La primera vez fue encima de una roca, en Chipinque. Sentado como chinito y con los ojos cerrados sentí a Dios. (Digo esto de Dios y a una parte de los lectores les da una hueva brutal, if heaven exists). Pero lo digo en serio, cerré los ojos y luego de un tiempo sentí una presencia infinita frente a mí, una nebulosa tibia, enorme, amigable, reconfortante. Una energía que no es de aquí, manito. Pero duró casi nada; unos cuantos segundos nada más y ya estaba yo de regreso en este mundo material, como dice mi tocaya Alejandra G. La segunda vez fue en una de sus Sucursales, una iglesia. Terminando la misa visité un cuarto al que llaman el Santísimo, me hinqué, cerré los ojos y ahí estaba otra vez esa galaxia frente a mí. Aunque el contacto también duró un instante, cuando abrí los ojos sentí como si me hubieran desenrollado de adentro hacia afuera como calcetín. Una paz, caon, una paz...
MARTES MUSICAL.- Quedamos en que no me gustan los beatles, pero me gusta mucho una canción en la que Lennon se vuelve loco y declara que su única creencia son él y su vieja, Yoko. Hoy la busqué en la juguetería y la puse varias veces. Julio Valdivieso regresa a la tierra a través de Ignacia en la novela El Testigo de J. Villoro; así también Lennon hace tierra en su mujer cuando el sueño ha terminado. En eso del amor también creo.
Hello world!
Hace 3 meses
3 comentarios:
Bonita entrada, bonita rola, pero más me da gusto leerte animado.
Ele y Juan Pa
Ele y Juan Pa
sailing-nena.blogspot.com
Esa canción es bellísima y es mi favorita de Lennon.
Creo que soy más seguidora de los Beatles que de cualquier otra banda y de cualquier otra creencia, pero siempre respeto las religiones de los demás.
Me gustaría algún día sentir eso que sentiste, pensar que hay algo más grande que uno.
Un abrazo.
Publicar un comentario