Diciembre-1994 (Fin de cursos)
DE AQUÍ.-
Hablamos del sistema, de finales y no finales felices, de ellas las que mal pagan; se lloró por dentro, nos confundimos juntos, charlamos escribiendo.
Vimos que somos hechos de partes. Que según queramos damos importancia a tal o cual, que se trata de balancear. Hablamos de héroes (seres inadaptados), de mártires, de que el infierno son y no los otros... Y, sí, también aceptamos que tenemos algo de masoquistas, tal vez lo más.
Coincidimos en que el dolor nos empieza a crear adicción, pero no queremos hacerlo un estilo de vida. Se habló tanto entre líneas. Pero es cierto, la vida sigue "y naturalmente brota para darse". Aunque sintamos que el diablo anda suelto y que el suicidio no es una lo-cura sino la-cura definitiva. La vida sigue.
En aquél salón sonarán otros ecos, bailarán otros chongos, serán abiertos otros escotes por otras imaginaciones, despertará otro ingeniero del letargo inducido por discutir pendejadas, aburrirá otro chilango, le pegará a la mamada otro abogado, callará otro comunicólogo, se torcerá de impotencia otro profesor.
A simple vista nadie echó raíces, todos como a sus libros cargaron su alma y la llevaron a perderla a otro lado; todos con cierta apatía dejaron allí tirados dos o tres traumas y salieron limpios en la cateada social cotidiana. Alguien más dejó una colección de bostezos.
Pero yo tengo mi espinita clavada, transformación última de la pinche esperanza que muere al último. Tengo mi espinita, te digo, porque yo creo que sí aprendimos algo, falta ver si lo aprendido se puede aplicar diariamente en el máscara contra máscara de esta ciudad. Pero creo que sí aprendí, aprendimos.
En lo personal, dejando a un lado el optimismo clonado a fuerzas, se enciende una idea que me emociona, un pensamiento que me seduce bruscamente y que no quisiera escribir para evitar la atmósfera entusiasta tipo boy scout. Esta idea nueva que me gusta adoptar desde hoy es ésta: Sí me la aviento, sí le entro, vivir vale la pena.
Estaba empezando a dudarlo, pero es un hecho, sí me la juego. Lo puedo sentir.
Ojalá dure.
DE ALLÁ.
Dura mientras el ánimo, el aliento duren.
Las clases se terminan, los cuadernos se cierran, las carreras se abandonan, las parejas nos dejan, los trabajos no se consiguen y cuando se consiguen se cambian. Pero la vida, esta pinche vida continúa. Con nosotros o a pesar de nosotros.
¿De cuáles quieres ser: de los que se dejan llevar y son manejados por un modelo -de vida feliz o de sufrimiento justificado-, o de los que transforman su modelo para ser y disfrutar más de la vida?
Cada día tienes que decidirlo, hasta que el aliento te dure.
Vimos que somos hechos de partes. Que según queramos damos importancia a tal o cual, que se trata de balancear. Hablamos de héroes (seres inadaptados), de mártires, de que el infierno son y no los otros... Y, sí, también aceptamos que tenemos algo de masoquistas, tal vez lo más.
Coincidimos en que el dolor nos empieza a crear adicción, pero no queremos hacerlo un estilo de vida. Se habló tanto entre líneas. Pero es cierto, la vida sigue "y naturalmente brota para darse". Aunque sintamos que el diablo anda suelto y que el suicidio no es una lo-cura sino la-cura definitiva. La vida sigue.
En aquél salón sonarán otros ecos, bailarán otros chongos, serán abiertos otros escotes por otras imaginaciones, despertará otro ingeniero del letargo inducido por discutir pendejadas, aburrirá otro chilango, le pegará a la mamada otro abogado, callará otro comunicólogo, se torcerá de impotencia otro profesor.
A simple vista nadie echó raíces, todos como a sus libros cargaron su alma y la llevaron a perderla a otro lado; todos con cierta apatía dejaron allí tirados dos o tres traumas y salieron limpios en la cateada social cotidiana. Alguien más dejó una colección de bostezos.
Pero yo tengo mi espinita clavada, transformación última de la pinche esperanza que muere al último. Tengo mi espinita, te digo, porque yo creo que sí aprendimos algo, falta ver si lo aprendido se puede aplicar diariamente en el máscara contra máscara de esta ciudad. Pero creo que sí aprendí, aprendimos.
En lo personal, dejando a un lado el optimismo clonado a fuerzas, se enciende una idea que me emociona, un pensamiento que me seduce bruscamente y que no quisiera escribir para evitar la atmósfera entusiasta tipo boy scout. Esta idea nueva que me gusta adoptar desde hoy es ésta: Sí me la aviento, sí le entro, vivir vale la pena.
Estaba empezando a dudarlo, pero es un hecho, sí me la juego. Lo puedo sentir.
Ojalá dure.
DE ALLÁ.
Dura mientras el ánimo, el aliento duren.
Las clases se terminan, los cuadernos se cierran, las carreras se abandonan, las parejas nos dejan, los trabajos no se consiguen y cuando se consiguen se cambian. Pero la vida, esta pinche vida continúa. Con nosotros o a pesar de nosotros.
¿De cuáles quieres ser: de los que se dejan llevar y son manejados por un modelo -de vida feliz o de sufrimiento justificado-, o de los que transforman su modelo para ser y disfrutar más de la vida?
Cada día tienes que decidirlo, hasta que el aliento te dure.
5 comentarios:
"Cada dia tienes que decidirlo..."
...y vaya que me ha costado aprender esta mera verdad.
Felicidades por tu fin de carrera, comienzo de tu ~ahora~ presente.
Saludos,
T
si...nosotros tenemos la decisión de cómo seran, son las cosas...y si, la vida nuca para pase lo que pase....
Concuerdo con AF.
La última línea hace eco en un montón de paredes que siempre cuestan UN CHINGO tumbar.
Saludos.
Creo que se trata más de aprehender y eso nunca hay que dejar de hacerlo.
¡Ánimo que dure! que yo también lo tengo.
Saludos.
Y curiosamente leí tu post ayer, el día de mi graduación. Fue interesante...
Esta serie de publicaciones ha estado muy, muy chida.
¡Saludos!
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