viernes, 22 de febrero de 2008

Ser un globo

Ser un globo en el aire. Una esfera ligera amarrada a la tierra que escapa al aire porque allí cree que se burla del piso y de los ratones y de las cucarachas. Que se va, pero que se queda al mismo tiempo.
El globo en lo alto reconoce a sus amigos globos que huyen también de la formalidad y de la madurez obtusa. El globo aéreo saluda a los escapistas como él, pero se entristece porque cada día hay más globos cansados que se anclan en el césped o en los brazos de un árbol.
El aire siempre es más amable que un pedazo de concreto. Allá arriba no hay agujas, sólo algunas aves que se asustan cuando lo ven porque creen que al cielo le ha salido un tumor rojo y juguetón.
Abajo, un globo en medio de pedazos de plomo no divierte. Abajo lo espera el mundo real, los acomodados, los entusiastas, los siempre felices motivadores de oficina, los charcos de hipocresía y una montaña de pendientes.
Rebelarse es inútil, risible y, lo peor, señalado. Otros globos que hicieron el viaje te voltean a ver desde abajo y te animan a que desciendas porque allá en el cielo puedes perder lo que en la tierra has logrado. Entonces el globo se baja, se despide de las alturas y regresa a las bajezas, a las reglas del juego que no termina por entender pero que juega para que la foto salga con éxito en la penúltima página del álbum familiar. Ponle play.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicidad es la certeza que nuestra vida no está pasando inútilmente. Hay que ser ese globo en las alturas... Excelente reflexión.