viernes, 8 de julio de 2011

En el manchón de penal

El lunes pasado se cumplieron 12 años de aquél partido en donde Martín Palermo falló tres penales en la Copa América de Paraguay 99.

El primer tiro del argentino pegó en el travesaño, el segundo voló a las gradas y el tercero se estrelló en los guantes del portero colombiano Miguel Calero.

Al final, Colombia le ganó 3-0 a Argentina y Palermo recibió como premio de consolación entrar al Guinness con uno de los récords más bobos.

Además de millones de egos golpeados por esa derrota y el osote mundial que se aventó el atacante gaucho, esa tarde hubo otro sensible perdedor.

Antes de comenzar el partido, Calero recibió una llamada desde Medellín. Era su hijo, el primogénito, que le hablaba para solicitarle un regalo contradictorio: si Palermo le anotaba gol tenía que pedirle la camiseta. Imagínense a Calero durante 90 minutos defendiendo la portería sabiendo que si Palermo le hacía un gol debía pedirle la playera número 10 como trofeo para su hijo. Tierna humillación a la que nos somete la paternidad.

Aquélla era una oportunidad única. Por primera vez un gol sería igual de provechoso tanto para el anotador como para el portero que lo recibe, es decir, Palermo estaría contento por meter el balón y Calero por darle un regalo muy especial a su hijo. Pero la chance fue desperdiciada tres veces con tres penales errados. Sin gol en contra no hubo playera a favor.

Yo nunca he tirado un penal, pero sí fallé goles claros en mi corta e incolora carrera de futbolista llanero. Cuando militaba en el Deportivo Barbarita estuve a punto de hacer un gol de alabanza pero uno de mis compañeros se atravesó y lo paró con las nalgas.

Recuerdo muy bien la jugada. Lalín alias "Trapo" y yo nos fuimos compartiendo el balón desde la media cancha y esquivamos adversarios hasta que burlamos al portero y lo sacamos del área chica. En el último pase que me regaló Lalín pude colocarme frente a la portería vacía y entonces chuté el balón con unos huevos de búfalo pero de la nada, (sí, de la nada), Gus alias "El Inombrable" (¡quien jugaba en mi equipo!) se atravesó y detuvo el disparo con el culo.

Iba a ser mi primer y único gol con el Deportivo Barbarita, escuadra muy mermada por los achaques que sus integrantes padecían en sus earlys 30. Nuestra flotilla era una colección de dolencias: a Lolo le salió un moretón del tamaño de Groenlandia en uno de los muslos durante un calentamiento; al Chupón se le quebró el dedo chiquito del pie durante una descolgada por el sector izquierdo del campo; el Iván alias "Inflán" alias "Blue" sufrió una fractura que lo inhabilitó desde la segunda mitad del torneo; Marito se enfermó de rabia y estuvo a punto de agarrarse a chingazos con quien le quitara el balón (árbitro incluido). El resto del equipo se enfrentó a los estragos pulmonares generados gracias a una década de comprar cigarros.

Regreso a Palermo. ¿Cómo criticar al rey frustrado de los penales?. Supongo que mientras más de pechito están las probabilidades de anotar más se castiga a quien la caga. Ése es el espejismo de los penales; parecen tan fáciles que el éxito se da por hecho, es obligado, exigido y cantado. El temor de fallar se convierte en la presión gigante que -irónicamente- te hace fallar.

Regreso a . Estoy acostumbrado a no tirar penales, a no intentar (ni) las oportunidades fáciles porque temo el linchamiento que vendría si no anoto en las más claras de gol. Una vez un culo impidió que me vistiera de gloria anotando al final de una jugada que parecía muy difícil; pero muchas otras veces, por culo yo, no me la he jugado a pararme en el manchón de penal para cobrar la pena máxima. Me privo del gol por miedo al fracaso, cuando el fracaso es no meter gol nunca.

Ya es hora. Desde hace tiempo que.

VIERNES MUSICAL.- Desde el corazón de la Loma Larga, rolita por favor.

5 comentarios:

Kózmica dijo...

Cómo no recordar esos 3 penales, en uno de esos creo que en el que mando volando arriba de la portería se jaló el short como si quisiera castigarse por tal fallo.

Siempre jugué de delantero en los equipos de la escuela y cada que me tocaba tirar penal temblaba horrible, metí algunos y fallé otros tantos pero recuerdo uno que me pasó tipo película, era una final y todo mundo esperaba que anotara ése ya que quedaban escasos minutos y sería el gane. Yo pensaba realmente que no podía fallarlo, que no me pasaría ese día porque simplemente no podía pasar esa vergüenza...y sí. La lancé hacia el cielo, cómo? no sé, me puse roja como tomate y los abucheos no se hicieron esperar.

Pobre Palermo, si con un solo penal fallado y en campo llanero me sentí fatal.

Saludos!

MLD dijo...

RECUERDO UN CABEZAZO IGUANESCO QUE TE AVENTASTE E IBA PARA ADENTRO FLACO!!!

Juan Rosales dijo...

UN FOLLOWER MAS (MAS BIEN "UN WEY MAS QUE LE SEGUIDO TU BLOGG" , ESO DE OCUPAR PALABRAS ANGLOSAJONAS PARA TENER MAS CLARA LA IDEA ME EMPIEZA A CONFUNDIR ) QUE POR PURA CASUALIDAD DIVINA SE ENCONTRÓ ESTE BLOGG , TE FELICITA POR LA SINCERIDAD USADA Y MAS DE UNO (UNCLUIDO YO) ESPESAMOS A APRECIAR A MATEO, CREO QUE LOS TEXTOS ME PARECEN EN ALGUNOS CASOS RECUERDO Y OTROS MAS PREMONICIÓN.

P.D SALUDOS A MATEO

Anónimo dijo...

Hola! Mr. Yo no me acuerdo de ese juego, pero estuvo divertidísimo tu post. Me encantó la crónica de tu gol frustrado.
Ya vendrán otras oportunidades.
Besos a Mateo.
Ele y Juan Pa
http://sailing-nena.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Saludos viejillo, no se ni como di con tu blog, pero esta dos-dos.
Sigue caminando,

Alejandro Santana