miércoles, 31 de agosto de 2011

Gillette is in da house

- ¿Y esa barba sí es de usted?- me preguntó Mamá Matrix al final de una sesión, y yo le respondí que sí, que esta barba es mía.

Tengo dos años con ella, pero para mucha gente sigue siendo de utilería.

Mi barba es tan mía como lo son cada una de mis piernas, pero hay quienes suponen que es un escondite, una manda, o el capricho de quien no se acepta tal como es.

A lo mejor es todo lo anterior, pero es mía; yo la traigo.

En estos dos años me he acostumbrado a ella. A mi gente también le ha terminado por valer queso mi accesorio maxilar.

Últimamente, creo, la barba se puso de moda en el mundo (¡en el muuuundo!). Ésta es una percepción egocéntrica como todas las percepciones lo son, pero ya hasta la publicidad del Palacio de Hierro incluye modelos bigotones.

Hoy me rasuro sólo para volvérmela a dejar.

martes, 23 de agosto de 2011

Vida regia II

Si usted viene manejando por avenida Constitución, de oriente a poniente, notará que a la altura en donde cruza con Gonzalitos hay un anuncio panorámico de la Sedena que nos invita a no dejarnos de los delincuentes.

"Denúncialos", ordena el anuncio. Con todo y las comillas.

La Secretaría de la Defensa Nacional anima a la sociedad a ser valiente y a que denuncie a los cabrito gángsters, pero qué raro que al hacer su invitación utilice los signos de puntuación con los que se destacan la ironía y la simulación.

Las acciones que van entre comillas se traducen en hacer como que se hace, pero no se hace ni madre.

Denunciar a los delincuentes entre comillas es como hacer dieta entre comillas, o sea, desayunar lechuguita, comer quesito panela, pero atascarse en la cena un menudo con tres bolillos. Hacer ejercicio entre comillas es ponerse los pants e ir al gimnasio a viborear nalgas. Ir a misa entre comillas es hacer lo mismo que practicar ejercicio entre comillas, pero sin los pants.

La mayoría de los regios no denunciamos por miedo a represalias. Tememos que si llamamos a esos teléfonos en donde nos piden "denunciar" a los malitos nuestra queja será recibida o interceptada justamente por los malitos.

Tampoco denunciamos porque percibimos como un esfuerzo inerte el acto de denunciar. Como quiera nunca hacen nada, decimos.
Y sí: los gobernantes "gobiernan", los policías "protegen y sirven", y, ahora, los ciudadanos "denunciamos". Todos como que hacemos nuestra labor y no hacemos ni maíz.

Hoy a mediodía, a menos de un kilómetro del anuncio panorámico de la Sedena, colgaron a un tipo de un puente peatonal y lo remataron a balazos. La escena de espanto se desarrolló frente a mucha gente, con el solazo, a un lado del tráfico. Los sicarios hicieron su trabajo sin simulaciones.

En esta ciudad los únicos que actúan sin comillas son los miembros del crimen organizado. Ellos sí cumplen con el giro de su empresa: sí amenazan, sí matan, sí llenan de terror las calles, sí secuestran, sí extorsionan, sí acribillan, sí roban.

Mientras tanto, los demás "vivimos".

jueves, 18 de agosto de 2011

Vida regia

Quién quiere vivir debajo de estos calores, transitando una ciudad en perpetua remodelación, jamás terminada, siempre en obra gris. Desde que me acuerdo hay un paso a desnivel en construcción, un puente en proceso de, un carril cerrado por culpa de una ampliación.

Padecemos dos tipos de tráfico: el que se acumula por obras públicas mal hechas y el que se genera por la restauración de las mismas. Total que nunca fluimos, nomás nos atascamos y nos repartimos nubes de polvo mientras nos acosan vendedores de hojarascas en los semáforos (¿a quién se le antoja una galleta de esas con este clima?).

Somos automovilistas emparentados a la fuerza con conos anaranjados y con letreros que dicen "Disculpe las molestias, estamos trabajando para servirle mejor". Y mientras tanto notamos que los inservibles gobernantes que nos sirven aprovechan el sexenio sólo para engrosar su papada y su telaraña de influencias.

Los regios somos maestros en el arte de encontrar agujas en los pajares, entendiendo a las agujas como hilos escasos de belleza. Hoy en la mañana un tipo paseaba dos pastores alemanes bien peinados que iban a paso de soldado inglés. Los perros me arrebataron la mirada y por unos segundos se me olvidó el tráfico a mentadas de Gonzalitos. Hace 30 años, en la misma avenida, un afroamericano secuestró la emoción de Irene: "¡Mira, un negrito!", exclamó mi hermana.

Somos tribilines transformados al volante. Chocamos más no sólo porque somos más brutos sino porque las vías nos dejan a nuestra suerte (y tenemos muy mala suerte). Un regio siempre admirará la docilidad de las calles gringas. Se irá de viaje, se tomará muchas fotos, comerá hasta la indigestión, pero la verdadera maravilla sucede cuando renta un carro y experimenta un orden, un trazo, que le es ajeno; y entonces descubre que allá manejar es un placer. En su memoria guardará ese recuerdo urbano insólito y muy poco familiar para su génesis de conductor sufrido. El respeto hacia las luces direccionales lo asombra como nada en la vida.

"Vieras las callesotas que hay en Houston, compadre".

jueves, 11 de agosto de 2011

Niño verde

Dos lagartijas, Chuky y Linda. La primera fue encontrada y liberada en Chipinque. La dejamos en el mismo árbol en donde la hallamos, (quizá no a la misma altura del tronco), y fue despedida con lágrimas y promesas de volver. La segunda llegó a mis ojos ya sin cola y prisionera adentro de un frasco al que sólo le faltaban 355 mililitros el formol y un espacio en cualquier laboratorio escolar de biología. Linda falleció de manera misteriosa unas horas después de su captura, como sicario moderno, pero sin saña.

Luego viene tu fascinación por los caracoles. De tierra y de mar. Sobresale la colección primavera verano del Atlántico al Golfo. Tienes de Cancún y de la Isla, y también hay unos que compramos en el HEB, de esos que vienen en red y que compran las recién casadas para adornar el baño de visitas de su casa de casadas. En los caracoles de agua se escucha el océano, y en los de tierra se asoma, a veces, el baboso bichito que ahí habita.

Y también te gustan los cactus, sobre todo el que tiene cola de dragón y el de la cabeza de calabaza. Admiras los frutos de los árboles, cualquier semilla o flor, la piedras, las hojas, las arañas patonas, las piñas, las hormigas, los mármoles, los cuarzos, las libélulas, los peces, las víboras, las espinas, las plumas de pájaro, las cochinillas, los trozos de corteza, los volcanes.

Quién sabe cómo son los otros niños. La verdad, no lo sé. Un día, pendejamente, me preocupó que crecieras sin el gusto por el nintendo de bolsillo y por todos esos entretenimientos digitales con los que "ahora" de divierten los niños. Hay que ser un poco imbécil para no agradecer que, hoy, tienes la capacidad de convertir un terreno baldío en una juguetería.

Siento vergüenza, y no, de dejarte en el kinder con las uñas llenas de tierra.

miércoles, 3 de agosto de 2011

2011

¡Ah, qué año tan pinche loco!

(Más información durante los próximos años)