1. FLECHAZO.- Andas
desmañanado y por tu esófago todavía transitan
cinco tacos de
chicharrón en salsa verde. De pronto sintonizas en el radio una
canción que te pesca de inmediato. Tu oído tiene
memoria, lo que estás oyendo es nuevo, pero te gusta porque se parece a todo lo que te
gusta. La pieza te absorbe de la
indigestión y del disgusto que te da ver a los necios franeleros que un día
robarán tu coche. Qué bien suena esa
batería, pero no es mejor que el
bajo. La voz es como de
barítono impaciente, pero en lo coros se vuelve
dulce. Sin aviso, termina la melodía con un platillazo y su lugar es ocupado por un comercial de
llantas o de computadoras. Pero el daño está hecho, no descansarás hasta volver a
sintonizarla, aún no sabes el grupo o el solista que la
interpreta, pero has sido
tocado por ese ritmo y desde ahora se convierte en una
obligación escucharla de nuevo.
2. REINCIDENCIA.- Mismo día, pero ahora vas de regreso a casa; ya pardea. Estás harto, un minuto más sentado y te inmolarás en el tráfico, pero, un momento... ¡ahí está en el radio esa canción otra vez! Sí, es tu canción desconocida-favorita. Le subes mucho al volumen. Intentas cantar porque crees que ya aprendiste la letra, pero lo único que consigues es atropellar al idioma inglés. En medio del brete, la pieza es interrumpida por el noticiero de las siete en donde un animado locutor te entera de tragedias tutifruti. Maldices, te quedas caliente, pero sin erección.3. ADQUISICIÓN.- Gracias a que
VH1 aún programa videos, el viernes a medianoche aparece en pantalla el video de "tu"
canción. Lo has logrado, ya sabes cómo se llama el
grupo y has hecho descubrimientos
mínimos como darte cuenta que quien canta es una
chica menuda que usa
leggins morados pero que supera en
testosterona vocal a Phil Anselmo de
Pantera. Te grabas el nombre de la
banda, acumulas los
centavos y al día siguiente te lanzas a comprar el
CD. Llegas a la tienda, lo ubicas y nace un
dilema: ¿Debes escucharlo
antes de comprarlo o te avientas a
ciegas? Te tienes confianza y haces lo segundo. Antes de prender el
carro haces un esfuerzo
extraterrestre por abrir el empaque, finalmente lo logras y enciendes el
estéreo que se traga despacio tu nuevo
CD. No estás para esperar, le picas a la rola
siete, ésa es la que te gusta. La oyes, mínimo,
cinco veces antes de pasar a otro
track.
4. DESILUSIÓN PREMATURA.- Recorres por primera vez las 12 canciones que tiene el CD y la conclusión es que no te ha encantado, algo le falta o algo falla. Sólo "tu" canción es buena. Planeas darle tres o cuatro nuevas oportunidades, pero si no te convence amenazas con regiftearlo en San Valentín.5. REGRESA LA GRACIA.- ¿Pero
qué te pasa? ¿
Qué es lo que estabas pensando? El
CD es
buenísimo, todo él.
La quinta vez que lo corriste entero terminó de
atraparte. Era cuestión de darle
tiempo para
que su concepto madurara en tu cabecita
cuadrada. Ha pasado una semana desde tu compra y a estas alturas te has metido a
evacuar varias veces con la cajita del CD en las manos y has leído todas sus
letras. Ya sabes que
Tito usa tambores
Yamaha y que
Gato sólo raspa guitarras
Fender. Además, eres consciente que el arte del disco lo realizó
Maclovia, ex novia de
Bicho, el tecladista, y que
Tina, la vocalista, es activista de
PETA y que le dedica la canción de "
Honey Mustard" a su perrita adoptiva, una
cruza de pastor alemán y cocker spaniel. Pasas los días
limpiando tu CD, lo inclinas hacia la luz para ver si no tiene
pelusas y eres obsesivo para guardarlo en su caja una vez que lo has escuchado. Qué
excelente compra
hiciste, dices.
6. EL NECIO.- No sabes explicar el
celo que te provoca oír en el radio tu canción favorita, que ya para estas fechas no es
tan tu favorita. Hay otras mejores, pero los obvios
programadores siempre se sirven del plato más
comercial. Hoy fuiste a una reunión en donde pediste al
anfitrión una grabadora para reproducir tu obra maestra. -¿
No traes iPod?- te preguntaron, pero tu
necedad fue
in crescendo hasta que te sacaron la grabadora de
Barbie de una de las hijas del de la
casa. Pones tu CD y
explicas a la concurrencia: -Miren cómo
entra esa batería- (
y tocas tarolas en el aire)... -
Chequen esa guitarra- (
y sobas cuerdas al viento)... -No se
pierdan ese coro, oigan, ahí... ¡oigan!- (
y cierras los ojos tarareando frases). Sólo uno o dos de tus
amigos te acompañan en ese recorrido a través de todo el CD. No son pocos los que te piden que le
bajes al volumen porque se molestan los vecinos; a ti te enfurece la
raquítica atención que prestan las masas a tu
ponencia. A veces sueltas
trivias y dices: -Ahí, en esa estrofa lo que quiso decir
Tina es que
Irlanda es un país libre que debe soltarse de una vez por todas la influencia de
Inglaterra-. Esperas aplausos, pero sólo encuentras cejas en arco, y un
bostezo.
7. LA ASOCIACIÓN.- Éste es el pedazo más
interesante de la vida del CD porque es cuando
relacionas eventos de tu vida con una o todas sus
canciones. Una noche
invitas a pasear en tu carro a un surtido rico de
amistades. La chava que te
gusta trae un vestido corto y
apretado que es como una invitación a
vulnerar el sexto mandamiento con barra libre y
bufet. Ella se sienta de
copiloto pero a lado suyo viene
Juana la Gruesa y entonces la chica del vestido
impuro se embarra a la palanca de cambios. Cada vez que pasas de tercera a cuarta
rozas su muslo izquierdo que es pulido y al mismo tiempo
velludito como durazno.
A ella le gusta la canción
8, una balada con final feliz. Horas más tarde
descubres que el vestido es poca cosa en comparación a su braga de
encaje. Esa canción
8 se convierte en el
cupido de una relación
sexual que dura seis meses antes de terminar con un descalabrado en el
Sr. Frogs de Mazatlán y todo por culpa de una
gringa metiche que quiso ver el claro de
luna contigo. Poco a poco todas las canciones de tu CD tienen historia: la
2 te recuerda cuando
Ambrosio vomitó en tu sala; con la
9 revives la comida para celebrar tu examen profesional; la
6 es una memoria auditiva de tu
viaje a Ensenada; y la
10 reencarna la tornaboda de
Genaro que por poco termina en balacera.
8. ERROR.- Un día
confías en el ser humano y
prestas a alguien tu CD. Hay dos caminos: si te lo
devuelven pasas a la siguiente casilla; si no, te regresas a la número
3.
9. DIVORCIO.- Las canciones que antes te
despeinaban ya no te curan la indigestión ni el
hastío. Ya no recuerdas en dónde está la caja del CD y te
molesta mucho que aquella primera canción por la que te viste
encadenado algún día, ahora tenga versión en cumbia y
reguetón. Tu oído está listo para
emigrar a otros sonidos. No te acuerdas la última vez que viste tu disco, pero
por ahí debe andar. Es muy probable que el grupo se haya
desintegrado y los miembros se echen
pestes unos a otros. En una entrevista,
Tina, ahora convertida en
solista pop, declara que odia cantar la canción más
famosa de su ex banda.
10. RESURRECCIÓN.- Cinco, diez, o
quince años después estás buscando en el closet un frasco de
Troferit para aliviar la tos a uno de tus
hijos. Antes de hallar el
jarabe encuentras aquél CD adentro de una caja que
no le corresponde. Lo guardas para una de esas pocas
ocasiones que te reúnes con tus amigos de
siempre. Esa noche, el
estéreo de una
casa cimentada en una
colonia ubicada en un
terreno que antes no existía, reproducirá la
canción con la que una madrugada
metiste las manos en el fondo de un vestido
caliente, o escucharás de nuevo la melodía que
atice el recuerdo de una
vomitada en medio de adultos intolerantes a la lactosa, o la pieza que te acompañó detrás de los barrotes fríos de una
celda en
Acapulco, o será lo que tú hayas
vivido. La música que te gusta ha
resucitado, te dices. Entonces guardas con
honores el CD hasta que vuelva a
ofrecerse.