..., y el mediodía invitando a esa siesta que había que rechazar
como si dejáramos irse a una muchacha preciosa
mirándole las piernas hasta lo último.
Julio Cortázar en el cuento Reunión
Julio Cortázar en el cuento Reunión
De otros años extraño el apendeje que sucede al despertar de una siesta. Dormir una siesta era dormir profundo en las peores horas de sol con el estómago lleno de fideos en un cuarto de cortinas blindadas a luz menos cero. Entregarse al desconecte sin otra deuda que el cansancio de crecer y luego abrir los ojos con el cielo ya pardeando, con el cuerpo medio sudado y las piernas desobedientes, con la consciencia invadida de un temor frío, de una culpa -muy breve- por ser tan joven y tan güevón.
La siesta es una de mis especies en extinción favoritas. Los consultores expertos en cobrar la hora en dólares dicen que después de 21 días de hacer algo, ese algo se convierte en una rutina, en constante, en hábito, en decreto, en ley. No sé cuantos días llevo sin dormir siesta, pero tristemente ya convertí en una costumbre no hacerlo. Ahora veo como algo poco posible acostarme en cualquier sitio a mediodía para venderme barato al más inútil sueño.
La siesta es una de mis especies en extinción favoritas. Los consultores expertos en cobrar la hora en dólares dicen que después de 21 días de hacer algo, ese algo se convierte en una rutina, en constante, en hábito, en decreto, en ley. No sé cuantos días llevo sin dormir siesta, pero tristemente ya convertí en una costumbre no hacerlo. Ahora veo como algo poco posible acostarme en cualquier sitio a mediodía para venderme barato al más inútil sueño.
VIERNES AUDIOVISUAL.- Un chavito se barre pero aterriza tarde en la almohadilla; poco antes la pelota ya se había abrazado al aguante de su rival. Out en segunda. El chavito con casco anaranjado se despide del diamante. Poco después el pitcher lanza una bola que conecta con un batazo seco que hace al público aplaudir, incluido Benicio Del Toro que aparece en pantalla masticando chicle con la boca abierta, ojeras y un anillo en el meñique. La toma sepia se abre de espaldas al público para que podamos ver un campo de béisbol iluminado por las lámparas que consiguió una traición piadosa. Tres peloteritos batean a la primera pichada (se escuchan hasta acá sus batazos) y logran embasarse. El rombo se mueve, la casa se llena.
3 comentarios:
Regarding Traffic...
Aquí seguiremos pichando y fieldeando PERO cuánto falta para que se acabe este juego?
Podría la ofensiva lograr meter a los corredores embasados? Para la defensiva habrá la posibilidad de detenerlos? Y si los detienen en esta entrada, qué pasará en la próxima? Una vez más, cuestión de suerte.
Lo ultimo que escribiste me recordó mucho a los años maravillosos. ay, snif!!
ohh mi infancia perdida
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