viernes, 22 de agosto de 2008

Tormentas dispersas

Karma eres y en karma te convertirás. Hace no mucho estaba yo envidiosamente contento porque los regiomontanos que estaban en la Isla del Padre tuvieron que regresarse en chinga por culpa del huracán Dolly. Qué placer me daba aquellos días ver que sus vacaciones se habían convertido en un éxodo desesperado por culpa del ciclón. Fui tan feliz antes como infeliz soy ahora, pues la malintencionada burla se me regresó como un búmeran bien amaestrado.

Resulta que la playa a donde iremos de vagaciones la próxima semana se encuentra secuestrada por una familia de nubes que amenazan con desatar tormentas dispersas y chubascos aislados (o todo lo que eso signifique).

La improvisada metereóloga de la televisión advierte a su querido público que es posible que llueva en gran parte del país durante los próximos días. Con una sonrisa que parece sincera la apretada conductora se desplaza por el mapa de México que vemos en pantalla presumiendo el abundante culo que Dios le dio, y cuando por fin decide quitar sus nalgotas del estado de Quintana Roo, descubro que encima de esa parte del Caribe hay un ícono muy bien hecho que representa una nube gris partida por un rayo. ¡Rayos, demonios, diantres, carambolas, recórcholis!, ¡¿Me va a llover en la playa?!.

De pronto me imagino a , a la Maga y al más amado en el lobby de un hotel viendo llover con la piel brillosa por culpa de la humedad costeña. Los tres mirando hacia donde supuestamente debería desplegarse el mar turquesa sólo para descubrir la presencia de un telón gris. A lo lejos de ese paisaje oscuro vemos diez palmeras disfrutando una ducha fría y a lo cerca un empleado parecido a Armando Manzanero diciéndome que al rato cede la tormenta y que por mientras nos ofrece pasar al salón polivalente en donde nos podemos divertir muchísimo jugando billar, tirando dardos a la pared o golpeando una maquinita tragamonedas en la que nos podemos ganar como premio una canasta de frutas firmada por Mr. Whatever, presidente vitalicio del hotel. No gracias, ¿para eso nos vamos al mar, para encerrarnos en un cuarto con complejos de casino?.

Eso de confiarle el pronóstico del clima a las chicas de la televisión es una lata. Levantas un censo (piña) entre tus conocidos y todos te dicen que no les hagas caso porque siempre se equivocan y que nomás están ahí como atractivo visual. Sí, está bien, no les creo a ellas, pero, ¿también debo desconfiar de la imagen satelital que detalla bruma en ambos océanos?, ¿me enjuago el cerebro pensando que tal imagen es del año pasado o peor tantito, que el satélite ése ni siquiera existe y que la NASA es un complot extraterrestre negociado por George Lucas, articulado por Oliver Stone y planeado por Pedro Weber Chatanuga?. ¿Niego la realidad o en vez de traje de baño empaco un paraguas y tres impermeables?. El satélite no miente, nos va a llover.

No culpes a la noche/No culpes a la playa/No culpes a la lluvia/Será que no me amas.

Por lo pronto me consuelo bajo el frágil argumento de que no usar corbata una semana es ya una vacación. También me despido de ustedes; nos volvemos a ver por aquí hasta el lunes primero de septiembre. Les encargo este espacio, y lo que aquí he escrito. Si quieren pueden acercar su nariz al monitor y descubrir que este blog huele a flor de lis, representante floral de la esperanza.

Tengo esperanza de que todo mejore, que haya perdón, que se esfume el rencor, que sirva el mar, que nos cure el tedio, y sobre todo, tengo esperanza de que no nos llueva sobre mojado.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Mujeres, las flores, las pastillas

Mientras mi espalda me regresa el porte de un australopithecus, mi cerebro ha tomado atajo hacia el sin quehacer intelectual. Lo mejor sería andar en blanco, pero ando en lo turbio, como una televisión sin señal, llena de mosquitos pixeleados. Así ando. Me llega un pensamiento, toca tierra e inmediatamente se larga; en eso llega otro, hace relevos, y se repite el circuito.

Me gustaría confiarles que me estoy volviendo loco, pero eso sería tan estúpido como pretencioso. Siempre me han caído mal las personas que a los cinco minutos de conocerlas te avientan esta frase: "No me hagas caso, ¡estoy bien loco(a)!". ¿Cómo esperan que reaccionemos?, ¿tenemos que contestar: "Uuuórale qué loco"?. La locura es para los grandes, a los mediocres les toca estar distraídos, ausentes, despistados en la vida, a lo mucho, no locos.

Así que no estoy loco, ya quisiera; estoy empastillado. Desde que mi espalda perdió la vertical me recetaron, además de la inyección, dos pastillitas diarias para relajar los músculos, y de paso, las neuronas. Las dos capsulitas azules, que no son de viagra, me traen poco más que apendeja'o. Eso tiene ventajas, porque te abre el permiso de decir tonterías sin que se haga presente la culpa. En este estado de drogadicto con receta médica puedo decir cosas como que me encanta ver una tanga, pero más un short muerde-cachete, ése que sólo cubre tres cuartas partes del glúteo. Digo eso y nadie me hace caso porque 'pobrecito anda empastillado'. O puedo decir también que se me hace muy sexy y al mismo tiempo muy cachondo que una mujer diga que otra mujer está buenota.

Encuentro estimulante que las mujeres se echen flores entre sí. Que una amiga venga y me confiese que: "Fulanita tiene un cuerpazo y que ese vestido se le ve genial, y que mira qué bien tiene las chichis y las nalgas (mi amiga diría pompis)"... Eso me pone de buen humor. No se trata de un comentario lésbico, no, no, no, nada de eso, se trata de un halago de mujer a mujer, que yo disfruto mucho.

Existe el prejuicio, quizá bien fundamentado, que las mujeres se echan caca entre ellas, y que sobre todo le tiran a la amiga que no fue a la reunión, o a la desconocida que es bella y además tiene buena suerte. También a veces se tiran popó con empaque de bombón. Por ejemplo, que una le diga a la otra: "Qué bien se te ve esa falda ahorita porque antes no la llenabas bien", pudiera ser interpretado como un halago de doble filo pues lo que realmente una le está diciendo a la otra es que le queda bien la falda, pero al mismo tiempo le está diciendo que está más caderona que antes porque ahora su ropa la rellena mejor y más. Raro es que a algunas les incomoda estar caderonas cuando las bolas laterales son tan atractivas para nosotros. Pero eso no importa.

Lo que me importa y se me hace muy disfrutable es que una mujer reconozca la belleza de otra sin esa doble intención de halagar y fregar, sin giros. Me gusta que ellas pongan en la anatomía femenina ajena los mismos adjetivos que utilizamos los hombres cuando una hembra nos resulta digna de ser horizontalizada en la cama. Me hace el día que una amiga me confiese que Martha tiene unas piernas muy bonitas, o que a Aurora se le ve perfecto el escote, o que a Tamara no le brincan las petacas cuando camina, o que el cuello pecoso de Sussy Q. es hermoso. Una mujer hablando bien de otra me es afrodisiaco.

Por eso, niñas: díganse cosas bonitas entre sí, que hay hombres (yo) que lo agradecemos. Empastillados y todo.

lunes, 18 de agosto de 2008

Ajuanado

Ando ajuanado. No sé si un Juan se sienta a veces eugeniado, pero un Eugenio, éste, yo, sí puede sentirse ajuanado seguido, sobre todo cuando es lunes nublado y el cielo a cada rato amenaza con caerse en forma de gota.
El ajuanamiento es fácil de identificar: No tienes ganas de hacer nada, pero nada, ni siquiera esas cosas que te son placenteras o atractivas. Andas tan de poco apetito aventurero que tampoco te sientes cómodo en ese estado emocional que los mamucas expertos en coaching llaman zona de confort. No es que hoy ande triste, cabizbajo, temeroso, indeciso, resignado; no, nada de eso, sólo estoy ajuanado. Me pasó un tren encima y no tuve tiempo de mandar saludar a la mamá del maquinista. Zzz...

sábado, 16 de agosto de 2008

Hola, C-3PO

Ya se me había olvidado cómo duele una inyección hasta que ayer Elena me bajó el calzón al nivel de la rayita, (así como usa el traje de baño el casi chimuelo de Michael Phelps), ¡y riájales!, ahí te va tu agujón. Sí lele.

No es gripa (o gripe, como quieran); estoy contracturado de la espalda que es peor, porque mi síntoma es andar caminando como C-3PO en una ciudad acostumbrada a correr, a la prisa.

Para que se den una idea, me desplazo como cuando traigo diarrea y de pronto siento que se me sale el contenido neto y "vuelo" al baño frunciendo las nalgas, paso a pasito (¡papasito!). Como si hubiera amarrado las citas de mi zapato izquierdo con las del derecho. Y todo por no calentar antes del entrenamiento del jueves, por cierto, ¿hacer el amor (aunque sea sin el amor) sin calentar también tiene sus riesgos?, yo digo que para eso sirve el faje, ¿no?... ya me desvié.

Volviendo al tema, soy un semi héroe, porque con todo y mi inmovilidad parcial ayer me fui a trabajar muy salsota y fue allí donde subrayé que este país, al menos esta ciudad, no tolera a los lentos.

¿Quién no se desespera cuando un correo electrónico tarda en abrirse o cuando una página de internet se eterniza al desplegarse o con el pobre anciano del Datsun amarillo de adelante que no arranca a tiempo cuando el semáforo ya está en verde? No nos gusta esperar.

Además, lo peor de andar contracturado en la vía pública es que no traes muletas ni silla de ruedas ni collarín ni un pinche curita, así que cuando te ven caminando como sonámbulo de ojo abierto la gente te hace cara de qué pedo, qué traes o qué, y entonces sueltas el discurso bien aprendido de lo que te sucedió sólo para notar que, con justa razón, al prójimo le vale un arroz tu salud, pues lo que realmente le importa es alcanzar al elevador porque ya se están cerrando las puertas y... tú esperas al que sigue, gracias.
Los lentos estorbamos.

Pero bueno, como les decía al principio, ayer por la noche saqué mi nalguita peluda (Pie Grande es un jodido lampiño) y Elena, la enfermera amable, me penetró (albureros, dense vuelo) un producto con alto contenido de naproxeno, hijo menor del proxeneta. Además ando empastillado. Ahí la llevo.

Una posdata: El doctor que me atendió decía "aiga" en vez de "haya", pero como quiera confié en la interpretación que le dio a mis radiografías. Le creí, pero espero que no aiga pasado su carrera de Medicina sobornando al director, o más gacho, acostándose con él.

Otra posdata: Ya camino mejor, gracias por preguntar.

jueves, 14 de agosto de 2008

Así se llama

No encontrando materia fecal disponible para darle un buen brochazo café a estas líneas y ante la huelga de inteligencia en la que está postrada mi materia gris, me dispongo a escribir una aclaración que a menos de cinco personas le importa: ¿Por qué este blog se llama como se llama?

Resulta que siempre he sido muy zacatón para los chingazos. Soy tan Donna como la Summer sólo al imaginarme agarrándome a madrazos con cualquiera. Lo irónico es que desde hace muchos años práctico karate y muy seguido me toca hacer combate, golpear y patear, así como recibir fregazos, pero lo que sucede en el dojo se queda en dojo, no así en la calle en donde nunca sabes el potencial de tu rival.

En algún verano de los años 80 me encontraba jugando al balón, que no al futbol, con mis amigos Los Tontos, de quienes ya he hablado alguna vez. Casi nunca importaba cuántos goles metíamos, lo importante era jugar hasta que se metiera el sol porque el pinchurriento parque en donde jugábamos no tenía alumbrado y cuando tenía no duraba porque alguno de nosotros lo quebrábamos a pedradas (qué linda es esa costumbre mexicana de darle en la madre al patrimonio).

Total que jugábamos a la pelota con el solazo en la nuca hasta que la ingle nos apestaba a amoniaco. En alguna jugada de esas le metí la pata con cierta bestialidad a Luis alias "El Caricatura", no porque yo fuera un defensa violento, sino porque desde siempre le he robado cámara a Tribilín: soy torpe cuando camino y soy peor cuando corro.

"El Caricatura" cayó al suelo y apretó la quijada de dolor ante mi espantosa falta y sus ojos se le llenaron de odio rabioso. -¡Qué pinche pedo traes hijo de tu pinche madre!-, fue más o menos la cita citable que me dedicó al tiempo que puso sus dos puños en posición de Bruce Lee. A mí se me secó la boca del miedo hasta que llegó Javier "El de Menudo" a tranquilizar al furibundo.

Antes de calmarse, "El Caricatura" juntó su dedo índice derecho con el pulgar formando un círculo que se llevó a uno de sus ojos y me gritó: -¡Por aquí te veo, pinche culo!-. Ése gesto siempre nos lo ganábamos quienes le mariconeábamos a esa tarea inútil de agarrarse a chingazos. Muchos años pasaron. Yo seguí de culiche toda la vida y jamás volví a ver a mi precoz retador.

Se cierra el telón y se vuelve a abrir.

Un día de octubre del 2007 decidí dar de alta este blog inspirado en el de Guffo Caballero. Ahí estaba yo frente a la computadora de la oficina siguiendo los procedimientos hasta que llegó la hora de bautizarlo. Sabrán entonces que lo primero que se me vino a la cabeza fue la frase: Por aquí te veo. Nada más.

Siento desilusionar a quienes esperaban un origen más interesante o místico, pero ésa es la única verdad y nada más que la verdad. Pensándolo bien, creo que este blog me ha enfrentado a muchos de mis miedos, no necesariamente a aquél de participar en una bronca, pero sí a esos de la vida diaria, el indescifrable devenir, la duda constante, la soledad acompañada, la avaricia de encontrar un significado, la necesidad de sentirme querido a veces hasta por extraños, el laberinto hacia el respeto propio, etc. Muchos miedos tengo y muchos no tienen nombre, hasta ahora.

A veces cuando escribo aquí algo que me resulta incómodo de mí mismo, imagino que pongo esa seña con mis dedos en el ojo y le digo al temor sin rostro: Por aquí te veo, pinche culo.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Emos

Los perseguidos sociales de esta década son los emos, como antes fueron los jipis, los punks, los darks, los grunchis, los tutsi pop y cualquier otro grupo social que se haya rehusado a usar dockers y camisa tipo polo, y estudiar una licenciatura como la gente "normal".

A mí el look de los emos ni me gusta ni me asusta, en todo caso estoy a favor de la democracia ideológico-visual; es decir, que cada quien se manifieste y se acomode los pelos como le guste, siempre y cuando en esa manifestación no vaya implícita alguna forma de violencia contra los demás.

Creo que los emos son rechazados por otras "tribus urbanas" precisamente por ser muy emocionales y por estar asociados a la falta de carácter (huevos, como dicen en Hualahuises), además de que son andróginos, chillaquedito y colas pa' abajo. En pocas palabras, les encanta aparentar que sufren y hacerse los mártires.

Pregunto: ¿No es cierto que todas las manifestaciones artísticas que han valido la pena a lo largo de la historia están originadas de alguna forma en el sufrimiento humano?

Lo que no me gusta nada es la música emo (Evanescence, My Chemical Romance, etc). Se me hace puro berrinche exagerado, pero ojo, sé que la peor manera de hacerse viejo es criticar modas nuevas, música nueva, arte nuevo, literatura nueva. Por ejemplo, a mí me caía muy mal que mis primos mayores (¡¡¡que se derretían por Air Supply!!!) me dijeran que Kurt Cobain cantaba ojete, mientras que yo hubiera dado lo que sea por oler el sopo de cualquiera de sus camisas de franela.

Yo digo que los jóvenes emos tienen el permiso de verse como ellos quieran, antes de que la gran costumbre, como la llama J. Cortázar, se los chupe. Acá en México no van a durar mucho tiempo porque no hay moda que aquí dure más de dos o tres años, quizá cinco. La única usanza permanente en nuestra patria es la corrupción, misma que nos tiene muy empinados a todos (estar empinado es una buena justificación para convertirme en emo).

Lanzo un pronóstico: los emos se van a extinguir pronto. Ahorita se pintan las uñas de negro, se dejan el copete largo de lado, se hacen chongos mamertos en todo el cráneo, se delinean los ojos y ponen cara de adolescentes azorrillados. Pero nomás denles tiempo y dejen que tengan un hijo y se enfrenten a situaciones tan vitales como aquella que ordena que si no le limpias bien el anito a tu bebé cuando le cambias el pañal el pobre se estará rascando la colita todo el día; cuando los ahora emos se enfrenten a tareas tan de vida o muerte como ésa, entonces sí dejarán de sufrir de a gratis. Mientras tanto que suelten sus emociones como más se les antoje. Que cada quien la cague a su manera.

Y ya para terminar esta mensada de post, les dejo el video de la única rola emo que me gusta. Parece que la canta Martha Higareda, pero no, dicen que este chavito sí tiene pito, aunque eso a mí no me consta nada, nadita.

martes, 12 de agosto de 2008

Yo no sé si sirva el mar

Inmediatamente después de que la señorita de la agencia de viajes me entregó el recibo me puse a pensar si unas vacaciones pueden salvar un matrimonio. Supongo que si me hago a la idea de que los camastros que rodean la alberca son como divanes y luego me tiro al sol para repasar mi vida como se la repasé algunas veces al doctor Homero, la terapia podría funcionar.

La Maga y yo andamos en ese proceso sano de preguntarnos en cuál pedazo de piso se nos quedó aplastado el amor. Así están las cosas. Que nadie se mueva y que nadie haga más pedo de lo que es. Los matrimonios, todos, sufren y el nuestro está listo para entrar al quirófano. Estar casado es un problema razonado continuo y según mi amigo Eddie (alias 'Pedy' por su afición al Jack Daniel's) estar soltero también es una chinga aritmética.

¿Nos sentamos a analizar lo complicado de las relaciones humanas o mejor no, porque luego se nos queman los frijoles?.

Que nadie me venga con sabidurías añejas porque yo tampoco ando de profeta metiche en otras relaciones. La mía, la nuestra, está un poco atropellada y si nos ponemos a buscar culpables nos va peor. Como escape o como penúltimo recurso nos largaremos al mar en dos semanas, y no porque la vida allá sea más sabrosa, sino porque tengo que cumplir al menos una de mis más hondas fantasías recientes: ver la cara de Mateo cuando conozca el mar.

Cualquiera diría que si queremos rescatar nuestro matrimonio lo que deberíamos hacer la Maga y yo es irnos solos, pero no se trata de eso, lo que intentaremos hacer es salvar nuestra familia, pues ya no somos dos y nunca lo volveremos a ser. Al que le tenga que dar hueva este tema que le dé hueva y al que se quiera quedar, que se quede. Pero nadie intente meterse en mis zapatos, por favor.

Yo no sé si los miles de pesos que le acabo de cargar a mi tarjeta para cubrir los gastos de estas vacaciones terapéuticas vayan a dar resultado. Yo no sé eso ni sé si sirva el mar. Tampoco sé si estos temas quepan en este blog, pero ustedes entenderán que no puedo evadir mi realidad y ponerme a escribir acerca de perritos bailarines mientras al circo de mi casa se le han escapado los payasos, la risa, el buen humor, la esperanza, la paciencia, ¿el amor?

jueves, 7 de agosto de 2008

¿Qué fue lo que pariste cuando pariste?

A las 10 y pelos de la noche suelta la carcajada de un macaco y luego se da vueltas como aborigen alrededor de mis chanclas y más tarde va y se estampa, con la pancita por delante, al sillón. Aterriza con brutalidad pero se vuelve a incorporar y si se golpea, llora, pero el lamento es corto porque inmediatamente viene la risa o el grito, o lo que más se le antoje.

A esas horas honra a Elmo y a Pocoyo y le gusta tomar los cepillos de dientes de sus papás para absorber de ellos lo que queda de agua y de pasta. Entonces brinca como un orangután en celo y más tarde se trepa a nuestra cama haciendo giros como minutero de reloj. En medio de la confusión intento encontrarle matemática genética a su delirio. No intento cargarlo en esos momentos de euforia pues mis testículos peligran, ya sé lo una piernita en fuga puede hacerle a mi parte más colgada. Duele abundante y es un dolor que no se cura sobando.

La tormenta va perdiendo fuerza. Lo arrullo un rato. Lo llevo a su cuna, como si fuera un herido de guerra, ahí lo deposito haciendo un gesto de súplica, como si le estuviera haciendo una ofrenda a la Virgen de la Paz Perdida (por favor Virgencita duerme ya a este cabroncito) y justo en el momento que supongo huir de la escena truena una de mis rodillas y/o tobillos ¡craaaack!, y entonces él se despierta (de cero a cien en un segundo) y asimila que es la caricatura pigmea de Julio César Chávez y alucina que le han tocado la campanita para aventarse otro round contra el que se deje, ya sea su madre, quien para esas horas trae la cara de cera, es decir, es ella, la misma, pero tiene la mueca de una muñeca de cera, impávida; o bien contra su padre que siempre se ve guapo y sobre todo fornido; o puede ser en contra de algún peluche, o en contra de un lo que sea.

En un instante, que nunca es el mismo de ayer, se queda dormido y llega el silencio. Es muy tarde, pero como sea llego con mi vieja y suelto una pregunta que si no fuera cómica sería muy pendeja. Digo: "Ahora sí, chula, ¿qué quieres que hagamos tú y yo solitos?".

Dormir or not dormir: that is the question.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Viaje de ida


¡Ya supe cómo poner videos!, y me dieron ganas de inaugurar este nuevo juguete con la guitarra de Neil Young. Es la música de la película Dead Man dirigida por Jim Jarmusch y actuada por Johnny Depp (para el gozo de mis lectoras). Disfruten el viaje.

martes, 5 de agosto de 2008

Danos hoy nuestra queja de cada día

Un día de estos tengo que aprender a ser agradecido cuando se me junta lo bueno porque quejarme cuando se me junta lo malo me sale de maravilla. Ni ensayado.

Me es fácil renegar porque al mismo tiempo el carro se descompone, el hijo se enferma o se chifla (que es peor), la esposa se enoja, el recibo de la luz arde, la conversación se llena de caca, el trabajo aburre, la camisa se rompe a la altura del codo (¿por qué siempre del codo?) y la tecate llega azorrillada. Tragedias mínimas, acepto.

Pero, ¿por qué me quedo callado cuando se me junta lo bueno? ¿Por qué no digo nada cuando veo a mis papás sanos y sin chochos, cuando respiro la paz en el sueño de Mateo, cuando me doy cuenta que mis amigos nunca han dejado de buscarme, cuando noto con el tacto y con la mirada que las curvas en el cuerpo de la Maga no se han desparramado, cuando disfruto de una comida sin microondas, hecha en casa, cuando conozco a un tipo (de nombre Osvaldo) que se ofrece para llevarme al trabajo, sin propina de por medio, porque mi carro me ha dejado tirado otra vez?.

Lo bueno lo doy por seguro, pero no lo está. Creo que tengo sobrevalorada la desgracia y que hago tema de la infelicidad creyendo torpemente que me gusta atraer lectores infelices. Me dejo engañar pensando en que la infelicidad nos "hermana" mejor, pues es colectiva y la felicidad no, porque ésta se vive y se disfruta en privado. En este país la única dicha masiva es la que se produce cuando nuestra Selección anota el mentado gol, pero en general nos caen gordos los seres humanos felices y más si son mexicanos. En esta tierra de perdedores e imitadores es más fácil identificarnos con alguien que suelta amarguras hacia los dos hemisferios que con aquellos que nos animan a ser felices. El vaquero malo aplasta al vaquero bueno porque éste andaba muy sonriente (el muy ojete). Homero es más chistoso que Ned Flanders, y punto. Le vamos al Guasón, claro.

Tampoco se trata de escribir que soy feliz porque todos los días amanezco encarnado en Blanca Nieves y el espejito me dice que yo soy el más bonito, mientras los pajarillos (pajarillos se escribe sólo en los cuentos, pero son pajarracos en la vida real) cantan en mi ventana. No se trata de eso, pero sí, creo, de agradecer cuando se me junta lo bueno. Ser feliz es eso: estar consciente cuando se te junta lo bueno. Denle el apellido que quieran, eso es la felicidad para.

En otra parte del estudio y al mismo tiempo reconozco que me da pena decir que gran parte del tiempo soy feliz porque un blog escrito por alguien feliz inspira flojera y no afiliación. Pero es que tampoco soy feliz del todo (nadie lo es). No importa que un día ande muy contento pues ese mismo día voy y le meto el dedo (sin albur) a la herida de lo que pudiera ser lo estable, no digamos lo perfecto. Me encuentro atrapado (con gusto) en esa manía de creerme un salmón noruego nadando contra corriente cuando a lo mejor soy un charalillo sin pedos que vive en las aguas verdes del lago de Pátzcuaro, Michoacán.

Hoy quiero decir que he sido y soy feliz, aunque eso signifique que a todo momento alegre debo buscarle un tono nostálgico, oscuro, triste. ¿Sufro un poco cuando soy feliz?, sí, ¿soy un poco feliz cuando sufro?, también.
¿Estoy solo en este péndulo sentimental?, no lo sé, pero no lo creo.

lunes, 4 de agosto de 2008

Querida telaraña

Hoy no tengo prisa para morirme pero tampoco me urge la vida.
Hoy soy bañista de superficie, no necesito un visor ni un tanque de oxígeno para acariciar los corales ni necesito que me construyan alas artificiales y huesos huecos para volar a lado de las gaviotas. Hoy tengo la cara de un pelícano.
Desde hace mucho tiempo que no quiero comerme al mundo, me cansé. Qué envidia me dan las hormigas que no se distraen de su afán, pero si digo hormigas debo mencionar también a las abejas.
Pobres humanos que nos construimos esa trampa llamada "aspiraciones". Apenas logras algo y ahí, enseguida, está esperándote otra méndiga aspiración. ¿Y si mejor nos tiramos todos en la hamaca y contamos un, dos, tres por por mí y por todos mis compañeros?, sí, pero luego, ¿quién nos traerá la limonada fría y los huevitos con jamón?.
Cada dos o tres años deberíamos renovar contrato vocacional: ¿Y si hoy quiero ser vendedor ambulante?, ¿cirquero?, ¿abogado?, ¿párroco?, ¿voceador?, ¿cantante de bodas?, ¿prostituta?, ¿agente de viajes?, ¿mesero?, ¿psicoanalista?, ¿ladrón de monumentos?, ¿monaguillo?, ¿presidente del Congo?, ¿Lalo Lalona?.
¿Y si mejor les confieso que hoy amanecí insoportable y así nos evitamos tanta tarugada?.

p.d. Me parece que nunca había escrito la palabra tarugada.

viernes, 1 de agosto de 2008

Waterproof

Hoy platiqué con mi espejo retrovisor y le pregunté: ¿Por qué las mujeres se ven tan ricas cuando se sacan el perrito del bikini y nosotros tan gacho cuando nos rascamos los huevos? ¿Por qué ellas se ven tan bonitas cuando se acomodan una copa del brasier que rompió filas y nosotros tan nefastos cuando nos estrujamos el culo porque sentimos que nos pica la colita? ¿Por qué los pelillos en la axila femenina me provocan deseo y no asco?...

...En eso andaba cuando cambió del rojo al verde, y el cabrón de atrás me pitó y tuve que dejar de conversar con mi espejo retrovisor.

Faltan pocas horas para que este chango se quite la corbata y se cambie de rama, pero antes quiero compartirles que cinco de las canciones que más me gustan, curiosamente terminan bajo el agua (y no se echan a perder, ¡wow!). Aquí les va mi Top 5 de canciones húmedas. (Estoy tan güey que todavía no sé cómo subir videos al blog, pero háganle click a la palabra subrayada y gocen).
  1. Esta banda de Manchester se moja en mar abierto.
  2. A los de NY les gusta tragar aguas negras.
  3. Este grupo de Cleveland se mete al océano de noche.
  4. Encerrados y bajo el agua. ¡Claustrofobia!
  5. Y por último, una canción medio maricona sumergida.