martes, 9 de septiembre de 2008

Mensadas importantes II

Todavía no damos el Grito de Independencia y las tiendas ya nos están ofreciendo renos y santacloses que bailan "Ice Ice Baby" como Vanilla Ice.

Y luego nos preguntamos por qué el año se va tan rápido. Pues porque los fabricantes de cochinada tienen mucha prisa para vender su basura, no vaya a ser que se nos olvide que en diciembre es Navidad. Según ellos nos conviene comprar todas esas payasadas de una vez antes de que nos agarren cagando las compras de pánico. El pánico empieza en septiembre.

Enseguida viene el tema del petróleo y de las elecciones Presidenciales en Estados Unidos. Un minuto después vemos en la tele a la vecina que pescaron borracha haciendo maromas alrededor de varios chambelanes con trajes de policía. Más tarde se nos muere un actor, balacean a un capo o Angelina queda embarazada otra vez. Después de los comerciales nos cuentan que una selección africana formada por maleteros de aeropuerto le da pelea a una potencia futbolera, al mismo tiempo que un misil estalla en Asia para dejar sin piernas a varios niños.

¿Y todo este popurrí de datos, estadísticas y eventos qué tiene que ver conmigo?, ¿de qué me sirve andar en la punta del grito según yo muy bien informado nomás para que en un segundo las noticias den un giro y me entere que el culpable es en realidad la víctima y que el ciego sí veía, pero no hablaba, o sea que era mudo?, ¿no les ha pasado que se espantan a sí mismos porque ya nada les sorprende?, ¿no se sienten atolondrados con el vertiginoso chorro de noticias, tragedias, hazañas ajenas y puñeterías?.

Cada vez que le echo un ojo al afuera, me meto como tortuga asustada hacia el adentro. Casi a diario me voy a la cama sintiendo que apenas hace un minuto fue ayer; y hace dos, antier; y hace quince; mi cumpleaños pasado y... así. De niño me aburrían los días, eran tan largos sin computadora, sin parabólica, sin noticias, pero eso sí con mucha calle y mucho parque. El domingo era y es la excepción porque siempre ha sido un día corto de tonos sepia.

Ahora la semana me dura lo que una flatulencia permanecería inmóvil frente a una turbina de avión. Una nada.

Ante ese ritmo de montaña rusa opto por enquistarme en las mensadas importantes que me rodean. Me refiero a esas anécdotas, pertenencias o valores que no podemos contar o compartir en una reunión en donde haya admiradores de Luis Miguel o clientes frecuentes de Las Vegas porque como feedback sólo obtendremos un bostezo comunal y descomunal. A nadie le interesan nuestras mensadas importantes porque son minúsculas a lado de las fuentes del Bellagio. Lo bueno es que sólo nos importan a nosotros y aunque de dientes pa' fuera nos creamos muy chingones, son las mensadas importantes las delgadas pero resistentes anclas que nos sostienen de pie ante la ola tamaño Hawaii que nos suelta "el mundo" todos los días.

Todo este bla, bla, bla, es para contarles que mi más reciente mensada importante fue captar la cara del más amado conociendo el mar. No fue fácil. Yo tenía la esperanza de que al ver esa inmensidad a mi hijo se le cayera la quijada de la emoción o que le brillaran los ojos y los dientes de alegría, pero no fue así. Hasta pensé mandar esa foto imaginaria a la revista BB Mundo para que me la publicaran, pero rápido me di cuenta que los momentos Kodak no son tan de enchílame otra.

El primer día iba yo con mi cámara al hombro como un fotógrafo de bodas que ansía cazar la reacción del inocente novio al ver a su vieja vestida de blanco. Pero resulta que cuando la Maga depositó al pedazo de caos en la playa éste ni siquiera peló el mar porque fue seducido por miles de millones de granos de arena. No hubo grito, invitación, ánimo ni petición de mi parte que lograra que el pedorrito volteara al horizonte, le valió madre el mar, pues lo suyo fue jugar con arena, más con la húmeda que con la seca. Su descubrimiento del océano debía esperar.

Fue hasta el tercer día que Mateo se dio cuenta que un chingo de agua salada era el límite entre él y su hobby arenoso. Volteó hacia arriba, miró el mar y entonces tomé esta foto. La imagen no refleja la emoción que yo esperaba; su gesto es discreto y deja ver, quizá, la angustia primitiva del hombre ante la magnificencia de la naturaleza. Se parece a la mueca que hacemos nosotros, los adultos, cuando nos topamos con algo que no entendemos pero que al mismo tiempo respetamos. Se parece a nuestra reacción ante la muerte.

El encuentro con el gran charco dejó a Mateo calladito, pocos segundos se quedó allí observando la línea entre los dos azules, pero muy rápido se esfumó su interés hacia las olas y siguió manoseando la arena.

Los papás que vivimos en ciudades feas estamos obstinados con la misión de que nuestros hijos vean que no todo es calles, centros comerciales, anuncios panorámicos y mentadas de madre en el tráfico. Por eso, estos momentos de escape, de reencuentro con la belleza, son una mensada muy importante para nosotros aunque a veces nuestros hijos ni se enteren y a pesar de que nunca nos van a dar cinco minutos en el prime time del noticiero para contárselo a todo "el mundo".

6 comentarios:

la burbuja de yol dijo...

Ah, como disfrute este post. dijiste muchas cosas a la vez que me hacen pensar que no soy la unica que piensa en que este mundo cada vez esta tan acelerado y de miedo que lo que cuenta dentro de nuestro mundito son esas pequeñas "mensadas", que en realidad son pequeños detalles que hacen la diferencia entre un dia donde solo vez malas noticias. captaste el momento, y ese, aunque gire y se acelere el mundo, ahi se detuvo, en vivirlo y volverlo a recordar.

Chef Herrera dijo...

en walmart ya tienen, desde hace UN MES un santaclos ridículo que baila y canta jinglebells. No mames.

Lourdes dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lourdes dijo...

Me gusto mucho este post E!
a mi se me esta pasando este año pero mas rapido que un parpadeo!!

Ese momento en el que captaste a Mateo viendo el mar es muy bonito aunque no fue como tu lo esperabas

a mi no me gusta mucho el mar, le tengo un poco de miedo, si me encanta ir a la playa pero me la paso como Mateo en la arenita jajaja casi no me meto al mar, le tengo mucho respeto!

Enjoy the little things in life... for one day you´ll look back and realize they were the big things.

saludos,
L

Anónimo dijo...

YA SE PRIMO HACEN Q SE NOS PASE LA VIDA MAS RAPIDO Y CREEME JAJA CREEME SIENTES Q LOS HIJOS CRECEN MAS RAPIDO TAMBIEN ASI Q DISFRUTA DE ESOS PEQUEÑOS DETALLES Q MATEO AUN TE DA!! ESTA HERMOSO HERMOSO EL SOBRINO TIENE UN ANGELOTE!!

Lau dijo...

que guapo esta Mateo!!!