jueves, 15 de julio de 2010

Paleta

Llegó al parque una niña de pelo largo con dos paletas, peleándose a lengüetazos con el fenómeno del escurrimiento. Enseguida, la abejita sangre de mi sangre se le acercó para hacerle plática, aunque por debajo de la plática lo que quería era una paleta.

Mateo le decía a la niña: -¿Y esas paletas?, ¿quién te las dio?, ¿me das una?, hay que compartir, ¿me das?- Pero la niña de pelo largo hizo de sus oídos dos gárgolas sordas donde rebotaban las indirectas estériles de mi primogénito. Ella chupaba y chupaba sin ponerle atención a Mateo que le brincaba en círculos como si fuera un tiburoncito con pies girando alrededor de su presa, esperando recibir una limosna glacial. Mi hijo es de cara chica pero a la distancia, digamos unos 15 metros, me quedaron bien definidos sus gestos de impotencia, de antojo, de sed de hielo y jarabe, de frustración.

Estaba claro que la niña de pelo largo no le iba a dar ni una lamida, ni un sorbo; por eso volé hacia mi casa como papá cuervo que soy y del congelador saqué una paleta de fresa que luego entregué en la puerta del parque a un Mateo excitado de contento. Ahí se estuvo tranquilo el pedazo de caos un momento, literalmente congelado, domando la paleta con disciplina hasta que su boca colorada topó con un lonja de fresa y entonces ya no le gustó y me la devolvió exigiendo una de limón.

Y que me regreso al congelador, también volando con mis alas negras, pensando en que a los niños no les gusta la fruta incrustada en sus paletas, que para qué se la ponen, que era más fácil antes cuando la comida chatarra era chatarra y no tenía aspiraciones de ser sana; era más simple la fórmula de hielo, sabor artificial y caries. Volví a Mateo con una paleta de mango que ya no hay de limón y él se quedó otra vez helado, absorto y absorbiendo a un millón de años luz lejos de la niña de pelo largo. Por encima de su hombro derecho vi un columpio rojo vacío fuera de foco. En primer plano tenía la cara chica de Mateo, que destrozaba a mordidas una estatua amarilla y fría.

5 comentarios:

Mujer Maravilla a la Mexicana dijo...

Nada que comentar, solo una sonrisa

Nancy dijo...

Me encantan estas pequeñas grandes historias... bravo por como las cuentas!

Grajeda dijo...

Excelente relato... En verdad excelente.

El Contador Ilustrado dijo...

muy entretenido

Lau dijo...

me encanta Mateo!!