Hace casi
20 años vi la película de Woody Allen
Crímenes y Pecados (
1989) y todavía no se me olvida la frase que dice uno de sus personajes: "
Comedy is tragedy plus time". O lo que es lo mismo: una
tragedia puede convertirse en algo
cómico con el paso del tiempo.
Primer ejemplo. Vas caminando por la calle según tú muy dueño de la situación cuando de pronto tropiezas y te das
en la madre en medio de un gentío (
tragedia), pero una semana después se lo cuentas a tus amigos que se cagan de la
risa por el osote que te aventaste (
comedia).
Segundo ejemplo. Estás en una junta con tu jefe y el jefe de tu jefe platicando de ese proyecto que te hará crecer profesionalmente y en medio de tu presentación te echas un
pedo con premio (
tragedia). Tiempo después, cuando ya se te quitó la vergüenza, platicas el penoso hecho a tus amigos que se
carcajean por la anécdota del calzón flameado (
comedia).
A veces los
blogs se tratan de eso, de contar nuestras
tragedias de manera
cómica porque lo que ayer nos
enfureció se vuelve la anécdota
graciosa que queremos compartir hoy. Por supuesto que
no todas las tragedias se vuelven cómicas. Asesinatos, crueldades, guerras, abusos, etc, seguirán siendo hechos
trágicos aunque pase mucho tiempo, pero la frase de
Woody Allen sí aplica a esas tragedias
inofensivas que encuentran lugar en la vida
cotidiana, por ejemplo, las
travesuras de nuestros hijos.
¿A poco no?, cuando la
carnita de nuestra
carne comete un acto
delictivo al principio nos enojamos y nos vemos obligados a echar mano (literalmente) de ese recurso primitivo de educación llamado
nalgada, pero después platicamos la travesura que ya se nos hace
graciosa y la gente nomás se ríe por la ocurrencia de nuestro "
angelito". (Ay, ¡cositas!).
El sábado me pasó algo así. Resulta que la mamá de nuestro
mexicoperuanito se largó toda la mañana a trabajar y me dejó solo en casa. La verdad no tuve problema con el paquete, todo lo hice muy bien, le preparé el
desayuno a
Mateo, lo cambié
tres veces de pañal (dos de
caca y uno de
pipí), jugamos con todos los juguetes posibles, reímos y nos la pasamos muy bien....Pero bastaron dos minutos de
distracción (¡dos minutos!) para que la santa
paz se convirtiera en
guerra santa.
Yo estaba echando babas viendo el partido
España-Suecia cuando noté que
Mateo estaba muy
calladito en su cuarto, al tiempo que una peste a
talco invadía la planta alta de la casa.
-¿Qué estás haciendo, hijito?-, pregunté dulcemente.
Y...¡madres!, que en eso sale corriendo un enano
mono de nieve dejando un caminito de huellas blancas y una nube de polvo
antártico a su paso. No crean ustedes que era una
moderada porción de talco la que traía encima
Mateo, ¡no!, el nene había derramado casi
todo el bote de
Mennen tamaño
Costco por cada rincón de su habitación. Juguetes, muebles, libros, ropa, todo estaba debajo de una capa
gruesa de talco. Parecía una exótica playa de
sal después de un
tornado.
Me enojé mucho y me dio mucha hueva. Del puro
coraje pensé en dejar todo ese paisaje
lunar intacto para cuando llegara la
Maga, nomás para que viera la
monada catastrófica que había hecho su
consentido. Pero luego caí en la conciencia de que las esposas de por sí ya nos consideran unos
buenos pa' nada como para darle un argumento más a la mía, así que arreglé la
bronca.
Lo primero que hice fue darle un par de
nalgadas al crío, quitarle la ropa
entalcada y depositarlo en su
cuna para que no siguiera esparciendo el
alérgico polvo blanco. Luego expulsé a
Ramona al patio porque a ella le gusta lamer el talco y luego anda toda intoxicada vomitando grumitos. Luego aspiré, barrí y trapeé a dos manos y sacudí y enjuagué cada uno de los juguetes y libros afectados. Wax on, wax off. Toda la
faena de limpieza me la pasé estornudando,
sentía el talco en el
paladar y en la garganta, pero una hora después dejé el cuarto como
nuevo.
No hace falta apuntar que
Mateo vio todo este esfuerzo desde su
palco muy a gusto. Al principio lloró del susto pero rápidamente comenzó a disfrutar de la función viendo a su
padre/tribilín batallando para ensamblar las partes de una
aspiradora, sudoroso, estornudando y empolvado. ¡El mocoso pensaba que yo estaba jugando a hacer el
quiacer!.
Finalmente él se quedó dormido y a mí se me quitó el enojo. La cólera cedió el turno a la
ternura cuando lo vi acostado boca abajo en puro pañal y con el pelito todavía con algunas "canas" de talco, se parecía a la greña del
Tata. Luego me invadió la
culpa pensando que un día antes de celebrar el
Día del Padre, mi hijo había recibido las
primeras nalgadas por parte del suyo.
El domingo conté la anécdota del reguero de
talco a varias personas a las que les dio mucha risa y hasta celebraron la travesura de
Mateo. Lo confirmo:
comedy is tragedy plus time.