Hay un momento en que la obra gris deja de ser gris. La casa recién levantada se sigue viendo como una construcción, pero maquillada. La diferencia es una mano de pintura, una lámpara exterior del Home Depot y una maceta de barro falso desde donde se asoma una planta recién nacida.
Los blocks junto con la poca arena sobreviviente son agrupados en una parte de la cochera donde no le estorban al carro necio de los propietarios que ya quieren mudarse para escapar de la cultura de las literas del departamento rentado con unibaño.
Hay pedazos de tabla, huele a yeso, a cemento fresco. También flota una sospechilla de olor a caca. Las cucarachas que estaban ahí antes de que llegaran los arquis, los azulejeros y el velador, salen del claustro para conocer a los humanos con los que habrán de compartir la cocina.
El cielo está despejado, hay poco tránsito en la calle. Apenas pasa una camioneta con los vecinos a bordo que saludan con tibieza para inaugurar ese pacto siempre violable de no agresión y de no intromisión a la vida privada de los de enfrente.
-Pasen arriba para que chequen la vista del cuarto principal- sugiere la mamá o el papá, no importa.
Y ahí van los abuelos subiendo escaleras, en la penumbra, inhalando peste a miada de albañil y pidiendo a Dios no morir como vampiros con una varilla atravesada en la tetilla. Abajo, el feliz propietario abre una cerveza retando al qué dirán. Abraza a su mujer y le siente la clavícula. Respira hondo y concede 30 segundos para dar otro trago a su lata.
-Debo al banco todo este pedo, pero si no era así, no podía ser- dice o piensa, no importa.
A cien metros de ahí, en la esquina que conecta con la avenida principal, pasa un Citation café con la canción "Un Domingo en la Alameda" a todo volumen. Tres perros persiguen a una perra en celo.
Hello world!
Hace 1 mes
3 comentarios:
gran video
ya tenia rato que no pasaba por aqui espero que estes super bien E!!
Eso mismo sentía cuando de niña mi papá nos llevaba a donde estaban construyendo nuestra futura casa en Chihuahua. Mi mamá se preparaba unas tortas de sardina y comprábamos cocas chiquitas, era una delicia. Nomás el recuerdo nos quedó, mi papá tuvo que venderla antes de terminarla por problemas económicos.
Saludos!
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