martes, 29 de noviembre de 2011

Acción de gracias II

Las ocurrencias que tiene Dios: el viernes por la noche caen gotas de lluvia, los cerros están secuestrados de nubes negras y los invitados quieren saber si se suspende la fiesta.

Yo con cara de no me pregunten, soportando esas horas en las que palabras como "toldo", "techo", "ciclón", "tormenta aislada" y "chubasco" me dan diarrea.

Y luego, otra vez, las ocurrencias que tiene Dios: el sábado amanece como si fuera el primer día de la Creación; hay nubes blancas, sol, viento, cielo azul.

Una zona de la Sierra Madre se llena de dinosaurios, de mamás, de niños, de tres abuelos, de regalos. Mateo está chiflado; se vale. Corre, recibe a sus invitados, los abraza y los acompaña hasta donde está el desmadre.

Llega el payaso tiroteando chistes simples que arrebatan risas, incluso de los adultos presentes. Hay reencuentros gratos, un inflable asmático y el set list elegido por el cumpleañero recita canciones pegajosas y chocantes.

Una mesa se llena de figuras geométricas envueltas de papel y moños. La tarde pasa amable, muy amable. Mi hijo está feliz y quienes lo queremos, más. A las seis de la tarde el cielo se vuelve a cerrar, esta vez su negrura es más agresiva. La amenaza de lluvia cobra fuerza.

Pero no importa que llueva; ya nos fuimos.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Acción de gracias

Dicen que uno se ha graduado de Soledad cuando aprende a cagar con la puerta abierta.
Yo no estoy solo, no quiero estar solo ni me siento solo. Yo quiero estar contigo.

¿Que hoy cumples cinco años?
¿En dónde estuve todo este tiempo?
¿Qué ha pasado desde entonces?
¿Quiere decir que también yo estoy cinco años más rancio?

¿Por qué cada vez estás más loco?

Me has llenado de ternura muchas veces. Todavía el miércoles quisiste cenar en la tele viendo ET. Me explicas la trama como si yo jamás hubiera visto la película, pero no sabes que por ella me enamoré hace años de Drew Barrymore. Me explicas de dinosaurios, también, y juras que viven en el Bioparque. Quieres ir a verlos, pero, ¿qué tal si son de mentiritas?.

Has asimilado mejor que yo -creo- que la noche nos separa los techos, pero que la mañana nos vuelve a juntar. Nuestra relación mejora todos los días y en parte ha sido porque tú le has "echado ganas". Me rebasas en lógica, eres directo; nadie te engaña a pesar de que transitas en la fantasía de la niñez lejos de los enredos del cosmos adulto.

Tienes una gran mamá, hijito. Y garantizo que te ofrezco la mejor versión de mí.

No eres indiferente al mundo porque al mundo le pones mucha atención. Quien te conoce te recuerda; muchos te quieren mucho.
Mis personas favoritas son las que te llaman por tu nombre, te dan un trato personalizado, te toleran tus desplantes y te dirigen cuando te descarrilas.

Una de las mejores muestras de afecto que me dan mis amigos es cuando te quieren como eres, porque así te quiero yo. No te cambio por otro niño. Ya lo he dicho antes: tu presencia hace un retrato hablado de mi alma y tus actos rediseñan mi asombro. Y bueno, algunas actitudes tuyas taclean mi paciencia, pero tengo rato de no hulkear.

Hoy cumples los mismos cinco años de vida que yo cumplo de papá. Está claro que te sale mucho más natural a ti el rol de hijo que a mí el de papá, pero lo hemos venido haciendo muy bien, la verdad.

Dios sigue siendo el concepto, la idea, el espacio, hacia donde dirijo todo el agradecimiento por tenerte. La Virgen te cumbre con su manto bondadoso, mientras los ángeles nos espantan el tráfico para llegar antes al parque. Soy un hombre y en eso creo.

Y bueno, pues a comer dulces y cochinadas.

VIERNES MUSICAL.- Hace rato que no cerramos con una rolita. Ahí les va ésta.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Monólogos de la retina: Adriana Lima

No es para levantar el rating, lo juro, pero son días en los que

ando de pocas palabras, calla'o. No por eso me siento bajoneado o triste,

al contrario, ando bien, a veces hasta me encuentro contento y

optimista; repito, o-p-t-i-m-i-s-t-a,




estoy positivo, sin sangronerías ni euforia.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Sábados en la noche

Los sábados duermo con Mateo. Son noches en las que duermo bien y mal. Bien, porque lo tengo a mi lado; tibio. Mal porque pego un ojo mientras despego el otro, vigilando que no se caiga de la cama como la otra noche que se dio un ranazo. Qué pinche susto; en aquélla ocasión superamos la situación en cuatro niveles básicos: golpe, sobresalto, llanto y abrazo.

Mateo se mueve mucho y me orilla hasta la orilla. Amanezco al borde de la cama, ojeroso, maldescansado y con la mano tullida agarrado del último pedazo de sábana que me queda. Cuando se hace la luz, nada me roba la dicha de verlo durmiendo, con la boca explotada en botón de flor, y con el cuerpo flaco desparramado que se nota más largo cuando está acostado que cuando está de pie.

Despierto de mi insomnio antes que él, pero entrecierro los ojos para que piense que aún duermo. Lo veo moverse, estirarse, e incorporarse peinado como Kalimba; se me queda viendo apenas unos segundos y me dice "¡hola, papi!" con una entonación que comprueba que él sí ha descansado tanto como cuando habitaba el cielo.

Luego me da un beso barnizado de baba y me sentencia que ese día no quiere ir a misa.

martes, 1 de noviembre de 2011

The Tree of Life

En este mundo hay animales con la forma de una toalla sanitaria con alas que nadan de lo profundo hacia los rayos del sol; hay peces que parecen penes abriéndose rumbo entre plantas acuáticas; hay eclipses que parecen óvulos por fecundar; hay seres que van al cine y comen palomitas.

Hay padres que pierden a sus hijos y hay gente que se les acerca para consolarlos. La vida tiene que continuar, les dicen. En este mundo hubo dinosaurios que se extinguieron por eso mismo, porque la vida tiene que continuar.

¿Hacia dónde van las plegarias de un padre y una madre "huérfanos" de su hijo?, ¿hacia el espacio?, ¿hacia el centro de la tierra?, ¿hacia los polos?, ¿hacia el desierto?.

¿En dónde encuentra alivio el hermano que se siente Caín por la muerte de Abel?.

Nunca hemos visto a Dios. La mejor manera de representarlo es retratar un campo de girasoles, un volcán en erupción, una ola de mar o el perfil de Saturno. Nadie ha visto el cielo tampoco, pero debe haber una playa, un sitio abierto, en donde nos reencontremos con quienes se nos han muerto para verlos de nuevo, tomarlos de la cara, cargarlos, llorarlos.

The Tree of Life es una película que tiene fama de sacar a la gente del cine. Es larga -eterna-, atemporal, alucinada, simbólica, lenta, injusta, caprichosa, poética. O sea que se parece a Dios, o a los adjetivos que le colgamos a Dios. Cuando no entendemos a Dios optamos por alejarnos de Él; cuando no entendemos la película, nos salimos del cine. En ambos casos nos falta fe.

Fui a verla ayer y desde los primeros minutos sentí cómo se encendía una fogata en mi corazón. A lo mejor no le entendí ni un chile, pero me gustó muchísimo. Tampoco entendí el único parto que he visto, y sin embargo, lo amé. El trabajo del director Terrence Malick me acomodó lo que hace muchos años desacomodó Stanley Kubrick con 2001: A Space Odyssey.

Te la recomiendo.