lunes, 30 de mayo de 2011

Emmanuel

Iba yo a la iglesia y me hablaban de Emmanuel para referirse a Cristo. Pero afuera del templo Emmanuelle era una mujer, a veces rubia, a veces negra, a veces castaña, que coleccionaba aventuras sexuales alrededor del mundo. (Pornografía amable ahora disponible en horario familiar a través del Golden Choice).

Una tercera opción de Emmanuel era el Emmanuel cantante. Hubo un tiempo en el que yo fui más de Siempre en Domingo que de MTV (ahorita soy de Vh1 Classic) y, durante esos años, éste y otros intérpretes de la corriente emo-prehistórica me llegaban bien adentro. Sus canciones me tocaban el alma e incendiaban una nostalgia incomprensible porque yo extrañaba algo que aún no había vivido. Fui un niño melancólico que rechazaba a quienes me urgían a disfrutar la niñez como si fuera la única y última estación de la alegría.

Ayer, durante una plática de banqueta, alguien recordó las canciones de Emmanuel. A mí me gustan varias, pero hay una en especial que me picotea las lágrimas porque me devuelve al niño que fui: un flacucho obstinado en perderse la vida añorándola.
Y que tampoco se entienda que fui un infante azotado, pero sí.

En otro canal, Mateo me pide que le ayude a desenterrar una piedra. Con la lumbalgia echándome porras desde el hueso sacro, me agacho para comenzar las obras de remoción con mis dedos convertidos en mano de chango. Logro sacar la piedra en un proceso de tallón y raspado poniendo cara de buen papá pero por dentro estoy domesticando una que otra mentada de madre (pinche piedra, está bien enterrada).

Termino la misión y me reincorporo a la plática con mis amigos que entre lentes oscuros están viéndole las nalgas a la que pasa. Mateo llega a interrumpir y me anima a buscar un tesoro. Le digo que sí, que me lleve. Caminamos menos de dos metros y ahí está la señal del tesoro (¡justo como decía en el mapa!). Sin darme cuenta, mi hijo había puesto dos ramitas secas en forma de equis sobre el pequeño hueco que hasta hace cinco minutos ocupaba la piedra. El ex pedacito de caos se agacha, quita las ramitas y saca del interior dos o tres tréboles. -¡Mira el tesoro, papi!-.

Eso es la vida.

7 comentarios:

MLD dijo...

PINCHE CAGADA......ESTAAAANNNNN!!!!!
ANDABANOOOS!!!

Kózmica dijo...

Creo que de los que andamos abandonando los treintas fuimos seguidores de Siempre en domingo. Mis papás solamente me dejaban verlo de 6 a 8 y si mis grupos favoritos salían más tarde pues me daban chance. Recuerdo ver ahí a grupos como Outfield a Tina Turner, cantantes no jaladas.
Sabes? mi papá vio a Emmanuel afuera de un centro de convenciones de Chihuahua, recuerdo que llegó muy contento a contarle a mi mamá que lo había conocido. Dijo que era pelirrojo y pecoso.

Me gustan las canciones de él pero confieso que esa rola no la había escuchado.

Saludos!

NTQVCA dijo...

Ah pues que bonito te quedó hoy lo que escribiste, y así nada más, bonito, sin palabras salameras ni domingueras, que también de eso se trata la vida, de encontrar tesoros invaluables debajo de dos ramitas.

César dijo...

Me gustó mucho esta entrada (todas las que escribes, de hecho), pero en esta resumiste en unas cuantas palabras lo que vale la pena en la vida. Saludos.

Anónimo dijo...

Emmanuel...
Una que otra rolita me gusta de él. Yo también suelo oir solo "oldies", en inglés y español, y eso comienza a preocuparme. ¬¬
Desafortunadamente no puedo saber qué rolita es la que posteaste, no ahora, pues estoy en la oficina donde tengo todo bloqueado, pero supongo que es de buen gusto.
Ese Mateo!! Me encantaría fuera amigo de mi hijo. Harían excelente mancuerna!!!
Un abrazo a los dos, de nosotros2.
Ele y Juan Pa!

Nannie dijo...

ajajaaja creí que hibas a salir con las peliculas "porno" llamadas Emmanuel. Mi madre me hizo ver esas peliculas, siendo yo apenas una niña ajajajaja.

Saludos!!

David dijo...

Chingón.