jueves, 26 de junio de 2008

Las palabras son como la ropa

Ahí colgadas en el armario de nuestra mente tenemos palabras para cuando hace frío y para cuando hace calor, igual que guardamos abrigos y trajes de baño en el clóset de nuestra casa.

Tenemos ropa que ya no nos queda pero que seguimos usando, lo mismo que hay frases que ya no nos queda decir, pero que seguimos diciendo. "No sé que quiero hacer de mi vida", no es muy bien visto pronunciar a los casi 35 años, por ejemplo.

En nuestro ropero hay prendas que alguien nos regaló ignorando nuestro gusto, pero ahí siguen ahorcadas en los ganchos, como también hay palabras que llegaron a nosotros sin querer y que no sabemos o no queremos usar. Mis tías me regalaron un día la palabra "refractario" y hasta la fecha no sé con cuál otra palabra combinarla como tampoco sé con qué ponerme una camiseta que me regalaron hace mucho tiempo.

Vamos a un funeral y nos vestimos de negro (ausencia de luz), pero en donde menos brilla la luz es en nuestro vocabulario porque no encontramos palabras de consuelo para el amigo que acaba de perder a su papá.

Entramos a una junta de trabajo vistiendo el traje incómodo que odiamos para luego darnos cuenta que ahí adentro también expulsamos palabras que nos resultan incómodas porque no son nuestras. Decimos: "Tenemos que hacer sinergia con las demás plazas a medida que el cúmulo de aproximaciones al proveedor sea de la misma manera sustancial al entorno en el que se homogeniza nuestro producto", (¿¿¿???).

Repetimos palabras favoritas como repetimos ropa favorita. Somos conocidos por esa camisa roja que siempre usamos los domingos, al mismo tiempo que somos conocidos por palabras que no soltamos y que luego provocan que la gente nos diga: "esa palabra es muy tuya" (como la camisa roja aquélla).

No sabemos el origen del hilo con el que está hecho nuestro calzón como también ignoramos la etimología de la palabra calzón.

Nos morimos y nos entierran con los jeans que nunca nos quitamos y minutos después algún familiar nuestro (que no tenga pánico escénico) pronuncia el discurso fúnebre con frases que algún día dijimos y que nos dieron identidad.

Pedimos ingenuamente que la sociedad nos tome en cuenta por las palabras que decimos y no por la ropa que traemos puesta, cuando la verdad es que a nuestras palabras se las lleva el viento (frase que odio, por cierto), y nuestra ropa favorita se la lleva una vieja gorda que luego la vende como artículo de segunda mano en el puesto 43 de la Pulga Mitras.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

YO TENGO UNA CAMISETA QUE NO PIENSO REGALARLE A NADIE, QUE ES MI ARMANI(DE OUTLET) USADA EN AQUEL VIAJE EN DONDE EL ROJO A DOS TONOS FUE CONOCIDO.....Y NUNCA PIENSO DEJAR DECIR MI PALABRA FAVORITA....LASTIMOSAMENTE!!!!!

Anónimo dijo...

palabra favorita mmmmm no se si tenga una en este momento pero suelen existir por temporadas.

mi español se ha deteriorado mucho desde que vivo por aca , ya son 11 años fuera de Mex :-( si uso palabras "incomodas" como dices, me suenan raras jajajaja ya hablo como en primaria jajaja

luego uso cada expresion que ya la gente ni usa en Mty :-)

no , no , no total...mejor cambiamos de tema jajaja
saludos,
L

Anónimo dijo...

pues yo tengo varias favoritas pero una de ellas, suena a grosería,más bien,es grosería
jajajaajaj
saludos!

Ñets dijo...

Lupita: suéltala, suéltala...

Anónimo dijo...

la liga de la decencia me va a excomulgar, pero bueno, en el equivalente lee entre lineas
"vende Hules"
me produce un placer raro, jajajajaja, eso si, siempre lo digo entre dientes.