miércoles, 4 de junio de 2008

Escondites imposibles

Los avanzados sistemas de comunicación nos han garantizado la pronta localización de cualquier persona a la hora que sea. Gracias a los ya arcaicos bipers, celulares, nexteles y GPS es casi imposible que alguien se esconda del prójimo en estos tiempos, pues todos estamos a una tecla de ser encontrados.

Pobre de aquél que no sea localizado porque inmediatamente se le critica de escondidizo, resbaladizo, antisocial, prehistórico o ermitaño. "Te llamé y nunca me contestaste", es la frase lapidaria con la que son señalados aquellos que por voluntad o descuido no están disponibles en su celular o radio las 24 horas.

A veces me da por extrañar la espontaneidad de los encuentros casuales de antes. Ese dejar que el destino nos una sin tener que ponernos de acuerdo, así como todas las tardes se reencontraban la Maga (no la mía, sino la de Cortázar) y Oliveira en alguna esquina de París. Hoy en día decirle a un amigo que te espere en "algún lado" es casi pecado, pues requerimos que nos sean señalados cuidadosamente los puntos y las comas del lugar específico del encuentro. No podemos darnos el lujo de perder unos minutos buscándonos y menos hacer el ridículo de perdernos si a cada quien le cuelga un teléfono de su muñeca.

Si alguien todavía se pregunta cuándo llegará la época en la que las máquinas dominen el mundo, siento decirle que esa época nos ha rebasado ya. Basta que nos quedemos una semana sin celular o internet para sentirnos autistas, seres aislados en la cuarta dimensión o humanos en desuso.

La pérdida de espontaneidad se manifiesta también con la accesibilidad descomunal que tenemos hoy con la música gracias al Ipod. Recuerdo aquél verano de 1983 cuando le pedí a mi hermana que me trajera de un viaje el caset Thriller de Michael Jackson. Yo estaba tan fascinado con la batería introductoria de "Billie Jean" que casi todas las noches esperaba pacientemente que la pasaran en el radio y me chutaba por horas una cantidad absurda de comerciales y de canciones no deseadas hasta que el programador la incluía.

Entonces, cuando tuve el caset en mis manos lo primero que pensé es que la canción ya era "mía" y que no necesitaba esperar a que un locutor mamón tuviera la amabilidad de ponerla en su estación. Inmediatamente puse el caset en la grabadora que mi papá le había comprado a una chivera y reproduje la canción dos o tres veces seguidas hasta que me dí cuenta que súbitamente había perdido el interés en ella. ¿Qué le había pasado a la canción que ya no me gustaba?. Nada, sencillamente se había ido la espontaneidad de "cazarla" en el radio y ahora la podía escuchar cuando yo quisiera. Paradójicamente perdió el chiste una vez que fue "mía".

Lo mismo sucede con mis películas favoritas. Primero las veo en el cine y salgo inspiradísimo de ellas, las comento con amigos, les trato de sacar mensaje y moraleja, y me llevó a la memoria alguna escena o una canción inolvidable incluida en el soundtrack. Pero una vez que salen en DVD a veces las compro para no verlas jamás. Sé que están ahí, que las puedo poner en cualquier noche aburrida, pero no me atrevo a verlas de nuevo a menos que me las tope años después en la programación regular de le tele. ¿Mañoso, yo? Un poco.

¿Será por eso que todavía no tengo Ipod y que aún no me inscribo en Facebook? A lo mejor. Del primero me han dicho que es un aliviane sobre todo si tienes reunión en tu casa y quieres que la música no termine y varíe toda la noche. Y del segundo me dicen que está muy padre porque te encuentras a gente que hace mucho no ves y puedes ponerte al día en sus vidas.

Será lo que sea, pero yo sigo disfrutando de los casi prehistóricos CD's con todo y la "molestia" de que en algún momento hay que meterlos y sacarlos de la grabadora. En cuanto al Facebook todavía no sé si tengo ganas y tiempo de llenarme de amigos nuevos y viejos, aunque es probable que algún día abra mi cuenta nomás para que no me crean desaparecido del planeta, con todo y que, a veces, andar perdido y poco localizable es más divertido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es verdad ya no se puede sordear uno de nadie jajaja
Yo tampoco tengo ipod, la musiquilla la tengo en mi compu.
si me quiero comprar una pero siempre se me olvida todavia puedo vivir sin ipod :-) eso si sin internet noooooooooooooo

el facebook si me gusta mucho :-)esta padre, es muy practico.

saludos,
L

Anónimo dijo...

espérate al iPhone (ya merito) :D
y abre un caralibro, ya!

.saludos

Luis