jueves, 19 de enero de 2012

Monólogos de la retina: Lily Aldridge

Soy un escritor bien chafas. Cuando me siento bien se me seca la tinta y como no me da la gana escribir comienzo a postear fotos de mujeres peleadas con la fealdad como si éstas fueran el espectáculo del mediotiempo. ¿Por qué la depresión me produce más renglones que la estabilidad? ¿Por qué el conflicto me inspira más que el sosiego? Algunas adicciones son más peligrosas que otras, la adicción a querer sentirse mal es más estúpida que peligrosa. Hoy también renuncio a esa idiota autoconmiseración. Vida, hermosa y pinche a la vez: estoy bien, estoy muy bien. Abracémonos más. Ándenles.

miércoles, 11 de enero de 2012

Gorrón y cuenta nueva

Fui ratilla de laboratorio en la clínica 2011. Me hice experimentos muy pinches: el autoinmolado conejillo de indias no es un papel que quiera volver a competir por. Quedé ni tan cerca ni tan lejos, ni héroe ni villano, ni guapo trendy ni carita pobre. No soy importante. No soy -tan- importante. Ni que yo fuera a modular la rotación de nada. Mi vida en este año que pasó se resume a dos o tres hechos relevantes y a un madrazo de subjetividad. Estoy seguro que se vive más tranquilo en la realidad que en la versión tipo Apocalypse Now que edita mi mente de eventos tan pedorros como una ida al super, (peor cuando alguien me saca la lengua o me tira la onda). La mente solita engrosando el tolete. Puras mamadas, la verdad. Tengo que aceptar que sobreviví muchas veces gracias a la gorra. Si he de tener algún propósito para este año nuevo será bajarle a esa actividad de estirar la mano para invocar un pedazo de compasión. Y no se me truenen, pero la gente me quiere mucho, me cuida mucho. Cuando digo "la gente" hablo de unas siete personas, entre ellas un bato que desayuna doble y que en este mismo momento se encuentra tirado en su cama, vestido como vestía ayer, y con los audífonos que le robó a Saludobsky (o como sea que se escriba Zabludovsky). Me echaron muchas veces rait, me prestaron carros, me asignaron un cuarto y una regadera, pero nunca comí ajeno. Ya voy a acabar el post y creo que ni viene al caso porque el 2012 empezó hace un rato. Sólo quiero notificar lo bien que me siento. La dignidad sonríe a la cámara. Ya no me quiero tirar del octavo piso. Ya no quiero voltear de lado en que viene el chingazo. Tuve que estar en la plancha de ese laboratorio (por puritito gusto) para hallarme las várices que tengo en el alma (qué feas son). Ya estuvo suave, como dicen en Durango. Cuando debería estar entrando en la jalada esa que llaman crisis de la mediana edad es cuando más estable me siento. Yo tuve crisis de feto, de kinder, de la primaria, de la secundaria, de la prepa, de la carrera, del año sabático, del desempleado Sanborns, del asalariado, del casado, del papá, del eskéletor, del desnalgado, del católico, del dejado, del dejador, de suputamadre. Ahora no. No estoy aburrido ni bullicioso, estoy tranquilo. Así lo incio y así lo acabo. Y en medio está Mateo, está un caballo de hierro en sala de espera, está la sobriedad, están mis amigos, está el amor, está el café, está el trabajo, está la música, está la lectura, está la comida, está Dios, está la mujer, están algunos niños, algunos familiares, algunos pendientes. Muchas gracias a ustedes, que me leen por gusto, inercia o morbo. Los abrazo igual.

MIÉRCOLES MUSICAL.- ¿Mas de cuatro años con el blog y no he puesto este sax? Aquí va.