martes, 26 de febrero de 2008

¿Melones o sandías?

A veces me pregunto si este blog se está poniendo muy grosero, pero luego me contesto que no, que la guerra, la corrupción, el maltrato a los niños y a los animales, y los políticos improvisados que tenemos, eso sí es una grosería mucho más grande y preocupante que lo que mis anécdotas puedan resultar para ustedes.

Entonces me tomo la libertad de escribir de lo que yo quiera, esperando que ustedes encuentren algo de coincidencia y que mis lectoras, incluida la Maga, no me tomen por un "viejo pelado de lo peor".

Hoy tengo ganas de escribir que de acuerdo a lo que nos atrae físicamente de una mujer, los hombres nos dividimos en dos grandes grupos: los de chichis y los de culito.

Yo me di cuenta que soy de culito, es decir, que me atraen más las nalgas que las tetas, cuando mi amigo "El Sebas" llegó de un viaje por Europa, allá a finales de los años 80's. Muy contento este güey me enseñaba fotos de palacios, museos y edificios del Viejo Continente, y de calles que parecían postales. Qué ciudades, qué civilización, qué paisajes, todo muy a toda madre, la verdad. Pero entre decenas de fotos hubo una que me cautivó y que me distrajo de las demás.
Resulta que El Sebas en uno de sus paseos por Suiza, me parece, iba a bordo de un barquito en medio de un lago muy chingón, cuando de repente se le apareció una europea vistiendo legins negros y presumiendo un hermoso par de pompas. Tanto le gustó ese trasero al Sebas que se agachó y le pidió a uno de sus compañeros que le tomara una foto a lado de ese culote. ¡Ah, qué buena foto! Inmediatamente toda Europa me valió madre y le empecé a preguntar a mi amigo acerca de esas nalguitas tan rebosantes y de ahí la plática se nos fue entre caderas y cinturas. Desde ahí me di cuenta de que lo mío, lo mío, lo mío, es el aposteriori y no el apriori.

Pero también hay unos mamilas, como mi amigo "El Peddie" que dice barbaridades como que él es de cuello o de espalda, pero son joterías, porque sé que él es de culito, nomás que lo niega por pudor.

Es importante aclarar que se vale el cambio de camiseta, o sea, que un hombre que es de culito puede un día preferir las chichis y viceversa. Por ejemplo, Paquillo siempre había sido de culito (aunque también le gustan las piernas), pero de pronto me salió con la novedad de que cambió de bando y se convirtió al culto de las bubis. Otro amigo, Marito, es de gusto intermitente, es decir, un lunes amanece de culito y ya para el miércoles es de chichis y ahí se la lleva, campechaneando.
Ahora, ser de culito como yo, no significa que le hagamos el feo a un buen par de teclas, pero la verdad me es indiferente la planicie pectoral si hay buen rebote abajo. A lo mejor si consulto a Freud me dice que mi gusto por el redondeo trasero es una fijación inconsciente porque a mí lo que me falta son nalgas, pues las tengo tristonas. Ni hablar, pero precisamente en eso, y en otras cosas, me complemento con la Maga porque, como diría Juanga, a mí me falta lo que ella tiene de más. ¡Yuuummy!

1 comentario:

Anónimo dijo...

ESTOY DE ACUERDO SOLO EXISTEN DOS GRUPOS DE TIPOS DE GUSTO, YO LA VERDAD ES QUE AUNQUE ME INCLINO MAS POR LA CHICHI, YO VOLTEO A VER TODAS Y SIEMPRE CAUSA ALEGRIA Y PARKOVIC VER UN BUEN CULITO....AUNQUE TENGO UNA MANIA MUY PECULIAR Y TE CONSTA, SIEMPRE HAY UN CLAVEL PARA UN "FAMILY FEUD" NO LO PUEDO EVITAR FLACO