martes, 23 de marzo de 2010

Mateo & Violet

El cielo está oscuro.
El mar apenas se ve.
Un flacucho, -que pudiera ser cualquiera de tus primos-, viene caminando por la playa.
Está vestido con un impermeable empapado.
Canta y da pasos en cámara lenta; te ve y luego se voltea hacia "lo que viene siendo" el horizonte.
Es Chris Martin.
A veces juega a que se tropieza y a veces se limpia gotas de agua que cuelgan de su barbilla.
La canción avanza mientras la escena se aclara.
Cuatro minutos y medio después, amanece.

La primera vez que escuché y vi el video de Yellow quedé atrapado por el "riff" inicial de la guitarra de Jonny Buckland. La canción fue pretexto suficiente para que yo comprara -¡hace 10 años!- Parachutes, un disco, que, como todos los de Coldplay, se oye sin necesidad de colocarse un discriminador en el tímpano. Los discos de Coldplay se disfrutan sin baches, sin canciones que sobran, sin pedacería, sin adelantarle a nada.

Lo que más me gustó de Parachutes es que no tiene otra canción como Yellow más que Yellow. Es decir, no es un material que copia en 10 canciones la formulita del single.

Me gusta tanto Coldplay que corro el riesgo de apasionarme y decir que es el grupo de la década. Al menos el más consistente. Desde que compré los boletos de su concierto los coloqué en una esquina de mi cajonera para visitarlos todas las mañanas, checar su pulso, que estuvieran cómodos, como si yo fuera una solterona y ellos fueran mi par de san antonios volteados de cabeza.

Mientras se acercaba el día del concierto fui polarizando mi fanatismo, dividí a la gente entre los que iban a ir y los que no, compré un ajuar entero para sudar la ocasión, pedí el día en la oficina para evitar que un viaje de trabajo se empalmara con la fecha marcada, youtubié todos los videos de la banda, imprimí unas letras para repasarlas y evitar el "duyuhavapet in the making freeway, mirror" que canto cuando no me sé la letra. La neta, me obsesioné (más). No miraba más allá del 11 de marzo. Era "la" fecha.

Tenía todo: boletos, ganas sobradas, expectativas, emoción, día libre, salud, engente, plan de transportación, niñera para Mateo, billullos para cervezas. Tenía todo menos un link personal que me conectara con la banda, con mis ídolos. Es decir, nada mío les interesaba a ellos. Nada mío les servía. Si acaso sería yo otra garganta más en el estadio. Un aplauso más entre otros 40 mil. Un brinco del montón. Un celular extra para hacer la ola. Otra medalla en el baño.

Pero entonces sucedió. De pronto, mi vida y la del grupo coincidieron en una puntita (nada más la puntita, ora sí aplica). Dos días antes del concierto recibí un mail de mi amiga Gaby-que-es-esposa-de-mi-amigo-Jam-quien-trabaja-en-la-empresa-que-trajo-a-Coldplay-a-México. Ése fue un mail especial, porque Gaby me preguntaba si acaso Mateo podía prestarle uno de sus carseats a Jonny Buckland (¡el guitarrista de la banda!) para que éste pudiera transportar a su hijita Violet mientras estaban en Monterrey.

(Apunte sólo para los solteros: los carseats son esos asientitos que son un pedo amarrar al carro con el cinturón de seguridad pero que sirven para sentar ahí al niño y así no se mueva o quiebre como Humpty Dumpty en las curvas, cerrones, frenadas y arranques).

Enseguida me oriné del gusto. No me hubieran podido pedir un favor más fácil de cumplir. Esa misma noche dejé el carseat en casa de Gaby y Jam como si estuviera acatando una ley divina, como si estuviera obedeciendo a un orden dadivoso que me había dado la oportunidad de serle útil a un grupo que admiro tanto. ¿Cuantas veces podría hacerle otro favor a Coldplay?

Dejé el carseat y me fui a mi casa manejando con cara de menso feliz. Mi condición de papá-cuervo rebasó lo verosímil y le abrí la puerta entera a las alucinaciones. Imaginé que en unos 20 años Mateo y Violet van a conocerse en el campus de una universidad, o en una playa, o en un pub irlandés. Imaginé también que nomás se vean se tirarán los perros hasta morderse, se enamorarán y tendrán Mateítos color Violeta. Cuando decidan invitar a sus papás y suegros a su loft en una ciudad aún por definir, yo, el héroe de esta historia le diré a Jonny Buckland: -¡Ése mi pinche Jonny!, ¿qué pedo o qué?, tú no me conoces pero yo fui el que te prestó el carseat para Violet cuando fueron a tocar a Monterrey en el 2010-. Me imagino diciendo esto y a todos los presentes levantando sus copas, brindando y luego me cargarán en hombros y me dejarán cantar Strawberry Swing a capela.

Los griegos le llamaban a esto último que acabo de escribir una puñetilla mental. Pero bueno, ahí quedó la anécdota. Mateo, sin querer, me facilitó ese vínculo personal con Colplay que hizo que yo disfrutara aún más su concierto.

9 comentarios:

Tania G. Balleza Tahuil dijo...

Que menso tan feliz, jajaja! Mateitos color violeta, te la bañaste, Queño...!
Ya ves... ves lo que atraes...! Siguele así, uno nunca sabe.... :)

Ministry of Silly Walks dijo...

Hasta acá se permeó la emoción.
Excelente anécdota que Mateo tendrá la oportunidad de contar a sus amigos cuando estén platicando de las bandas de viejitos que les gustaba escuchar a sus papás.

Luna O. Lettuce dijo...

WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!
que genialoso! yo también amo esa canción Yellow... desde que tenía como seis años :3, sé que tan emocionado te sentiste pues... una vez tuve un encuentro así de espectacular!! waaa!! que bonito divague el de Mateítos color Violeta!

Kózmica dijo...

Violet sentadita en el carseat de Mateo?? que ya no lo lave, es más que ya no lo use!.

El disco de parachute es el que más me gusta de Coldplay. En ese tiempo me hice super fan de ellos pero debo confesar que después dejé de escucharlos. También compré un disco doble que sacaron donde viene la gira, nada más esos dos y ya.

Siento que la voz de Chris Martin es inconfundible, por eso me gusta. El video del que hablas me encantaba verlo, se me hace super tierno, como un niñito.

Mi rola favorita de ellos es la de "trouble" pero según me contó una amiga no la cantaron en el D.F.

Qué padre historia!! ahora sí que queda para contarla a la familia o amigos en cada reunión.

Saludos!

Brenda dijo...

WOOOOOOOOWWWWWW!!! Cuánta pasión!!. Me gusta mucho eso, que disfrutes hasta el último mordisco de lo que más te gusta.
A mí también me hubiera gustado estar en uno de los que dieron aquí pero (sniff) ya será en otra ocasión (si la habrá verdad?)
Besos a Mateo, tu héroe, casual?

Besos Eugenio

mg dijo...

Sin ánimo de despertar polémica puedo decir que Coldplay y U2 (los gustos no me dejan tapar la edad) son mis grupos favoritos. The Police no cuenta porque ni se hablan, pero si se hablaran, ahí estaría también en el cuadro de honor.
¡¡Qué bueno que disfrutaste el concierto!! yo veré a U2 en Montreal en julio y tengo los boletos en la caja fuerte.

Ivan dijo...

No se por que, son buenos, pero en lo personal no me agrada Coldplay en lo mas minimo, no se sera que tengo que oirlos otra vez o ya sera en otra epoca mas adelante que me gusten, jeje suele pasar. Por lo pronto siguen estando en pedestal Killers y Arcade Fire.


Buena anecdota, siempre pense que los "artistas" pedian todo lo necesario para llegar a un pais/ciudad o minimo que cualquiera podria ir y comprarles lo que necesitaran.

Vaya, los asientos para nino ni son caros y creo que si se evitan traerlo para no andar cargandolo en los aeropuertos pues bien tienen dinero para comprar uno en cada ciudad que vayan.. digo.

;)

El Gavilan dijo...

Jaja, qué padre post :D, aquí te está esperando para cuando quieras venir, seguro Mateo ha de ir gozoso suelto por la vida, pero mi sentido común me indica que ese chiquillo pelos güeros necesita ir bien amarradito... abrazos...

Yamely Escobar dijo...

Señor Ñets!... que hermoso relato.. que hermoso momento.. yo fui a colLplay a DF... y y ... stuvo de muy muy...Que padre que formaste ese lazo.. tan tann afectivo... un besotee!
saludos a su señora esposa y a su hermoso Mickey mouse!