BAILAR AL COMPAS DE LA MISMA...ES ALGO INCREIBLE....QUE BUENA ONDA....OYE Y YA ENCONTRASTE AL TAMEZ?....A VER SI UN DIA ESCRIBES PORQUE NO TE DURAN LOS CELULARES...YO TENGO MI TEORIA AL RESPECTO

Anónimo dijo...

Necesito empezar a escribir!

Que padre lo que escribes!
Gracias por la oportunidad de dejarnos conocer partes tan importantes de tu vida.

.saludos

Luis