viernes, 12 de diciembre de 2014

Guadalupe

Ahí estaba aquélla mujer a la entrada de la Basílica con un encendedor en la mano cobrando a cinco pesos la prendida. Le acerqué mi veladora y de inmediato la mecha ardió, como si fuera una combustión que tuviera urgencia de iluminar. Pagué por el fuego y me dirigí al montón de veladoras amontonadas en el suelo para acercar mi llamita y ser uno más entre los demás.

Le pedí a la Virgen por los míos, en primer lugar por Mateo, mis padres, mis amigos y los hijos de mis amigos. También pedí por mí y por mi corazón. Di gracias por el trabajo y la salud. Le ofrecí acciones impublicables.

Me gusta acercarme a Guadalupe porque me llena de energía, me conforta, me hace sentir amado tal como soy. No me acerco a Ella como el hijo que siempre se porta bien, al contrario, aprovecho que su amor de Madre me acepta con todo y los pedazos nejos de mi alma, mis defectos y mis instintos (a veces) descoyuntados.

Las cosas buenas también se pegan, no sólo aprendo mañas. Mi devoción por Guadalupe es herencia de mi relación con Karla; ella me acercó a la Virgen y me mostró su calor cuando más enfriado estaba mi ánimo. Gracias.

Anoche me eché la misa de gallo en donde le cantamos las Mañanitas, di la paz a manos sudorosas y rasposas, moví las rodillas con los tambores de los matachines, me eché mis churros, -uno relleno de cajeta y otro de lechera- y compré dos collares, uno de los Tigres para mí y otro de los Rayados para Mateo.

Bajé las calles de la Independencia entre charcos, merolicos, vapores, familias cargando hijos bostezantes, olores ácidos de elotes, caramelos y caños. Aunque me acosté a las tres de la mañana hoy tengo una energía que rebasa cualquier desvelo.

Ir hacia la madre en la tierra es apelar a ese derecho natural de querer sentirme abrazado, protegido, bienvenido; ir hacia Guadalupe es aprovechar el mismo derecho, éste de carácter espiritual, de sentirme acompañado, amparado, en una realidad a veces de risas y bienestar, a veces de terror y espanto.

ROLITA POR FAVOR.-


viernes, 24 de octubre de 2014

Memoria emocional

Falta un mes y 24 horas para que Mateo cumpla ocho años.

Quién sabe si cuando él sea adulto se acuerde de sus primeros años de vida y de nuestra relación durante estos años.

Yo no me acuerdo cómo eran mis padres conmigo cuando tenía ocho años; a lo mucho conservo tres o cuatro alusiones borrosas de mi vida con ellos en los años setenta viviendo en el departamento de la calle Mississippi.

Si jugaron conmigo, me cargaron, me pusieron atención, me ignoraron o me nalguearon, simplemente no me acuerdo.

Supongo que hay una memoria emocional que se apega a nuestra alma más allá de la memoria de los los recuerdos.

Es decir, a lo mejor no tengo recuerdos de esos años, pero sí estoy definido emocionalmente por eventos que sucedieron durante ese tiempo aunque no me acuerde de ni madres.

Confío en que Mateo guarde en su memoria emocional los ratos en los que hemos crecido y aprendido juntos y que los traduzca (aún sin darse cuenta) en combustible (ganas) para vivir una vida útil y feliz cuando sea adulto.

Para todo lo demás existen las memorias pixeleadas de las fotos e Instagram.

ROLITA POR FAVOR.- Cierto día que estaba muy triste porque sus amiguitos del parque lo desafanaron por fallar un gol, expliqué a Mateo que todos tenemos en nuestro interior una flama y que es responsabilidad nuestra que ese fuego no se apague por mucho que el exterior nos eche aire. Ni tus amigos, ni tus papás, ni la tristeza, ni el miedo, ni un gol fallado deben apagar tu velita. Los niños que hacen bullying son expertos sopladores y desean con todas sus ganas extinguir tu pedazo de lumbre, pero tú siempre tienes el control de protegerla. Si eres capaz de conservar tu calor interior, entonces eres capaz de estar contigo y en ti mismo, que se traduce en bienestar y que no es otra cosa más que estar en/con Dios. Dios es bien-estar.


viernes, 17 de octubre de 2014

El miedo en paz

Hoy amanecí fosilizado a la cama, como pegado, y totalmente negado a romper con esa simbiosis añeja que existe entre la flojera y yo. Ella vive en mí y yo en ella. Mi incondicional compañera, la güeva.

Afortunadamente seguimos estando en octubre, mes en el que me es más fácil levantarme porque me gusta el aire eléctrico que limpia el cielo y que delata la belleza de las montañas. En octubre acepto mejor esta ciudad de cerros en el horizonte y hoyos en el pavimento.

Aborté de la cama; tranquilo y triste. La tristeza de dejar el lecho, no la tristeza existencial pues esa la traigo todos los días. Ya saben ustedes que estoy condenado a la casi-depresión diaria. Y sin embargo funciono y como y hago ejercicio y amo y río y leo y me divierto y me aburro y trabajo y disfruto; pero ahí está siempre el quebradizo Bamby metido en los 41 años de este cuerpo y en la experiencia de este hombre.

Por extraño que parezca hoy más que antes mi miedo y mi tranquilidad están alineados en santa paz. Soy un hombre tranquilo con mucho miedo. Este temor generalmente viene de dos corrientes, la real y la imaginaria. En los temores reales conviven desde la fuga de agua del baño, perder el empleo y hasta el terror que me da transitar por una tierra de narcos, gobernadores reales de este asunto llamado México. Por otra parte, mis miedos imaginarios son coloridos y mutantes; casi siempre se relacionan a remordimientos ociosos: ¿Y si no estoy siendo buen papá? ¿y si no estoy trabajando bien? ¿y si no estoy haciendo "nada" con mi vida? ¿y si aquélla mujer era el amor de mi vida y la dejé ir? ¿y si estoy enfermo y no me he dado cuenta?

¿Y si y si y si?
Easy, my friend.

Pero sí, mi miedo y mi tranquilidad están en línea, es como si hubiera dado a luz a unos gemelitos idénticos con personalidades diferentes. Los dos están aquí, miden lo mismo, pero intercambian mi atención, pues a veces me ocupo de uno y a veces del otro. Aunque no son pocas las veces que los traigo cargando a ambos. Soy un hombre tranquilo que tiene miedo. O soy el miedoso que está tranquilo.

Si bien el miedo se me da gratis desde niño, la tranquilidad me ha sido costosa. Ésta tiene que ver con procurar conservar una conciencia en paz. Lo primero que hice fue tapar la botella, que fue lo más fácil. Lo complicado es el esfuerzo diario por ser honesto conmigo mismo en todos mis asuntos. La dolorosa pero gratificante congruencia que me tiene cada día más cerca de la integridad.

Y así, miedoso pero manso, comunico que hace siete años abrí este blog, justo en octubre. Tantas cosas han pasado desde entonces. Y muchas más he dejado que (me) pasen. No quiero que este séptimo aniversario sea excusa para hacer recuentos de daños/bendiciones ni para desbordarme en agradecimientos. Soy consciente de que este espacio tuvo mejores años, pero así raquítico como hoy está aún sirve para ponernos en contacto ustedes y yo. Y esa alianza, esa forma de intimidad entre nosotros, ese gusto, no ha cambiado desde entonces, por escasos que sean los párrafos.

ROLITA POR FAVOR.- Hablando de octubres, el del 2011 fue muy especial para mí. Le guardo mucho cariño a la grisería de aquél tiempo, que por cierto tuvo muy buenas canciones. He aquí no la mejor, pero sí la que más me animaba en aquélla penumbra voluntaria en la que fui inquilino.


jueves, 16 de octubre de 2014

lunes, 18 de agosto de 2014

Nuestra canción cómplice

Con un poco de envidia yo veía que otros papás y mamás tenían canciones cómplices con sus hijos, es decir, canciones en que los gustos de dos generaciones se encuentran.

Pero Mateo y yo aún no hacíamos "clic" con ninguna canción o grupo en común. A veces le ponía mis cds (porque sigo usando cds) y ni una de las canciones lograban engancharlo. En otras palabras, le valía madre la música de su padre.

Este sábado aparecieron los Imagine Dragons en el radio del carro y Mateo paró las orejillas y empezó a tararear "Demons" con muchas ganas.

En ese momento me di cuenta que debía comprar el cd y eso fue lo que hicimos.

El resto del fin de semana no escuchamos otra cosa que no fuera nuestra canción cómplice.



viernes, 15 de agosto de 2014

Desde hace tiempo...

...Sospecho que la gente se ha puesto de acuerdo para no reírse de mis chistes... o que mis chistes se pusieron de acuerdo para no ser chistosos.

viernes, 11 de julio de 2014

Estampa cotidiana

Tengas uno, dos o tres pies izquierdos, te ves guapísimo con tus tachones verdes y tu pelo de Neymar. Esa piel tuya que siempre está como bronceada. Fui por ti a casa de uno de tus amiguitos y me enamoraste nomás saliendo. Más alto cada día, más flaco, más guapo, más hombrecito. Y de ahí nos pasamos a la librería en donde se mercadean las estampas del álbum del Mundial. Pura mamá loca y puro papá estresado metidos en el trueque de jugadores impresos, mientras los niños se lo toman tan en calma. Logramos hacernos de siete nuevas estampitas, y aunque nos faltan aún como 100 yo quisiera que el Mundial no terminara nunca para sostener esa emoción de ir completando algo juntos. Nos fuimos de ahí acalorados y hartos, para brincar hasta donde estaba tu prima recién desempacada. Antes de llegar repetiste la palabra "caca" varias veces sabiendo que frente a ella, -frente a las señoritas-, se te tiene vetada la palabra. "Caca, caca, caca, caca, caca..", dijiste durante varias cuadras. Te bajaste del carro emocionado, tanto que ni cerraste la puerta, y te fuiste directo a la prensa de abrazos que te dio aquélla. Algo impronunciable sentí en mi corazón al verte conviviendo con tu familia. En la mesa tus ocurrencias y tus facciones fueron iluminadas por la misma lámpara del comedor en donde hace años estudiaba yo los finales de la prepa. Cenamos, menseamos y nos fuimos a tu casa; llovía.

Me quedo con la mejor estampa del día: tú y yo despidiéndonos en la puerta de tu casa, tu cara hermosa y tus palabras como masajito a mi alma: "Gracias papá, te quiero mucho; te amo".

lunes, 16 de junio de 2014

La felicidad simple

Me entero de que viene tal grupo a un festival musical en Monterrey.
La noticia no me alcanza a impresionar y, a pesar de que esa banda me gusta mucho, pienso que es otro evento que fácilmente me puedo saltar sin reservas ni arrepentimientos.
He delegado gran parte de mi diversión a la diversión que comparto con mi hijo. Cuando veo que él se divierte y que juega y que suda y corre y se ríe; entonces yo me siento bien y puedo calificar a ese día como un buen día.

Mi momento favorito de la semana es el sábado en la noche cuando llegamos Mateo y yo a casa y, -hechos un asco, en nuestro jugo, cansados y felices-, nos vamos a la cama para inventar otro cuento.
Me encanta ese momento en el que el departamento huele a que Rosy, horas antes, recicló el polvo, maquilló los escusados y trapeó nuestras pisadas viejas. En ese instante a la noche se le abre un hueco en donde apenas cabe mi satisfacción de papá, en donde agradezco y detengo el tiempo, en donde la realidad me parece perfecta como está y a mi vida no le sobra ni le falta ningún adjetivo.

Y si le hago caso a mi pulso amoroso, pero no a la razón, dejo que Mateo se duerma en mi cama para abrazarlo cuando está hecho un ángel de ojitos cerrados con la boca entrando y saliendo un acompasado soplo de vida. Ahí no le temo a nada sólo a la muerte.
Ahí sí no quiero que me atrape la desmemoria. Ahí me quiero eternizar.
Ahí me retrato y me imprimo en el álbum de Dios que no es otra cosa que el amor.

lunes, 5 de mayo de 2014

Nuestras pláticas

Hicimos picnic en tu cuarto. Era la noche del día del niño. Cenamos sandwiches y jugos ades. Mientras masticabas armabas un lego. Te pusiste serio, pero no solemne.

-Está padre ser hijo único.

Lo dijiste con la emoción en término medio, por eso no supe si era pregunta o afirmación. Platicamos del tema mientras yo, obsesivo, vigilaba que tus migajas cayeran en el plato y no en el tapete (quiero mantener mi récord limpio: seis meses sin ver una sola cucaracha en el departamento).

- ¿Si mami tuviera un hijo tú serías su papá?- disparaste sin dolo.
- No, mi amor, pero puedo ser su tío de cariño. La pareja de tu mamá sería el papá de tu hermanita o hermanito, si algún día lo tienes.

Acabaste de armar tu lego al mismo tiempo que desarmaste tu hambre. Dejaste las orillas del pan y un trago del jugo de manzana de soya. Siempre termino comiéndome tus sobras.

- ¿Tú vas a querer a mi hermanito aunque no seas su papá?
- Sí, Mateo, porque yo quiero todo lo que es tuyo: quiero a tus amigos, tu parque, tus juguetes, y claro que voy a querer a tu hermanito el día que lo tengas.

Recogí platos, vasos y servilletas. Fui a lavar y a acomodar todo. La cocina volvió al orden. Tenías lista otra pregunta cuando regresé contigo.

- ¿Tú ya no vas a tener hijos, papi?
- No lo sé. Primero tengo que tener una pareja, ahorita no tengo a nadie con quien tener un bebé.
- Puedes tenerlo con mami-, sugeriste.
- Cuando mami y yo éramos pareja te tuvimos a ti, nuestra mayor felicidad. Ahora ella tiene a su pareja y yo tendré una mujer, que estoy seguro te querrá muchísimo también.

Te quedaste pensando un momento. Imagino que en tu cabecita dorada intentabas armar el complicado árbol genealógico al que se enfrentran los hijos de padres separados. Es más fácil armar un lego que armar una familia compuesta.

- ¿Sabías que en Minecraft encontré diamante y voy a hacer una casa flotante con el piso de oro?

De ahí en adelante hablamos de la siempre más cómoda fantasía, sabiendo que cada uno de los dos se tiene que ir adaptando, todos los días, a la realidad.

lunes, 21 de abril de 2014

Ahí viene la luz

Mi situación sentimental al día de hoy puede ser explicada como una tropicalización más del ave fénix, o el retorno fortalecido de Daniel Larusso, o la venganza dulce de Charlie Brown.

Dormir en las cenizas y andar neceando para que los violines siguieran tocando durante el hundimiento no fue tan mala idea después de todo.

De algo me sirvió revolcarme en el duelo; aun y que éste permaneció enmascarado los primeros meses.

Me funcionó escurrir todo el dolor, padecer el sufrimiento por goteo.

Poco a poco saqué la añoranza del clóset hasta que no quedó allí nadie más que yo.

Y luego, sin pedirlo ni planearlo, se me atravesó una mujer detrás de una boca...

Lo demás es un secreto.

viernes, 4 de abril de 2014

jueves, 13 de marzo de 2014

lunes, 10 de marzo de 2014

Drama King

El otro día que llovió mucho pasé por Mateo a su colegio y traía él un paraguas de Cars.
Me la pasé todo el día con él. Pa' allá y pa' acá.
Lo dejé en la noche en su casa y me fui a mi hogarcito.
Antes de dormir hice un repaso mental con lo mejor del día.
En primer lugar estaba el recuerdo de haber visto a Rayo McQueen en el mango del paraguas.
Snif.

viernes, 7 de marzo de 2014

Sor y Ana

Cuando firmas las escrituras compras una casa; pero es hasta que prendes la estufa cuando tienes un hogar. Quien no cocina en su techo tiene apenas un dormitorio; el fuego, el olor de los alimentos, son el hogar. Unas quesadillas producen un nido.

En su más mínima expresión Soriana es un súper, pero también es la oportunidad de reactivar un refrigerador. Tengo algunos meses de dormir en mi departamento pero fue hasta hace muy poco que me preparé de comer. Y desde entonces, ahora sí, allí vivo.

ROLITA POR FAVOR.-


viernes, 14 de febrero de 2014

Equis Valentín

Todavía me quedan ganas de enrollarme en los conflictos del amor de pareja. Aún espero a la mujer que habrá de apendejarme gacho. Me gusta mucho eso de estar enamorado, de pasar el día enredado a unas nalgas, empalagado a un olor, sumido a un tono de voz único, fascinado a un peinado. No le he perdido ni la fe ni el apetito a esa locura por más que haya padecido la imposibilidad de las relaciones humanas.

El amor es una decisión y una suma de coincidencias. Es un derrumbe de químicos. Un ave inasible. La demencia perfumada. Enamorarse es inaugurar un conflicto de espacio porque sólo cabes en el sitio en donde está tu objeto amado. Y luego el mundo se te hace muy corto; el universo se convierte en una cama, una cocina, un cajón de estacionamiento en donde ella te mira como narciso miraba la fuente.

Ya lo he dicho, el amor es una incomodidad, un brusco aprendizaje. Ese lío apenas se suaviza con los adornos que del amor son propios: los besos, los abrazos, la penetración; de otra manera estar enamorado sería una incomodidad muy cruel, sin premios. Menos mal que el trámite viene acompañado de las fiestas de la piel (si no, nadie le entraba).

Yo sí creo. Sigo creyendo. Mi existencia, casi toda, está dirigida a la apetencia de reencontrarme con el amor.
Una vez más y hasta que dure.

OTRA VEZ MATEO.- Mi hijo me ha regalado los mejores fines de semana de mi vida. Crece mi chaparrito. Tengo decenas, cientos, de imágenes suyas. Anoche se puso su mochila al hombro y caminó hasta el carro con el peinado recién bañado y con el andar de quien se translada adormilado. Esa polaroid que retraté en mi memoria, en un acto tan simple, me inundó de ternura. Otro día corrió hacia un brincolín, pero no corrió como los adultos sino como los niños: intercalando un pie con otro en pequeños brincos avanzando como jinete. Se le movía el gallillo del pelo. En ese momento, frente a mis ojos, volvió a saludarme eso que yo llamo Dios.

QUÉ BUENA VERSIÓN.- Un clásico del cuarto de enmedio.


jueves, 23 de enero de 2014

Entro y salgo

Varias veces al día entro a ese fino pero no cómodo espacio de mi memoria en el que aún están tus cosas, tus olores, tus besos y tus reproches. Las mismas veces que entro, salgo; para no quedarme,  para no moverle a nada.

PUNTO Y APARTE.- ¿Te acuerdas, Eddie, de aquéllas fugas?


viernes, 10 de enero de 2014

Año nuevo

Dos horas antes de que el 2013 terminara, fuimos a comprar tacos de sirlón.

Mientras nuestra orden estaba lista, jugamos voto en el estacionamiento del changarro y liberamos un fósil de vecindad: una pieza de periódico arrugado en forma de t-rex que estaba pegada al suelo y que Mateo quiso llevarse sin dar más explicaciones.

Cenamos en casa de los abuelos. El comedor olía a pico de gallo y a limón exprimido. Luego del banquete a dos salsas, nos fuimos a la tele, escuchamos 12 campanadas artificiales y aplaudimos en un desafinado cuarteto de palmas.

Nos fuimos a dormir sin novedad ni cambio. Al día siguiente lo único distinto fue el inicio de esa costumbre, ahora ya asentada, de cambiar en la mente el 3 por el 4.

GRAN FINAL.- La última frase, el contexto, el brinquito que da Helena Bonham Carter y, claro, la rolita de Pixies. Qué buen final.