Por Irene
Hoy hace 35 años yo me encontraba a punto de vivir, por segunda vez, ese misterioso acontecimiento de tener un hijo.
En ese tiempo no se sabía si era niño o niña hasta el final, al nacer, y en tu caso particular yo tuve dudas sobre si era embarazo o no durante los tres primeros meses. Fue hasta diciembre que me lo confirmaron unos estudios.
Me dijeron que llegarías el 10 de julio, pero traías prisa por llegar y para el 29 de junio a mediodía empezaste a avisar que estabas listo para salir.
Dan una sensación tan especial esas burbujas que se manifiestan un tanto erráticas y hasta tímidas al principio, tan leves, pero no tanto como para no hacerles caso, y que van cobrando fuerza y armonía conforme pasan las horas.
Ese día, 29 de junio de 1973, como en todos los años, se festeja a dos grandes santos, San Pedro y San Pablo y también "cayó" la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, así que me fui a la parroquia de Fátima a misa de 12. Tu papá estaba en el Seguro. De misa me pasé a casa de tu tía Pili de donde llamé a mi ginecólogo quien me encargó que lo tuviera al tanto de los progresos del proceso. Él estaba festejando el cumpleaños de su hija menor.
Cuando llegó tu papá nos fuimos a echar unos hotdogs al Centrito, y más tarde, sentada en un sillón en el cuarto de tu hermana Yuyi esperé a que ella se quedara dormidita, mientras sentía las maravillas de experimentar un temor gustoso o un gusto temeroso en el umbral de lo que seguía.
Más tarde, entre las doce y la una, me llevó tu papá al San José, pero él regresó a la casa pues tu hermana se había quedado con Blanca, la muchacha, que era muy chica.
Siguieron algunas horas de "salgo, no salgo" (tú ya lo viviste con Mateo), hasta que el doctor tomó la decisión de hacerme una cesárea, tú estabas muy grande y traías una vuelta de cordón en el cuello... ¡Qué paz y felicidad se siente cuando te enseñan a tu bebé y lo ves perfecto! Eran las 5 de la mañana del 30 de junio, sábado; mediste 52 centímetros y pesaste ¡4 kilos 250 gramos!.
Ya en mi habitación quería reír, quería cantar y decírselo a todo el mundo. Empecé por tu papá, luego a tu tía Pili y después a mis papás que ya estaban a punto de venirse de Durango, como hicieron siempre que asistían a recibir a cada uno de sus nietos.
Ahora, hijo, después de repasar en mi mente y mi corazón aquellos momentos, te envío un muy fuerte abrazo, que ya te daré luego y todos mis buenos deseos y bendiciones. ¡Felicidades!
Hello world!
Hace 1 mes