miércoles, 7 de enero de 2009

La breve y larga vida de un CD

1. FLECHAZO.- Andas desmañanado y por tu esófago todavía transitan cinco tacos de chicharrón en salsa verde. De pronto sintonizas en el radio una canción que te pesca de inmediato. Tu oído tiene memoria, lo que estás oyendo es nuevo, pero te gusta porque se parece a todo lo que te gusta. La pieza te absorbe de la indigestión y del disgusto que te da ver a los necios franeleros que un día robarán tu coche. Qué bien suena esa batería, pero no es mejor que el bajo. La voz es como de barítono impaciente, pero en lo coros se vuelve dulce. Sin aviso, termina la melodía con un platillazo y su lugar es ocupado por un comercial de llantas o de computadoras. Pero el daño está hecho, no descansarás hasta volver a sintonizarla, aún no sabes el grupo o el solista que la interpreta, pero has sido tocado por ese ritmo y desde ahora se convierte en una obligación escucharla de nuevo.

2. REINCIDENCIA.- Mismo día, pero ahora vas de regreso a casa; ya pardea. Estás harto, un minuto más sentado y te inmolarás en el tráfico, pero, un momento... ¡ahí está en el radio esa canción otra vez! Sí, es tu canción desconocida-favorita. Le subes mucho al volumen. Intentas cantar porque crees que ya aprendiste la letra, pero lo único que consigues es atropellar al idioma inglés. En medio del brete, la pieza es interrumpida por el noticiero de las siete en donde un animado locutor te entera de tragedias tutifruti. Maldices, te quedas caliente, pero sin erección.

3. ADQUISICIÓN.- Gracias a que VH1 aún programa videos, el viernes a medianoche aparece en pantalla el video de "tu" canción. Lo has logrado, ya sabes cómo se llama el grupo y has hecho descubrimientos mínimos como darte cuenta que quien canta es una chica menuda que usa leggins morados pero que supera en testosterona vocal a Phil Anselmo de Pantera. Te grabas el nombre de la banda, acumulas los centavos y al día siguiente te lanzas a comprar el CD. Llegas a la tienda, lo ubicas y nace un dilema: ¿Debes escucharlo antes de comprarlo o te avientas a ciegas? Te tienes confianza y haces lo segundo. Antes de prender el carro haces un esfuerzo extraterrestre por abrir el empaque, finalmente lo logras y enciendes el estéreo que se traga despacio tu nuevo CD. No estás para esperar, le picas a la rola siete, ésa es la que te gusta. La oyes, mínimo, cinco veces antes de pasar a otro track.

4. DESILUSIÓN PREMATURA.- Recorres por primera vez las 12 canciones que tiene el CD y la conclusión es que no te ha encantado, algo le falta o algo falla. Sólo "tu" canción es buena. Planeas darle tres o cuatro nuevas oportunidades, pero si no te convence amenazas con regiftearlo en San Valentín.

5. REGRESA LA GRACIA.- ¿Pero qué te pasa? ¿Qué es lo que estabas pensando? El CD es buenísimo, todo él. La quinta vez que lo corriste entero terminó de atraparte. Era cuestión de darle tiempo para que su concepto madurara en tu cabecita cuadrada. Ha pasado una semana desde tu compra y a estas alturas te has metido a evacuar varias veces con la cajita del CD en las manos y has leído todas sus letras. Ya sabes que Tito usa tambores Yamaha y que Gato sólo raspa guitarras Fender. Además, eres consciente que el arte del disco lo realizó Maclovia, ex novia de Bicho, el tecladista, y que Tina, la vocalista, es activista de PETA y que le dedica la canción de "Honey Mustard" a su perrita adoptiva, una cruza de pastor alemán y cocker spaniel. Pasas los días limpiando tu CD, lo inclinas hacia la luz para ver si no tiene pelusas y eres obsesivo para guardarlo en su caja una vez que lo has escuchado. Qué excelente compra hiciste, dices.

6. EL NECIO.- No sabes explicar el celo que te provoca oír en el radio tu canción favorita, que ya para estas fechas no es tan tu favorita. Hay otras mejores, pero los obvios programadores siempre se sirven del plato más comercial. Hoy fuiste a una reunión en donde pediste al anfitrión una grabadora para reproducir tu obra maestra. -¿No traes iPod?- te preguntaron, pero tu necedad fue in crescendo hasta que te sacaron la grabadora de Barbie de una de las hijas del de la casa. Pones tu CD y explicas a la concurrencia: -Miren cómo entra esa batería- (y tocas tarolas en el aire)... -Chequen esa guitarra- (y sobas cuerdas al viento)... -No se pierdan ese coro, oigan, ahí... ¡oigan!- (y cierras los ojos tarareando frases). Sólo uno o dos de tus amigos te acompañan en ese recorrido a través de todo el CD. No son pocos los que te piden que le bajes al volumen porque se molestan los vecinos; a ti te enfurece la raquítica atención que prestan las masas a tu ponencia. A veces sueltas trivias y dices: -Ahí, en esa estrofa lo que quiso decir Tina es que Irlanda es un país libre que debe soltarse de una vez por todas la influencia de Inglaterra-. Esperas aplausos, pero sólo encuentras cejas en arco, y un bostezo.

7. LA ASOCIACIÓN.- Éste es el pedazo más interesante de la vida del CD porque es cuando relacionas eventos de tu vida con una o todas sus canciones. Una noche invitas a pasear en tu carro a un surtido rico de amistades. La chava que te gusta trae un vestido corto y apretado que es como una invitación a vulnerar el sexto mandamiento con barra libre y bufet. Ella se sienta de copiloto pero a lado suyo viene Juana la Gruesa y entonces la chica del vestido impuro se embarra a la palanca de cambios. Cada vez que pasas de tercera a cuarta rozas su muslo izquierdo que es pulido y al mismo tiempo velludito como durazno. A ella le gusta la canción 8, una balada con final feliz. Horas más tarde descubres que el vestido es poca cosa en comparación a su braga de encaje. Esa canción 8 se convierte en el cupido de una relación sexual que dura seis meses antes de terminar con un descalabrado en el Sr. Frogs de Mazatlán y todo por culpa de una gringa metiche que quiso ver el claro de luna contigo. Poco a poco todas las canciones de tu CD tienen historia: la 2 te recuerda cuando Ambrosio vomitó en tu sala; con la 9 revives la comida para celebrar tu examen profesional; la 6 es una memoria auditiva de tu viaje a Ensenada; y la 10 reencarna la tornaboda de Genaro que por poco termina en balacera.

8. ERROR.- Un día confías en el ser humano y prestas a alguien tu CD. Hay dos caminos: si te lo devuelven pasas a la siguiente casilla; si no, te regresas a la número 3.

9. DIVORCIO.- Las canciones que antes te despeinaban ya no te curan la indigestión ni el hastío. Ya no recuerdas en dónde está la caja del CD y te molesta mucho que aquella primera canción por la que te viste encadenado algún día, ahora tenga versión en cumbia y reguetón. Tu oído está listo para emigrar a otros sonidos. No te acuerdas la última vez que viste tu disco, pero por ahí debe andar. Es muy probable que el grupo se haya desintegrado y los miembros se echen pestes unos a otros. En una entrevista, Tina, ahora convertida en solista pop, declara que odia cantar la canción más famosa de su ex banda.

10. RESURRECCIÓN.- Cinco, diez, o quince años después estás buscando en el closet un frasco de Troferit para aliviar la tos a uno de tus hijos. Antes de hallar el jarabe encuentras aquél CD adentro de una caja que no le corresponde. Lo guardas para una de esas pocas ocasiones que te reúnes con tus amigos de siempre. Esa noche, el estéreo de una casa cimentada en una colonia ubicada en un terreno que antes no existía, reproducirá la canción con la que una madrugada metiste las manos en el fondo de un vestido caliente, o escucharás de nuevo la melodía que atice el recuerdo de una vomitada en medio de adultos intolerantes a la lactosa, o la pieza que te acompañó detrás de los barrotes fríos de una celda en Acapulco, o será lo que tú hayas vivido. La música que te gusta ha resucitado, te dices. Entonces guardas con honores el CD hasta que vuelva a ofrecerse.

6 comentarios:

David dijo...

Mr. Ñets, debo confesar que leerlo me pone, de verdad, de buenas.

Anónimo dijo...

PERDONA LA IGNORANCIA FLACO....Y QUE PINCHE GRUPO ERA?????

Ñets dijo...

David: Igualmente.

Marito: El grupo, como otros detalles, son mera ficción pero basados en hechos reales. Al escribir se me vino a la mente Shirley Manson de Garbage.

Saludos y gracias por aguantar un post largo.

Lau dijo...

jajaja me cae que si!!!!
feliz año!!!!

Ontobelli کτγℓع dijo...

Prestar acetatos era peor. Yo casi me moría del coraje cuando me los regresaban rayados.

Creo que lo que narras nos pasa a casi todos. La música nos acompaña a lo largo de la vida y cada música tiene su época y sus recuerdos particulares. A veces se necesita dejar pasar tiempo para escucharlas de nuevo con gusto.

Algo parecido me sucedió con el disco de Frank Zappa, "Joe's Garage", que durante años estuve buscando porque había escuchado una canción que me gustaba mucho, creo que "Watermelon in Easter Hay". Y cuando por fin lo conseguí después de pagar como $50 dólares porque era importado, me encontré que era la única buena rola en los 2 discos.

Hoy basta una conexión a Internet para tener acceso a la más grande colección de música de toda la historia. En otros tiempos eso era impensable. Y la música estaba sujeta a permisos de importación, mercado y caprichos de burócratas.

Yo creo que ya dí el viejazo, porque cada vez me gusta más la música clásica. XD

Unknown dijo...

Interesante entrada. Luego la leo con más calma.

Saludos.

A.