viernes, 11 de febrero de 2011

No te dejes

Jennifer Aniston cumple hoy 42 años. A mí ella me cae muy bien y me gusta otro tanto. Es tan no-bonita que es guapísima. La belleza se acaba con los años, la guapura no. Muchas felicidades, culiflower.

Bueno, al tema.

Hace muchos años le preguntaron a Nikki Sixx si no sentía remordimientos porque la música y la actitud de Möntley Crüe era un mal ejemplo para los niños.

Sin pensarlo mucho, el bajista de la banda respondió que hay niños malos con y sin música de rock, y que de hecho algunos infantes son realmente perversos de nacimiento.

Sícierto, hay niños hijos de su pinche madre. No convertiré este post en un lavabo para enjuagarme las manos como Pilatos diciendo que Mateo es un santo, ni de pedo, pero al menos no le he notado la crueldad que en otros niños aflora poco después de que aprenden a caminar.

El otro día en la casa de Ronald McDonald el más pequeño y único de mis hijos estaba sudando sin apestar en los McJuegos. Brinque y brinque, grite y grite, jode y jode, tose y tose. Lo normal. En eso se le acercó un chavito menor que él con los ojos encendidos y sin avisar comenzó a tirarle madrazos a Mateo, en la cara y con el puño cerrado.

Ah, qué feo se siente. Me levanté con los resortes torpes de los papás que no sabemos lidiar con la agresividad propia, menos con la ajena, y le fui a decir al pequeño demonio que no estuviera peleando, que todos los niños podían usar el resbaladero uno por uno y todo eso que se les dice a los mini hooligans.

Mateo empezó a llorar, no sé si por los madrazos que le dio el niño o por tener un papá que se ve muy chistoso cuando quiere ser conciliador. Total, que en pocos segundos todo siguió como si nada, mi hijo siguió jugando, el lactante agresor se tranquilizó y yo me fui a la mesa todo ajuanado, pensando en el miedo que me daban (dan) los madrazos de chiquito.

Yo era (soy) bien culo. Y lo que más me culeaba (culea) es que nunca pude repeler una agresión dando un golpe de regreso. Mientras fui niño los adultos me decían que si alguien me pegaba se la tenía que regresar, y más fuerte. "¡No te dejes!", era el eslogan con el que me intentaron persuadir para defenderme. Pero, además de que pocas veces me la hicieron de pedo, en la única ocasión que me golpearon no pude sacar un chingazo de vuelta. Peor que recibir un fregazo, para mí era (es) soltarlo.

Y tampoco porque sea yo un santo o le haga caso al emblema católico de poner la otra mejilla cuando te cachetean, sino que simplemente no le puedo pegar a alguien. Quizá en el hipotético caso de que me estén dando una madrina soltaré dos o tres chanflazos, pero a bote pronto no me sale. (Las pocas nalgadas que le he dado a mi hijo me han dolido como nada en la vida).

Los años en el karate me ayudaron un poco a soltar puñetazos sin culpa. Pero aún en los combates controlados en el dojo, siempre preferí defenderme bien y atacar lo mínimo necesario. Sí, ya sé, muy pinche Gandhi yo, pero sí, le saco mucho a la violencia aunque sea deportiva.

Ahora, una cosa es no saber pelear, temer a los golpes, sacarle a las agresiones y ser culillo, y otra muy diferente es no saber manejar la ira. Ésa es mi gran contradicción: Le saco la vuelta a los golpes, me adhiero a la bandera del amor y paz, PERO al mismo tiempo soy una olla exprés, un cuete navideño con la mecha muy corta, una yerbita seca que se enciende a la primera.

Porque éste que les escribe es bien antiviolencia pero puede encabronarse muy fácil: con el cajero come-chicle que se tarda en pasarlo a la ventanilla del banco, con el mesero que se hace güey, con su hijo que no le hace caso para lavarse los dientes, con el sistema desesperante para renovar la visa gringa por internet o con el bache tipo cráter que se cruza y le zarandea todo el carro.

¿Cómo puedo ser un hombre que cree en los pactos de no agresión y enchilarme tan fácilmente y ante los más mínimos/máximos inconvenientes? ¿Porque no puedo liberar el fuego interior en pequeñas flamas y sí estallar con la pena de un volcán con incontinencia? ¿Por qué acostumbrarse a vivir como una bomba de tiempo que saluda a toda madre, pero que puede reventar en cualquier momento?

Desde hace tres semanas estoy trabajando en la serenidad, ese estado mental-emocional que mi amiga Carmela define como símbolo inequívoco de felicidad. Parece una trampa aspirar a la serenidad en esta ciudad en donde las escopetas le tiran a las escopetas mientras los políticos, las autoridades y los ciudadanos nos hacemos patos. Una ciudad donde no tenemos respeto vial, donde a la gente le cuesta mucho trabajo responder un "buenos días", donde el recibo de luz te sale lo que antes te costaba un fin de semana en Real de 14, donde las noticias son una calca en sangre del día anterior. Y etcétera.

La onda, creo, es como todo (diría la Chimoltrufia). Es decir, lo único que me puede resultar es hacer ese ejercicio de manera estrictamente espiritual, o sea, aspirar a la serenidad a pesar de Monterrey y de mí mismo que tampoco soy en estos momentos un ejemplo para la juventud. Ponerme en manos de la Confianza de allá arriba cada 24 horas. Cuidar el corazón, el hígado y la hernia, en ese orden.

Qué bonito se escribe en un post, pero es muy difícil; a mí al menos me resulta muy difícil. Hay gente que yo sé que no batalla con esto, gente que en la sangre trae yogurt y que tiene espíritu inoxidable. Pero yo sí batallo, me cuesta, y ahí la llevo. Luego hay gente que me dice: "Yo no te imagino enojado", pues sí, porque lo sordeo muy bien.

Regresando a Mateo, yo no quiero salirle con el "¡no te dejes hijito, pégale!" cuando lo vuelvan a agredir, pero menos quiero que se aprovechen de él y también quiero que sepa defenderse. ¿Qué hago entonces? ¿Lo invito a que dialogue con el otro animalito? ¿Le enseño a correr? ¿A perdonar? ¿A guardarse ese coraje para que después sea un adulto "buena onda" que explota si la sopa le llega fría? ¿Lo meto ya en el karate para que sepa defenderse sin agresión? ¿Me lo llevo a vivir a Flanderslandia?

Apostarle al diálogo en estos momentos es lo mismo que aquella famosa escena en la que un árabe se pasa de mamón intimidando con su espada hasta que Indiana Jones saca su pistola y lo mata a balazos. Cuando quieres platicar tienes de regreso, mínimo, una buena mentada de madre sino es que un rodillazo. El arma grande se come a la chica. El puño entiende a puñetazos.

La neta, no sé cómo educar en este aspecto (y en otros mil) a Mateo. Por lo pronto voy a seguir trabajando en la serenidad, encontrar por fin con ese equilibrio que nunca me he regalado porque desde chiquito me instalé un chip con una grabación que me dice que estar sereno es estar serio y que estar serio es ser un aburrido. Ni madre, ¡ya!, a la chingada. No me voy a dejar de reír, de divertir, pero ya no quiero guardar una molotov en el estómago. Ya no quiero caminar tambaleándome de frustración por esta vida única, mejorable y siempre sorprendente.

Rolita, por favor.


12 comentarios:

eduardo ramirez dijo...

disculpame, eugenio. no resiti la tentacion de compartir tu reflexion en fb. literalmente comente "comparto la reflexion de eugenio que odia el fb, que respeta la escritura mas que yo, que me ha enseñado tantas cosas. ¿quienes somos los violentos?".
una vez mas. gracias.

Unknown dijo...

Vaya contradicción. Yo pensaba lo mismo, pero en el mundo infantil los madrazos no solo son necesarios, son parte de su cultura. Así es que te recomiendo que le enseñes a tu hijo a pelear... como? jugando a las luchitas con él y dándose madrazos mutuamente, con poca intensidad obviamente. Finalmente estará en él la elección de entrar a la pelea o no. Créme, son chiquitos pero no tontos. Y a él le regalarás el orgullo que su papá le enseñó a defenderse.

Unknown dijo...

ah, junto a la lección de madrazos van las reglas, claro, no pegarle a su hermana, no pegarle a menores y obviamente no pegarle a mucho más grandes. ;)

Zuka dijo...

Yo digo que lo entrenes como el Sr. Miyagi a Daniel San y ya que esté listo lo lleves a que se madré al niño del McDonalds!!!!!

suficiente yo dijo...

La vida va mostrando el camino


saludos amigo E........

Afasia Anómica. dijo...

Estoy igual que tu con mi monkey de 5 añitos, un día llega todo rasguñado de la cara y al otro día llega diciendo que el que lo rasguña es su mejor amigo, osea como? le digo que se madree a su mejor amigo o que?

MLD dijo...

YO TENGO DOS GUERCAS FLACO Y EN EL MUNDO DE LAS GUERCAS TAMBIEN ES ANIMALANDIA..ESTUVIMOS UN AÑO ALIMENTANDO EN FORMA POSITIVA EL TEMA DE LAS AGRESIONES DE LOS DEMAS Y COMPORTAMIENTOS , ETC....ES IMPOSIBLE!!!!!!
ESTO ES UNA JUNGLA Y SI NO LES TRATAS DE DECIR QUE EN ESA JUNGLA HAY CONEJITOS Y CATARINAS TAMBIEN HAY VIBORAS Y TIGRITOS Y BESTIALIDAD....INSISTIMOS EN ACTUAR COMO SARDINA ENJABONADA PERO A VECES ESTA CABRON....UNA NIÑA CHINGABA TANTO A UNA DE MIS SARDINAS QUE EL DIA QUE LE DIO UN CHINGADAZO EN LA NARIZ(DE LO CUAL YO TUVE LA CULPA POR MI INSISTENCIA) SE ACABARON LOS PROBLEMAS CON LA GUERCA CHINGADA....IT´S UP TO YOU!(INTERLINGUO)

Kózmica dijo...

Yo tengo dos sobrinos, una se dejaba cachetear y mi hermana a cada rato iba y hablaba con las mamás de las demonias para conciliar pero ni así hacían caso. Su hermano al contrario, es un niño que golpea, muerde y hace todo para que no le quiten sus jueguetes y comidas. Es difícil la crianza, a uno le dices que no se deje por lo que vivió su hermana pero sale tremendo como los niños que caen gordos.
Ahora ese niño adorado me vuelve loca a mi Sadie, la abraza, la pellizca y le tuerce los dedos, uno no sabe qué hacer. Mi niña le grita, tiene 5 meses pero le grita como loca y le hace unas caras que se ve no se dejará como yo. Es muy difícil, ya viviendo la cosa de cerca no sabes cómo reaccionar. Yo soy remensa a la hora de discutir, me pongo a llorar o al final salgo pidiendo perdón y mi hermana es de las que no se dejan por nada. Cómo le hicieron mis papás para que fuéramos tan distintas.

Deberían entregar un manual a la hora de parir.

Ya me hice bolas.

Saludos!

Anónimo dijo...

Que no me toque a mí porque me levanto como energúmena a ponerle un fregadazo a tal chamaco que ose atentar contra mi creatura de 5 años!! Muy buen post!

Brenda dijo...

Jajajaja me pasa como a Kózmica. Mi hijo se deja un poco pero mi hija es pegona, cómo decirle que si a uno y a otra no?
Si les digo que hay que hablar, pero coincido contigo en que eso a veces es subjetivo porque en lo que está hablando el otro niño ya le está pegando otra vez. Aun así hay que seguir dialogando, siempre.
Besos a Mateo

MUA dijo...

Hola te leo desde hace poco , pero me avente en una manana todo tu blog y me gusto:)
Yo trabajo con ninos pequenos soy maestra de pre-kinder y psicologa educativa.
En este tipo de casos que nos ocurren todoooos los dias la receta jajajja si hay que llamarle asi es tomar al nino que esta siendo herido fisica o verbalmente y darle la recomendacion que tome fuerte de las manos al nino golpeador y decirle @@##$%^%^ jajaja no eso no jajaja
DECIRLE QUE NO ME PEGUES, ME DUELE Y NO ME GUSTA, NO LO VUELVAS HACER.
La mayoria de las veces el nino golpeador se apantalla y ya no lo hace de nuevo, pero si vuelve ocurrir que lo haga, si no funciona entonces que avise a un mayor, el chiste a todo esto es hacer repetar su persona y sentimientos de una manera directa y fuerte.
Suerte yo soy mama y se lo dificil que es esto.
Saludos desde la fria Seattle.

María dijo...

Te me figuras TAN similar a un personaje de "Modern Family".
Phil DUnphy :D