lunes, 22 de diciembre de 2008
Ñoños Anónimos
He pedido vacaciones, mismas que pasaré en mi casa, alejado de la corbata, la computadora y los maleficios de la oficina.
En otras palabras, estos días de ausencia corporativa podré comer y recetarme una siesta hasta que Mateo me brinque en la ya muy magullada columna vertebral.
Me gusta mi trabajo pero no tanto como para extrañarlo en invierno. De cualquier forma sé que pronto me hartaré de la casa como ahora estoy harto de la oficina, es decir, un día de enero llegaré hasta este lugar aliviado y agradecido por tener un empleo. Pero por lo pronto, adiós cubículo cruel.
Estaba pensando en despedirme de ustedes de manera parcial con una reflexión matona, pero sucede que los posts son como el amor: cuando le piensas mucho no funciona. Además no vienen ustedes aquí a reflexionar.
Se me ocurre adelantarles que el año que entra voy a inaugurar el grupo de autoayuda Ñoños Anónimos en el que ñoñazos como yo comeremos canapés con jamón licuado y media aceituna, mientras nos exorcisamos esa tristeza perpetua que sentimos en la garganta desde que fuimos testigos de la muerte precoz de la madre de Bambi. No es justo, Disney, te pasaste.
Cierro el año contento por la cantidad mujeres que se asoman a este blog. A mí ellas me encantan, salvo las que tienen el codo reseco y negro, -no hay costra o tragedia que Nivea no pueda solucionar-. Amigas, como ustedes saben le pertenezco a la Maga por la iglesia y por la ley. Ni modo. Eso de tener varias o muchas lectoras de ecléctico rubor es como practicar una poligamia a escala microscópica y de ficción. Casi como tocar una chichi con guantes de box. Me gusta.
¿Qué tal si les digo mi propósito de Año Viejo?
Aquí lo tienen: antes de que el año mame tengo que llevar a Mateo al cine. Ya tengo escogida la película con la que el pedazo de caos perderá la primera de sus virginidades, la cinta se llama Bolt y es de un perro fuera de serie, dicen. Sé que esta experiencia cinematográfica cambiará la vida del más amado, como a mí me la cambió la orfandad de Bambi.
También sé que un cacho del paraíso se cristaliza comiendo un bote de palomitas en la butaca de un cine, sin alguien adelante y nadie atrás; una buena película es aquella que merece la lectura de todos los créditos finales y que te obliga a callar de regreso a casa. Un buen filme se comenta hasta después de 24 horas, si se hace antes se reduce, se trivializa.
Creo que este año fui muy (in)feliz. Y sé además que en el 2009 le echaré todas las ganas imaginables para incrementar esa (in)felicidad. Un blog, el propio y el ajeno, nos pone de buenas a los ñoños, a veces hasta nos justifica el día, nos paga el peaje diario.
Sobre todas las cosas está el amor, que a veces pone cara de columpio, otras de ataúd, pero casi siempre es un abrazo. Yo los abrazo con brazos de ñoño. Les digo adiós y no los vuelvo a ver por aquí hasta el viernes 2 de enero. El último que salga le da de comer a las fotos de mis groupies, por favor. Marica el que se duerma sin cenar abundante y grasoso.
p.d. Música de final:
viernes, 19 de diciembre de 2008
Jefe: hay un crudo en la oficina II
jueves, 18 de diciembre de 2008
Barras y música
Maldito sea Don Gato y su Pandilla, qué huevón era el Capitán Cavernícola y qué poca madre la de los Picapiedra, en serio.
En los años ochenta todos estos personajes no empezaban a chambear en la tele hasta después del mediodía. Tragándome en el desayuno una bacinica llena de chocokrispis, mis manos de niño abrían el sucio papel del periódico para consultar la programación del canal 6 (5, para los chilangos) e inmediatamente me daba cuenta que las caricaturas no daban función en la mañana. Mira qué chulada, Azcárraga.
Mientras en el chafísimo canal local estaba la misma señora gangosa preparando una receta tan gourmet como la de los huaraches planchados en salsa de chile ancho, allá, en el canal supuestamente destinado a divertir a la infantería (niños, niñas) no había nada programado más que BARRAS Y MÚSICA. Así decía en el periódico, "Barras y Música", ¿qué chingados era eso? Muy sencillo, tú le ponías en el canal y en el monitor sólo aparecían las barras de colores que arriba muestro acompañadas de lastimosa y tortuosa música de Ray Conniff.
Y es que la televisión 24 horas era una locura impensable en aquellos años. Ni siquiera a esas horas había infomerciales (que a veces son más entretenidos que los programas). Sepan ustedes que yo era un niño asmático que durante estas fechas de alergias y cambios climáticos la bruja me chupaba y me quitaba toda brisa de aire a la redonda. Cuando amanecía yo muy planchado mi papá, Yuyo, dejaba que me quedara en casa para andar por ahí respirando como un Darth Vader ñango y ojeroso.
Pero eran mañanas muy largas sin caricaturas. Entonces me la pasaba viendo a Leonor "alzando la casa" y a Doña Irene hablando por teléfono con cada una de las mujeres apuntadas en su directorio, de la A a la Z. Mi mamá empezaba la conversación telefónica con su comadre Armida y terminaba con la Sra. Zamora; en el ínter despachaba a sus hermanas, a las amigas, a las de aquí y a las de Durango, a las de la iglesia y a las del bingo. Siempre colgaba apurada explicando que ya tenía que hacer la comida, pero nomás ponía el auricular en los brazos del teléfono cuando éste sonaba de nuevo. Poco antes de la llegada de mi papá, se ponía en chinga a preparar un picadillo en salsa roja, fréjoles y arroz. Todo a última hora, antes de que Yuyo llegara con la bata de doctor sudada en la espalda y con cara de haber padecido el -ya desde entonces- espantoso tráfico de la avenida Gonzalitos.
Sin caricaturas las mañanas eran muy largas y aburridas como ya les dije. Con el asma no podía hacer un esfuerzo breve sin ahogarme, por eso me ponía frente a la tele esperando a que se terminaran las barras y la música y a que Mandibulín y el Tío Gamboín se personaran. Me encantaría mentir y contarles que pasaba aquellas horas de espera leyendo un libro de cuentos, pero más flojos que mis bronquios fueron mis ojos que nomás veían letras en fila eran envueltos en un sopor mayúsculo. Desarrollé el gusto por la lectura muchos años después, cuando un alguien muy importante me recomendó entrar en la Rayuela de Cortázar.
En aquellos años asmáticos si llegaba yo a tomar un objeto empastado eran las revistas Vanidades que coleccionaba Irene y en las que había muchas chichis y muchas petacas para comentar con Manuela en la sobremesa. Ya les he platicado que yo nací dos veces, la primera en 1973 y la segunda años más tarde, el día que vi un anuncio impreso del Cross Your Heart de Playtex, aquél brasier que les daba a las tetas un aspecto picudo, como de chopo, parecido al estilo que Madonna usó en la gira Blond Ambition bajo el diseño de Jean Paul Gaultier...
...Hago una pausa después de escribir este rollote que se acaban de merendar. ¡¿Qué escribí?!...
Si blogger se anima, me gustaría inscribir esto en la categoría de el Mejor Post que No Dice Nada en la ceremonia del 2008. La verdad, yo tenía ganas de comunicarles que en estas fechas prenavideñas ando con la mente muy en la onda de Barras y Música. Ando como que ido, pensativo, bloqueado, pero no deprimido, o mejor dicho: No sintonizo ni una señal. Sólo quiero vacaciones sin asma. Otra vez mis ideas andan caminando como gallinas orgánicas que no conocen corral, cada una jala pa' su lado. No creo que esto sea malo. Lo único que puede pasar es que ustedes cambien de canal (de blog) y se salgan de aquí con la sensación de haber devorado un bistec sin sal. Creo que estoy cansado de trabajar. Eso creo, pero no me crean.
Hago un recorrido por los blogs que me gusta leer e imagino que sus autores andan igual, pues pocos siguen publicando cosas decentes. Ni modo amigos, éste es uno de esos posts chocantes en los que un servidor intenta justificar que no tiene nada que escribir. Puras barras y música.
lunes, 15 de diciembre de 2008
El tío Flavio
Teníamos 19 años, edad en la que se copulaba poco y se copulaba mal, por ello, nuestros testículos estaban bien horneados y listos para disparar a todo lo que caminara en bikini. Sea cual fuere su relleno y estuviera como estuviese.
Aquél grupo de amigos que el verano de 1992 llegó a la costa de Puerto Aransas tenía un patriarca, un líder: El Tío Flavio, tío de sangre para algunos de los allí presentes y tío de orines para el resto.
Todas las tardes montábamos en la playa un campamento que incluía sin falta una lona amarrada a cuatro postes para hacer sombra, varias sillas plegadizas, una grabadora estridente y mal ecualizada, dos o tres hieleras copeteadas de cerveza, una bolsa de lonches mostazudos, fritura diversa y el perfecto señuelo para cazar gringas: una red de volibol.
Bebíamos con el sol asándonos la mollera, pero mucho antes de que pardeara ya había quórum femenil para los partidos de voli. La carnada funcionaba a la perfección pues a las gringas les fascina el volibol, caerse en la playa a empanizar su epidermis, sudar el lente oscuro, gemir en cada golpe a la pelota, aullar en cada punto conseguido, y por último, separarse con dos dedos el trozo de calzón que se les queda mordiendo pompi por tanta zancada.
¿Cómo le dices que no a esa tremenda amenaza visual contra el celibato?.
Una tarde aquello se puso buenísimo. Un grupo de pequeñuelas llegaron hasta nuestro campamento a socializar. La postal era perfecta, imagínenla: por un lado, nosotros, los mexicanos ahijados del Tío Flavio llenos de ganas, y por el otro lado, ellas, las ahijadas del Tío Sam llenas de caderas.
No había de otra, nos pusimos a practicar el Interlingua abriendo con el ya clásico retórico de Du yu java pet? y de allí para adelante; luego ofrecimos cervezas y lonches mostazudos y también jugamos volibol como si fuéramos talentos olímpicos no descubiertos. Por allá uno que otro bailaba canciones de Magneto o similares, que el "Vuela, Vuela" y la chingada. Era como una pequeña Tierra Prometida escondida en el sur de Texas.
Pero luego, en algún momento del carnaval improvisado, sucedió lo que tenía que suceder: El Tío Flavio puso cara como de jugador de billar profesional midiendo las posibles carambolas en la mesa, después abrió leve sus piernitas llenas de canas y allí sentado, a unos doscientos metros de la orilla del mar, se orinó. No necesitabas poner mucha atención para ver cómo el chorro se abría camino por entre su traje de baño seco, el líquido amarelo le cascadeaba por las pantorrillas y le goteaba desde las "mangas" del short hasta que finalmente descansaba en forma de charco sobre la arena.
El tío se meaba y los demás reíamos, pero no tan fuerte como para restarle sobriedad al evento. Además no queríamos que las gringas y su mamá (¡iban con la mamá!) se dieran cuenta del ritual que bautizamos como "La Flaveada". Y es que una cosa es mearse en el mar, que hasta se siente sabroso y es perfectamente bien visto por turistas y habitantes de todas las playas del mundo, pero otra es relajar el esfínter en medio de una fiesta playera con la esperanza de que nadie se dé cuenta.
Lo más interesantes es que orinado y todo, el Tío Flavio no dejaba de ser un caballero con la visita, les habría las cervezas y con sus manos les servía frituras untadas de beandip, al fin y al cabo que las traía limpias, pues no se había tocado los genitales para escurrir la uretra en medio de todos.
Antes de evaporarse, el rastro de la meada del Tío Flavio se quedaba entre nosotros unos minutos. Rápido se hizo una costumbre evadir el campo minado, muy pronto no nos importó respirar los vapores de la medalla milagrosa de nuestro patriarca, y aún más, su acto fisiológico hecho al aire libre comenzó a ser visto como un gesto de libertad. Por eso, sólo había una manera de manifestar nuestro respeto: Sí, comenzamos a imitar el comportamiento.
Después de todo, qué flojera nos daba ir hasta el mar para apaciguar la vejiga, y qué gay hubiera sido orinar en las letrinas de madera que por ahí estaban montadas por el higiénico gobierno gringo, entonces, ¿para qué batallar si podíamos aventarnos una "Flaveada" o un "Flavio" como también se le llama a esta diligencia?.
Todo fue una revelación, gracias a esta práctica debimos aceptar que mearse encima es un placer que nos arrancan desde que nos quitan el pañal. Sentir el chorro calientito que entibia la tibia y el peroné es una bendición que debe limitarse a la intimidad de la regadera, pero que puede hacerse ante el parcial anonimato que te ofrece una playa. El chiste es dejarse escurrir en seco para luego enjuagarse con las olas del mar; es muy importante quitarse los restos pegostiosos para evitar rosaduras.
Más de 10 años después volvimos a visitar el mismo sitio aunque no iba incluido el Tío Flavio en el elenco de este segundo viaje. Sin embargo, los sobrevivientes le hacíamos los honores parodiando la actividad que de él aprendimos.
Una tarde tecatera, "Marito", "Pachanga" y yo caminábamos por la playa cuando nos encontramos frente a 20 universitarios que cocinaban una barbecue con vista al mar. Como perros de pradera que marcan su territorio, nos paramos frente a ellos y formamos un triángulo equilátero hombro a hombro, pero a una distancia prudente como para que los tres nos aventáramos una "Flaveada" sin salpicar al de a lado. Durante el escurrimiento lloramos de la risa y se sabe que la carcajada debilita los músculos de las mano, lo cual provoca que sea complicado sostener una lata de cerveza. Terminamos el numerito y en la arena quedaron grabados nuestros meados, nuestra lágrimas y nuestras babas.
El Tío Flavio era y es un hombre libre. Qué gusto haberlo conocido en el tiempo que vivíamos con nuestros papás y que hablábamos de la libertad como si la conociéramos.
jueves, 11 de diciembre de 2008
Achú
Sé que no he publicado algo que valga medianamente la pena tu visita, pero desde el lunes pienso y sueño con mocos.
Soy prisionero de un catarro atroz; estornudo y se me sale un Gremlin, escupo y nace Godzilla. Los miados me huelen a té de limón, los pedos a Tempra y el sudor a Vick Vaporub.
La única ventaja de estar tan enfermo es que el mundo empieza a valerte mucho más madre de lo normal, pero la desventaja es la misma porque muchas bellezas se te escapan por andar cazando un kleenex en el cajón.
La próxima vez que me leas prometo ser un hombre sano (si es que eso existe).
lunes, 8 de diciembre de 2008
Licuadora Fest
Vuelo a Londres en la hilera 33. Está vacía, hay tres asientos sólo para mí y me acuesto como si fuera un feto de 35 años. No duermo casi nada. A ratos abro el libro blanco que Yuyo me prestó y que detalla la historia de Sudáfrica. Interesantísimo. El mismo recelo xenofóbico que ahí leo se encarna nueve horas después en la anatomía de un viejo oficial de migración que no puede creer que yo he atravesado el atlántico para tener una entrevista de sólo 20 minutos con Clive Owen.
- ¿Qué tiene de interesante él para los mexicanos?, me cuestiona el anciano uniformado.
Yo quiero contestarle que el gran mérito del actor es haber husmeado la vulva de Natalie Portman en la película Closer y que eso ya es argumento suficiente para que TIME lo proclame el Hombre del Siglo, pero sólo justifico mi presencia en el país de la Reina diciendo que Owen es un actor rily faimos in mai contri. El oficial sella mi pasaporte sin fiesta ni sonrisa.
Noto que todavía las manos me huelen a jabón made in Houston cuando a mi lado se sienta un hombre en el metro. Es gay por dentro y por fuera, y es mexicano. Rápidamente sale del closet y me dice que su novio escapó a Londres como "refugiado" porque es el director de un documental acerca de las Muertas de Juárez que a ciertos políticos-narcos no agradó. Tenemos 11 estaciones para platicar del clima y de otras cosas; realmente es simpático. Me cuenta de sus viajes y que el resto de diciembre estará en India con su garrote, pero que él lo que quiere es descansar. De pronto suelta una pregunta: ¿Sabías que en los hoteles de China el sexto piso es como un congal que ofrece putas a los huéspedes?. No sabía, le digo. Antes de despedirse me invita a visitar un día su galería de arte en el DF, yo le doy mi tarjeta y se baja la loca.
Son apenas las 7 de la mañana y obviamente mi habitación no está lista. Intento dormir en el lobby pero no resulta. Cinco horas después me acuesto en una cama llena de almohadas y sueño con nada; pronto me despierta un mensaje en el celular: es la Maga que me avisa que su abuelo materno acaba de morir. Me pongo triste, pero no alcanzo a distinguir el génesis de mi tristeza: ¿es el frío, es la muerte, es la distancia, es el papi-mami, es la pinche hambre que traigo o es que en Londres oscurece a las 3 y media de la tarde? No sé. Bajo a comer, me empaco una crema de tomate y una suprema de pollo en salsa de chocolate. Salgo a caminar. Toda la Carnaby Street está llena de enormes monos de nieve flotantes, le gente voltea pa' arriba y les toma fotos a estos gordos blancos con nariz de zanahoria. Una joven de lentes se mete a una de esas míticas cabinas rojas de teléfono y desde adentro pone cara de mensa para que su novio la retrate. Hay unos jeans en Diesel que me gustan, pero son más caros que el silencio de O.J. Simpson.
Entro a una galería de arte en donde exponen fotos, pinturas y collages con el tema de la guerra promovida por Bush. Hay una foto que me atrapa, en ella aparece Tony Blair parado frente a un pozo petrolero en llamas, en Iraq. Se ve al ex Primer Ministro cagado de risa mientras se toma una foto él mismo desde su celular, angulada de tal manera que detrás de su espalda sale el humo negro y las llamas rojas. Es como la foto de un asesino divertido junto al cadáver de su víctima, o como la de un niño cínico retratándose a lado del jarrón que acaba de quebrarle a su madre. La imagen cuesta 2, 700 libras.
Minutos después hablo con la Maga que me cuenta lo que pasó con su abuelo. Le digo que Mateo enloquecería con los aparadores navideños de las tiendas, compartimos besos de mensajería y nos decimos adiós; cuelgo para sentarme a ver una película protagonizada por el actor que entrevistaré al día siguiente. Dos horas más tarde devoro en la cama de mi habitación una chis burger y hartas papas fritas. Noto que no traje pijama y que debo dormir en canelos, me fajo la camiseta adentro del boxer y traigo los calcetines casi a la rodilla. Paso por un espejo de cuerpo entero que se encarga de avisarme lo ridículo que me veo. Me acuesto y me quedo dormido sin cepillarme los dientes: todavía los baños automáticos no le lavan la boca a los huevones. Antes de perder la razón me doy cuenta que el día entero no he pensado en nada importante y que he andado liviano, como la pluma de Forrest Gump.
Me despierto tosiendo y con el cuerpo cortado, creo que tengo fiebre. Desayuno sin hambre mientras la comida no me sabe. Poco después de las 3 de la tarde salgo de la habitación 110 del Soho Hotel con la única certidumbre hasta el momento: Clive Owen es un tipazo que se carcajea de sus chistes ¡y de los míos!.
viernes, 5 de diciembre de 2008
Ángeles y demonios
En casita tenemos muy presente esta fecha, a grado tal, que en su honor hemos estado filmando -sin cámaras- el remake de esta película. El proyecto ha fluido suave como una lengua sobre el flan; lo mejor es que no batallamos nada en convencer a Mateo para que interprete, sin goce de sueldo, el personaje que algún día desempeñó Linda Blair (a quien se le quitó lo linda cuando creció y se le salió el chamuco).
Nuestros vecinos se han de preguntar con los ojos blindados de sueño y con el aliento sabor a pipí de gato qué demonios sucede al otro lado de su pared a las dos o tres de la madrugada, cuando ensayamos la escena en donde a la entrañita se le desinfla la garganta en un llanto, lo mismo castrante que esterilizador.
Todo este drama emo-gótico estalla porque Mateo no quiere dormirse en su cama (sí amigos, esta historia les parecerá familiar porque ya había escrito al respecto... ¡Gulp!, aún no logramos que nuestro hijo permanezca dormido toda la noche en su cuarto).
En honor a la verdad he de decir que la mayoría de las veces yo me hago güey durante este perfomance de sollozos y hago como que Morfeo me habla, mientras la Maga se levanta a apaciguar los berridos de la criatura que llora como poseído y comienza a hablar lenguas extrañas, seguramente oriundas de ese averno conocido como Sesame Street.
Tan bonito que es nuestro "bebé", pero es raro verlo aventándose gritos como de acetato de Grateful Dead pinchado al revés, seguido por algunos gemidos aguardientosos tipo Gollum.
The power of Christ compels you!
jueves, 4 de diciembre de 2008
Start me up!
miércoles, 3 de diciembre de 2008
Notas de traducción
La verdad no era un texto como para entenderle, no había truco, pero quizá publiqué un chiste local sin darme cuenta.
Escribí ese post inspirado en algo que sucedió el domingo, día en el que varios amigos organizamos una fiesta sorpresa a otro amigo. Estando allí, y viendo el goce del festejado, caí en la cuenta que no hay hombre más feliz que aquél al que le montan una fiesta sorpresa.
Me explico: A mí me encanta la fiesta y el chupe (sobre todo si es gratis), pero no me gusta organizarme fiestas de cumpleaños porque soy aprensivo-obsesivo-apocado-timorato y caigo en el llamado 'Pánico de Anfitrión', es decir, que no puedo divertirme por estar pendiente de que todos mis invitados se diviertan.
En otras palabras, no me entra la tecate si ando embroncado porque falta hielo, o porque se acabaron las aguas minerales, o porque a una de las invitadas le bajó y trae jeans blancos pero no tampón, o porque la música está muy alta y el vecino ya levantó la ceja, o porque no hay en dónde estacionarse, o porque la comida se enfrió, o porque la cerveza está azorrillada, o porque alguien te recuerda que olvidaste invitar a otro alguien... y así, un largo etcétera.
Me atormento porque no puedo despegarme del miedo a que mi fiesta fracase. Temo a la fiesta-fiasco. (Pendejadas del hombre moderno).
Por eso, imagino que sería muy feliz si un día me organizan una fiesta sorpresa, en la que ya todo está montado, los involucrados ya están enterados, las viandas están preparadas y los alcoholes se encuentran finamente coctelizados y enfriados. ¡Sólo faltaría yo!.
Qué disfrutable ha de ser empedarse el día de tu cumpleaños sin preocuparte de nada ni nadie. Porque, al fin y al cabo, esa fiesta es tuya pero tú no eres el organizador, si alguien pone cara de fuchi no depende de ti su compostura; lo único que a ti te toca es regresar a tu condición de avión de papel y disfrutar el viaje que tus más queridos te han agendado, mientras ruegas que las horas se hagan mensas para que circulen despacito.
¿Alguien conoce otra versión del paraíso?
lunes, 1 de diciembre de 2008
Con peras y manzanas
Luego quítale a ese número todos los cuatros y sietes que tenga.
Ahora súmale 19 manzanas y dos peras.
¿Ya?
Si estás haciendo bien el ejercicio ahora debes tener un número en la mente, y 19 manzanas y dos peras en la imaginación.
Los que sigue: Divide ese número entre sí mismo.
¿Qué cifra te quedó?... ¿Uno?...
Bien, ¡lo hiciste bien!.
Lo que sigue: Escoge a UN amigo, el más querido, y organízale una fiesta sorpresa con mucho vino y 19 manzanas y dos peras.
Resultado: Durante un día, ella o él, será la persona más feliz del planeta. De su planeta y del tuyo.
viernes, 28 de noviembre de 2008
Nos casamos con Madonna
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Secsi XVIII
-Como leí que andas muy paternal, - me dijo-, quiero compartirte una foto de mi chiquita en posición fetal-.
-¡Qué bien que vas a ser papá!, ¿entonces vas a tener una bebita?-, le pregunté contento.
-No seas güey, si no me quiero casar menos quiero ser papá... Pero chiquitas como ésta sí quisiera tener en la cama-, me dijo, luego rió y enseguida colgó. Un minuto después me mandó esta interesante foto de Maria Sharapova.
martes, 18 de noviembre de 2008
Un post grandote, grandote
25 de noviembre, 11:47 pm
HACE DOS AÑOS.- Este día y a esta hora nace Mateo en el 2006.
Ustedes saben que aquí procuramos no trabajar los martes, por ser un día con tendencia y ascendencia pinche. Pero yo quise hacer un post grandote, grandote de martes a martes para registrar la semana previa al segundo aniversario del pequeño gran estorbo.
Según yo iba a cerrar este largo post con reflexiones paternales de entera inspiración para dejarlos a ustedes con el alma en coma y con el corazón como agua para chocolate.
Pero la mera verdad no tengo nada que decirles; siento como cuando estudiaba mucho para un examen y a la hora de la hora, justo después de escribir mi nombre y mi número de lista la mente se me instalaba en blanco.
Yo quería escribir hoy el mejor de mis posts, en serio que quería.
(...Ruido de grillos...)
Mejor me voy a dormir, pero antes voy a besar la frente -con olor a centavo mojado- de la personita que siempre me inspira, pero que hoy me ha dejado sin habla y sin tinta. Buenas noches.
-Uhhhh, tanto-'nche-pedo-pa-na'a-.
Perdón.
Ya no continuará...
24 de noviembre, 11:08 pm
ADUANA FELIZ.- Que tu familia vaya por ti al aeropuerto es como ver tierra firme luego de horas o semanas de naufragio.
Continuará...
23 de noviembre, 7:44 pm
SUBE Y BAJA.- No sé quién fue la persona que bautizó a Nueva York como la ciudad que "nunca duerme", pero tengo la teoría de que fue alguien que estuvo hospedado en la habitación 1109 de este hotel.
Desde aquí todo se oye, y lo que no se oye, tu cerebro lo inventa. Cuando no es una ambulancia o la sirena de los bomberos, es el camión de la basura que hace un ruidazo en la madrugada recogiendo los botes hasta el tope de mugrero por medio de un brazo mecánico.
Y si de casualidad en la calle se manifiesta el invisible silencio, el elevador que tengo aquí enseguida del cuarto se encarga de despertarme. Parece que está encerrado en el clóset, oigo perfectamente su tracción hacia arriba o hacia abajo, viene viene viene o va va y va, y luego una campanita hace ¡plin! en algún piso en donde supongo se bajan los desvelados que no duermen porque tuvieron una cita con el placer, en cualquiera de sus presentaciones.
Cuando estoy mitad despierto y mitad jetón, escucho el ruido del ascensor como el de un submarino, y eso que nunca he estado en uno, pero así se oye. A las cuatro de la mañana andaba yo abordo de ese submarino en las profundidades del Atlántico persiguiendo a un grupo de cachalotes. Desperté y me acordé de mi amigo Paco, alias "Pachanga", a quien conocí en la primaria gracias a la afición mutua de dibujar tiburones con cuernos.
En fin, estoy muy bien salvo los precios de este hotel y su habitación tan rechinona. Mañana regreso a los ruidos familiares, al Discovery Kids, a los ladridos de Ramona y a los martillazos de la Maga cuando decide reparar algo.
2008: año en el que no he podido dormir bien en casa ni fuera de ella. Qué shulada.
Continuará...
22 de noviembre, 9:58 pm
PROYECTO MANHATTAN.- Apuesto el mejor de mis eructos a que ustedes también les ha pasado que viven un día que no parece ser ese día. Por decir, una tarde se la están pasando a toda madre y piensan: "Hoy no parece domingo". O, una noche están sumergidos en la peor de las aburriciones y sólo alcanzan a lamentar: "Hoy no parece viernes en la noche".
La rutina nos orilla a ponerle a cada día su afán, su cara, su estado de ánimo y hasta su clima, por eso cuando hay variaciones en el esquema nos sentimos fuera de la cancha, o como dice doña Irene, desencanchados.
Por ejemplo, para mí hoy no parece sábado. Pero tampoco lunes martes miércoles jueves viernes ni domingo. Hoy parece un octavo día. Creo que traigo esa sensación de habitante fronterizo porque para ser sábado me levanté muy temprano: a las cinco de la mañana ya estaba metido en la regadera para llegar a tiempo al aeropuerto.
Una zarandeada más al cuerpo y ya estaba yo aterrizando en Nueva York, con la bonita bienvenida del menos un grado centígrado bajo cero. El vuelo fue bueno, ¡y directo!, pero me llevé la amable regañada de una aeromoza porque quise usar el baño de primera clase: "Le recuerdo, caballero, que los baños de clase turista están en la parte posterior de la nave", me dijo la hermana no reconocida de los Polivoces. Qué delicados del ano son los primeraclasesinos que no quieren que uno se pedorrée en su medio metro cuadrado de baño. Ni modo, pa' tras.
Ya les había contado que yo soy un ciudadano de Hollyday Inn para abajo, pero la gente que me trajo me hospedó en un hotel de, por lo menos, 8 estrellas. Y no les suelto este estrellato por mamón o presumido, es más un grito de auxilio porque los viáticos se me están achicando como huevo en ducha fría. Hace rato me eché una sopita de verduras con pollo, tipo Maruchan, con arroz y un té verde... ¡a 52 dólares!
Calculo que Bush quiere rescatar la economía de este país gracias a tarados como yo que no ven cuánto cuesta una comida con vista al Central Park. Desde mañana aplicaré la dieta Big Mac, no importa que se me clausure el intestino una semana.
Tampoco parece sábado porque nunca posteo en sábado.
Bueno, pues ya me voy a caminar esta ciudad enteramente caminable, pero finalizo diciendo que extraño mucho a la gente que vive conmigo, con la que a veces me encabrono estando ciego por la prisa y la rutina. Es cuestión de tomar distancia de la casa para darse cuenta del amor que de ella nos alimenta. ¡Y gratis!.
Continuará...
21 de noviembre, 12:50 pm
CHÚPALE PICHÓN.- México lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me lleven a Forks, Washington. Este pueblo brumoso al noroeste de Estados Unidos tiene tres mil ciento veinte habitantes bien vestidos, todos ellos patrocinados por Abercrombie & Fitch y por Angel Face de Pond's. Habitan por ahí vampiros veggies con piel de diamante; son ligadores milenarios que prefieran beber la sangre de Bambi que la tuya.
Allí quiero que me entierren para que después, por medio de un mordisco, resucite convertido en una criatura pálida que trepa hasta las copas de los árboles cargando en la espalda colegialas que todavía no saben, -ni les interesa saber-, cómo se escribe la palabra Huitzilopochtli.
¿Se nota que ya vi Crepúsculo (Twilight)? Pues sí, ya la vi, y a pesar de lo que digan los críticos aguafiestas a mí sí me gustó la película. Tiene muy buen soundtrack, una linda chica y un chupasangre que asusta más por su parecido a Julio Castrillón que por su condición inmortal.
Sin embargo, en este tema de vampiros-adolescentes-suburbanos-gringos me sigue gustando más The Lost Boys de 1987, cuya excelente banda sonora ya fue discutida en este blog en un post muy, muy lejano.
Continuará...
20 de noviembre, 3:26 pm
FELICIDADES.- ¿Hace cuánto que no te sorprende el ruido de un helicóptero, o las patas de un chapulín o el orden de una hilera de hormigas?.
En mi casa tengo un par de ojos extras que se maravillan con estos fenómenos pasados de moda. Mateo se emociona con aquello que yo doy por hecho, y no les miento, a veces es abrumante intentar estar alerta hacia todos lados para ver qué chingados te está señalando tu hijo con tanta insistencia.
En ocasiones lo "maravilloso" es un vaso de hielo seco que baila en medio de una calle, o es un anuncio panorámico de croquetas con la foto de un perro bien peinado, o es un gato meón que cruza en pánico frente a tu carro. No es mentira que los hijos oprimen el botón de Escape en tu teclado cerebral, a pesar de que nosotros, los adultos super ocupados, intentemos evadirnos con un 1-0 en contra de México a favor de Honduras.
Creo, pero no me crean, que a la paternidad hay que entrarle hasta el fondo. No puedes andar joteando en la orillita, como cuando le huyes al mar helado y sólo metes la punta del pie.
No es que yo esté muy adaptado con el papel de papá que un espermatozoide y un óvulo a buena hora me delegaron. Desconozco tantas cosas como las desconoces tú. En mi océano particular el agua espumosa y fría me está llegando apenas al ombligo, pero a estas alturas me conviene más terminar de echarme el clavado que pedir una toalla para salir.
Escribo todo esto porque hoy 20 de noviembre es el Día Universal del Niño (¡universal!). Si tienes en tu casa uno de estos pequeños seres incansables, te felicito. Si no, también te felicito.
Continuará...
19 de noviembre, 1:03 pm
EL CABLE ROJO.- En 1939 Judy Garland y varios personajes afeminados siguieron a brinquitos el camino amarillo para conocer al mágico-mágico Mago de Oz. Casi 50 años después, en 1985, mis amigos y yo nos pegábamos a la televisión para seguir con la mirada el cable rojo que estaba conectado a la guitarra de John Fogerty, en aquella canción "The Old Man Down The Road". Les dejo el video para que los que tengan que recordar, recuerden.
Continuará...
19 de noviembre, 11:31 am
SILLA ELÉCTRICA.- O inyección letal a la persona que sea sorprendida arribando a un lugar en el que un grupo de gente está reunida y diga: "Ya llegó por quien lloraban". Detesto esa frase con aires de chiste.
Continuará...
18 de noviembre, 3:47 pm
OLORES ENCERRADOS.- El Municipio de Santa Catarina, siempre echado pa' delante, está organizando entre la población un concurso de olores contenidos llamado "A Qué Te Huele el Tablero". Se trata de llevar tu carro con las autoridades correspondientes para que ellas evalúen las pestes guardadas en el coche, así como la antigüedad de éstas.
viernes, 14 de noviembre de 2008
¿En dónde me veo?
Me refiero a esos hombres ilustres que saben de memoria a cómo amaneció el UDI y a cómo cerró el Euro. Son caballeros que se pasean por la calle en simbiosis con un maletín, y que te venden "Productos financieros para el retiro" bajo la promesa de tener una vejez tan desahogada como la de Hugh Hefner.
¿Te quieres jubilar en traje de baño metido hasta las tetillas en un jacuzzi frente a la costa de Oaxaca?, muy sencillo, te dicen, lo único que tienes que hacer es apoquinar desde ahorita y hasta dentro de 40 años, una lana en fondos de inversión cuyos nombres siempre son tan mamones como Fondo Diamante, Fondo Oro, o Fondo Platino.
Estos hombres saludan apretando la mano fuerte, como lo hacen todos los machos que le echan un huevo crudo a su licuado mañanero y tienen la habilidad de pronunciar bien bonito tu nombre con ambos apellidos, aún sin haber compartido nunca la tecate contigo.
Los recibes y de buenas a primeras quieren saber si fumas y si practicas deportes de alto riesgo, y como te ven encorbatado, alucinan que te sobran miles de pesos para invertirlos a granel.
Yo no sé ustedes, pero por el momento todo mi salario tiene padre y madre, ni un peso que gano es huérfano como para depositarlo en cuentas de ahorro. -Hago esta penosa declaración y me imagino a mis ex novias suspirando de aliviadas y contentas por no haberse matrimoniado con un apenitas-.
Volvamos al consultor financiero. Ya en su peladés más colorida, estos señores se atreven a preguntarte cuánto ganas y entonces llega ese momento en el que inspiras ternurita porque mencionas (un poco inflada) tu lánguida cifra salarial. -Muy bien-, te dicen, -como quiera debes considerar que tus ingresos irán incrementándose a medida que vayas creciendo-. En este punto de la cita estoy a punto de soltar la carcajada, yo, hombre de poca fe.
Eso no es todo. Cuando ya andas bizco por tanto proverbio económico y mareado por tanta gráfica de pastel, los angelitos verdes disparan la pregunta imperial, la más cagante, la más engañosa: ¿Cómo te ves en 5 años, en 10 y en 20?.
¡Bomba molotov!
A ver, a ver, son las 10 y media de la mañana, es martes, no he desayunado, el pedacito de caos está entrando en lo que sería su primera adolescencia precoz, todavía le cuelga para que se asome la próxima quincena ¿y tú me estás preguntando que en dónde me veo en cinco años?, ¿qué debo contestar?, ¿en un escusado buscando las llaves del carro?, ¿en misa?, ¿en el Super 7?, ¿pegado a una ubre de vaca?...
Y riájales, nomás por quedar bien con tu interlocutor y para que aquello parezca como un emotivo talk show de Televisión Española, diseñas en voz alta un bosquejo ideal de tu vida futura, algo así como Mr. Ñets en el País de las Maravillas, con harto betún. Todo esto se lo dices a un extraño que pone cara de que le interesas mucho, cuando en realidad está pensando a qué oleran los sobacos de una ballena azul o cómo va a querer los huevitos en la cena.
Terminas tu trance de idealismo esperando aplausos por parte del consultor financiero, pero éste pone su cara más solemne y te clava por la espalda una inyección de salación.
-Y eso si, Dios no lo quiera, no tienes un accidente catastrófico antes en el que, repito, Dios no lo quiera, falleces (nunca dicen 'te mueres'), o quedas inhabilitado de por vida. ¿Ya has pensado en lo que será de tu familia en caso de que, Dios no lo quiera (¡otra vez!), algún día no estés con ellos?-, te dice el cabrón.
De inmediato imagino a Mateo y a la Maga pepenando en un basurero, él masticando una mazorca seca con moscas, y ella mentándome la madre hasta la tumba por no haber comprado un seguro de vida a tiempo.
Ukelachingada. A ver, recapitulemos: Ya te dije que gano una mierda, ya me pusiste cara de que eso me pasa por no ahorrar y por ser un pelado sin iniciativa ni ambición, ya me hiciste futurearle a cómo me veo en cinco años, ¿y ahora me quieres matar o condenar a una silla de ruedas?. Shiale.
Ya con el ambiente convertido en carroza fúnebre nuestro invitado remata diciendo: -Por eso te digo que es importante echarle un ojo a estos productos que te ofrezco para que no te lamentes después- y te entrega 10 páginas redactadas por algún entusiasta ahorrador, finamente grapadas a un legajo en cuya portada aparece la foto de la familia mexicana más guapa, más sana y más sin pedos que puedas conocer (cuyos modelos de seguro son argentinos).
Tu sigues pensando en cómo fregados vas a hacerle para completar la mensualidad que él te pide como requisito para jubilarte hecho un millonario en 40 años. Misterio sin resolver; otro.
jueves, 13 de noviembre de 2008
Lullaby
Fue ella mi primer amor y también fue ella la protagonista de mi primera pesadilla.
Hablo de una noche de mil-novecientos-setenta-y-pico. Yo dormido y en la cabeza me hierve una fábula de David Lynch.
En el sueño Blanca está de pie frente al fregadero de la cocina, en aquél departamento de la calle Mississippi que rentaba Yuyo.
La mujer me ofrece la espalda, con el pelo negro planchado hasta la cintura, trae una falda larga, recta y estampada a cuadros escoceses, lava platos con furia pero sin dolo; en cada tallón le brincan las nalgas.
Muy cerca de ella está postrada una muela gigante. Un diente blanco de un metro ochenta que amenaza a la muchacha Blanca. Obvio que la pieza dental no habla ni tiene cara, pero siento que me mira y que me dices cosas. Yo quiero avisarle a Blanca que detrás suyo está parado un diente enorme y malintencionado, quiero ser el héroe, ser supercan, pero descubro que mis pies están anclados al piso y que mi boca está atascada con sedimento acuoso verdeoscuro.
FADE OUT.
FADE IN.
Ahora estoy afuera del departamento, confundido, no sé en dónde quedó Blanca ni qué fue del molar asesino, pero sé que estoy en la misma pesadilla porque el soundtrack es idéntico. Parece la escena inicial de Vanilla Sky, no hay nadie en la calle excepto el grito de mi hermana Irene que me suplica voltear hacia arriba. Levanto la barbilla para ver de qué se trata y me la encuentro colgada de un cable de luz junto a mi primo Moisés. A su lado hay un nido con pájaros negros que comen pedazos de basura.
Irene y Moy me piden que suba por los escalones de acero que tiene clavados el poste, pero otra vez mis pies son un par de ladrillos inútiles y mi boca no dice ni pío.
Y ya.